Después de tres años de amor, el diseñador se separó de su novio. En charla con GENTE, revela la trama íntima de la toma de decisión.
Son las 19 del viernes y Benito Fernández (59), acelerado de la fuerte jornada laboral, arranca un análisis de cómo está: "Estoy chocho con mis prendas unisex, con la acción que hice con ACNUR y con los cambios que estoy haciendo en mi empresa. Aunque claro que también está la muerte, la economía y el encierro, no es que todo es color de rosas".
–Y también está tu reciente separación...
–Sí, eso también. La realidad es que no veníamos funcionando bien y justo antes de que empiece la cuarentena decidimos separarnos. A él le estaban saliendo muchos trabajos en Uruguay, lo hablamos y preferimos preservar el cariño que nos tenemos y no tanto la pareja. Nos pareció más importante cuidar lo que nos queremos. Y yo quiero su mundo: a sus padres, a sus sobrinos, a sus amigos de la infancia, y él quiere mi mundo, yo quiero su cabeza que es muy intelectual y muy arriba. Como que preferimos separarnos y seguir juntos en un punto.
–¿Siguen hablando?
–Sí, obvio. Seguimos muy conectados. Él está haciendo algunas remeras para mi marca y me está ayudando a redecorar mi departamento desde Uruguay. Se fue para allá hace veinte días porque acá en Buenos Aires él no se enganchó tanto... para estar acá estaba dejando de lado un montón de cosas de él, y eso no era justo tampoco porque él tiene una cabeza increíble y ahora está con un montón de proyectos súper interesantes allá.
–¿Está viviendo en Uruguay?
–Sí, está viviendo en San Carlos.
–¿Y cómo fue para vos procesar esta separación en la soledad de la cuarentena?
–Bueno, hasta hace tres semanas la mayor parte del tiempo la pasamos juntos y estuvo bueno porque estuvimos solos y pudimos hablar un montón. ¿Viste que a veces en las separaciones te separás y decís "chau, listo"? Bueno, no, nosotros tuvimos tiempo de madurar un poco más y de tratar de salvar el cariño que nos tenemos. Y estuvo bueno, porque aunque ya no éramos pareja, convivir fue positivo, porque no estábamos ni enojados ni peleados, y a los dos nos apasiona el mundo del otro. De hecho, a mí perder su mundo me daba cosa, porque él me coachea en mil cosas. Desde ese lugar fue difícil tomar la decisión.
–¿Ya asumiste que sucedió?
–Como pareja sí. Como amistad... ¡no sé si es amistad! Tendría que haber algo como el poliamor que sea otra cosa, porque es cariño y es amor desde otro lugar, pero no sé si somos amigos porque esto es muy reciente. A los dos decir amigos nos suena rarísimo, y novios no somos. ¡No sé! Estamos tratando de ser algo con lo que nos sintamos cómodos. Pero no sé cómo será todo en el futuro con él en Uruguay y yo acá, o cuando cada uno rehaga su vida. Pero uno de mis mejores amigos es una ex pareja mía, así que sé que se puede reformular el cariño si uno le pone dedicación y puede soltar un montón de cosas. Al menos esta vez quiero pensar eso.
–¿En qué momento te sorprende?
–En uno de mucho cambio. Honestamente, creo que es mi mejor momento. Cumplí sesenta años y estoy disfrutando todo lo que hago: estoy más inconsciente que nunca, y más consciente que nunca. Aparte yo en estos momentos de crisis, como el que estamos viviendo, suelo crecer y reinventarme, y hoy tengo ganas de hacerlo.