“Los argentinos conocen mi historia. Saben que empecé de la nada, que vengo de un hogar de trabajadores. Si bien fui a un colegio privado y vacacioné en Punta del Este, crecí un poco de abajo. No me ven como la hija de un empresario, alguien conocido, una heredera. Se me sigue notando de dónde vengo. El otro día me sacaron una foto en la que estaba de compras, y todos vieron a una mujer normal. No estoy montada”, lanza sin titubeos, a lo Wanda Nara (35), y pronto redondea el concepto…
“Hay chicas famosas siempre impecables, porque cuidan eso. Yo siento que soy una mujer como cualquier que no trabaja en este medio, y que sólo se arregla cuando quiere pertenecer a él. Lo que empatiza. A mí me pasa que del sector más top, más high, me llaman para hacer trabajos que quizá a mujeres que pertenecen a ese ambiente les cuesta conseguir, y al mismo tiempo me piden de marcas populares”.
Lo cierto es que desde su bautismo mediático fuerte –hace quince años– a la fecha la porteña fundó un imperio que en los tiempos que corren la lleva a autodefinirse como “representante, empresaria, emprendedora y figura pública”, mutando su nombre e imagen en un sello, en una Marca registrada (tal dimos en llamar Principio de GENTE correspondiente a enero 2022), que se extiende a la línea de bikinis Wanda Swim y de make up Wanda Cosmetics y al manejo de la carrera de su marido Mauro Icardi (28), delantero del París Saint-Germain, entre otras varias actividades publicitarias sumadas a las de redes sociales, donde es millonaria en seguidores.
“Lo que más te ayuda cuando querés vender una marca es la credibilidad que despiertes. A mí me funciona. Yo uso lo que vendo. El gran secreto consiste en ser real. No puedo vender algo que no me identifica. La gente se da cuenta”, explica, y describe su impronta: “Yo a lo que haya y lo que sea le busco lo positivo. Con las herramientas que obtuve creé un montón. Sin embargo siento que, de no haber tenido todo esto, igual hubiera sido una persona exitosa en lo que fuera, así sea poner una parrillita. En lo que me ofreciera la vida, siento que yo hubiera sido exitosa”, redobla el concepto.
“Soy una estratega audaz, con intuición, temple y olfato para los negocios”, afirma, sin restarle importancia a ciertas dotes heredadas. “Mamá Nora (57) era comerciante, y papá Andrés (65) tenía una agencia con más de cuarenta autos –cuenta–. Me crié escuchando negociaciones, ventas, a la gente pidiendo descuentos. Zaira y yo crecimos con la misma base. Si yo tuviera un millón de dólares en un bolso y necesitara dejárselo a alguien para que me lo cuide, no dudo, se lo doy a mi hermana. Porque vuelvo y en el bolso va a haber un millón y un dólares. Y ella también me lo dejaría a mí. Una relación así es difícil de encontrar en este mundo. Yo soy muy desconfiada… La fama y la influencia te dan poder, pero no hay que abusar, sino cuidarse para que no se vuelvan en contra”
.
–Guarda una relación especial con su hermana, ¿verdad?
–Seguro. Mamá siempre nos contó que, para cuando Zaira y yo vimos la luz, pensó nombres poco comunes que nos identificaran sin necesidad de apellido. Por eso, ya de chiquitas, si íbamos a algún casting y nos preguntaban “¿cómo se llaman?”, alcanzaba con el nuestro de pila para que velozmente nos registraran. ¡Si ahora Wanda es una marca registrada, debo darle el mérito a mi madre!... Bueno, yo de chica ya quería ser famosa.
–¿En qué área?
–No sabía en qué, pero quería que, hiciera lo que hiciera, se supiera que lo estaba haciendo. Me acuerdo que me gustaba cantar, bailar. Por ejemplo, sentábamos a toda la familia, con mi hermana cobrábamos entrada y le dábamos al folclore, imitando a Nati y a Sole Pastorutti. Era más un juego.
–¿¡Le cobraban entrada a su familia!?
–Reconozco que la parte económica, el usufructo siempre surgía de mi lado. A todo le buscaba el costado comercial. ¿Sabés qué le pedía a Papa Noel para Navidad? Una alcancía. Y, si no, me la armaba una con alguna botella de plástico. Digamos que desde que tengo memoria soy previsora. Aparte, era tan lindo ver cómo se llenaba (risas).
De regreso a la actualidad y hablando sobre sus propias características, pronto subraya: “Me caracterizo por ser bastante paciente y constante. Lo aprendí. Yo sufrí mucho el machismo en mis inicios. En especial, porque negociaba mis contratos, no iba con un representante. Siempre arreglé y peleé mis propios contratos. No tenía nadie que me defendiera, estaba sola… Para mí la palabra es lo que vale. Siempre exigí que cumpliera conmigo las promesas que me hacían. Yo digo lo que pienso y aunque a algunos les moleste mis posturas, conservo mis ideales”, lanza, antes de referirse a sus hijos.
“Me gusta que ellos (Francesca Icardi, 6; Isabella Icardi, 5; Valentino Gastón López Nara, 12; Constantino López, 11, y Benedicto López, 9) me vean trabajar, ser independiente. Admiro a la clase de mujer que labura, que busca salir adelante. Anoche me escribió una de ellas: ‘Soy separada y madre de tres hijos y necesito una máquina de coser para mantenerlos, porque me separé y no tengo un peso ni con quién dejarlos’. Valoro lo que hacen las mujeres independientes para, a pesar de todo, seguir siéndolo”, señala, para cerrar contestar qué le gustaría que ellos heredaran de ella: “La lealtad, las ganas y, sobre todo, algo difícil por provenir de otra cuna: quiero que sepan respetar el trabajo y valorar las cosas”.
Fotos: Christian Welcome y Christian Beliera
Arte y diseño: Gustavo Ramírez
Pelo y maquillaje: Kennys Palacios
Estilismo: Anita Korman
Seguimiento periodístico en las distintas plataformas: Elisabet Correa
Filmación de videos: Christian Beliera
Edición de videos para www.gente.com.ar y las redes sociales: Cristian Calvani
Agradecemos a Boken, Ginebra, Daniela Sartori, Fahoma, @extencionesnavaldez, @ohlalanails_beuty y a hhttps://www.ventajedrez.com