¿Quién se queda con la herencia y la custodia de sus hijos? – GENTE Online
 

¿Quién se queda con la herencia y la custodia de sus hijos?

Prince Michael Jackson iba a cantar a dúo con su padre. En vivo. Ante miles de fans. Un debut que nadie sospechaba y que, para el chico de 12 años, suponía una bisagra en su vida. Gigantesca. Ya habían elegido la canción y Michael, pocos días antes de su muerte, se esmeró en enseñarle pequeños trucos de afinación. Los ensayos para el mega tour de Londres –50 fechas a cumplirse entre el 13 de julio y febrero de 2010– se sucedían a ritmo frenético. Papá Michael parecía agotado. Comía mal. Se esfumaba en la anestesia de sus drogas. Pesaba muy poco (se insiste en apenas 51 kilos) y perdía más en cada ensayo (en sus shows de antaño, bajaba no menos de cuatro kilos por noche). Pero no podía claudicar. Cercado por las deudas, necesitaba el dinero. Le habían quitado Neverland –la calesita donde hizo girar su excéntrica vida– y el trono de Rey Pop se cubría de polvo, aunque nadie se atrevía a usurparlo. Sin embargo, nada lo motivaba más que, al fin, sus hijos lo vieran brillar sobre el escenario. Su última gran gira –el HIStory Tour– había terminado en octubre de 1997, cuando Prince Michael tenía sólo diez meses. Y sus últimas apariciones, como la de 2001 en Nueva York, no se comparaban con la Jacksonmanía internacional. La pequeña Paris Katherine (11) y Prince Michael II (7) tampoco sabían de aquello, más allá de los DVDs. Cuando papá fue declarado muerto el 25 de junio a las 14.26 en el Centro Médico de la UCLA (Los Angeles), el sueño quedó sepultado. Ya no habrá tour. Ni dúo padre-hijo. Apenas el esbozo inconcluso de un sueño, de la última ilusión de Michael, arrastrada por el adiós abrupto y misterioso. Virtualmente huérfanos, tres chicos caminan por la cornisa de este frenesí: juicios, dinero, testamento, morgue, show, paparazzi. Detrás de sus máscaras, deben estar llorando.

La muerte de Jackson a los 50 años sirvió como disparador para, inmediatamente, instalar distintos focos alrededor suyo. Uno de los más importantes tiene que ver con el futuro de sus hijos. En su testamento, firmado en el 2002, Michael deja clara su voluntad de que la custodia de sus hijos caiga en poder de su madre, Katherine (79). Y si ésta no pudiera, la segunda opción es la cantante Diana Ross, gran amiga y mentora de MJ. Por lo tanto, el testamento omite mencionar a Debbie Rowe, segunda esposa de Jackson y madre de sus dos primeros hijos (el más pequeño nació de una madre sustituta, de identidad desconocida). Jackson y Rowe, la asistente de su dermatólogo, se casaron en 1996. Nunca hubo amor de pareja, sino más bien un acuerdo: ella tendría los hijos que Lisa Marie Presley (hija de Elvis, primera esposa de Michael) no había querido. “No hubo sexo. Me implantaron esperma... y no era suyo”, declaró Rowe alguna vez. Los rumores indican que el padre biológico sería justamente el dermatólogo, Arnold Klein. Gracias a una pila de billetes, Rowe se mantuvo lejos de sus hijos. Ellos crecieron sin madre, en Neverland, rodeados del parque de diversiones que había ideado su padre. Y soportaron durante toda su vida las acusaciones de abuso sexual infantil que sobrevolaron la imagen del cantante. Pero resulta paradójico que MJ tuviera que morir para que aquél niño de diez años que lo denució en 1993, Jordan Chandler, ahora se anime a declarar: “Lo hice presionado por mis padres que querían su dinero”.

¿Y dónde están hoy los hijos de Jackson? Con sus abuelos Katherine y Joseph, en la casa de Encino, un suburbio de Los Angeles. Cuando el cuerpo de Michael fue entregado a sus padres, los niños pidieron verlo. Querían darle un último adiós. Consternados, los familiares consultaron con un psiquiatra. Les dieron permiso.

Al mismo tiempo, Rowe apareció en escena. Y reclamó por sus hijos. Su abogado, Eric George, no lo admitió abiertamente, pero los trascendidos aseguran que la madre peleará por la tenencia. O quizás por un arreglo económico. Eso sí: la mujer puntualizó que quiere bien lejos a Joseph, a quien considera una influencia negativa. Y aclaró que está dispuesta a someterse a cualquier examen para probar que es la madre biológica. La abuela Katherine tampoco perdió el tiempo: ya solicitó la custodia en una corte de Los Angeles, con un escrito de 22 páginas. En el documento aclara que los niños “no tienen relación con su madre”. La primera audiencia entre las partes tendrá lugar el próximo lunes 13 de julio.

Varias personas que los frecuentaron coinciden: los chicos de Jackson son inteligentes, educados y cariñosos. Y según esas voces, su padre los colmó de todas las atenciones que, en su caso, jamás recibió de Joseph. Ahí se encuentra la raíz del ida y vuelta con sus hijos. Michael contó cómo su padre lo maltrataba y lo presionaba para convertirse en una estrella, al punto de presenciar los ensayos de los Jackson Five con el cinturón en la mano. “Le llegué a tener pánico... Con el tiempo se convirtió en una mejor persona. Espero que no sea demasiado tarde”, dijo hace un tiempo. Eso explica, por caso, la petición de Rowe de alejarlo de los niños. En realidad, no hay muchas voces que defiendan a Joseph, quien aprovechaba las giras de los Jackson Five para acostarse con las groupies que perseguían a sus hijos. Michael –el único de los Jackson que evitaba mezclarse sexualmente con las admiradoras– siempre recordó eso con amargura. Tenía debilidad por su madre. Ella lo educó en la religión de los Testigos de Jehová (de joven, MJ recorría las casas de Gary con una Biblia en la mano) y le inculcó ciertas pautas que marcaron su vida. En medio del éxito y la vorágine, Jackson se puso una meta personal: tener muchos hijos. Y vivir con ellos lo que él jamás pudo de chico. “Once, doce hijos”, soñaba. No por nada, este año tuvo la ocurrencia de llamar personalmente a la casa de Nadia Suleman, una californiana que en enero dio a luz octillizos. “Quiero adoptarlos”, sugirió. No le hicieron caso.

Los hijos de Jackson, como no podía ser de otra manera, nacieron y vivieron en un mundo paralelo. Tenían a su disposición un grupo de seis niñeras y seis enfermeras, para que no les faltara atención durante las 24 horas del día. Todo monitoreado con cámaras de televisión por los miembros del equipo de seguridad. El aire de las habitaciones debía ser controlado constantemente y –dice la leyenda– los cubiertos se tiraban a la basura luego de cada comida. En Neverland todo era posible. Al compás de las extravagancias, Michael solía cubrir las caras de sus hijos con máscaras carnavalescas. Tenía terror a un posible secuestro y a un eventual envenenamiento. Cuando se quedaban en hoteles, su entorno tenía una lista de qué podían comer y qué estaba prohibido. Y mientras el mundo dudaba de su paternidad, él se enojaba y sufría por tales comentarios. Quería que todos lo vieran como el mejor papá del mundo. Aunque conspirara contra sí mismo, como aquel día que asomó por el balcón de un hotel a Prince II (por entonces, un bebé de ocho meses), balanceándolo peligrosamente. Tuvo que pedir disculpas inmediatamente: “Lo último que haría sería dañar a mis hijos”.

Demasiado pequeños para preguntarse cómo siguen sus vidas, los adultos hacen cuentas por ellos. Es cierto: Jackson murió con muchas deudas encima (hablan de 500 millones), pero su patrimonio debería cubrirlas con creces. Y atención con las sorpresas que depara. Se dice que Jackson tiene unas 200 canciones inéditas, cuyas regalías podrían proporcionar una suma de 122 millones de dólares. Y que las aseguró en contra de los acreedores, para que ese dinero fuera directamente a sus hijos. En su testamento, el cantante repartió su patrimonio entre sus tres niños (40 por ciento), su madre (40 por ciento) y diferentes obras de caridad relacionadas con infantes (20 por ciento). Nada a su padre, nada a sus hermanos. El abogado John Branca y el ejecutivo del mundo musical John McClain sacaron de la manga el testamento, que Michael les confió. De todos los bienes de MJ, el más valioso tiene que ver con los derechos que posee sobre varias canciones, incluidas casi todas las que crearon Lennon y McCartney para los Beatles. En 1985, los compró en 47.5 millones (se quedó con el 50 por ciento de la torta). Hoy valdrían entre mil quinientos y dos mil millones. Asimismo están los derechos del propio Jackson, que seguirán reportando ganancias debido a la explosión generada tras su fallecimiento. Además del material inédito ya mencionado, se sabe que estaba trabajando en dos discos: uno pop y otro –atención– de música clásica, género que amó desde siempre. Su debilidad: Tchaicovsky.

Al mismo tiempo, la maquinaria marketinera enciende turbinas. La empresa AEG Live, promotora de la gira que no pudo ser, ya encontró la forma de salvar el desastre económico (más allá de una póliza de 17 millones que los cubriría en caso de “muerte accidental”). Habían gastado 20 millones en infraestructura y, con la venta de todas las entradas, recolectaron 85. ¿Cómo evitar que la gente pidiera el reembolso de su dinero? Les dieron una opción: entregarles una entrada especial (tipo souvenir), con una imagen tridimensional de Michael Jackson, si no reclamaban el monto del boleto. Según los ejecutivos de AEG, la mitad del público ya dio el sí. Pero hay más: la promotora no olvida que los ensayos fueron grabados, con lo cual se juntaron más de 100 horas de filmación. Un DVD conmemorativo está a la vuelta de la esquina. Por último, AEG considera la chance de montar un show en Londres, con la coreografía que el propio MJ había creado para su recital, a modo de homenaje. Y los hermanos de Michael podrían ser invitados especiales. ¡Clinc... caja!

Ya celebrado y llorado alrededor del mundo –Madonna y U2, entre otros, le brindaron tributo en sus últimos recitales– la figura de Michael Jackson da para todo. El viaje a Neverland recién comienza. Tickets a la venta.

La última foto junto a sus hijos mayores, Prince Michael (12) y Paris (11), fue en febrero de 2009 en un estudio de Los Angeles.

La última foto junto a sus hijos mayores, Prince Michael (12) y Paris (11), fue en febrero de 2009 en un estudio de Los Angeles.

Los tres, acompañados por Prince Michael II (7), solían comprar comics en un centro comercial.

Los tres, acompañados por Prince Michael II (7), solían comprar comics en un centro comercial.

En el auge de su reinado del pop, durante los 80’, Michael cumplió el sueño de vivir en su propio mundo de fantasía en California. Un rancho de  11 kilómetros cuadrados con zoológico, un lago artificial y parque de diversiones, al que bautizó Neverland (no por casualidad, la tierra de Peter Pan, el niño que se negaba a crecer). Tras su segundo escándalo por abuso sexual, en 2004, decidió abandonarlo. Y debió venderlo, para compensar las cuantiosas deudas que ya acumulaba. Hoy, sus fans desfilan ante sus puertas, para rendirle tributo.

En el auge de su reinado del pop, durante los 80’, Michael cumplió el sueño de vivir en su propio mundo de fantasía en California. Un rancho de 11 kilómetros cuadrados con zoológico, un lago artificial y parque de diversiones, al que bautizó Neverland (no por casualidad, la tierra de Peter Pan, el niño que se negaba a crecer). Tras su segundo escándalo por abuso sexual, en 2004, decidió abandonarlo. Y debió venderlo, para compensar las cuantiosas deudas que ya acumulaba. Hoy, sus fans desfilan ante sus puertas, para rendirle tributo.

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