Dice que su cuarentena comenzó cuando pudo hacer regresar a su hija, Florencia Torrente (31), desde New York, en un vertiginoso operativo de rescate. Aquí, y en primera persona, revela qué hace en sus días de aislamiento preventivo y obligatorio.
“Mi aislamiento inició con la cuarentena de mi hija. En medio de esta locura que
recién comenzaba a visibilizarse, mi misión era traerla al país. Flor (Torrente) estaba en New York, en medio de un viajae de vacaciones después de haber trabajado el verano entero en Villa Carlos Paz (Atrapados en el museo). Un día estaba sentada en casa y se me vino a la mente, como tantas veces en el día pensamos en nuestros hijos. Pero esa vez fue distinta. Me angustié. La llamé. La Tota (como la apoda) estaba tratando de regresar, no me había dicho nada y las líneas aéreas ya estaban empezando a colapsarse”.
“Todo se dio en medio de la intervensión quirúrgica a la que se sometió Fabi (Fabián Mazzei), con la que se definiría nuestro futuro. Pero la vida me enseñó a moverme en esos terrenos. Ya estoy curtida. ¡Yo puedo! Entre las 22 y las 24 horas de esa noche, cuando los medios anunciaban la posibilidad de cierres de aeropuertos, junto a Sergio, mi amigo y coordinador de todos nuestros viajes, desplezagamos el operativo rescate”.
“Los noticieron avisaban que habría sólo tres días para volver del exterior. Y no era sólo Flor. Ella había viajado con una amiga. A esa hora, y en medio del vértigo, los operadores nacionales ya no atendían. Así que dimos con una operadora en Lima (Perú), que amorosamente entendió lo que me pasaba y nos ayudó a traerlas. Al llegar, las dos iniciaron cuarentena rigurosa”.
CUARENTENA ES REFLEXIÓN Y MOVIMIENTO.
“Lo primero que pensé fue: ´esto tiene que servir para mi construcción, una vez más. Para evolucionar´. Ordeno mi casa todos los días. Haciendo un orden donde queda solo lo que sabemos vamos a utilizar. Despensas. Miebles. Vestidores. Nuestra oficina. Nuestros proyectos. Mi web. Mis redes. Mi cuidado de comidas. Mi huerta. Mis ejercicios. Mi yoga. Mi inicio al budismo . Mi Daimoku. Gracias a Minerva (Casero, su nuera) y a Todo. Durante este aislamiento armé agenda repleta: mis clases de inglés para perfeccionarlo, los vivos desde @aracelowebok, mi espacio para comunicar lo que me inquieta. Y también comunico lo que hago: la línea de mis labiales, mis anteojos. Tomo clases por instagram de yoga y gimnasia”.
“Y quiero también abrirme a la lectura, algo que me apasiona y para lo que nunca logro encontrar tiempo. Los libros que elegí son: La muerte del comendador (Haruki Murakami), un libro que me regaló mi amiga Mara Dopaso (actriz y productora), El amante (Marguerite Duras), y Follame, de Virginie Despentes, autora fracesa de Teoría King Kong . No estoy en ´la cómoda´, ni sé lo que es. Siempre en movimiento. Solo me frena lo inesperado de los otros, solo por segundos para acomodar, y salgo de nuevo. La ignorancia me mata. El ´che vos, negador´, también. Trato de estar en todos lados. Abordando a nuestra familia y en especial a nuestras personas mayores que están en riesgo. Y dentro de todo eso que ahora relato, me quedo alerta para lo que llegue y lo que pida el Universo”.
UNA PASIÓN DE 26 AÑOS
“De todo lo que yo quiero hacer ya programado por mi, los más hermoso, amoroso, solidario que alimenta mi alma, es eso que me lleva a mis comienzos, a mi esencia a mi estado más original: la lengua de señas. Mi segunda lengua. Lengua que respeto y adoro (aprendida por ella para su protagónico en Nano, 1994). Lengua del cuerpo, de las manos y de los ojos. La lengua más básica que todo tenemos y para lo que nada hacemos por aprenderla y abordarla como profesionales. ¿Te pusiste a pensar cuántos profesionales saben esta lengua? ¿Te pusiste a pensar la necesidad que ellos tienen para que eso suceda? ¡Yo si! Por eso, en charla con Gabi Blanco (hija de no oyentes, actriz, que además hizo de su hermana en Nano, y maestra de lengua de señas y más), ella propuso espontáneamente la idea de aprovechar esta cuarentena para enseñar lo básico para comunicarnos con la gente sordamuda. Y desde mi lugar, quiero tratar de que todos entiendan que la lengua de señas es imprescindible para los profesiones. Por ejemplo: ¿Te gustaría ir a un psicólogo con alguien que traduzca? Esto me da alegria, ganas, me inspira. ¡Esto es lo más parecido a mi!”.
“Amo ayudar, amo estar presente y ser parte. Amo los desafíos, lo simple y lo amoroso. Mi mensaje es lo que hago. Todos los miércoles entre las 17 y las 18 hs –por @araceligonzales67, mientras dure la cuarentena– Gabi y yo daremos clases de lengua de señas. Para que en estos días de encierro, todos reciban algo lindo. Algo que ayuda. Algo que se sume a la comunicación diaria. Para incitar a bucear en algo que jamás hubieran imaginado. Para que todos sepamos que la lengua de señas no es solo una lengua es una expresión poética. Así es para mi. Es entrega y dedicación para el otro”.
“Voy a compartir con ustedes una sola experiencia, tonta quizás, pero para mi muy significativa. Había organizado un viaje con mis hijos a New York, para que disfrutaran de ella desde todos sus ángulos. Pero principalmente para consumir teatro, musical y de texto. La primera obra a la que asistimos fue: Richard III, con Kevin Spacey, en Brooklyn. Logramos sentarnos en el centro de la platea . Yo sé poco inglés, y la pieza tenía un guión coloquial. Tanto expresaba esa obra que, por momentos, entre la historia. La expresión corporal que requiere una Shakespeare me absorvió tanto al punto que sentí que Kevin me hablaba español. Eso es arte, eso es música, eso es pasión. Eso es lengua de señas. Les propongo sean parte”.