Marley habló de la personalidad y las pasiones de su hijo y, entretanto, reveló la trama íntima de un diálogo que no tardaría en llegar.
“Con la llegada de Mirko (2) aprendí a quitar el foco de mí mismo. La vida me pateó el ego por completo. Aunque en tantos años de carrera lo he tenido bien colocado gracias a mis amigos, que supieron mantener mis pies sobre la tierra sin dejar que me sienta maravilloso por salir en televisión”, dice Marley (50) en charla íntima con GENTE.
“Mi hijo me recuerda que por más que uno experimente tantas situaciones, no habrá nada más poderoso que nuestro amor. Porque nada me importa, ni siquiera mi vida, más que él”. Mirko crece. Y con él su personalidad. “Tiene pasión por los autos de policía, los coches bomba y las ambulancias. Se pone una sirena en la cabeza y corre por la casa como si fuese un patrulllero. Y a mi me toca hacer de la persona que lo persigue… me grita: ´¡Tirante papá!´, entonces me caigo, hago que me lastimo y viene él en rol de ambulancia para sanarme”, cuenta.
“El pasado verano, nos cruzamos con unos oficiales en Cariló. Ellos decían: ´¡Wow, Mirko! Y él: ´¡Wow policías!´”, recuerda. “Está muy curioso, con ganas de aprender todo y una capacidad que me asombra. Debo ser honesto, yo lo incentivo mucho. Ya dice sus palabras en inglés y en alemán. De hecho si ve algún dibujo animado lo hace en esos idiomas. Como cuando cantamos juntos o hacemos las actividades que recibe todos los días de su maestra a través del jardín online”, revela.
“No veo la hora de que vuelvan las clases y disfrutar de esa experiencia. De esa compañía. Levantarnos a las siete, ir charlando en el auto. Me gusta entrar con él al colegio, verlo interactuar con sus amigos…”. Entonces se cuela un tema de coyuntura: la cuarentena y el modo de vivir al que no logramos acostumbrado. Marley es tajante al dar su opinión. “Es cruel la idea del encierro para un niño, una frustración muy grande que se extiende cada vez más. Él quiere salir. Su idea más cercana de la maldad es el mosquito. Entonces le expliqué que el coronavirus es un bicho que está afuera y que debemos esperar a que se vaya para poder salir”, cuenta.
“ Nosotros vivimos en un barrio cerrado en el que seremos no más de cincuenta personas. Hay cero riesgo en caminar dos cuadras… Al menos deberíamos contar con la flexibilización como lo hacen las familias en Capital. Sería un alivio importante para los chicos”, dispara. En charlas anteriores, hemos especulado sobre qué sucedería el día que Mirko preguntase por su mamá. “Y hubo un pequeño primer intento”, revela Marley.
“Estábamos en el jardín y uno de sus profesores dijo: ´pídanle a mamá y a papá que los ayuden con esto´. Entonces él me miró: ´¿Y mamá?´ No, vos tenés papá. Yo soy tu papá”, comenta. Y consecuente con lo que dijo desde antes de que su hijo naciera, Marley repite: “Siempre iré con la verdad, la única manera de explicar su llegada al mundo y de que entienda lo deseado que fue. Él tiene toda la historia contada y con imágenes sobre quién es la donante de óvulos, de algún modo, su mamá biológica. Y cuando quiera, podrá ver las fotos de ella, la de su tío, y la de sus abuelos rusos”.