¡Yo nunca renuncié! Me renunciaron y sin avisarme. ¿Y para qué me entregó De la Rúa? Para irse a las dos
horas”. La noche del miércoles 19 se transformó en la peor pesadilla que Domingo Cavallo –que ahora habla a corazón abierto ante sus amigos– jamás imaginó: La misma clase media que alguna vez lo había reconocido como el gran mentor de la estabilidad económica y el padre de la convertibilidad, hoy sale a la calle, desengañada, a repudiarlo. El ex superministro y otrora figura reverenciada en los centros financieros y académicos del mundo de la década de los 90 acaba de ser expulsado del Gobierno por la puerta de servicio después de haber dilapidado en pocos meses su fama. Ahora está en un lugar conocido sólo por sus íntimos para evitar cualquier hipotético daño a su familia y a su propia persona.
Dicen que durante estas horas desesperadas Sonia tuvo un ataque de nervios. Que su marido, a quien ella salió a defender una y otra vez, la calmó con paciencia. Que él está tranquilo y no tan deprimido como se dice. O al menos eso aparenta. Que, por el contrario, tiene un sentimiento que abarca a la mayoría de los argentinos: bronca. Y la descarga sin poder contenerse contra el flamante ex Presidente:
“Cuando vi por televisión que me estaban renunciando, lo llamé a De la Rúa y le dije: ‘Fernando, por televisión están diciendo que renuncié, que cayó
Cavallo’, y él me respondió: ‘Quedate tranquilo, Mingo, que mañana a primera hora nos reunimos a charlar. Quedate tranquilo y no le prestes atención a lo que digan, que está todo bien!’.
por Alejandro Sangenis
fotos: Fernando Carrera, Diego García y Eduardo Sarapura
Miércoles 19, 21:57 horas. El entonces ministro de Economía sale de la Casa Rosada. Apenas unas horas más tarde el cacerolazo marcaría su fin.