“Se trata de entender qué le falta al otro. Después decidís si lo querés hacer o no, pero todo inicia por lo primero. Las buenas acciones empiezan por las buenas intenciones. Muchas veces uno no activa, pero tampoco está mal pensarlas”, lanza, como en una declaración existencial, Santiago Maratea (29). Y continúa caminando.
Porque la nota con GENTE, en fotos y reportaje, se da, a su pedido, en el ámbito urbano, recorriendo la Ciudad de Buenos Aires, con el influencer del momento como nuevo protagonista de la campaña PRINCiPIOS 2021 que, inspirada en diversas temáticas de impacto cotidiano, este mes aborda la causa solidaria.
“Un día mis padres me prohibieron por varios días quedarme encerrado en el cuarto –relata parte de su historia–. Entonces, salía y encaraba a los quiosqueros: ‘Si vos me das chocolates, yo los regalo y promociono tu negocio’. Algunos me sacaban carpiendo, otros me daban, yo los obsequiaba y comentaba al afortunado que se lo mandaban de tal quiosco. Y por ahí el quiosquero se quedaban con un cliente para siempre… Fue la génesis de todo el bussines que después de unos años terminé armando”, sorprende con la historia. Y continúa:
“A los 17 años, cuando terminaba el colegio, conocí a Jessi, mi actual socia, y le conté lo que hacía. ‘¿Y por qué no intentamos con una marca de alpargatas que conozco y lo subimos a las redes?’, me preguntó. Arrancamos a regalarlas en colectivos, y nos obsequiaron dos. Las regalamos también. Hasta que ella les pidió a los dueños de la marca: ‘Aparte de las alpargatas, ¿por qué no le pagan un sueldito a Santi’. Y un día yo estaba ganando más plata que mi hermano economista, ¡y mi familia no lo podía creer!”.
–Es decir que su acercamiento a la solidaridad no resulta causal…
–No. Me enseñaron con el ejemplo. También a irme a dormir tranquilo, porque hay reglas: lo que se toca y no se toca. También me enseñaron que el camino es largo y no hace falta pisar, cagar a nadie ni robar nada. Y que no se puede ocupar el lugar del otro, porque todos somos únicos”.
Respecto a su colaboración para conseguir los dos millones de dólares que la beba Emma Gamarra necesitaba para poder conseguir la vacuna que le permitiera tratar su atrofia muscular espinal (AME, una enfermedad genética que daña y mata las neuronas motoras), el sanisidrense admite: “Todos con Emmita fue una bisagra para mí. Tiró a la mierda mi límite de lo imposible. Yo no puedo juntar dos millones todo el tiempo porque quiera. Llevar a Justin Bieber a tu cumpleaños cuesta un millón. ¿Vos decís que, si pido que me den un palo verde para traerlo, la gente me lo deposita? No. Es una mezcla. La gente de este país,es muy amorosa y muy particular...”.
–¿Y qué sucede cuando lo felicita, como viene sucediendo a cada paso, como viene sucediendo desde que empezamos a caminar?
–Cuando la gente te felicita por algo que encendió sus corazones, no entiendo bien. Se me ocurre: “¿Qué hubieran hecho ustedes?” A mí me llegó la historia de Emmita y sentí que la podía llevar a cabo. “Si ustedes la hubiesen podido llevar a cabo, ¿no lo hacían?” Además, yo no tengo esa guita: la pone la gente, ¡ellos! “Estamos en la misma, chicos, ¿por qué me felicitan a mí?’”.
–Pero algo hizo… No resulta nada sencillo reunir tamaña cantidad de dinero a través de las redes?
–Entiendo qué pasó, la felicitación y que es emocionante, pero vuelvo a preguntar: “De poder, ¿no hubiesen hecho lo mismo ustedes?”. Lo pienso mucho con Emmita… Una vez que yo lanzo su campaña, ¿qué, se iba a morir el bebé? No, man, ¡vamos a hacer todo lo que tenemos que hacer! Uno la comunica, otro la mueve, otro pone la guita, otro la administra. ¡No puede no recibir el remedio!”
“Lo que falta en este tipo de cuestiones es alguien que lo comunique bien, sin amarillismo, sin nada raro –avanza quien además a lo largo de 2021 colaboró en varias causas apuntadas a la solidaridad–. Ese es mi rol: contar lo que está pasando en situaciones en las que yo sé que, si los demás se enterasen, harían algo al respecto. Para mí ahí radica la clave. Porque los temas ya están, pero nadie los toca ni habla de ellos. Son casos que nuestro país quiere abarcar, quiere que se resuelvan, pero no sucede o donde te metés hay un chanchullo. Y son tantas las cosas que no avanzan acá, que uno se acostumbró. En síntesis, creo que empatizo con causa que empatizamos todos”, lanza antes e cerrar, siempre caminando por las calles porteñas:
“Lo solidario corresponde a mí, me gusta. Estas inversiones, si no te gustan no las hacés, no ponés plata de esas maneras. A mí me gusta la solidaridad. A mí me gusta ser influencer. Me gustaría ser modelo. ¡Y oooobvio, me gusta ser famoso! Ser famoso era una cosa que me correspondía. El día que entendí la fama, de muy chiquito, me la apropié”.
Fotos: Christian Beliera
Producción general: Mariano Caprarola
Arte digital y diseño: Gustavo Ramírez
Asistente de producción: Sofia Esther Ortiz
Videos : Fabián Uset
Seguimiento periodístico en las distintas plataformas: Elisabet Correa
Agradecemos a Jessi Jalife