La escena pasa rápido, como todo en la fugacidad de un video clip. Una chica
bonita con la sonrisa que le cruza la cara, se mira en el espejo y, zic zac, con
una tijera termina de arreglar su flequillo rollinga. El tema que suena
sobre las imágenes es Chico común, de La 25, la banda stone que convocó a
Mariana para protagonizar el clip. Porque ella era eso, vivía en ese mundo: una
chica bonita en el mundo del rock de los barrios.
Mariana Sillota murió a los 21 años, once días después de que el humo tóxico
de Cromañón le invadiera el cuerpo. Aquella noche, Mariana quedó acorralada en
la trampa del VIP, de donde fue casi imposible ganar la calle. Para ella y para
todos los que estaban allí, en su mayoría familiares de la banda. Iba a ser una
noche estelar porque, después de todo, ella era la novia de la estrella, de
Patricio Santos Fontanet, Pato, voz y líder de Callejeros.
No era de Villa Celina, como la banda, sino de Quilmes. Calladita, algo tímida,
salía con Pato desde hacía pocos meses. El jueves 13, a las dos de la tarde, sus
padres retiraron el cuerpo de la Morgue Judicial. Una hora más tarde, ingresaban
en la funeraria Sepelios Alvear, en el centro de Quilmes.
Durante toda la noche del viernes, la puerta se abrió y se cerró para que
familiares -cercanísimos y no tanto-, amigos, fans de Callejeros, ingresaran a
despedir a Mariana. Pato Fontanet fue el único integrante de la banda que estuvo
presente y siempre se lo vio cerca de los padres de su novia. "Por favor,
aléjense, esto es un acto privado", dijo alguien que se identificó como "un
familiar". La tensión con los medios, por la naturaleza del momento, por el
dolor y el desgarro de todos, fue inevitable.
El camino hasta el cementerio privado Parque del Pilar fue luctuoso y
ceremonial. La policía había formado un vallado para que la prensa no se
acercara al féretro cuando salió de la casa velatoria. Y luego, en un Ford Orion
azul, Pato, la madre de Mariana y Rodrigo, su hermano dado de alta apenas el día
anterior en la Clínica de la Trinidad.
Una vez en el cementerio, tuvo lugar una breve bendición. Los llantos se
intensificaron y el aire se llenó de todo el dolor posible. Mariana fue
enterrada en el mismo panteón donde, con otra historia, con otra vida y otra
muerte, aún espera justicia Natalia Di Gallo (la chica asesinada en el Parque
Pereyra Iraola). Allí la despidieron. Allí quedó, ella también, por su memoria y
su destino, esperando que la justicia sea justicia.
……………………………….................………………
Otros callejeros que se han ido. La mamá de Eduardo Vázquez, el baterista. El
padre, un tío y la ahijada de Maximiliano Djerfy, el guitarrista. Edgardo Conte,
hermano de Daniel, el percusionista. Romina, la esposa de Diego Argañaraz, el
manager. Todos ellos completan un círculo del horror y del dolor, los familiares
de los Callejeros que, como Mariana, dejaron su vida en la trampa del VIP o a
partir de ella. Mariana sumó un nuevo caso trágico -la séptima víctima mortal-,
pero cuánto de verdad importan los números si la muerte gana la partida. "Al
cielo no se llega nunca de a dos", canta Pato Fontanet en el tema Algo peor,
algo mejor, del último disco. Un verso breve que un día es apenas otro verso de
otra canción en el medio de otro disco, y al siguiente, la insoportable razón de
una certeza.
Remera negra y shorts, Pato Fontanet avanza junto al féretro que lleva el cuerpo de su novia. Del otro lado, Rivardo, padre de Mariana.