El actor, autor y director –que interpretó a Maguila Puccio en el film El Clan y a David Lowenstein en Argentina, tierra de amor y venganza (eltrece)– habla por primera vez de lo que le provoca no conseguir “nada lindo que ponerme cuando recorro un shopping”. Además, a horas de estrenar su obra más reciente como director –Esto es tan sólo la mitad de todo aquello que me contaste–, asegura que los hombres “también son víctimas del machismo” y se refiere al polémico caso de los rugbiers.
A la gente le sorprende, pero yo hablo muchísimo más rápido que David Lowenstein, el personaje que interpreté en Argentina, tierra de amor y venganza (eltrece)”, dice Gastón Cocchiarale (27), multifacético artista que, además de enseñar actuación en el Patio de Actores de Villa Crespo, de presentarse en la comedia La vera magia en El Camarín de las Musas, de que en marzo estrena la obra española Jauría en El Picadero y de haber participado en los films Ni héroe ni traidor y La fiesta silenciosa, acaba de dar comienzo a Esto es tan sólo la mitad de todo aquello que me contaste en El Método Kairós, como director. Tal como está su agenda –¡apretadísima!–, aún no tiene chances de sacar pasaje para ir a visitar a Albert Baró y a Diego Domínguez, los actores españoles con quienes compartió múltiples filmaciones y aún más salidas… Pero, eso sí, el vecino de Palermo que hasta los veintiún años vivió en Ramos Mejía dice que “lo tiene planeado para algún momento del año”.
–¿A las novedades podrías sumarles la del regreso a los sets de ATAV en 2021?
–A mí todavía no me dijeron nada, pero el “Continuará” en el capítulo final nos sorprendió a todos, porque los únicos que sabían de su existencia eran Fernán (Mirás), la China (Suárez) y Mercedes (Funes). Así que al toque empezamos a debatir en el grupo de WhatsApp –que se llama ATAV– sobre quién iba a estar y quién no. Veremos.
–¿Es verdad que sos obsesivo con los números?
–(Ríe) Sí, soy como Carlos Rottemberg. De hecho, mis compañeros me cargaban porque cada mañana yo sabía el rating y la cantidad de visitas que habíamos tenido en YouTube la noche anterior.
–¿Sos gastador?
–No, soy bastante austero. Pero el año pasado quise salir de shopping para darme un gustito –porque tenía algún manguito extra– ¡y me dio una lástima…! Fui con bastante guita y no pude comprarme nada.
–¿Por?
–¡Porque tengo veinte kilos de más y no consigo ropa! Recorrí todos los locales y me fui frustrado y enojado: no puedo tener ropa de diseño, tengo que ponerme un mantel. Resulta muy violento. Yo no pondero la obesidad, no digo que está bien ser gordo, pero creo que durante el intento de transitar la gordura de manera sana o bajar de peso, sería bueno que el entorno ayudase. Todos tenemos derecho a vestir linda ropa. Es la primera vez que lo hablo públicamente. Es algo que debe cambiar radicalmente, porque no sólo a mí me cuesta encontrar ropa: le pasa lo mismo a mi novia (Tami Liberati, 26), que es ultra flaca y petisita. ¿Cuántas personas lucen la figura de un maniquí? Y esto es algo local eh, no mundial: en España o en Estados Unidos consigo ropa divina.
–¿Dirías que hay que cambiar la ley de talles?
–No sé si cambiarla, porque a fin de año hubo un gran avance: se aprobó un estudio antropométrico a nivel nacional para identificar cuáles son los cuerpos reales de nuestro país. El tema es el cumplimiento. Y el sistema continúa siendo perverso. Piensen en todos los que están en un proceso de descenso de peso, que no comen y están haciendo gimnasia, pero van a comprarse algo y nada les va… ¡Es duro! Esto viene aparejado a los trastornos alimentarios, sin distinción de género. Muchos hombres también lo sufren. Los talles generan una violencia muy fuerte en los cuerpos y en la psicología de las personas.
–¿Por qué pensás que los hombres no suelen hablar de esto?
–Por vergüenza y por machismo, porque está instalado en la sociedad ese pensamiento de que “ése es un tema de mujeres; yo me pongo cualquier cosa”. Pero no es así, y me parece que el feminismo vino a romper un poco con esas estructuras. Por cierto, yo leo mucho sobre el tema, y creo que los hombres también somos víctimas del machismo. Hay un montón de normas que dicen que el hombre no puede ser débil, que no puede llorar, que no le puede gustar bailar danza clásica y que, si no provee, no sirve para nada… ¿Sabés cuánto más felices seríamos sin esa presión de que no podemos emocionarnos viendo una película, porque si lo hacemos somos “putitos”? ¡Y también está eso como algo negativo! Fijate que a los rugbiers les desean que los violen en la cárcel. ¡Es una locura que se vea el sexo anal como un castigo! Estoy convencido de que todos tenemos que hacer un trabajo para rever ciertos patrones que no están buenos.
–¿Sufriste bullying en algún momento de tu vida?
–Jamás. Pasa que en los grupos en los que estoy suelo ocupar el rol de líder, y es difícil que al líder le hagan bullying… Pero sé que soy un afortunado por no haber tenido esa maldición.
Por Kari Araujo.
Fotos: Alejandro Carra, gentileza Nacho Lunadei y álbum personal G.C.
Pelo: Peluquería Sólo Las Puntas.
Agradecemos a Cosi Mi Piace (@cosimipiaceok) y Big and Tall Buenos Aires.