-Es ántrax, ántrax!
-¿Estás seguro?
-Sí. Yo tampoco lo puedo creer, pero da positivo. ¡Dios mío!
El bioquímico del Hospital Muñiz no daba crédito a su descubrimiento: el primer caso de un ataque bioterrorista en la Argentina. Hoy, el científico -del que no divulgaremos la identidad por razones de seguridad- está aislado y se encuentra bajo una severísima observación médica como prevención. Desde Bolívar, donde nació, su familia lo llama para saber cómo está.
El sobre que contenía esporas de ántrax es, se sabe, de publicidad de Cruceros Carnival. Y lo recibió Patricia, una mujer de Parque Patricios que prefiere ocultar su edad y su verdadero nombre. Vive hace ocho años en un edificio de la avenida Caseros junto a su marido y a uno de sus tres hijos. Ahora es lunes, y hace tres días se enteró de que había sido el blanco -seguramente involuntario- del terror. En un bar, a cuatro cuadras de su casa, abrió sus temores y su corazón.
-Patricia, ¿a qué se dedica?
-Soy licenciada en publicidad, pero ya no ejerzo más mi profesión, ahora estoy a cargo de una pequeña editorial de libros técnicos que era de mi padre… pero no quiero dar más datos míos.
-¿Viajó alguna vez a los Estados Unidos?
-Sí. Una de mis mejores amigas vive allá, pero nunca había recibido este tipo de cartas. Esta llegó a casa el sábado 13, y venía de Florida. Como esa semana comenzaron los casos de ántrax en los Estados Unidos y había escuchado las recomendaciones, ante la duda preferí no abrirla y la guardé en una bolsa de nailon.
-¿Cómo era el sobre?
-Tamaño carta, alargado. Mis datos estaban perfectamente escritos por computadora. Muy formal, con franqueo pago, sin estampilla e impreso. El remitente decía: Oficina de Administración de
RPR/OFV, División de Archivos, 2901- W Oakland Park Blvd STE-B-7.
-¿Notó algo extraño, o sólo lo guardó por precaución?
-Por precaución. Igual, me llamó la atención que viniera desde los Estados Unidos, con un cartel que decía
"correspondencia confidencial", que sólo la podía abrir el destinatario. Luego de ponerla en la bolsa, llamé al Departamento Central de Policía. Me encontré con un operativo bien organizado. Me dieron instrucciones concretas y simples: meter la carta en una bolsa de nailon y no tocarla más. Luego la llevé a la comisaría 32 (avenida Caseros y Luna), y allí siguieron las sorpresas. Me comentaron que ese día habían recibido nueve casos más con la misma carta. Algunas cerradas, otras abiertas.
por Cora Debarbieri y Alejandro Sangenis
fotos: Alejandro Carra, Matías Campaya, Diego Soldini y Fernando Arias
Lunes 22, once y cuarto de la mañana. Patricia, tres días después de enterarse de que la carta que recibió de los Estados Unidos tenía ántrax, sale de su departamento en Parque Patricios y cruza la avenida Caseros para encontrarse en exclusiva con GENTE en un bar a cuatro cuadras de su casa.
En el Instituto Malbrán se realizó el test genético de las plaquetas que definió la presencia del ántrax en la Argentina. Hoy, las investigadoras reúnen las bolsas de correspondencia antes de ser analizadas. Los genetistas hacen los estudios de las cartas (más de 3.000) que ya se recibieron. A pesar de la falta de medios y presupuesto, tanto en el Hospital Muñiz como en el Malbrán trabajan sin descanso.