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Nicole y su fervor por el universo animal

Actualmente, en su chacra de tres hectáreas –que bautizó Pachamama– conviven tres caballos, tres ponys, cinco ovejas, veinticuatro perros, gatos, gansos, conejos, patos y dos gallos con un séquito interminable de gallinas.

Creció en una “familia bichera”, entendiendo que el fervor por el universo animal era parte de la herencia de su línea materna. Pero en 1999, al conocer a su padre (a quien había dejado de ver al año de edad), descubrió a un par en la causa. “Papá tiene siete gatos rescatados y cada vez que viene al país se instala en mi chacra, para estar cerca de los perros”, dice Nicole Neumann.

En su última visita se encariñó tanto con dos de ellos que quiso llevárselos a Suecia (donde vive), pero la cuarentena exigida por el gobierno de ese país lo desaminó. Los suecos son muy estrictos con las normas de sanidad, y el protocolo dictamina que el animal que ingresa debe estar enjaulado durante cuarenta días, en observación, antes de instalarse en el hogar”. 

Actualmente, en su chacra de tres hectáreas –que bautizó Pachamama– conviven tres caballos, tres ponys, cinco ovejas, veinticuatro perros, gatos, gansos, conejos, patos y dos gallos con un séquito interminable de gallinas. Todos al perfecto cuidado de dos caseros que reportan casi a diario el estado de esa fauna personal.

"Ahorré durante años y lo logré. Compré esta chacra a los diecinueve, después de haber trabajado un año en Francia".

Hablemos de la historia de esta “arca de Nicole”.
–Cuando tenía diez años, y casi a escondidas, empecé a jugar al Loto y al Quini con una sola esperanza: ganar plata para comprar un campo donde refugiar a todos los animales abandonados que me cruzara en la vida. Había hecho un plano sobre una cartulina con la distribución del lugar: dónde irían los caniles, los boxes, las caballerizas, el silo para guardar comida... Cuando empecé mi carrera dos años después (a los 12), el objetivo se mantuvo firme. Ahorré durante años y lo logré. Compré esta chacra a los diecinueve, después de haber trabajado un año en Francia. Por entonces conocí a quien luego sería mi novio durante cinco años. Él, empresario, la tenía clarísima en materia económica, y gracias a su experiencia zafé del corralito. Así que dispuse de ese dinero y de los “buenos precios” de esa época. De a poco comencé a mudar a mis animales y viví aquí casi dos años, hasta que se me hizo imperioso hacer base en Buenos Aires.

Fotos: Christian Beliera.

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