“La pandemia nos dio un aviso que no debemos dejar pasar inadvertido: animales ingresando a las ciudades, cardúmenes de peces brotando de aguas donde no aparecían nunca... ¿Viste lo de los carpinchos? ¿Dónde estaban? La pandemia y su encierro nos sensibilizó, nos hizo ver a las personas cosas simples que nos impactaron. Debemos tomar nota de una buena vez”, lanza Susana Giménez tomando de manera espontánea, a su estilo y de manera figurada, una bandera. Y lo hace desde La Mary, la chacra marítima que habita en Punta del Este y adquirió en 2005.
“Van dieciséis años –saca, veloz, el cálculo–… Acá adentro llevo una vida medio zen. Es un lugar amplio, de catorce hectáreas. Juego con mis seis perros (le ladran alrededor, en medio de la nota), les doy de comer a ellos, a los patos, a las carpas. Cuido mis plantas, mi huerta… Además, leo muchísimo, pinto mandalas con lápiz (la verdad, me reconozco buen pulso). Tipo ocho de la noche enciendo los noticieros, para informarme, saber qué pasa en el país y el mundo. Luego ceno, me acuesto y me pongo alguna serie. ¡Ya las vi todas!”, sintetiza en línea con la nueva causa social de GENTE, vinculada este mes al calentamiento global y la protección del aire y el ambiente. Temas que aborda sin dejar de lado -también a su estilo– esa impronta que la convirtió en la número uno de la tevé argentina a lo largo de las últimas tres décadas.
“Hoy mi prioridad en la vida es disfrutar de las pequeñas cosas”, admite. “Si bien siempre fui una gozadora serial, reconozco que ahora le doy mayor importancia a lo cotidiano. ¿Dónde encuentro los grandes placeres, ese goce, esa plenitud? A compartir momentos con mis amigos, por ejemplo. Los extrañé una barbaridad en estos tiempos de cuarentena obligada”, concede, iniciando una lista que arranca por Florencia Bas, Ricardo Darin y la familia Tinayre.
Y pronto aclara: “Me atrae la vida al aire libre. Incluso si pudiera salir más, no lo haría. Ya no voy a ningún lugar si no hay un compromiso de por medio. Prefiero refugiarme en la tranquilidad de mi casa”, subraya. “Desde que me enfermé de Covid-19 dejé de plantar como antes, si bien ahora que ando mejorando, de a poco, voy retomando. Ya sumé a mi huerta lechuga, zanahoria, habas, que son legumbres que se pueden comer crudas… Y todo va a ensaladas. De la naturaleza a mi mesa…”, menciona una palabra que replicará varias veces a lo largo de la entrevista.
“Sí, respecto a la naturaleza a mí me cayó la ficha hace un tiempo, cuando empecé a ver a los pingüinos empetrolados. No sólo me cayó la ficha: me empezó a doler el alma. A partir de ahí tomé mayor conciencia de la problemática ecológica. Hasta sufría ante un carro arrastrado por caballos. Por ahí la gente piensa que no sufren. O ves que Greenpeace te muestra cómo sacan cincuenta kilos de plástico del interior de una ballena. Las personas muchas veces somos … no malos, inconscientes –se involucra con autocrítica en la cuestión–. ¿Quién no ha tirado alguna vez algo al mar, al río, hasta que tomás conciencia de que lo que tirás puede matar a una criatura?”.
Para la conductora y actriz argentina ”lo importante es seguir aprendiendo siempre, hasta de los errores. En los colegios debería enseñarse a proteger el planeta. Yo tenía Zoología, pero no se tocaba el tema de la contaminación, el cuidado del aire, el calentamiento global, los riesgos del cambio climático, que produce estragos de todo tipo en el mundo. La tarea de gente conocida, caso Leo DiCaprio o Richard Gere, termina siendo un altavoz importante, pero la enseñanza debe ir más allá”.
–¿Se acercaría a apoyar a alguna fundación?
–Seguro, por supuesto. El del ambiente es un tema que me preocupa absolutamente. ¿Cómo puede ser que de un día para el otro dos volcanes a la vez erupcionen a la vez en Italia y España? ¿Y los tsunamis? ¿Y los incendios en el norte de Córdoba y en California y sus consecuencias en la flora y la fauna?… Está pasando de todo. Por suerte hay una generación nueva que va tomando conciencia, va incorporando ese chip, por su iniciativa y acaso porque sus padres se lo empiezan a inspirar. A mí me encantaría invitar al programa a Greta Thunberg, la chiquita sueca de 18 años convertida en líder del activismo contra el cambio climático. Por algo afirma, y se la escucha con atención, que el hombre está acabando con la naturaleza, que es hora de que nos demos cuenta de que no hay planeta B.
Susana Giménez admite, “para seguir al tono de la temática”, que es “una persona de naturaleza positiva, o positiva por naturaleza, como te guste. Y te lo dice alguien a quien la vida le dio todo, hasta el reconocimiento de la gente. ¿Sabés que todavía me regalan jabones Cadum, con cuya publicidad (¿te acordás del “¡Shock!”?) llegué hasta la tapa de GENTE… Recuerdo cómo corría al kiosco de diarios cuando salía en la portada de tu revista”, recuerda antes de enfocarse de manera general con la carrera que la convirtió en quien hoy es y siempre será:
“Yo siempre supe adónde quería que me llevara mi profesión. Nada de improvisación. A lo sumo espontaneidad. Y lo supe desde el inicio. Primero por obligación: trabajaba sin protestar, le ponía toda mi energía aunque terminara agotada. Y después por necesidad: debía pagar el alquiler y cuidar de mi hija (Mercedes). Sin embargo, más allá de la realidad que me tocara, lo importante era que a mí siempre me gustó lo que hacía”, reconoce.
“… También soy sencilla, humilde, y al mismo tiempo siempre digo la verdad, aunque me critiquen. Igual, el deporte nacional de Argentina es la crítica, ¿no? A veces pienso, ‘¡pero mirá ¡¡¡quién!!! me juzga…!’ Muchas veces la crítica viene desde el resentimiento, la competencia, cierta dosis de envidia. Pero bueno –concede–, aprendí a bancarme todo eso. En estas épocas en la que todos necesitamos recibir amor, cordialidad, menos agresión, puedo decir que nunca traté mal a ninguna persona ni soy de hacerlo. Una de mis premisas es no hacerle a los demás lo que no me gusta que me hagan a mí. Creo que ahí reside la base de mío, en la simpleza y el respeto”, redondea mientras sus seis perros (Messi, Lola, Beto y Rita, Thelma y Negro) la reclaman, como no aceptando más excusas a su falta de atención.
Fotos: Gabriel Machado
Producción general y estilismo: Mariano Caprarola
Diseño, arte y retoques: Gustavo Ramírez
Producción Visual: Sofía Esther Ortiz
Make up: Andy Sanzo
Peinado: Osvaldo Contreras, para Miguel Romano
Vestuarista: Marcela Amado
Agradecemos a Dolores Mayol, Gabriella Capucci (por los accesorios), Rodolfo Fast y Cemedyt Diagnóstico Médico
Seguimiento periodístico en las distintas plataformas: Elisabet Correa
Filmaciones: Manuel Adaro
Edición de videos para las redes sociales: Manuel Adaro, Cristian Calvani y Guido Puterman