Si buscamos viejas aficiones de algunos de los diseñadores más importantes del mundo no es casual que figuren cosas como arquitectura y medicina. Así como es sabido que Fabián Zitta combina su trabajo de anestesiólogo con las tijeras, Panni Margot también se dedicó a estudiar medicina. Tal vez como una acción para demorar lo más posible eso que tanto teme que llegue: la muerte. Lo cierto es que, aunque en otra medida, con la moda también cura.
Lo más llamativo es cómo combinar sus grandes pasiones se convirtió en una suerte de misión para este creador tan vanguardista como visionario. En esta nota, el creador nacido en Río Gallegos responde unas cuantas preguntas sobre la existencia y relata cómo después de diseñar en 2022 la primera colección con inteligencia artificial (titulada Shōrai; futuro en japonés), pretende ir más lejos con sus estudios de física: “Planeo divulgar la ciencia a través de la moda”.
Iba a ser médico y será distinguido Personalidad Destacada de la Cultura por su aporte a la moda local
–Abandonaste medicina en cuarto año, ¿qué es lo que te hizo cambiar de opinión? ¿Era algo que estudiabas por mandato familiar?
–Para nada, nadie en mi familia es médico. Cambié de opinión de pura casualidad. Un día, caminando por la calle conocí a Verónica de la Canal y empezó a invitarme a sus desfiles. Además era muy fan de comprarme ropa de Adidas diseñada por Jeremy Scott. Todo eso coincidió para que me enamorara de la moda (N.d.R: estudió diseño en la Universidad de Palermo) y decidiera que ese era el camino que quería para mi vida.
–¿Cómo ibas vestido a cursar medicina?
–En un principio me gustaba vestirme a lo Frank Sinatra y ponerme trajes de lo más elegantes. Después exploré un área más kitsch vistiendo ítems como zapatillas con alas y camperas de torero. También me he ido vestido como una cinta métrica.
–¿Cómo veías Buenos Aires desde Río Gallegos?
–Allá en Río Gallegos no iban las bandas internacionales a tocar, no llegaban los programas de TV ni las figuras de colección que quería conseguir. Había que pedir todo a Buenos Aires, lo veía como el lugar donde todo ocurría.
–¿Qué es lo que dicen de vos cuando regresás?
–Nunca regresé. Pero en la escuela en la que crecí a la salita de cinco años le pusieron mi nombre, cosa que significó un gran honor para mí.
–Cuándo te entreguen la distinción como Personalidad Destacada de la Cultura, ¿en qué momento especial de tus comienzos vas a pensar?
–Sucedieron tantas cosas para que llegue a recibir esa distinción que es probable que no pueda pensar en una sola ocasión. Supongo que me llenaré de recuerdos, como cuando decidí ser diseñador y cuando mis padres me apoyaron. En aquellas noches me quedé cosiendo, mis primeras presentaciones, mis primeras notas, la gente que se va a encontrar ahí reunida y todos aquellos quienes me han apoyado para estar hoy donde estoy. Creo que todo eso vendrá a mi cabeza en un hermoso caos de pensamientos.
Sus errores en el pasado, el peso de ser un distinto y cómo convirtió la hostilidad en el colegio en resiliencia
–¿Qué es lo que pensabas de adolescente que aún seguís manteniendo?
–El Bushidō (El camino del samurai o Código del guerrero) y sus 7 virtudes: Honor, Lealtad, Coraje, Honestidad, Justicia, Compasión y Respeto. Vivo según ese precepto.
–Mencioname alguna idea mala que hayas tenido en el pasado.
–Haber tratado de quemar etapas. Creo que es importante dar pasos seguros y avanzar de a poco aprendiendo lo necesario para poder llegar a donde uno quiere llegar, pero con sabiduría y responsabilidad. Me largué a emprender en el mundo del retail del prêt-à-porter sin antes haber aprendido cómo funciona una empresa de moda trabajando y aprendiendo de otras empresas. Eso me enseñó a que para evitar cualquier tropiezo, en lugar de correr es mejor caminar.
–Si hacés terapia, ¿qué es lo que más te cuesta hablar en sesión?
–No soy de hacer terapia, excepto cuando siento que necesito apoyo específico; soy muy partidario de la terapia cognitivo conductual. Con respecto a los temas que me cuesta hablar, los que me conocen saben que me es difícil no hablar. Soy un libro abierto y a veces me dicen que debería ser más reservado.
–¿En qué sentido dirías que la cultura japonesa te "salvó"?
–Siento que me dio un lugar. No me sentía parte de nada y cuando conocí esa cultura me sumergí en ella buscando confort. Extrañamente, pasando los años terminé conociendo mucha gente de la comunidad japonesa que amablemente siempre estuvo muy dispuesta a abrirme los brazos y darme un lugar a su lado, cosa de la que siempre estaré agradecido.
–¿Ha sido estigmatizante en algún momento de tu vida ser un distinto? ¿Cómo era la cosa en el colegio?
–No voy a negar que fue difícil. El colegio fue un espacio bastante hostil, sin embargo, ello fue lo que forjó la persona que soy hoy y, si tuviera que vivir todo de nuevo, no cambiaría nada. Digamos que esas heridas son las cicatrices que hoy llevo conmigo y que son las que cuentan mi historia.
Vanguardia y ciencia al servicio de la moda: de la primera colección local hecha con inteligencia artificial a su proyecto con la NASA
–¿Qué es la vanguardia para vos?
–Innovar, pensar afuera de la caja, buscar nuevos horizontes y descubrir nuevas formas de expresarme.
–¿Qué tres diseñadores te influyeron por su audacia?
–Sin dudar, diría que Yohji Yamamoto, Rick Owens y Jeremy Scott.
–Sos muy curioso y solés investigar en varios frentes, ¿cómo surge tu primera colección diseñada con inteligencia artificial?
–A principios de 2022 estaba escuchando sobre aquella nueva tecnología de la que todo el mundo estaba hablando, pero estaba en fase de prueba. Siempre me gustó mantenerme al día con las nuevas tecnologías. Mirando un documental hecho por Damian Kuc (N.d.R: un youtuber experto en criminalística) hablaba sobre la nueva inteligencia artificial generativa y contaba que se había creado la primera portada de revista gracias a ella. Ahí se me prendió la lamparita y me propuse hacer la primera colección con diseños generados por IA.
–¿Cómo nace tu pasión por la ciencia? ¿Es cierto que siempre quisiste ser científico?
–Eso es muy cierto. Primero me orienté a la medicina, pero después quise ser físico, un camino que no seguí porque no sabía cómo podría aplicarlo. Luego terminé enamorándome por la moda, pero nunca dejé de estudiar ciencia. Tanto es así que no sólo me quedé con la inteligencia artificial, al día de hoy estoy con un gran proyecto con colaboraciones de institutos de investigación científica y espacial a nivel internacional (N.d.R.: al hablar sobre su pretencioso proyecto se refiere a la NASA). Se vienen grandes cosas…
–¿Qué otro descubrimiento has sumado en el último tiempo a tu proceso creativo?
–Estoy estudiando de forma online física de partículas en la Universidad de Ginebra. Estoy investigando cómo aplicar la física en diseños… Básicamente para divulgar la ciencia a través de la moda.
–¿Cómo vestirías a una primera dama argentina?
–Debería adaptarme al ceremonial y protocolo que debe cumplir una primera dama. Pero vería de encontrar una yuxtaposición entre una colorimetría aceptable, como lo sería un gris, color que me representa, y no el negro, por ejemplo, que puede denotar una situación de duelo. Todo tipo de detalles hay que tener en cuenta a la hora de vestir una primera dama, pero buscaría enaltecerla y empoderarla con una sastrería exclusiva que pueda gritar mi nombre y el de la primera dama.
–Si el amor fuera una prenda, ¿cuál sería?
–Qué pregunta interesante. Creo que sería un trench. Es una prenda que te abraza, te protege, te cubre, te enaltece, te hace sentir bello y te hace sentir bien. Todas cosas que el amor te hace sentir.
–Si tuvieras que aceptar como propio un halago que suelen decirte, ¿cuál creés que sería?
–Esta es difícil. Me cuestan mucho los halagos. Siempre repito el chiste de “era más fácil recibir bullying” (Risas). Si lo pienso bien, creo que cuando me dicen que soy muy humano.
El camino del samurai, la perseverancia, el miedo a la muerte y su misión: "Nada es más bello que dar amor"
–¿Cómo te sentís si no cumplís una promesa?
–Que deshonré mi palabra. No hay nada más doloroso para mí que alejarme del camino del samurai.
–¿Sos culposo y autoexigente o más bien piadoso con vos mismo?
–Soy culposo y autoexigente. Siempre me dicen que debería ser más amable conmigo mismo.
–¿Creés en el karma? ¿Eso existe?
–Creo en la energía. No suelo creer en cosas que no explica la ciencia, pero no deja de tener mucho sentido. La realidad es que sí creo en el karma, ya que todo en este mundo debe permanecer en equilibrio.
–¿Qué es lo que no te deja dormir por las noches?
–La existencia de mi ser y su futura obliteración (N.d.R: término médico que se refiere a la obstrucción o cierre de un conducto o cavidad) me atormenta. Y no sólo la mía, sino también la de mis seres amados, a quienes muy egoístamente quiero eternamente a mi lado.
–¿Cuál es el detalle por el que creés que te dejarían pasar al cielo?
–No creo en el cielo y tampoco en que hay algo más allá; es algo que me hace sentir desamparado. Pero si creyera en el cielo y buscara un detalle por el que pudieran darme una entrada, sería porque busco llenar de alegría los corazones de quienes me rodean. Y también de cualquier persona que cruce en mi camino.
–¿Cuál es la importancia de dar amor?
–Amo dar. Nada es más bello que dar amor y ver cómo eso se ve reflejado en el corazón de otros.
–¿Qué le dirías al Panni que soñaba con ser alguien relevante en la moda?
–Lo mismo que le digo a todo el mundo: “Los sueños no se cumplen, se trabajan”. “Todo estará bien”.
Fotos: gentileza PM