Categorias: Más Gente

Sebastián Vega, jugador de Boca: "Pensé que iba a tener que ser gay cuando mis padres se mueran"

El basquetbolista se abrió como nunca en un emotivo reportaje del ciclo +GENTE que culminó con lágrimas. Cómo siguió su vida tras blanquear su orientación sexual y un mensaje esperanzador.

Publicado por
Redacción Gente

“Cuando era chico buscaba un referente en el deporte que me pudiera ayudar a que este camino sea un poco más liviano, a que esté más allanado… pero me tocó ser referente a mí”, dice Sebastián Vega (35 años), alero de Boca Juniors y un pionero en el básquet argentino: es el primer jugador en actividad abiertamente gay.

Su salida pública del closet, que se dio el 10 de marzo de 2020 mediante una carta cuando jugaba en Gimnasia y Esgrima de Comodoro Rivadavia, sigue siendo una excepcionalidad en el deporte local. Antes que él, el voleibolista Facundo Imhoff había sido el primer deportista hombre en actividad del país en hacer pública su homosexualidad.

Para Sebastián, que luchó por aceptar su orientación, que padeció esa falta de referentes LGBT en su profesión, y que creyó que tenía que estudiar otra cosa para retirarse joven del básquet y poder hacer su vida, llegar a dar ese paso fue un largo proceso. Y sentía que darlo, finalmente, era algo que ponía mucho en juego.

Aquella carta que Sebastián publicó en redes sociales fue celebrada por referentes (Manu Ginóbili, Facundo Campazzo y Nicolás Laprovíttola, entre muchos otros), apoyada por sus compañeros y generadora de muchas repercusiones personales: Seba dejó de lesionarse, mejoró su rendimiento deportivo, sumó fichajes y sanaron y evolucionaron sus lazos familiares.

“Cuando empecé a ser yo mismo, empecé a sentirme grande, más grande de lo que soy, je”, dice Seba, 2 metros de alto, en la entrevista con Juan Abraham, editor general de GENTE. “Empecé a sentirme orgulloso y feliz".

En esta charla de +Gente, nuestro ciclo de conversaciones con referentes LGBTQ+, Sebastián recuerda a aquel niño nacido en Gualeguaychú que se enamoró de la pelota desde el primer día que jugó al básquet, su vida en el deporte y en el closet, su lucha por aceptarse a sí mismo y tener la aprobación de su padre, todo lo que vino después de que decidió vivir en su verdad, y los desafíos que todavía quedan por afrontar.

-Sebastián Vega, basquetbolista, jugador de Boca y antes de otros equipos… ¿Cómo te definirías vos sin decir todo eso?

-Qué linda manera de arrancar. Difícil. Hay una palabra que me gusta que siempre dice mi psicóloga y que trato de ser: íntegro. Trabajar en eso. Tratar de que coincida lo que digo con lo que hago. Así que en mis valores, en mi forma de manejarme. Principalmente soy muy familiero. Me encanta hacer amigos, y, bueno, también orgulloso de lo que soy. Orgulloso de quién logré ser, y la verdad es que eso me pone muy feliz.

-¿Quién lograste ser?

-Durante mucho tiempo me costó mucho decir “estoy orgulloso de ser quien soy hoy”. Sentía que era imposible, porque sentía mucha vergüenza de quién era. Cuando pude lograr esa conjunción entre mi vida personal y mi vida profesional, empecé a sentirme aceptado, a sentirme pleno. No entendía la palabra “orgullo” antes, ¿no? Y cuando empecé a ser yo mismo, empecé a sentirme grande y empecé a sentirme más grande de lo que soy, empecé a sentirme orgulloso y feliz.

-¿Por qué?

-Cuando era chico buscaba un referente en el deporte que me pudiera ayudar a que este camino sea un poco más liviano, a que esté más allanado… pero me tocó ser referente a mí. Así que estoy tratando de dejar una buena huella en ese sentido, siendo parte del colectivo activamente desde el básquet. Me siento muy feliz.

-¿Cuál es el primer recuerdo de tu vida?

-Y creo que uno de los primeros recuerdos de mi vida es con una pelota de básquet en una cancha, sin duda. En Central Entrerriano, es mi club de la infancia hasta que yo debuté en la Liga Nacional. Justo Central estaba en la Liga Nacional, había ascendido, y yo con 16 años, debuté en primera. Estuve cuatro temporadas ahí y a los 19 recién cumplidos ya partí y ahí empezó mi carrera más profesional.

-Te pregunté por el primer recuerdo de tu vida y fuiste a los 16…

-Sí, me fui. Mi primer recuerdo es cuando yo tenía cinco o seis años que empecé, me acuerdo ahí en la cancha de Central. Es uno de mis primeros recuerdos, porque cuando nosotros vivíamos en el campo y volvimos a Gualeguaychú a vivir en la ciudad. Un amigo de mi papá lo jodía con que yo jugara al básquet, porque mis viejos son muy altos. Fue él quien me buscó y empecé a jugar básquet. Y ese primer día que yo fui al club, a la noche me dormí abrazado a una pelota de básquet. Es uno de los recuerdos más importantes que tengo.

-¿Cómo era Seba en la infancia?

-Muy correcto. Siempre me decían que era como un niño adulto. Era muy responsable, pero muy alegre. Siempre estaba bailando, jugando al básquet. El básquet en mi vida está siempre y ocupa bastante tiempo. Tuve una infancia muy linda. Obviamente con un montón de dificultades como todos y situaciones económicas no tan copadas. Estafaron a mi viejo con guita que no teníamos. No estábamos bien y de mal pasamos a peor. Entonces, en esas situaciones de salir a tener que hacer changas o ayudar en la familia. Hacer tortas fritas, rifas para poder ayudar… La familia pasó por momentos difíciles, pero a pesar de todo eso y con mis hermanos recordamos que siempre fuimos felices.

-¿Cómo fue el camino a aceptarte?

-Para mí era imposible. Primero pensé que era imposible que me guste una persona del mismo sexo. Después cuando entendí y acepté, pensé que era imposible que yo jugara al básquet. Pensaba “yo quiero ser como mis compañeros. Yo quiero tener una familia, quiero encajar. ¿Por qué me toca a mí ser distinto?”. No lo entendía. Entonces, me resultaba muy difícil el poder sentirme bien. No me sentía orgulloso.

Sebastián Vega: “Quería retirarme del básquet para poder hacer mi vida”

Salir del closet es un proceso personal, casi nunca lineal. Hay muchos closets. Más de lo que pensamos. La primera barrera es de cada persona consigo misma. Para Sebastián, aceptar su sexualidad sólo fue el primero de muchos pasos, y vino inmediatamente con una duda: ¿Era esa parte de su identidad compatible con su pasión de toda la vida? Y la primera respuesta que vino a su mente fue un rotundo “No”. Al punto de que fue uno de los motivos por los que empezó a estudiar en paralelo la carrera de Técnico en Relaciones Laborales.

"'Quiero estudiar para retirarme joven', pensaba, así puedo hacer mi vida como yo quiero. Fuera de las cámaras, fuera del ojo de la tormenta y no tener que bancarme que se hable de mi sexualidad. Y bueno, después la vida tuvo otros caminos”, cuenta.

En esos otros caminos, pasaron relaciones en secreto, una implosión anímica que lo llevó a contarle su verdad a algunos de equipo y animarse a navegar con su familia, y particularmente con su padre, esa curva de aprendizaje hacia la aceptación.

-¿Cómo fue la conversación con tu familia?

-Mi vieja fue la que más lo entendió. Al ser madre es como que tiene otra sensibilidad. Y mi viejo es un hombre grande, de campo… A los 26 o 27 fue cuando le dije, “che, papá, me gustan los hombres”, ni siquiera le puede decir que era gay. Y a partir de ahí empezó un camino bastante difícil, ¿no? Así como uno tiene que aceptarse y entender, también fue difícil para él. Y nos llevó nuestro tiempo, lloró mucho, le costó. Pero hoy tenemos una relación mucho más linda. Antes de venir para acá estuve hablando con él y yo le digo “te amo” y él me dice “te amo”. Construimos un vínculo hermoso.

-En un momento estuviste a punto de dejar de jugar al básquet, lo que más amás y tu medio de vida. ¿Cómo fue esa situación límite?

-Fueron años bastante jodidos, yo estaba en pareja con un chico, mi exnovio, y seguía estando con mujeres para que se hable que yo estaba con mujeres y tener una pantalla. Ocultaba a mi expareja cuando iba a visitarme en el club. Pensaba en los horarios que yo entrenaba para que él pueda salir o para que no se cruce con mis compañeros que vivían en el mismo edificio. Él iba a verme a la cancha y se iba solo y nos encontramos después en el departamento. Fueron momentos muy duros y todo eso me llevó a lesionarme mucho.

-¿Qué clase de lesiones?

-Serias. No eran situaciones tipo “me doblé el tobillo”. Me rompí el hombro, tuve que operarme y estar ocho meses afuera. Dos veces la rodilla, el talón… Eran situaciones en las que no estás hablando pero tu cuerpo te está pidiendo algo, está gritando: Che, hay algo que no va más. Y esas situaciones me llevaron a sentir que ya no podía más, que yo no toleraba más el básquet.

-¿Y qué decidiste?

-Llegó un momento en el que me separé de mi ex pareja y yo estaba muy triste. Fue como: “Che, yo quiero que esto cambie”. Y la única forma mía de que las cosas cambien, era que cambie yo. Me acuerdo de un día que me sentía pésimo y entrené muy mal, y el entrenador me dice: “¿Qué te pasa? ¿En qué te puedo ayudar?”. Y lo cito a la sala de videos y él empieza a hablarme como diciendo “che, Sebas, sos una pieza fundamental del equipo, te necesitamos, no queremos que te vayas”.

-¿Y qué pasó?

-Él estaba tratando de convencerme de que yo me quedé en el equipo, y yo de repente le dije “Me acabo de separar de mi novio, soy gay”. Quedó pálido. No la esperaba. Y dice: “mirá, no sé qué decirte, lo que no sé es en qué te puedo ayudar, pero lo que te puedo ayudar, avisame”. Y ahí fue como, che, bueno, me saqué una mochila, pero no sabía si quería seguir jugando. No sabía si iba a poder.

Cómo Sebastián Vega marcó la historia del básquet argentino

El 10 de marzo de 2020, a sus 31 años, Sebastián Vega marcó la historia del deporte argentino con un hecho inédito. Publicó una carta en sus redes sociales contando toda su verdad: su primera vez con un hombre, cómo reprimió esos sentimientos, cómo ocultar su identidad lo llevó a un colapso, cómo le contó a sus amigos, a su familia y a sus compañeros del deporte más cercanos, y el por qué de la decisión de finalmente contarle al mundo su homosexualidad.

“Llevé una mochila muy pesada sobre mis hombros y no la quería tener más. No quería ocultarme más. (…) Lloré y me maldije durante muchísimo tiempo. No quería ser diferente. Pero hoy puedo decir que todo ese dolor me fortaleció. Me hizo crecer. ¿Cuál es el objetivo de todo esto? ¿Qué quiero lograr? Lo más importante es poder cerrar una etapa y sentirme libre de una vez. (…) También me gustaría que este disparador pueda ayudar a otras personas que tal vez están o estuvieron en una situación semejante. Ayudar en ese recorrido, para que sea, al menos, un poco más liviano", dice.

-¿Y qué pasó?

-Entonces, mi único gesto fue marcarle al árbitro “¿lo escuchaste?”. La primera reacción fue “¿cómo te va a molestar?”. Es como que uno tiene que vivirlo como parte del folclore (hace el gesto de "entre comillas". Entonces, cuando tiro el libre, lo agarro y se va la pelota. Y ahí fue como que el entrenador vio todo esto, me sacó. Yo estaba jugando bárbaro hasta ese momento. Entonces, ahí el árbitro se da cuenta de la situación, así fue como fue a la mesa de control, señaló las cuatro personas y las sacaron del estadio. Fue un lindo gesto, porque más allá de todo es lo que hay que hacer. Discriminar por la sexualidad, la religión o color de piel y un montón de cosas más… no es por ahí. Se marcó un precedente de cómo hay que actuar, hay un protocolo. Y eso fue lo que más rescato de esa situación. Fue como aplauso para el árbitro, aplauso para la mesa de control y para toda la seguridad y el club. Después de esa situación, eso sí fue más un mimo para mí: el entrenador me volvió a poner y todo el estadio aplaudió.

-¿Te emocionaste ahí?

-Sí, muchísimo. Fue como, ya está, yo ya gané. Gané el partido de mi vida. Después de esto, para mí ya está. Obviamente, sigo queriendo salir campeón en cada equipo que juego y quiero lo mejor, pero eso fue como un antes y un después también de cositas que van pasando de que te marcan. Estas huellas van quedando.

-Cuando publicaste la carta, Ginobili dijo algo así como que estábamos más cerca de que deje de ser noticia que alguien tenga que contar su sexualidad. ¿Crees que es así o todavía falta un montón?

-Es un juego de palabras: Sin duda, estamos más cerca que antes, y falta un montón también. Pero me encanta. Imagínate la magnitud en mi cabeza de que Manu Ginóbili haya tomado cinco minutos o lo que le llevó subir ese tweet. Para mí fue como… ya está. Son cosas que te marcan muchísimo. Y, sin duda, que hay mucho trabajo para hacer, hay que seguir laburando, seguir haciendo lo que está al alcance de cada uno y aportando su granito de arena, en darle visibilidad para que las cosas cambien. Obviamente que muchas veces el proceso es mucho más lento de lo que uno quiere o de lo que uno desearía, ¿no? Si hablamos de ideales, esto no debería estar pasando, no deberíamos estar hablando de estas cosas, pero la realidad es otra. Entonces, hay que dar visibilidad, hay que trabajar, hay que involucrarse.

-¿Cómo sigue esto de involucrarte?

-Aportar mi análisis en esta situación me encanta, porque siempre antes de hacer público que soy parte del colectivo, yo sentía que estaba siendo como cómplice de un ambiente que me estaba rechazando al no alzar la voz. Tenía esa contrariedad mía que decía: te estás quejando de algo que vos no estás cambiando. Bueno, no voy a ser más cómplice de algo que no me gusta, y voy a aportar mi grano mi grano de arena desde el lugar que me compete o en el lugar que me toque sumar.

Sebastián Vega y su novio, Federico. Foto: Instagram

-¿Hay algo que te gustaría decir, que no te haya preguntado?

-Insisto en que hay que involucrarse, hay que seguir dándole visibilidad, hay que seguir evolucionando, hay que seguir sumando. Nunca sabemos a quién estamos ayudando indirectamente. Yo muchos años esperaba un referente, una persona que me pueda ayudar o simplemente que diga “soy jugador de básquet y soy gay y mi vida es totalmente natural”. Se puede hacer todo lo que uno desea y que alguien te lo muestre, que alguien te pueda hacer notar eso, para mí suma muchísimo. Es como me dijo mi novio una vez: tratá de ser el referente que vos querías, tratá de ser el referente que vos deseabas tener. Y muchas veces es hermoso, porque yo estoy tratando de ayudar como si ayudara al Sebas chico, ¿no? Hay que poner el cuerpo si queremos que las cosas realmente cambien.

-¿Qué le dirías al Seba del 10 de marzo de 2020 que a las 10 y 25 estaba por publicar esa carta?

-Que esté tranquilo, que cosas maravillosas van a pasar. Aunque en su cabeza no entre y sea imposible explicarlo en ese momento, le van a pasar cosas hermosas y que ni él pensaría en ese momento todo lo bueno que le va a pasar. Que confíe.

Fotos: Mailén Ascui

Entrevista: Juan Abraham