Araceli seduce a Rafael Ferro. Se le acerca de a poco y él baja la mirada con
pudor. Tanto lo acosa ella que él se escapa... Pero esto no es la vida real. Es
un día de grabación de uno de los últimos capítulos -La viuda negra- de
Mujeres asesinas, que tiene por protagonista femenina a Araceli, donde la actriz
se transforma en Margarita Herlein, una envenenadora. Para ella no es una
grabación más: es su regreso a Pol-ka, la productora de su ex, Adrián
Suar, después de varios años -más precisamente desde el 2000, cuando protagonizó
Primicias- , y su retorno a los sets tras su breve incursión en
Los Roldán a principios de este año.
"Es como volver a casa, reintegrarme a un grupo de gente que conozco y
quiero mucho", confiesa entre sonrisas Araceli, quien después habla del
personaje al que le pone el cuerpo: "Margarita es una mujer muy narcisista,
pero a la vez tierna y dulce. En las escenas de sexo es donde aparece su
verdadera personalidad. Esta es la primera vez que hago escenas fuertes. Pero,
aunque suene como una frase hecha, me sentí muy cuidada. En todo sentido, es una
experiencia nueva para mí, un género en el que nunca había incursionado. Y lo
bueno de esto es que no hay escenas light. Yo estaba acostumbrada a otra cosa, y
hacer este personaje me encantó…".
Las escenas se repiten. Y entre toma y toma, Araceli hace chistes con sus
compañeros en la ficción, Daniel Kuzniecka (encarna al camionero Ricardo Janush)
y Rafael Ferro. Kuzniecka es su cuarto marido, Ferro, el cuñado que descubre la
verdad (ver recuadro). "Cuando leí el libro pensé: '¿Cómo me voy a animar
a hacer esto?'. Me daba terror. La noche anterior no dormí. Es más: el
programa en general me parece que está tan bien hecho que a veces no puedo
mirarlo del miedo que me da. Las primeras escenas las tuve que hacer en la
Chacarita, y yo odio ir al cementerio… así que imagináte…", cuenta Ara.
Ahora, gracias a la necesidad de cambiar de luces en el set, el director
Daniel Barone "regala" unos minutos de descanso. Envuelta sólo en un chal
de lana verde, Araceli sale a la calle del barrio de Colegiales y conversa con
algunas chicas de la producción, sin esconderse en su motor-home. Para
nada diva. Entre risa y risa, se le acercan unos chiquitos en busca de
autógrafos y ella firma gustosa. Al rato, los pequeños fans vuelven con
un ramo de fresias amarillas y ella agradece, conmovida.
"Termino agotada -confiesa Araceli-. Fueron doce horas diarias de
trabajo durante una semana, pero feliz. Quería sacarme unos tics que
-sentía- yo tenía en la actuación. Y creo que lo logré". Y mientras
espera que la vuelvan a llamar, sigue con la charla con las chicas de la
producción del unitario. Hablan de los antojos que tuvieron durante sus
embarazos: lentejas, frutillas, helados. Y le brillan los ojos. Como si no
estuviera cansada, y sin dejar dudas de que disfruta con lo que hace. De su
futuro artístico prefiere no arriesgar demasiado. "Ahora quiero evaluar bien
qué es lo que voy a hacer. Recibo muchos proyectos, pero no me dejo ganar por la
ansiedad. En estos momentos tengo la posibilidad de elegir cuál va a ser mi
próximo paso. No me quiero equivocar".
Cuando el director grita "¡acción!" toda la seducción guardada aparece
en el cuerpo de la actriz. Los ojos semicerrados, la boca entreabierta y una
actitud que habla sola. Ella va de un hombre al otro con tranquilidad. Y la
escena se termina. Y Araceli respira.
Mientras espera otra vez, juega con el anillo de casada que aún sigue usando...
pero en la ficción. Se lo saca, se lo vuelve a poner. Pareciera que perdió la
costumbre y la marca que deja el oro en el dedo anular ya casi ha desaparecido.
Por eso cuando se le pregunta por el amor, ella sonríe: "Estoy viviendo un
momento de cambios. Estoy bien. Peleé demasiado con mi ansiedad y hoy tengo un
terreno ganado. No es fácil reconstruir la vida amorosa. Pero yo tengo claro qué
es lo que no quiero. Yo ya llegué a los treinta y ocho años y las mujeres, en
esta etapa, nos ponemos más interesantes", afirma Araceli mientras va
terminando su larga jornada de grabación.
Araceli en una de las escenas, junto a Daniel Kuzniecka. Ella es Margarita Herlein, una tristemente famosa envenenadora y él, su cuarto marido, Ricardo Janush.
Es muy fuerte", repetía), pero en el descanso logró relajarse, fumó un cigarrillo y firmó autógrafos.">
Araceli en la grabación de La viuda negra, el capítulo de Mujeres asesinas que protagonizó, bajo las órdenes de Daniel Barone y Jorge Nisco. Se sentía muy tensionada por su rol como envenenadora ("Es muy fuerte", repetía), pero en el descanso logró relajarse, fumó un cigarrillo y firmó autógrafos.