La ex supermodelo y madre de Balthazar (21), Tiziano (18), Benicio (15) y Taína (12) cuenta "lo exigente que soy" y su táctica para dividirse las tareas en pleno aislamiento.
En la nota de tapa de GENTE de esta semana, Valeria Mazza (48) cuenta detalles de su intimidad familiar en pleno confinamiento y revela cómo se organizan con las tareas en La Barranca, su enorme casa en Acasusso –donde se hizo el shooting–, punto elegido como base para pasar la cuarentena.
La distribución de tareas en la residencia de los Mazza-Gravier, detalla la ex supermodelo, es "equitativa" entre Balthazar (21), Tiziano (18), Benicio (15) y Taína (12): "Todos hacen todo, cada uno las cosas que le gustan más. A Taína y Balthazar les atrae más la cocina y a los otros no tanto, pero Benicio es el que está siempre listo para tender la mesa".
"Todos aprendieron a hacer su cuarto y pasar el trapo. ¡Hasta hubo clases!", sorprende Valeria. Para más detalles, Taína, la más pequeña del clan, revela ante GENTE una infidencia: "Bueno, pero Tizi y Baltha limpiaron el baño por primera vez hace muy poco".
Según aclaró la rosarina, ella es de la generación que hacía todo en su hogar. "De las que crían para 'ser una buena mujer', y eso significaba saber coser, tejer, bordar, limpiar y planchar. En mi casa me enseñaron a hacer todo. Por eso, para mí es fundamental que los varones también aprendan", cuenta, resaltando su rigurosidad.
"Yo siempre les digo que la manera de ser independiente es saber autoabastecerse. Que no tengas que depender de otra persona para tener todos los botones de la camisa. Les doy ejemplos así: 'No dependas de otro para comer algo rico'. Tienen que poder resolver solos. Y eso se traslada a todos los ámbitos, claramente. Desde chicos ya han viajado solos. Les hemos dado independencia, haciéndoles sentir la responsabilidad que conlleva la libertad", cuenta.
Cuando se le comenta que muchos pueden pensar que sus hijos "tienen las cosas fáciles", se explaya: "No, mis hijos fácil no la tienen. Porque justamente es lo que no me interesa. Al contrario, quiero que aprendan. Y que cuando no puedan y necesiten, nosotros estamos".
Respecto a su organización diaria, destaca: "Cada uno con el colegio y sus rutinas tienen sus obligaciones, de 8:15 a 16, que los ayuda a tener un schedule. Si vos reproducís lo que yo digo seguramente la gente diga: 'Qué bruja, pobres chicos!'. Pero no les quiero evitar la angustia. Creo que tienen que vivir sus propias experiencias y me gusta ponerles límites y pautas, con mucho amor".
–¿Suelen ser confidentes con vos?
–Sí. Les hemos dedicado tanto tiempo de chicos que hoy, ya adolescentes, comparten mucho con nosotros. Nos juntamos a ver series, salimos a correr... hasta hacemos gimnasia juntos.
–¿Te enganchaste con Tik Tok, como Taína?
–Para ella es todo y le fascina. Trato de seguir las coreografías y nos reímos mucho. Ahí es cuando vos jugás ridiculizándote con ellos, y te pueden enseñar y se da el compañerismo. Pero siempre sin perder el rol de mamá: yo no quiero ser su amiga.
–¿Es más difícil criar a una mujer en estos tiempos?
–Hoy todos los temas los tratan con naturalidad, desde que tienen acceso a la información, en el colegio y con amigas. Desde la sexualidad a la alimentación –otro tema clave en las mujeres– el bullying, la equidad... Charlamos mucho acerca de situaciones que no le hayan gustado, de maltrato o abuso verbal. A mí no me da miedo que pasen esas cosas, porque viene y me las cuenta. Siempre les digo que tienen que hacerse respetar, aprender a mantener sus valores y a decir que no.
–¿Qué situaciones, por ejemplo?
–Muchas veces los chicos, por querer pertenecer, aceptan algo y no hacen respetar lo que piensan. Hay quienes se complotan para hacerle algo a otro, y si se dan cuenta que está mal, está bueno que aprendan a decir que no. Insisto en que si ven a alguien que se está equivocando, se focalicen en hacer que cambie de opinión y actitud. En la vida siempre es más fácil decir que sí, sumarte y callarte la boca, que tratar de imponer lo que vos pensás. Ya desde chiquitos trabajé con ellos la idea de ponerse en el lugar del otro. Soy muy de corregir. Siento que hoy, que son adolescentes, empiezo a ver la cosecha.
–¿Sos de las que defenderían a sus hijos ante cualquier razón?
–No, para nada. Si yo no soy capaz de reconocer el error de mi hijo, tampoco puedo pretender que él lo reconozca. Y está buenísimo no tener vergüenza y saber pedir perdón si es necesario. Si se equivocó, punto. Son chicos, están aprendiendo y les va a pasar.