“Soy una persona hiperactiva y muy curiosa”. Así se define Luciano Cáceres, quien además se considera “versátil” y de los actores que le quiere escapar al mote de galán que el medio le impuso. “Yo no me siento así. Si bien tengo muchos años en el teatro y el cine, esto de ser conocido me llegó hace pocos años”, lanza sin muchas vueltas en una extensa entrevista con Revista GENTE. Y, a sus 47 años, dice que se planta de otra manera. “Ese fue un rol en el que me pusieron, aunque una sola vez tuve un papel de esas características. Pero bueno, entiendo que trabaje mucho en tele y al protagonista de ficción se le suele llamar de esa forma”, admite resignado, sonriendo.
La pregunta es si "galán" es un término que está fuera de moda. El entrevistado se detiene unos segundos, piensa y contesta que de la misma manera podría dar como respuesta un "sí" o un "no". Entonces explica: “A mí no me molesta. Me halaga y me coloca en un lugar más bello en el que no siento estar: no entreno mi cuerpo, no me pongo cremas, no soy alguien que vive todo el día pensando en eso. Pero bueno... Si me preguntas, prefiero hacer de malo, porque los galanes están encorsetados en cierta bondad y tienen poco nivel de maniobra”.
–¿Y qué te dice la gente en la calle?
–Que me ve como un tipo común. ¡Y es así! Me causa mucha gracia, porque no sé cómo me verán en la tele. Yo soy el que hace las compras. Aunque me tilden de galán, por el barrio no sólo me conocen todos: salgo en jogging y ojotas. No pasa nada. Me siento disfrazado cuando tengo que ponerme una camisa y un saco para representar a alguien que no soy.
El día en el que Luciano Cáceres se enamoró de su profesora de yoga
“He tenido vidas de ficción que no tendría nunca en mi existencia. Ponerte en la vida del otro hace que te hagas un montón de preguntas. Hoy estoy donde quiero estar: tengo la familia hermosa, una hija espectacular y no puedo más que agradecer”, lanza a modo de balance antes de meterse de lleno en su historia de amor con Belén Riva Roy. “Una gran compañera, alguien sana”, agrega para pintar su perfil.
Para hablar de este vínculo hay que remontarse a tiempos que parecen lejanos, aunque siguen frescos: la pandemia de coronavirus. “La conocí vía zoom. Ella era mi profesora de yoga en la cuarentena. En esa época, en donde el aislamiento se extendía y se extendía, empezamos las clases una vez por semana y al mes ya hacía cinco en el mismo periodo. En ese momento, a las seis de la tarde me conectaba con mi interior. Era mi espacio”, recuerda.
-¿Y cómo cruzaron la barrera de profesor-alumno hasta entablar una relación sentimental?
-Cuando se abrió un poco el aislamiento nos vimos personalmente y empezamos a salir. Estoy agradecido de que haya aparecido en mi camino. Igual te cuento que nos conocíamos, de alguna forma, porque ella me hizo una nota cuatro años antes de la pandemia por el lanzamiento de Los ricos no piden permiso, para BDV, el programa que conducía Ángel de Brito en Ciudad Magazine. En ese momento ella trabajaba como periodista.
-¿Te habías fijado en ella o el reencuentro desde el yoga fue casi de casualidad?
-Es que cuando nos vimos fue en ese contexto de rueda de notas que duran horas y te entrevistan treinta periodistas. No particularice en ella en aquel entonces.
-¿Cómo proyectan la vida juntos?
-No somos de proyectar mucho. Vivimos y disfrutamos el presente. Ella es su jefa: tiene su propio estudio y hace retiros. Nos acompañamos mutuamente. Es tan inestable y poco organizado el trabajo de actor que muchas veces me ayuda con Amelia (la hija que el actor tuvo con Gloria Carrá).
-¿Cómo se llevan ellas?
-El vínculo se dio con mucha naturalidad. Siempre generan planes. Por ejemplo, durante la temporada Belén vino a Mar del Plata un mes. Las dos hicieron sus cosas juntas: fueron a ver otras obras, salieron de shopping y demás. Eran actividades que no me incluían a mí porque trabajaba. Pasábamos juntos el día de playa y a la noche cada uno andaba por su lado. De hecho, a mí me ofrecieron hacer teatro o una ficción, y Amelia dijo que quería que me sumara a la propuesta de Mar del Plata porque el verano es un momento de encuentro para toda la familia.
-Teniendo en cuenta que Belén es periodista, ¿ella te entrena a la hora de dar notas?
-Para nada. Sé que hay otros que saben sacarle un rédito económico a su vida privada, pero yo no sé. Me formé como actor y hacia eso voy.
-Cuando estrenaron la obra El beso en Buenos Aires brindaron entrevistas en el marco de la reaparición de Luciano Castro tras su separación de Flor Vigna. Todas las preguntas iban hacia ahí y ustedes intervenían para salvarlo: ¿Se pusieron de acuerdo?
-(Risas) El gordo se salva solo porque tiene más años que todos nosotros en el medio y es famoso desde toda la vida. Sabe cómo es el juego. Lo que me parece es que hay que respetarlo. Pasó es que tuvimos un estreno hermoso y queríamos que se hable de la obra. Eran notas grupales, nuestro momento. No fue salvarlo, sino de hablar de la alegría de haber estrenado.
“Con 13 años, mi hija se postuló para ser presidenta del centro de estudiantes”
“Amelia (14) va a un secundario con danza, está muy estimulada por la hermana y la mamá y nos acompaña siempre a todos lados. Canta hermoso, baila increíble y actúa bien. Con Gloria acompañamos su deseo artístico”, cuenta sobre la adolescente que promete una carrera en los medios con una fuerte formación que se potencia con la herencia familiar.
-¿Está pensando en profesionalizar esta faceta?
-El año pasado grabó una serie. Aún no puedo decir cuál, pero su personaje tuvo algunas escenas. Viene haciendo su caminito, probando mientras no tiene la necesidad de trabajar. Ella adicionó para una obra y no quedó porque daba muy grande. Pronto llegaron las cuatro pruebas para esta serie, y quedó. Fue todo mérito de ella.
-¿Les consulta cómo manejarse en el medio?
-Lo justo. Cuando surgió esto nos preguntó cómo lo sentíamos. Para mí tiene que hacer su camino.
-Ustedes ya se cruzaron profesionalmente, ¿cómo surgió la posibilidad de trabajar juntos en la película El desarmadero?
-El productor me dijo que quería sumarla. Entonces le pedí que él lo hablé con Amelia y a ella le terminó interesando. Vos la veías y proponía cosas en el set como si fuera una actriz de carrera. Tiene incorporado lo más difícil del cine que es la espera, el hecho de aguardar tres horas para una escena de tres minutos. Eso es de tanto acompañarnos a nosotros.
-¿Con Gloria le acercaron tips infaltables, en base a la experiencia de ambos?
-No, pero porque ya tiene sus propios modos. Si le interesa algo se pone solita, se prepara. Ella es la que te arma una escena, elabora una coreo e incluso ¡la que se mete como defensora de las causas justas!
-¿Cómo es eso?
-El año pasado, a sus 13, fue candidata a presidente del centro de estudiantes de su escuela y perdió por quince votos. Una locura. Lo que le jugó en contra fue la edad. Se te plante en el debate. Está muy presente con sus compañeros, me inspira orgullo.
-¿Qué aprendes de ella?
-Tenemos un gran diálogo. Me hace replantear muchas cosas. Los tiempos cambiaron y me enseña un montón. Hay cosas del funcionamiento humano, del odio, la violencia naturalizada que no entiende. Tampoco que, a pesar de lo que se avanzó, sigue siendo difícil ser mujer.
De ser “hijo de las tablas”, a la incertidumbre por su identidad
“Mis padres estaban con otras personas y se enamoraron. De ese revuelque nací yo, y después dos hermanos más. Ellos permanecieron juntos hasta que mi mamá murió. Mi papá no rehizo su vida después. Fueron veinticinco años en los que fueron como novios, se miraban con deseo, se acompañaban. Me dejaron la vara muy alta”, cuenta Luciano con orgullo.
-En los tiempos que corren, ¿es inimaginable tener una historia de amor tan larga?
-Por ahí resulta fuera de lo común. Yo no lo veo imposible, sí veo imposible estar con alguien que no te demuestra su cariño o no te cuida. Ahí radica el problema. Lo positivo del avance del tiempo es que antes separarse era una enfermedad, y hoy hasta los pibes tienen en claro que si los padres no se llevan bien lo mejor es que piensen en divorciarse.
-Hace pocos años apareció un hombre diciendo que era tu padre y hasta lo saliste a contar públicamente. ¿Cómo viviste aquéllo?
-Fue tanto lo que me pesó que necesitaba sacarlo. Pasé cuarenta y cinco días durísimos desde que apareció una persona diciendo eso. Mi mamá había muerto, mi papá también, así que decidí sacarme la duda mediante un ADN. Yo venía haciendo temporada en Mar del Plata, y viaje para hacerme el estudio. En ese mes y medio dudé de todo lo que creía que era la verdad. Por suerte salió un cero por ciento de compatibilidad con este señor.
-¿Cómo actuaste después?
-“Si no tenemos nada que ver, todo lo que tengas de mi madre es para mí”, fue la frase que le dije. No cumplió con esa pedido y no tuve más contacto directo ni por allegados.
-¿Y cómo llegó esta persona a vos?
-Por alguien del ambiente, por una persona que me hizo una entrevista y me comentó el caso. Desde ahí triangulamos mensajes con hasta llegar a este hombre.
-¿Fue un momento en el que te replanteaste tu existencia?
-Sí, dudé de todo. Vos pensá que mi mamá quedó embarazada de mi papá estando con otro tipo. Por un tiempo la familia los abandonó. Yo tenía poca data, pero sé por una tía que en el día del parto mi papá estuvo ahí. Al pensar todo en frío no tenía dudas. Pero, en el mientras tanto, aparecieron como si nada.
-¿Es algo que quedó en el pasado?
-Sí, aunque me suceden otras cosas curiosas producto de mi historia. Hoy me vengo haciendo la ciudadanía española y, como mi mama estaba casada con otro tipo en el momento en el que nací, hay un tema ahí. Yo tengo la partida de nacimiento, el reconocimiento de mi viejo… pero se frena. Lo bueno de todo esto es que la imagen de amor y la historia que me contaron mis viejos era cierta.
Un año arriba del escenario
Si bien en cine estrenó en abril La noche que luche contra Dios, 2024 parece hasta ahora marcado por un juego muy particular entre una obra comercial como El beso (lunes, jueves, viernes, sábados y domingos en el Teatro Astral) y un unipersonal como Muerde (domingos en Timbre 4). Y hasta hay que hablar del desafío -este último día de la semana- de comenzar esta última pieza a las 18 en la sala ubicada en Boedo, para partir raudamente luego a la avenida Corrientes para arrancar la comedia (que protagoniza junto a Mónica Antonópuos, Mercedes Funes y Luciano Castro) a las 21:30.
-¿Qué se siente cambiar el chip así de un momento a otro?
-Es algo exigido, propio del oficio. Por suerte el público responde. La paso bien en el unipersonal: es mi cuna, donde desarrollo mi parte más creativa. Después, en El beso me encuentro con colegas de lujo. Hay mucha afinidad, algo que se transmite en el escenario.
-¿Qué es lo más difícil que tiene el unipersonal y una obra con un elenco más numeroso?
-Es que en el unipersonal sos vos solito frente al mundo. No hay nadie que te salve las papas. Creo que eso es lo más complejo porque el abismo es mayor. Igual, lo vengo disfrutando un montón. Tiene que ver con todo el recorrido que vengo transitando desde hace tiempo. En cambio, en El beso es todo compartido, a partir de una idea más colectiva.
-¿Cuál es, para vos, la gran sorpresa, las tapada, el tapado, del elenco de El beso?
-Me sorprende el trabajo de Mónica (Antonópulos): no la tenía en la comedia. Está brillante. Su personaje es desopilante, con increíbles catarsis... En mi caso, a algunos les llama la atención verme a mí dentro de una comedia, pero a lo largo de estos treinta y cinco años de carrera atravesé todos los géneros.
-¿Te sentís un afortunado?
-Sí, por estar trabajando de lo que amo. Es un momento crítico al no haber ficción, con el INCAA totalmente paralizado y las plataformas con sus proyectos reducidos ante la incertidumbre de lo que va a pasar. Además, le cuesta mucho el funcionamiento a muchas salas del interior más profundo del país. Son varios los interrogantes. No queremos ver de nuevo a los teatros convertidos en iglesias o en bingos, o que dividan a una sala en tres. Igualmente, el teatro siempre resiste porque se necesita menos gente para trabajar. El área audiovisual me preocupa un montón....
-Las cosas del destino hicieron que seas uno de los protagonistas de la última ficción que tuvo la tevé abierta.
-Y parece ser que también va a ser la última de Pol-Ka, también (suspira). Lo de Buenos chicos fue un privilegio: fui uno de los pocos que laburó hasta ultimo momento. Me da tristeza, pero hay cosas que no termino de entender. Vengo de hacer temporada en Mar del Plata y comprobé, a través de los comentarios de gente de todo el país, cómo se vio la novela. ¡Los parámetros de las mediciones no las entiendo!
-¿Lo hablaste Adrián Suar?
-No pude, pero tengo fe de que él nunca va a dejar de producir. Es un gran líder, nos ha dado mucho a los actores. Esto se va a reactivar. No sé si por medio de la televisión abierta o de una plataforma, pero su capacidad de dar trabajo viene de hace mucho tiempo. Confío en él.
-¿Cómo es ser actor en tiempo de crisis?
-Ahora genera incertidumbre porque no entendemos hacia donde va este camino. Pasamos muchas crisis. La pregunta recurrente es cómo hacer. Como te comenté recién, el teatro tiene esa característica de hacerse con menos gente y presupuesto. Por eso es casi la única salida laboral actual.
-¿Sentís que hoy, en tiempos tan difíciles, hacer una comedia, que produce diversión es casi un aporte social de ustedes, los artistas, a la gente?
-Yo lo primero que pienso es que estoy haciendo lo que quiero hacer. Y claro que siento como una responsabilidad tener entre el público a gente que se quiere entretener. Además, en el caso de El beso se presenta la particularidad que es una obra que invita a reflexionar sobre los vínculos. En el teatro independiente, en tanto, la función social viene por la crítica y un contenido más profundo. En esos casos es un a todo o nada, por el pancho y la Coca. Y lo digo desde el lugar de privilegio de saber que me va bien con la posibilidad de estar en calle Corrientes, y también de poder hacer algo más off.
-¿Tenés esperanzas a futuro?
-Yo creo que esto pasará.
-¿Se reavivó la grieta en el espectáculo? ¿Hay una especie de guerra entre actores por cuestiones ideologicas?
-Es el famoso divide y reinarás. Para mí, estamos en un momento crítico y hay que salir en defensa de todos los ámbitos en donde se da un recorte extremo: desde el INCAA hasta las universidades que dan clases a oscuras. Los políticos levantan sus manos para aumentarse el sueldo, mientras nosotros nos peleamos y la gran parte de la sociedad no sabe cómo llegar a fin de mes.
-¿Y a vos que te pasa en la diaria?
-Eso de que estamos forrados en guita es un mito. La gente se empieza a dar cuenta de que nuestro trabajo es inestable y que dependemos de múltiples variantes. La mayor parte del colectivo de actores vive de otra cosa. No digo que el Estado deba financiar mi supervivencia, pero sí facilitar las cosas para que se mueva la maquinaria.
-¿Hay recortes en casa?
-Soy una persona muy austera. Cuando hay más, lo disfrutamos más, y cuando hay menos, nos arreglamos. Somos re sencillos. Si se puede ayudar, estamos presentes.
Luciano Cáceres acepta el desafío de GENTE: "Guerra de novelas"
Fotos: Chris Beliera
Videos: Rocío Bustos
Diseño de tapa digital: Darío Alvarellos
Arte de portada y retoque de imágenes: Gustavo Ramírez
Producción y estilismo: Sofía Perez y Santía
Maquillaje y peinado: Maki Ortiz (@makiortiz.makeup)
Looks: Prototype, Valker y Oggi
Agradecemos muy especialmente a Mero Mediterráneo (@mero.mediterraneo, meromediterraneo.com) por la locación y a Ignacio Mata, de Grupo Mass.
Prensa: Martina Valía.