Tras un casting a la distancia, encabeza The 100 Candles Game, último film de terror rodado antes de la pandemia. “Hoy el cine es lo que más me gusta”, revela. Pasa el aislamiento con su novio: "Es el tercer intento de convivencia". Y ya no quiere volver a Bailando: “No me sentiría cómoda”.
"Estaba sola en mi casa. Marqué el ‘Rec’ de mi celular y me grabé. No una hora, pero sí un rato, repitiendo la letra en inglés, actuando, procurando movimientos ante la cámara... ¡y hasta encendiendo una vela!”, comenta Lucía Magdalena Ana Bravi, revelando los secretos del casting que hizo y que derivaría en “quizá el momento más importante de mi carrera”: su ingreso al cast de The 100 Candles Game, la última película de terror rodada antes de la pandemia del Covid-19 y el primer film que la encuentra como protagonista.
“Claro que antes le pedí asesoramiento a mi profesor de idiomas, Diego, y estudié a full el guión. No edité el video. Apenas le agregué un poquito de brillo y lo mandé ilusionada, aunque sabiendo que competía con intérpretes de distintos países... ¡y me eligieron a mí!”, subraya aún eufórica la platense, cinco meses después de comenzarlo y terminarlo en el Castillo de Egaña, a 275 kilómetros del Obelisco.
–¿Justo antes de...?
–Justito. Sin saberlo, nos adelantamos a la cuarentena. Hubiese sido muy complicado dejar a la mitad El juego de las cien velas. Sólo nos preocupa saber cuándo la lanzaremos. No hay una fecha ni un lugar resueltos. Podría ser afuera –por eso el trailer viene con subtítulos–, para el próximo Halloween (el sábado 31 de octubre).
–¿Cuál es su relación con el miedo?
–Salvo algún par de oportunidades en que lo padecí fuerte frente a ciertos actos delictivos que sufrí –y prefiero guardar, porque me cuesta revivirlos–, mi relación siempre estuvo ligada a los largometrajes. De chica moría de curiosidad por consumirlos. Recuerdo haber visto sola, a la tarde, cuando nadie me observaba, Mártires (2008/Francia), que me dejó medio traumada; ¡It (1990) arruinó la infancia!: no podía superar la escena inicial del chico en la alcantarilla. También las variantes de Jack, el Destripador, Alien: el octavo pasajero (1979), con Sigourney Weaver. Más acá, Los olvidados (2017), nacional, la serie contemporánea American Horror Story... Me he asustado bastante.
–¿De asustada a asustadora? ¿Cuál es el rol de Érika, su personaje en El juego de las cien velas?
–Ella lleva el hilo conductor. Regresa al pueblo de su infancia y decide proponerle a un grupo de muchachos adherirse al juego, que es real (en la época de los samurais, así probaban su valentía) y consiste en que si se cuentan de a una cien historias tenebrosas y son apagadas las velas frente al espejo, éste se abre para contactar a los espíritus.
–¿Usted alguna vez participó en juegos similares?
–Sí, el Juego de la copa, y morí de temor. Éramos un montón y se movió, en verdad o por el truco de alguno de mis amigos. Imposible saberlo. A Ouija, el del tablero de madera, no me animé.
–No contestó si ahora, en la cinta, pasó de asustada a asustadora...
–¿Cómo responder sin spoilear? Poné que cuando se estrene van a asustarse de mí. Nunca fui tan mala.
“Súper enérgica como soy, ni quiero imaginar mi confinamiento si no anduviera en acción (forma parte del equipo de Con amigos así, junto al Pollo Álvarez, Candela Ruggeri y Javier Ponzo por KZO). Me siento bendecida. La actividad logró mantenerme en eje”, desliza la hija de Ana (66) y Osvaldo (67) y hermana de Julián (42), negándose a delatar su joven edad (“Me la guardo. Te cambio tal dato por el día en que nací –15 de octubre– o por algún otro de mi novio, que es súper bajo perfil”, señala bromeando, mientras nosotros aceptamos en serio), e informando que comparte las horas con el arquitecto Octavio Cattáneo (34).
“Tras una década y dos idas y vueltas, este tercer encuentro parece el vencido. Pensábamos que iba a durar dos semanas y ya vamos por los cuatro meses y medio de aislamiento. Si superamos la prueba de fuego con que nos desafió el coronavirus, sólo falta que me acepte traer una mascota y listo... juntos forever”, arriesga la morocha de 1,60 metro, a la fecha establecida en el departamento de Vicente López que pertenece a su pareja.
–¿De no trabajar habría perdido la cordura, señaló?
–Seguro. Al margen de los proyectos, que quedaron detenidos en el camino, no me cruzo con nadie de mi familia desde marzo, lo que me mata. ¡Calculá que cada tres días tomábamos mate!... Me abordan un montón de altibajos. Demasiado acostumbrada a andar a mil, cuesta meter el freno de mano. Sin embargo, debo agradecer que con Octavio la llevamos bárbaro (nos sometimos al hisopado –que dio negativo–, porque yo estuve en el programa El precio justo, de Lizy Tagliani) y hasta tomamos solcito en el balcón. Nos quedamos adentro, salvo por alguna compra. Ahí, sí, barbijos y guantes a full. Cada excursión es como un viaje a la Luna.
–¿Consigue discernir entre los días de la semana, y los sábados y domingos?
–No, en especial porque no me siento cansada. Son las 4 am y sigo despierta. Me pongo despertador, trato de entrenar, limpio, cocino pésimo, así que le compro comida a mi amiga Paola, que se puso a vender exquisiteces. En realidad no soy buena en ninguna tarea hogareña. Menos mal que mi chico me banca así. Él, que toca la guitarra, me muestra música que no conocía, tipo Van Halen, Pink Floyd. Claro, a mí me atrae lo viejo y lo nuevo: los Redondos, Lali. Entretanto...
–Entretanto...
–Pongo series. Repasé completa Breaking Bad, miré la última temporada de Dark. O mando pelis como la española El hoyo, las Kill Bill, Pulp Fiction. Vengo leyendo, por ejemplo, La voz de tu alma, de Lain Garcia Calvo, y Desarrolla tu silencio: La ciencia para cambiar la mente, de Joe Dispenza. Y no me olvido de mi baño de inmersión, un permitido diario que me regalo, junto al de algún chocolate, frito, helado o cosita de harina. Son mis recetas anti-angustia.
–Trece obras de teatro, dos clips, catorce ciclos de televisión –entre ellos Clave argentina, al aire por El Nueve– y cuatro filmes... En su perfil de Instagram (1,2 millón de seguidores) se define como “actriz, bailarina, conductora y coreógrafa.”. ¿Le sienta el orden en que dispuso sus habilidades?
–Es el que a mí me gusta. La actuación en cine representa lo que hoy más me divierte. Y vengo tomando clases de canto, por si lo necesito.
–Ganó Soñando por bailar 2 (2011) y quedó segunda en Bailando por un sueño 2012. ¿Si la volviera a llamar Tinelli para la próxima versión, o quisiera convocarla para Cantando 2020, ¿qué le contestaría?
–Mmm... Aunque aprendí a no decir “jamás”, no lo incluyo en mis planes. Fue una gran catapulta para mi carrera –que agradezco–, pero no sé si en la actualidad me sentiría cómoda ante tanta exposición... Sí, me da un poco de terror (se despide frunciendo el ceño, como en el adelanto de The 100 Candles Game).
Fotos: Gentileza de Melanie Flach, Agustín del Buono y RF.
Agradecemos a Constanza Mavroyani (Raquel Flotta Prensa & Comunicaciones).