“El gran problema de grupos como Anonymous es que no cambian las cosas, apenas si trastocan la realidad a nivel de lo que se percibe”, dispara Javier Derderyan (37), ex pirata informático y el hacker argentino más buscado por el FBI, hoy devenido co-fundador de una empresa de tecnología en Estados Unidos y psicólogo social.
En 2001, a los 18 años y bajo el seudónimo kalamar, creó el código del virus Kournikova, ese que vía correo electrónico prometía una fotografía sexy de la tenista rusa. Al abrir ese correo, se reenviaba automáticamente a todos los contactos, dañando el sistema.
La verdadera pandemia informática se desperdigó a todo el mundo y afectando a 50 grandes empresas de Estados Unidos. Diecinueve años después, no sólo acepta compartir su identidad con GENTE: también cuenta por qué ese logro “fue un antes y un después” en su vida y cómo es ser un ciberactivista en las sombras.
–¿Cómo creés que operan activistas populares hoy como Anonymous para cambiar la realidad tal como la percibimos? ¿Cuál creés que es su gran aporte?
–Exactamente ese el problema. Por más que, desde hace muchos años, han develado increíble cantidad de corrupción, todo sigue igual o peor. No aportaron más que en la capa imaginaria, perceptiva, de la realidad. ¿O en algo los oprimidos del mundo lo han sido menos por acciones de los hackers? Todo lo contrario, los sistemas de control que los paradigmas imperantes han impuesto desde hace siglos siguen ahí. Y, todavía peor, cada vez se refuerzan más. En muchos casos, ayudados por los mismos “hackers” que crean herramientas de espionaje y control.
–¿Cuáles creés que son los mitos en relación a los “hackers”? Hay una implicancia de justicia en muchas de sus acciones, sean públicas o privadas. ¿Cómo explicarías ese punto?
–Es muy interesante entrar al tema preguntando por los mitos en juego, ya que, aunque en lo social el término “hacker” ha tomado casi vida propia, sigue manteniendo en su corazón lo que en su origen dice esa palabra. “To hack”, en inglés se refiere –mucho antes de que los “hackers” tomen el concepto– al acto de cortar algo en partes más pequeñas. Y con esas partes construir algo nuevo o generar vías de acceso a lugares a los que era imposible llegar. En el sentido más claro del tema, un intento de “sutilizar” algo, afinarlo. Los primeros hackers compraban equipos de hardware y mediante el “hackeo” los cambiaban y generaban algo nuevo y mejor.
–Después comenzaron a filtrar datos.
–Exacto. Con los años derivó en penetraciones a sistemas remotos, redes y bases de datos. Y con eso, intentar dar golpes a los sistemas políticos y económicos paradigmáticos. Ese supuesto poder de encontrar datos privados y usarlos en contra de quienes los ocultan reduzcan el tema a operaciones en lo social. Y de ahí surge la idea de que hay algo de justicia en lo que hacen, ya que intentan sacarle algo de poder a los políticos y, mediante desocultar la corrupción, hacerlos más vulnerables.
–¿Qué opinás acerca del modus operandi de Anonymous con sus hackeos y filtraciones, que terminan de erigirse como pruebas sociales? (las muertes encubiertas de Lady Di o Avicii, la evidencia del vaticano, etc)
–Tratando de darle un uso positivo a lo que hacen, podemos ponernos de acuerdo en que sirven para ayudarnos a desconfiar de todos aquellos que se auto-erigen como los “poderosos”. Ya que las revelaciones de Anonymous nos muestran que los supuestos adalides de la democracia, libertad y moral son en realidad humanos corruptos que se disfrazan para la TV pero que, en el fondo, solo buscan más poder.
–¿Te unirías a un colectivo de ciberactivistas como ellos?
–Esa vía colectiva de acción no ha demostrado soluciones, sino que cada vez agrandan más el problema, por lo que no es una vía que me resulte interesante.
–Como hacker tuviste tu momento de gloria con lo del virus kournikova, ¿cómo ves tu accionar en retrospectiva y cómo fue ese operativo? ¿Cuáles fueron el origen y la aspiración?
–En esa época yo venía queriendo, a través de la programación de virus, desarrollarme técnicamente, y nada más. Mejorar mi estilo de programación, entrenarme. Tenía 18 años y mi “mayor” aspiración era dedicarme al software, a lo técnico. Mi relación a ese virus fue, usando términos del Tao, en el germen del mismo. Ya que yo había generado un software que servía para ayudar a otros a aprender a programar a través de los virus, como yo mismo venía haciendo. Ese germen fue como una chispa, la chispa encendió una hoguera, la hoguera se me fue de las manos y casi me incendia la casa.
–Te buscó hasta el FBI.
–Sí, en cuanto explotó el tema, abrieron una investigación de todos los involucrados y estaban tratando de ubicarnos. Ese incendio, que yo no había decidido, me hizo replantearme lo que estaba haciendo y libros como el Viaje Iniciático, de José Luis Parise, me ayudaron a enfocarme en la raíz de todo eso, a usarlo a favor de mí mismo y a crear mi propia realidad, sin depender de los poderosos de turno. Afortunadamente, hoy tengo la oportunidad de transmitirlo a otras personas, a través de herramientas de software que yo también creé. Todo ese viaje interior no significa dejar de lado todo aquello, sino re-enfocar desde donde lo hacía y para qué. Que esta oportunidad de charlar surja en medio de la “pandemia del virus” es una muestra más de que esa “chispa” que en 2001 casi me incendia la casa, sigue estando ahí, y está para usarla.
–¿Qué es lo que creés que siempre se oculta acerca del mundo hacker?
–Que en última instancia, por ingenuidad o hasta complicidad, terminan alimentando y dando más poder a todo lo que dicen querer golpear. Hay muchas sospechas de que los grupos de hackers están ordenados y organizados por “agencias de inteligencia” de diferentes países. Los más famosos son los rusos, pero los hay también de China, EEUU, Inglaterra, por decir algunos.Esos casos serían por complicidad, pero no son menos problemáticos los que lo hacen por ingenuidad.
Fotos gentileza: javierderderyan.com.