Boinas, mate, mucha bosta y niños al por mayor: La Rural en vacaciones de invierno. La lluvia hace de las suyas para desanimar a los que aún no llegaron. Sin embargo, en la pista central del predio de Palermo es el turno de los caballos y nada se detiene. Entonces, en las caballerizas de La Dolfina del sector 9, Adolfito Cambiaso (43) pasa totalmente desapercibido.
Gorro de lana, cuello de polar y una parka abrigada hacen a un look que poco tiene que ver con el del afamado polista que hace más de 25 primaveras deslumbra desde la cancha 1 de Palermo. Esta vez llegó como criador de Caballos de Polo Argentino, pero además como padre. Y el orgullo se le nota desde las primeras sílabas. “Poroto no le tiene miedo a nada. Se manda con una seguridad increíble. Tiene sólo doce años...”, apunta sobre su hijo, el tercer Adolfo Cambiaso, continuador de la saga iniciada por su abuelo, que hoy monta en público por primera vez. “¿Y viste lo que es Mía? Tiene una habilidad... Se maneja con una soltura impresionante. Monta muy bien, en serio”, asegura sobre la mayor, de quince años.
HABITAT NATURAL. Mía (15) y Poroto (12) crecieron andando a caballo. Sin embargo, montar en público y ser aplaudidos todavía les resulta una novedad. Porque si bien poco a poco van adquiriendo notoriedad, los hijos de Cambiaso son simplemente dos chicos de Cañuelas, que hacen vida normal. “Todo se fue dando con mucha naturalidad”, explica Adolfito, mate en mano, sobre los logros que fueron alcanzando sus hijos.
Porque el año pasado, Mía se consagró campeona del 1er. Campeonato Argentino Abierto de Polo Femenino, con La Dolfina Brava, en la cancha 2 de Palermo. Y tanto este verano como el pasado se lució con las tropillas entabladas en el popular Festival de Doma y Folklore de Jesús María. Poroto, en tanto, no se queda atrás.
Después de algunos torneos de la categoría Potrillos, sorprendió junto a su padre hace sólo un mes, cuando ganó la Royal Windsor Cup. Y, detalle, durante la premiación ligó estrechón de manos de la mismísima reina Isabel II de Inglaterra. Sí, con sólo doce años.
“Estamos instalados en las caballerizas todo el día. Es más: anoche dormimos acá”, cuenta Adolfito el miércoles al mediodía, durante el segundo día de los chicos en la pista central y mientras se eligen los Grandes Campeones Macho y Hembra de la 132ª Exposición Rural de Palermo.
Se alojan en un hotel cerca del predio, con María Vázquez comandando todo: el polista destaca que su mujer esté atrás de cada detalle. “Hoy nos dejó dormir acá a los tres solos. Para mí está buenísimo tener un rato así con los chicos. Durmieron pocas horas, pero se levantaron con más pilas que para ir al colegio. ¡Eso sólo lo hace un chico que ama a los caballos!”, apunta sobre la experiencia en La Rural.
Y detalla: “Me parece fundamental que los chicos aprendan a montar caballos de dos años. ¡No es fácil! Son potros. Tienen solamente tres meses de doma. Este es todo un aprendizaje. Que mis hijos ganen o pierdan es una anécdota”, asegura el polista más ganador de todos los tiempos.
Minutos más tarde se ubica en lo más alto de la tribuna central, para ver las últimas vueltas de sus vástagos montados sobre los caballos que cría La Dolfina, su gran organización. Entonces hay segundos y terceros puestos para Mía y Poroto, en sus distintas presentaciones. ¿Pero a quién le importa? Si al fin y al cabo, como bien dice Cambiaso, la ganancia está en el aprendizaje.
Por Ana van Gelderen.
Fotos: Fabián Mattiazzi.
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