El día en el que Flor de la V se fue de su casa y por qué le salvó la vida entrar a los medios – GENTE Online
 

El día en el que Flor de la V se fue de su casa y por qué le salvó la vida entrar a los medios

En el segundo capítulo del ciclo de entrevistas +GENTE, la conductora repasa su historia de vida y analiza el pasado y presente del colectivo LGBTQ+.
Por Gabriel Orqueda
Más Gente
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La historia de Florencia de la V fue contada muchas veces y, dependiendo de cómo se la mire, tiene algo de un cuento de hadas argentino. De la situación que la llevó de la noche queer porteña al teatro revista (reemplazó a Cris Miró en la obra de Gerardo Sofovich Más pinas que las gallutas), no paró de superarse.

Se lució encabezando obras de teatro, posicionándose como capocómica, siendo tapa de las principales revistas (de Gente a Rolling Stone) y llegando a la TV en un protagónico como actriz en Los Roldán. También ganando Bailando por un sueño y conduciendo un magazine diario en un canal familiar… cada paso en su carrera fue un suceso casi inédito en el país, y con muy escasos paralelismos a nivel global.

Por supuesto, ser una de las primeras personas trans de Argentina en llegar a semejantes niveles de fama y posicionamiento mediático significó también tener que atravesar incontables obstáculos.

En su entrevista con Juan Abraham para +Gente, nuestro ciclo de encuentros con referentes del colectivo LGTBQ+, De la V desanda este camino excepcional que la trajo hasta aquí.

Es la vida de una persona que perdió a su madre en la primera infancia a causa de un aborto clandestino, que se sobrepuso a orígenes humildes y entornos hostiles, que tuvo que pelear por su nombre artístico y legal, que acompañó y ayudó a traducir al gran público los debates sociales por la igualdad de derechos, que formó una familia y se convirtió en madre, entre tantas otros desafíos al destino.

“Cuando cuento mi historia, muchas veces me da vergüenza, porque no atravesé todo lo que tuvieron que vivir muchas de mis compañeras”, dice al hablar del promedio de vida de las mujeres trans en Argentina. Y agrega: “Claramente no es la suerte que vivieron o que viven muchas travestis de nuestro país. Tuve mucha suerte y creo que un ángel de la guarda que me cuidó, que es mi mamá.”

-¿Cuál es el primer recuerdo de tu vida?

-Que era una criatura muy feliz. Me acuerdo que me encantaba cantar, me encantaba bailar, me encantaba disfrazarme. Eso es lo primero que me acuerdo.

-¿De qué te disfrazabas cuando eras chica?

-De lo que podía, pero en general siempre me gustaba usar vestidos. Me llamaban mucho la atención los tacos aguja. Eso era lo que me gustaba, jugaba a ser grande. Lo que quería, en realidad, era ser mujer. Ese era mi disfraz, era mi juego. Quería ser una de las que veía en la televisión, en la calle. Quería ser una de ellas.

-¿A quién tenías como referente en ese momento?

-No miraba tanta televisión, pero creo que Raffaella Carrá. Era el 70 y pico, principios de los 80.

De la V dialogó con GENTE sobre su infancia y su transición.

-Un poco es lo que terminaste siendo, ¿no? Conductora de televisión, una persona muy alegre, divertida…

-Sí, pero igual me parece que va mucho más allá. Creo que, con el tiempo, logré comprender a dónde iba mi deseo, que tenía que ver con eso que no podía ser, con eso que no me explicaban, con eso que claramente con el tiempo se fue convirtiendo en un tabú para mi vida y que tuve que sobrellevar al haber nacido en una época extremadamente complicada de nuestro país. Eso es lo primero que me acuerdo de chica. La felicidad. Porque claramente, hasta que yo pude comprender o pude entender el mundo, era todo divertido, era todo lúdico, era todo juego, era diversión. Hasta que la sociedad me empezó a marcar de qué manera debía ser.

-¿Y qué era lo que te marcaba?

-El binarismo. Fuimos criados para encajar en el varón y en la nena. Esto es de varón y esto es de nena, dejándote fuera de cualquier juego. Va más allá de la elección sexual. Me parece que lo importante en esta época es poder discutir y plantear el juego, lo lúdico, para cualquier infancia. No es que porque te guste jugar con muñecas vayas a ser gay. Tiene que ver con la diversión, después la elección sexual es otra cosa. Me parece que ese camino de cortar a las infancias en lo lúdico fue algo que a mí me marcó para toda mi vida.

-Encima en los años 80...

-La sociedad de los 80 todo el tiempo te quería meter en el binarismo. No estaba permitido que un nene juegue con cosas de nena, no estaba permitido que un nene juegue al elástico, no estaba permitido que se vista de mujer, no estaba permitido que tenga ciertas elecciones. Entonces, desde ese lugar, fue bastante difícil poder comprender y encontrar mis espacios para canalizar algo que sentía tan fuerte, ese sentimiento que no podía combatir porque iba más allá de cualquier cosa.

-¿Y qué espacios encontraste?

-La soledad o el esconderme. Antes no había tanta información, estaba catalogado el ser diferente o la homosexualidad como algo negativo. Era considerado una enfermedad, estaba condenado socialmente. Entonces eras como un paria. Si vos caías en una sociedad o en un lugar prejuicioso, ignorante de muchísimas cosas, claramente tu destino iba a ser mucho peor. Es lo que me sucedió a mí.

-¿Qué cosa?

-Yo me crié en una familia que no estaba preparada para tener un hijo o una hija diferente. Entonces, desde ese lugar fue muy difícil poder crecer en libertad. Todos los chicos pasan momentos buenos y malos, pero esto tiene que ver con otra cosa, con crecer, aprender cosas desde muy corta edad que son muy difíciles de digerir. Lo que sucedió a muchas infancias de esa época es que tuvimos que aprender a sobrevivir, a sobrevivir en una sociedad prejuiciosa, a sobrevivir en lugares hostiles. El salir era hostil, comunicarte era hostil si vos te presentabas como eras. Entonces tenías que empezar a fingir.

-¿Vos te fuiste de tu casa a los 17 años?

-Sí.

-¿Dónde fuiste en ese momento? ¿Y por qué te fuiste?

-Me fui porque sentí que no iba a lograrlo… Yo estaba en plena construcción, con todo lo que eso significa. En esa época no había información, no había internet. Todo lo que nos podíamos llegar a enterar o a saber era a través de si tenías algún conocido o conocida. Mi transición fue mucho más compleja porque no solamente tenía que ver con el tema de pertenecer al colectivo LGBT, sino ser trans, que va mucho más allá que simplemente asumirse gay.

-¿Te costó asumir tu identidad?

-Me costó mucho porque no estaba preparada. Si ser gay estaba mal visto, ser travesti era peor, porque ni siquiera te consideraban una persona. Te condenaban y te excluían. Cuando me fui, ya estaba transicionando. Sabía que tenía que elegir, que era mi vida, mi libertad, de la manera que yo la veía. Entonces, en ese momento, era la única manera de descubrir lo que buscaba. En la adolescencia yo empecé a ser infeliz de cómo era.

-¿Por qué?

-Porque no era como yo quería. No podía ponerlo en palabras porque ni siquiera sabía lo que quería ser. Durante muchos años tuve que fingir ser una persona que no era porque yo sabía que si yo me mostraba de la manera que era, tenía consecuencias. Entonces, durante toda mi infancia tuve que luchar contra este deseo que tenía de ser mujer, de vivir de manera femenina. Porque también es eso, otra cosa. La verdad es que cada transición es diferente y la cabeza de cada ser humano es distinta. Entonces, lo que para mí puede significar ser mujer, para otra puede ser otra cosa.

-Cada una y uno es un mundo...

-Nos está costando, en esta lucha de desconstrucción patriarcal, poder aceptar la transición de cada una. Yo quería vivir como una mujer trans pero no lo podía poner en palabras. Me empecé a ver en situaciones de tristeza, de tristeza porque vivía como engañada. Entonces dije a partir de ahora tengo que buscar mi camino. Yo sabía que así como estaba, no iba a vivir feliz. El espejo me devolvía esa imagen que no era la que yo quería. Entonces, salí a buscarla.

-¿Con qué te encontraste cuando te fuiste de tu casa?

-Me encontré, para mi sorpresa, con un futuro. Estaba sucediendo algo lejos de mi casa que yo ignoraba: las personas gays eran felices, pero no se contaba. Había un mundo que yo desconocía. Desde los medios de comunicación, desde la televisión, era todo negativo. Era la burla hacia los homosexuales. Vos podés ver cualquier programa de la época y siempre era así, y ni hablemos de los noticieros. Toda la información sobre la homosexualidad o sobre el travestismo, tenía que ver con algo negativo. Entonces, es difícil construir una identidad sólida y con autoestima alta cuando te están diciendo que lo que vos elegís ser está mal. Ver que había un mundo que desconocía y que era un mundo de orgullo, me cambió.

Flor de la V: “Siento que fui creciendo con la sociedad”

“Yo no estaba buscando entrar a los medios de comunicación. Estaba buscando sobrevivir”, dice Florencia hoy sobre sus inicios. “Cuando empecé había edictos policiales: el 2H te prohibía estar vestida de mujer. Te detenían. Entonces cuando debuté en el mundo del espectáculo sentí que me dieron como una tarjeta VIP que me permitía transitar”, se sincera.

Que su ascenso mediático la haya alejado de las formas más crudas de violencia que enfrentaban y enfrentan la mayoría de las personas trans no significa que no haya padecido otras. Cada paso que ganaba terreno en los medios, con roles en TV y teatro, estuvo acompañado también de escrutinio, burlas y la típica mirada trans odiante: fijación en la genitalidad y el estadio de su transición, deadnaming, y discriminación a secas.

A continuación, Flor analiza sus primeros años antes de la fama y el impacto que tuvo volverse una de las personas más reconocidas del país, los paralelismos de aquellos tiempos con la actualidad, lo que todavía nos falta recorrer como sociedad y por qué es necesario mostrar que la vida para las personas del colectivo LGTBQ+ puede ser maravillosa. .

-Pasaste de esconderte de lo que eras a mostrarte al mundo a un nivel exponencial, ¿cómo viviste tu llegada a los medios?

-Fue una etapa de inconsciencia. Yo no estaba buscando entrar a los medios de comunicación. Yo lo que hacía en esa época era sobrevivir. Había algo que estaba naciendo, que era el ambiente LGBT queer argentino, que era muy fuerte, muy poderoso porque había muchos lugares: Bunker, Aria, Contramano, In Vitro, Manhattan…. Muchos estaban en sótanos, lo cual te plantea un poco lo que sucedía culturalmente, estaba todo prohibido. En eso de sobrevivir, entré en los medios de comunicación como sin querer, sin pensar. Y fue una salvación.

-¿Por qué?

-Porque las personas trans o las travestis no podían caminar por la calle porque te detenían. Había edictos policiales, el 2do H te prohibía estar vestida de mujer. Entonces, te detenían y era muy difícil salir de tu casa. No sabías si volvías porque te podían meter presa. Y podía ser por un día, un mes o años. Eso era algo de lo que pasaba. Entonces, cuando yo debuté en el mundo del espectáculo, lo primero que sentí, fue que me dio como una tarjeta VIP que me permitía transitar. Claro, entonces mi transición, que fue casi simultánea a eso, la viví de manera distinta, la viví de manera diferente porque siento que fui creciendo con la sociedad.

-¿Qué edad tenías cuando entraste a los medios?

-Iba a cumplir 20.

-Los estudios estadísticos dicen que el promedio de vida de las mujeres trans es de alrededor de 35 años. ¿Fue algo especial para vos llegar a esa edad?

-Sí, porque ahí te das cuenta lo que hubiera pasado de no ser famosa. Eso no lo sabemos, pero la verdad que lo que muestra esa triste estadística tiene que ver con la vida miserable que llevan las personas trans y travestis en la Argentina. Tener un promedio de edad tan bajo tiene que ver con la exposición a todo tipo de violencias que sufrimos. Cuando cuento mi historia, muchas veces me da vergüenza, porque no atravesé todo lo que tuvieron que vivir muchas de mis compañeras. Por esto que te estoy contando, porque fui una privilegiada. Hablo desde mi absoluto lugar de privilegio, pero claramente no es la suerte que vivieron o que viven muchas travestis de nuestro país.

-Dame un ejemplo de eso.

-Pensá que el promedio de mujeres trans que son expulsadas de su casa es inmenso: es casi un 60%. Es bajo el número de mujeres trans a las que sus familias aceptan.Yo me fui de mi casa a los 17, pero el promedio es de 14. Entonces, cuando te echan de tu casa siendo tan chica, que no terminás de escolarizarte… y ni hablemos del porcentaje ínfimo de mujeres trans que terminan la universidad. Son excluidas desde tan chicas que la única posibilidad de poder sobrevivir es la prostitución. No tienen otro camino. Entonces están expuestas desde muy chicas a todo tipo de violencia, no solamente a la prostitución, a las enfermedades de transmisión sexual., sino a la noche, a las drogas, a todo lo que conlleva el trabajo nocturno hace que el promedio de vida sea muy bajo.

-¿Y ahora cómo están las cosas?

-En este momento hay retrocesos en los cupos laborales trans. Cuando se decía, ¿por qué se exige que el Estado el 1% de las personas trans trabajen en el Estado? Era como un puntapié para que los privados también lo adopten a este plan. Pero ¿por qué se hizo esto? La Argentina es un país de vanguardia a nivel de Derechos Humanos, Ley de Matrimonio Igualitario, Ley de Identidad de Género, estas herramientas que tienen que ver con lo legislativo fueron fundamentales para la construcción de nuestro país, pero no quiere decir que se hayan llevado a cabo. Porque a pesar de que existan, hoy por hoy, las travestis siguen sin trabajar. No solamente en el Estado, donde acaban de echar un montón, sino en el ámbito privado. No es habitual ver personas trans trabajando.

"¿Cuántas personas trans se cruzan a diario?", pregunta Flor durante la nota para visibilizar la falta de cupo trans en los trabajos.

-Es cierto.

-Yo le pido a cualquier persona que haga el ejercicio de decir cuántas personas trans se cruzan a diario. En el transporte público, en una oficina, en un almacén, en un supermercado y ejerciendo algún trabajo que no sea la prostitución. Esa es una deuda pendiente enorme que tiene todavía la sociedad con nosotras, ¿no?

-¿Cómo sobreviviste esos años después de dejar tu casa y antes de la fama?

-Tuve la suerte de que mi vida fue diferente a la de otras amigas. Porque viví toda mi transición con gente que me fortalecía. Lo primero que hacés cuando a vos te expulsan de tu casa es comunidad. Empezás a formar estas familias LGBT que te acompañan a lo largo de la vida. Entonces, es algo que es muy habitual. Primero conocés a alguien, terminás en casa de una y después se va… Cuando te das cuenta, se van, se juntan como todos los excluidos o las excluidas, como le quieran llamar. Y a partir de ahí, creo que fueron los mejores años de mi vida porque mi construcción fue desde un lugar de empoderamiento, desde el “Sí, puedo”, no desde lo negativo. Entonces, esos tres años me sirvieron para aceptarme y para poder decidir ser Florencia, que fue lo más difícil.

-¿Seguiste en contacto con tus amigas de esa época? ¿Y qué pensaron de repente Flor se convirtió en una persona famosa, buscada por todos?

-Sí. Es que creo que ellos confiaron más en mí que yo. Cuando te crías con gente diciéndote que está mal lo que decidiste o cuando te dicen que no vas a poder o cuando te dicen que no te mereces, es difícil sacarte eso, es muy difícil. Entonces, creo que a pesar de las conquistas, eso es lo más fuerte con lo que debemos luchar las personas del colectivo LGBT.

-¿Quién te decía eso, Flor? ¿La sociedad o alguna persona en particular?

-Primero mi familia, después la sociedad. No lo centro solamente en mi papá, porque fueron muchas personas del entorno, muchas personas que vos querés, muchos familiares, mucha gente en la que vos confiás. Era ese discurso de odio instalado desde el absoluto prejuicio porque creían que era así.

-¿Pudiste hablar con tu viejo tiempo más tarde?

-Sí, pero me lo guardo para mí porque me parece que son cosas que pertenecen a la intimidad de una familia. Igual esto va más allá de mi historia. Creo que lo que yo estoy contando tiene que servir a muchas familias. Esto pasó en 1980 y yo veo que sigue sucediendo. Los prejuicios siguen separando familias. Es muy distinto empezar cuando te dicen “vos vas a poder”, “vos vas a llegar”, “vos te mereces”, a que te digan no. Es muy difícil crecer con el “no”. Tenemos que empezar a decir “sí, sí pueden”, “sí, hay un mundo divino”, “sí, se merecen”. Es terminar con esta construcción que nos muestra como si fuéramos demonios.

-¿Crees que estamos avanzando o retrocediendo?

-Ahora se habla de libertad y se asocia la palabra libertad con un partido que claramente es lo opuesto. La libertad es otra cosa. Es poder decidir con quién quiero estar sin que eso tenga consecuencias. Es poder besarme en la calle sin que eso traiga consecuencias y que no se entienda como una provocación, sino como un acto de amor. Durante décadas nos hicieron creer que por besarnos en la calle provocamos. Durante décadas nos hicieron creer que porque me ponía una pollera o un taco estaba provocando. Tengo la libertad de ser como yo quiera, tengo la libertad de expresarme, tengo la libertad de casarme, tengo la libertad de tener una familia como cualquier otra persona u otro ciudadano.

Flor de la V: “Convertirme en madre fue un momento de libertad absoluta”

En 2010, mediante un amparo presentado con apoyo de la FALGBT, Flor de la V pasó a tener en su documento el nombre Florencia Trinidad, conservando su apellido familiar. En 2011, se casó por civil con su DNI femenino con Pablo Goycochea, su pareja desde 1998, y se convirtió en mamá de Paul e Isabella a través de una gestación subrogada. Son hitos personales en la vida de Flor, que tienen tanto o más impacto cultural que los profesionales.

Desde ese tiempo a esta parte, su activismo creció, y también su lugar dentro de las luchas colectivas en materia de género, incluyendo su participación en el debate por la ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo. Flor repasa estos años de transformaciones personales y políticas, su histórico descargo -DNI en mano- contra la transfobia de algunos comunicadores y su mirada de los movimientos que empujan el retroceso de las conquistas.

-Te casaste y viviste una historia de amor hermosa…

-La vivo, sigue.

-¿Cómo fue el amor hasta antes de Pablo? ¿Cómo lo viviste?

-Lo viví hermoso. Hay un mundo de verdad hermoso detrás de todo: detrás de una sociedad hostil, detrás de los prejuicios, detrás de lo que dirán y detrás de lo que puedan pensar los demás. Hay un mundo hermoso de seres humanos que se aman. Porque si vos te dejás llevar por la construcción social o cultural del cine o de la televisión, vos decías: "cada vez que salga con un hombre, me va a querer pegar", "cada vez que salga con un hombre, va a querer hacerme daño", o "va a vomitar si me ve desnuda". Y eso no sucede, nunca sucede, nunca me pasó.

-¿Qué oensás ahora, a la distancia?

-Ese tipo de cosas son las que debemos desarmar. Me parece que lo más interesante de poder contar es que yo tuve hermosas historias de amor, hermosas y grandes historias de amor. Y yo creí que eso no me iba a pasar porque me lo habían hecho creer. Y la verdad es que, cuando las he vivido y cuando me he enamorado, fue igual que cualquier novela que haya visto. No había diferencia entre "Estrellita mía" y la de ninguna, ¿entendés? Entonces, desde ese lugar, fue hermoso darme cuenta de que sí, que había un mundo. Lo que pasa es que, lamentablemente, los prejuicios seguían en mi cabeza.

-¿Cómo?

-Fueron muchos años de poder entenderme y por eso te digo que yo sigo en construcción. No soy la misma que el año pasado, no soy la misma que hace 30 años, no soy la misma que hace 20, no soy la misma que hace media hora, porque la vida constantemente me está educando. La vida me está enseñando y estoy aprendiendo. Cuando yo comencé en el ambiente LGBT -en ese momento el nombre era hasta ahí, no había tantas iniciales-, había mucho prejuicio. Los gays estaban por un lado, las tortas por el otro, las trans por el otro. No se convivía. Había mucha discriminación entre nosotros mismos. Creo que con los años lo que estamos uniéndonos. Cuesta poder unir fuerzas.

-Uno de tus momentos bisagra fue el episodio en La Pelu, cuando mostraste tu DNI femenino frente a cámara. ¿Cómo lo recordás a la distancia?

-Fue una gran declaración política ese video, porque hay algo que sucedía que tenía que ver con la violencia hacia nuestras identidades, hacia la identidad travesti, hacia la identidad trans. Porque ese video fue el disparador de diferentes situaciones que venían sucediendo en los medios de comunicación. Y lo cuento para que la gente pueda entrar en contexto. Cuando hice ese video, ya tenía mis hijos de dos años y medio en ese momento. Yo no le tenía que demostrar nada a nadie, no tenía que hablar de mi sexualidad, no tenía porqué dar explicaciones. Estaba viviendo lo más hermoso que me sucedió en la vida, que fue la maternidad.

Conmovida, Flor recuerda que en sus comienzos en la TV se hablaba de su sexualidad de manera despectiva.

-Pero...

-Y... lamentablemente fue un momento que se vio empañado por esto que sucedía, que era que tenía que estar todo el tiempo viendo en la televisión cómo se denigraba mi identidad. Se hablaba de mí de manera masculina. Me acuerdo que Viviana Canosa me trató de “tipo” en un programa de Bendita. Pero no solamente no me detengo en ella, sino en lo que sucedía. Nadie detenía y decía: "no, paren, no se puede decir eso, eso está mal". En toda la televisión se hablaba de mí, de mi sexualidad, se hablaba de mis genitales. Entonces, lo que a mí me pasó en ese momento fue mezclado por la sensibilidad que tiene que ver con la maternidad, siento que dije basta.

-¿Por qué decidiste hacerlo así?

-Ese día sentí que tenía que hacerlo de esa manera, decirle a la sociedad: "Paren, basta. Esto no se puede hacer, eso está mal". Está mal que se burlen, está mal que critiquen la sexualidad de una persona, está mal que nadie diga nada, que ninguna persona con un micrófono se pare y diga: "Eso está mal". Entonces, me saqué el maquillaje y lo dije, porque yo ya tenía mi documento, con todo lo que significaba. Y cuando yo dije: "Soy mujer y argentina", que también es otra cosa que se me criticó, porque también otra forma de herirnos o de querer lastimarnos a nosotras es decirnos que no tenemos vagina, como si lo único que te permitiera ser mujer es la vagina. O sea, yo conozco hombres con vagina, así que… O sea, la vagina no te hace mujer.

-Fue un momento fuerte.

-Lo del DNI fue un momento bisagra en la televisión, porque a partir de ahí, si bien no fue inmediato, empezamos a transitar un camino distinto, un camino mucho más amigable, un camino más diverso, un camino donde estas cosas se empezaron a discutir, donde se empezó a plantear de una manera diferente.

-¿Cuándo fue la primera vez que te sentiste libre completamente?

-Ay, qué difícil esa pregunta, porque creo que fueron en diferentes etapas de mi vida. Porque cuando la primera vez que yo sentí que caminaba como una mujer trans, fue esa sensación. Fue una sensación de liberación cuando sentí que me encontré o cuando pude dimensionar que estaba viviendo la vida que yo soñaba. Fue un momento de absoluta libertad, de mucha. Pero después, también, cuando nacieron mis hijos, digo, tuve diferentes momentos de libertad absoluta.

-Si pudieras viajar a tus 17 años y encontrarte con esa Flor que se está yendo de su casa ¿Qué le dirías?

FDLV: Le pediría consejos.

-¿Por qué?

-Por todo lo que hizo, sin nada, sin YouTube, sin internet, sin Instagram, sin un manual, sin nada… admiro a la que fui. No puedo creer cómo se animó, cómo logró, porque la verdad que era difícil irse de tu casa a esa edad. Había que tener el valor de enfrentar la vida sin nada. Me fui con 100 pesos en la cartera y hacia la vida. No sabía lo que me iba a pasar, no sabía lo que me podía llegar a suceder. Y tuve suerte, porque la verdad que tuve mucha suerte.

-Pero buscaste tu camino.

-Obviamente que busqué mi camino, lo busqué, trabajé, lo construí, pero tuve suerte, porque me podía haber pasado cualquier cosa y no me pasó. Igual, siento que tengo como un ángel de la guarda, que siempre creo que es mi madre, que me cuidó. Pero así y todo, es un montón. Es un montón. Porque aparte, con todo lo que yo te conté antes, con todo el bagaje que venía, porque no es lo mismo salir cuando te dicen: "Dale, vos podés", que te digan: "No, imposible, empezá de 28 millones para abajo". No es lo mismo que empezar con una autoestima sólida. Yo, la verdad, le pediría consejos a la Flor de 17.

Fotos: Mailén Ascui

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