Aunque anoche en la pista experimentó cierto "bloqueo" y "miedo escénico", a los 37 años brilla a pura versatilidad. Comenzó con animaciones en fiestas infantiles y boliches. “Alguna vez dudé de poder subsistir sólo con mi profesión”, afirma el hijo de uno de los guitarristas de Sandro, mientras convive con su hermano y sin pareja, y define: "El humor es todo, tanto en el arte como en el amor”.
"Mi papá no pudo vivir del arte. ¡Y mirá que hasta fue guitarrista de Sandro…! Cierto día debió extender su horizonte para mantener a su familia y se acercó al ambiente inmobiliario, donde hoy continúa”, asombra con el dato. “Incluso cuando terminé la secundaria, mi primer trabajo fue en su agencia. Además de ser pinche, de encargarme de los trámites, iba a mostrar los departamentos, acudiendo a mi costado picaresco para convencer a la gente de que eran mejores de lo que veían”, agrega el muchacho desde su PH de cien metros “con terracita y sin plantas ni mascotas” ubicado en Almagro.
Lo hace entre risas, con ese particular histrionismo que viene conquistando el corazón del público de Cantando 2020 (eltrece), en general, y el voto del jurado integrado por Nacha Guevara, Oscar Mediavilla, Karina La Princesita y Moria Casán en particular. “El programa me asusta, me motiva, me desafía, me pone nervioso, y a la vez me fascina, ya que es un tremendo desafío como artista. Porque antes que nada soy artista, o si preferís, un actor que puede cantar y bailar”, expone sus pergaminos.
–¿Cuál de ambas habilidades, entiende, ejerce mejor? Ojo que no olvidamos su par de intervenciones en "Bailando por un sueño 2018-2019".
–Canto mejor de lo que bailo.
–¿Canta “con los genitales”, como le pidieron la semana pasada?
–Cada vez lo intento más. Estoy entrenando, llevando el cuerpo hacia la tierra, tratando de conectarme con el piso, metiendo la pelvis para adelante. El equipo que integro con Flor Anca, mi compañera, y Pablo García, nuestro coach, busca armar lindas voces y que salga un espectáculo piola. Cada hora y media de entrenamiento diario por Zoom apuntamos a ello. Los pedidos, como el de que “cante con los genitales”, me encienden... De allí que cuando escuché la sugerencia mandé de repente, al aire, la pelvis para adelante. Me salió. En formatos como el Cantando hay que mantenerse atentos y reaccionar. Siento que todavía me falta un poco de entrenamiento en las previas.
–¿Se imagina cruzándose ahí, en algún ida y vuelta explosivo?
–Por ahora no. Trato de cumplir los pedidos y administrar los consejos a mi manera, con humor. Ojo que si me vienen a tocar el culo soy un poco polvorita, saco el “medio loco” de mi interior. Enojado, aunque la paso mal, suelo ponerme verborrágico y divertido. A veces hasta se me va alguna mala palabra, salta el tipo desubicado. Cuando relajo me surge la comicidad bien entendida, la impronta, puedo jugar con el jurado. ¡Me potencio!
–La convocatoria le llegó en un momento bastante inusual como el de la pandemia a raíz del coronavirus...
–Venía de ensayar la obra Hamlet, de Gabriel Chamé Buendía. Al principio me angustié ante la incertidumbre. Los actores estamos acostumbrados a cierta inestabilidad, no al parate general... Luego, mediante una plataforma llamada Teatro Delivery, que armamos con amigos, pudimos plantear tres funciones de una puesta como Home Show!, que ayuda un montón. Sin embargo, a la mayoría el streaming tampoco le alcanza para zafar.
–¿Alguna vez dudó de poder mantenerse como artista?
–Un tiempo atrás, cuando no sonaba el teléfono, llegué a pensar que quizá no subsistiría con mi vocación. Después me estabilicé. Hoy no tengo tanto miedo. Algunos intentan mantenerse con clases, seminarios, armando sus espectáculos, y no siempre lo logran.
–¿Qué se necesita para conseguirlo?
–Talento, un golpe de suerte y encontrarse en el lugar y momento indicados, para que te registren, te vea el productor que busca a alguien como vos. Y desde ya, las herramientas que te permitan defenderte y sostenerte. Un buen representante también suma.
“Mi nombre es literal. Soy Dan, a secas, Breitman. Vengo de una familia judía. A mi mamá le pareció original elegir un nombre del Antiguo Testamento, de una de las tribus de Israel, y papá aceptó”, explica quien nació el 14 de octubre de 1982 en el barrio de Caballito, como hijo de Roberto (“Roby”, 70) y Ana (67, musicoterapeuta y maestra de música) y posterior hermano de Elián (33, propietario de un comercio de ropa).
El mismo porteño que cursó sus estudios primarios en varios colegios (“el William Morris, el Independencia, el Bertrand Russell... Iba cambiando porque, aparte de repetir, me discriminaban un poco y se me tornaba complicada la convivencia”), hasta que se recibió de bachiller y trabajó con su padre, al tiempo que intentaba perfeccionarse en arte escénico desde el Conservatorio Nacional Carlos López Buchardo y las escuelas de Hugo Midón, Julio Bocca y Ricky Pashkus.
–¿Recuerda en qué invirtió su primer sueldo?
–Fue cuando hice La jaula de las locas, en 2006, con Miguel Ángel Rodríguez y Roberto Carnaghi. Pensar que ensayé esa obra con Fernando Peña y al final resolvió abrirse. Una lástima. Con aquel sueldo alquilé un ambiente en Guardia Vieja y Palestina y me mudé solo. Era la época en que laburaba de día en fiestas infantiles y de noche en cantobares y boliches de transformistas. Me he bancado cada cosa...
–¿Ejemplo?
–Como shows a las dos de la mañana de los lunes de invierno, rodeado por gente un poco pasada de alcohol y encendida, y yo con peluca, brillos y pestañas postizas, animándola. O cambiarme en un camión de mudanzas, yendo y viniendo, cagándome de frío, para divertir en un quincho. Eso antes del stand up con Peto Menahem, Martín Rocco y Sebas Wainraich en el Paseo La Plaza (2007/08).
–Ha participado en 18 obras, seis programas de entretenimiento y ocho de ficción. ¿Dónde brota el mejor Dan?
–No sé. Aún busco el lugar adonde me sienta más cómodo, incluyendo el streaming. Me encantaría probar el cine.. En realidad, cualquier canal vale para expresarme.
–¿Cuáles fueron esos cinco, seis trabajos a partir de los cuales sintió que empezaba a popularizarse?
–Desde mi debut en Por amor a vos (un bolo como profesor de salsa) a la fecha, supongo que el del azafato Ignacio Lynch de Guapas, que me dio el Martín Fierro Revelación; el tour por Italia con Mina, che cosa sei?! (2006), El violinista en el tejado, los Bailando y ahora, Cantando 2020.
–¿Con el último se le fueron las angustias de cuarentena?
–Seguro. No así las ansiedades de la vida. Infaltables.
–¿Ansiedades de la vida?
–Llevo una década y media yendo a lo de Romina, mi psicóloga, por ese tema en especial. Nunca se cura: aprendés a coexistir con la ansiedad, quizá mi peor defecto, aparte de mi inseguridad y que a veces puedo resultar maleducado. Mi hermano, que me critica como nadie, podría confirmártelo mejor.
–¿Vive con él?
–Tal cual. Pese a que no colabora demasiado en la casa (lanza una carcajada). Menos mal que una vez por semana viene una chica a limpiar. En mi caso, cocino, y mata mi pastel de batatas. Aparte, entreno en una cinta, no miro series, quizá sí algunas pelis de Tarantino. Ahora ando pendiente del Cantando. Consumo mucha televisión. De ninguna manera me da vergüenza aceptarlo. Me divierte. Imaginate: si cuando nos rateábamos del colegio, mientras mis compañeros iban a tomar cerveza, ¡yo me corría a América TV para ver Movete con Georgina en vivo y en directo!
–Se lo nota soltero...
–Van cuatro años así. Cuando llegue una nueva pareja, te cuento. Mientras tanto suelo evitar el tema. Igual, ahora no estoy con intenciones de ponerme de novio.
–¿Es duro de enamorar?
–Maso. Me tiene que gustar alguien, y necesito conocerlo en profundidad, y que me haga reír: básico. A partir de ahí hablamos. Para mí el humor es todo, tanto en el arte como en el amor.
–Mencionó sus defectos, Breitman. ¿Virtudes?
–Soy una buena persona, calma, alegre, simpática, que ya no deja que le pidan ser el payaso en las Navidades y las fiestas judías. Aprendí a exigir: “¡Déjenme tomar champán y emborracharme como ustedes!”.
–El humor, siempre el humor... Si no la hubiese pegado como artista, ¿qué sería hoy?
–Vendedor de departamentos. No sé si el mejor, pero seguro el más divertido.
Fotos: Christian Beliera, Instagram de D.B. y Jorge Luengo (LaFlia)
Video: Christian Beliera.
Edición video: Cristian Calvani