El ídolo puertorriqueño de 48 años cantó, meneó y se entregó a su público interpretando 19 hits –algunos actuales y otros atemporales– en una noche inolvidable.
A las 21:12 –exactamente una hora después de que Jwan Yosef, el marido de Ricky, llegara al Movistar Arena– el cantante boricua dio comienzo a su segundo show en Buenos Aires.
El primer tema que resonó en el Movistar Arena ante una multitud expectante fue "Cántalo", el single que Ricky lanzó en noviembre del 2019 lanzo junto a Bad Bunny y Residente. Luego, explotó "La bomba", el indudable hit de 1998.
Acompañado por cinco músicos y ocho bailarines –cuatro mujeres y cuatro hombres– el cantante apenas estaba calentando motores para lo que serían una hora y 32 minutos de pura fiesta.
El primer cambio de escenario se dio con los primeros acordes de "Bombón de azúcar", la canción de 1995 que formó parte del álbum A medio vivir.
A veinticinco años de su lanzamiento, la puesta fue totalmente diferente.
Libre de prejuicios, el puertorriqueño que es padre de cuatro hijos –Matteo, Valentino, Lucía y Renn– se animó a jugar con sus bailarines llegando incluso a acariciar los abdominales de uno de ellos.
A las 21:26, Martin se dirigió por primera vez al público presente diciendo: "¡Muy buenas noches! Yo vengo siempre a Buenos Aires a pasarla bien y me voy con el pecho inflado de tanta emoción, abrazos sinceros y besos mucho más sinceros.
Y siempre, pero siempre, me siento en casa. Así que muchas gracias Argentina.
Hoy vamos a recordar viejos tiempos y también les voy a mostrar temas nuevos. El siguiente tema es muy romántico y especial porque muestra la vulnerabilidad de un hombre al decirle a su pareja `tenemos que trabajar´, `estoy acá´. Sin más, este es mi sencillo más reciente: `Tiburones´".
Al terminar el tema, el escenario se volvió oscuro y todas las pantallas comenzaron a trasmitir un corto en el que se veía a Ricky cambiándose en un cuarto de hotel. Inesperadamente, de pronto, se lo vio pasar casi desnudo por la pantalla... y durante breves segundos, los alaridos de las fans inundaron el estadio.
Terminada la transición, el solista apareció con un segundo cambio de look –pantalón negro, saco dorado, camisa blanca y moño– que sólo duraría dos temas: "Livin´ la vida loca" y "Shake your bon-bon".
Luego, con un cambio de clima y un conjunto en tonos claros, vendría la parte del recital que fue la más cercana con el público.
"Esta es mi parte favorita del show porque acá improvisamos muchísimo. Llevamos varias semanas de gira y anoche canté una canción que llevaba años sin cantar.
Hoy a ustedes quiero cantarles...", dijo Ricky Martin antes de que comience a sonar "Eres el amor de mi vida", el tema romántico de 1991 que absolutamente todo el estadio supo corear.
Saboreando el momento, él se entregó a una seguidilla de temas que hicieron delirar a los nostálgicos: "A medio vivir", "Fuego contra fuego", "Te extraño, te olvido, te amo" y "Tu recuerdo". Durante este último, específicamente en la estrofa en la que dice "A veces gris, a veces blanco / Todo depende del lugar / Que tu te fuiste, eso es pasado / Se que te tengo que olvidar /Pero yo le puse una velita a to's mis santos / Ahi esta, pa' que pienses mucho en mi / No dejes de pensar en mi", modifico la letra y dijo “Buenos Aires no dejes de pensar en mí”.
Este clima romántico duro hasta las 22:02, horario en que se puso su cuarto look de la noche para cantar "Lola, Lola", "She bangs" y "Vuelve".
Un cambio más –¡el quinto de la noche!– llegó y se precipitó el gran final con temas que hicieron menear a todos los presentes: "Pégate", "La mordidita", "María" y "The cup of live".
¿Qué tema quedo para el final? "Vente pa´ca", y su interpretación fue una fiesta. Subido a una tarima y acompañado por bailarines, Ricky no dudó en mover su cintura, en hacer caras pícaras y en atreverse a jugar con el público y con sus reacciones a sus diversos movimientos.
Luego, exclamó "Muchas gracias Buenos Aires, hasta la próxima", se besó dos dedos y los levanto hacia arriba mandando su beso hacia todos los presentes.
Eran las 22:44 cuando el ídolo desaparecía detrás del escenario y las palmas de aquellos que en algún momento de la noche corearon cinco veces "Ole, Ole, Ole, Ricky, Ricky" ante su luminosa sonrisa, quedaron resonando en el ambiente iluminado y aún colmado de papelitos flotando en el aire.
Fotos: Julio Ruiz y álbum personal Kari Araujo.
Agradecemos muy especialmente a Punto Tiff.