El nombre de Maite Lanata (21) comenzó a hacerse conocido cuando interpretó a Alma Bilbao, la hija autista de Pablo Echarri y Leticia Brédice en El elegido (2011). Pero sin dudas, su consagración con 100 días para enamorarse (2018), cuando instaló la temática de los chicos trans en el prime time de la televisión argentino.
Y hoy sigue eligiendo personajes que siente que trascienden, que van más allá. Por eso, junto a Mateo Salvatto, Santiago Artemis, Connie Isla y Soledad Barruti, protagoniza la nueva causa Inspiración de Editorial Atlántida que refleja a todos los que, desde sus actividades y experiencias, desafían conceptos ya instalados e infunden esperanza en sus compatriotas.
–¿Cuáles son los temas que más le preocupan de la sociedad a la que pertenece?
–Hay muchos puntos. Por ejemplo, en cuanto al machismo. Incluso uno, mientras estudia sobre la historia, va viendo que hay menos, que hay avances, pero continúa y continuará en la sociedad. Se nota en el ámbito laboral, aunque a la vez ahora felizmente sucede que cualquier comentario machista de algún hombre que quizá antes pasaba inadvertido, a las mujeres, de manera natural, nos genera rechazo. También por eso cuestan más las relaciones heterosexuales: aparecen los cuestionamientos hacia ciertas maneras de relacionarse con las mujeres. Somos una generación marcada por el patriarcado y faltan varios años para cambiarlo. No obstante, lo importante es que la puerta se abrió. Siguen apareciendo ciertos pensamientos pero no se dicen. En un futuro ya quizá ni se piensen… Me preguntaste por temas que me preocupan. Otro es la educación.
–¿La educación?
–Para mí, y no lo digo sólo a nivel de Argentina, el sistema de educación está quedando un poco obsoleto. Hay algo que viene fallando. Antes uno terminaba una carrera y ese título ya le daba la posibilidad de trabajar sin problemas. Ahora no… ¿Cómo puede ser que tengamos tantos posgrados, títulos, maestrías y no sé qué? ¿No habría que hacer un trabajo más de base? Obviamente se trata de una tarea difícil de encarar, porque lleva tiempo y en el medio queda una transición. Pero hay que empezar en algún momento. En mi secundaria sólo éramos dos los que sabíamos de qué queríamos trabajar. Otros ni siquiera eran conscientes de si les iba a gustar el trabajo que derivaba de lo que iban a estudiar… En los jóvenes noto cierta desorientación que va más allá de si cursan la escuela pública o privada. Hoy desde lo psicológico se puede estudiar qué le puede interesar a cada chico y sus condiciones para lograrlo. Algo hay que hacer. La mayoría de los que salen de la secundaria y pueden estudiar, tampoco saben bien qué.
–¿Alguna vez pensó en irse del país?
–Sólo para recorrer lugares. Con pasaje solo de ida, no. Soy muy argentina, me gusta la personalidad argentina. Y quisiera que todos se quedaran. Pero cuando voy a la UNA y veo a tantos pibes estudiando entusiasmados, tras lograr algo tan difícil de encontrar como su vocación, me preocupa qué oportunidades de trabajo podrán tener en adelante y si conseguirán vivir de ello. Porque todos somos más redituables haciendo el trabajo que sabemos y nos gusta… Así que si me preguntaras por un deseo, iría por ahí, te pediría oportunidades para todos, todas y todes.
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Seguimiento periodístico en las distintas plataformas e infografía: Elisabet Correa
Nota de tapa: Leo Ibáñez
Fotos: Gabriel Machado
Producción general y estilismo: Mariano Caprarola
Retoque digital: Gustavo Ramírez
Producción artística: @sofiestherortiz
Filmaciones: Christian Beliera
Edición de Video: Manuel Adaro