En el entramado de la monarquía moderna, pocas reinas han captado tanto la atención mediática como Máxima Zorreguieta (53) y Letizia Ortiz (52).
Con orígenes, trayectorias y temperamentos únicos, estas dos plebeyas que llegaron a los tronos de Países Bajos y España han tenido que adaptarse a los implacables focos de la prensa y superar presiones y desafíos personales, políticos y sociales para consolidarse como pilares de sus respectivas monarquías.
Aunque cada una encarna su rol con matices propios, ambas comparten el mismo objetivo: reconciliar las demandas de una institución anacrónica con los valores y expectativas del siglo XXI. Y, por supuesto, mantener su reputación a pesar de noticias amarillistas, fake news y escándalos varios.
Revista GENTE se enfoca en las similitudes y diferencias de dos royals que imponen tendencias, dan la cara ante los conflictos, abogan por los derechos de las mujeres y están a la altura de los vaivenes que sufren las casas reales a las que pertenecen pero con una marcada disparidad de estilo, personalidad y actitud ante los conflictos.
Orígenes y personalidades: de su calidad de “plebeyas” a convertirse en reinas consorte
Ambas reinas provienen de una realidad muy distinta a la nobleza, lo que en su momento fue tanto un “impedimento” como un atractivo. La argentina, nacida en una familia porteña acomodada (pero no rica), se destacó en el mundo financiero antes de conocer al entonces príncipe Guillermo Alejandro.
Ortiz, en cambio, tuvo una infancia más modesta en Oviedo, Asturias, y construyó una sólida carrera como periodista, llegando a ser presentadora de noticias en España. Su paso por Televisión Española (TVE) hizo que cobrara fama y notoriedad: allí cubrió sucesos como los atentados del 11 de septiembre de 2001 y la invasión de Irak en 2003. También trabajó en la CNN y en la cadena Bloomberg.
El factor de origen fue clave en la proyección pública de las reinas. Aunque ambas debieron adaptarse a un rol muy exigente que no admite sino fortaleza y determinación, mientras que Letizia ha recibido más resistencia de la opinión pública, Máxima supo convertir su carisma en una ventaja. Tanto es así, que la argentina conquistó a los neerlandeses hasta ponérselos en el bolsillo.
"Yo creo que en la corona holandesa saben lo que tienen en Máxima, porque ella les devolvió cierta relevancia...¡La verdad es que nadie hablaba de ellos! Pasaba como con los reyes de Suecia, que no generan nada interesante. La reina argentina llegó a darle un giro de 368 grados a una monarquía parlamentaria constitucional", explica en diálogo con GENTE la experta en realeza Eugenia Garavani.
Por su parte, en España destacan las dotes de liderazgo de Letizia pero siempre en comparación a Sofía, la reina emérita. “Presume un papel más moderno y es más ejecutiva que su suegra”, opina la periodista Mabel Galaz, quien escribió el libro Letizia Real. Sin embargo, la distancia que impone "Let" la configura desde un púlpito en el que se la ve “fría y hasta glacial”.
De cualquier manera, esa imagen inmaculada que supo construir la española recientemente traspasó la cuarta pared tras las trágicas inundaciones en Valencia y distintas regiones de su país. Allí se mostró cercana al pueblo, consternada por los acontecimientos y por las víctimas fatales y, principalmente, “dio la cara; algo que elevó claramente su reputación”.
Los escándalos reales y las controversias que marcaron a Máxima y a Letizia
Tanto Máxima como Letizia han sido protagonistas de escándalos y rumores que, aunque diferentes, han golpeado a sus respectivas casas reales. En el caso de Máxima, uno de los mayores obstáculos fue la figura de su padre, Jorge Zorreguieta (1928-2017).
Recordemos que el padre de Máxima –fallecido en 2017 como consecuencia de un linfoma complicado con una infección respiratoria– fue funcionario de la dictadura militar presidida por Jorge Rafael Videla. A raíz de eso no pudo presenciar el casamiento de su hija, celebrado el 2 de febrero de 2022. A fines del año anterior, el Parlamento holandés determinó que Jorge Zorreguieta no participara de la boda tras el reclamo de organismos de derechos humanos.
“Es evidente que el pasado familiar pesa, pero Máxima ha logrado que el foco esté en su dedicación a las causas sociales y en su energía carismática”, menciona el periodista especializado Robert Finch.
Por su parte, Garavani subraya: “Aunque hubo suficientes motivos para abrirle una causa y realmente fue un tema muy serio y muy rasposo, no les importó". Tanto es así que la corona holandesa decidió no investigar el rol que el padre de Máxima tuvo en la represión.
Según comunicó en 2012 un portavoz del Ministerio Público holandés, entre las pruebas aportadas "no se hallaron indicios lo suficientemente sólidos como para afirmar que el padre de la princesa Máxima estuvo implicado de manera concreta en desapariciones de personas durante la dictadura”.
Letizia, por su parte, ha sido objeto de constantes rumores sobre su carácter fuerte y sus presuntas disputas con la reina emérita Sofía, su suegra. Uno de los episodios más polémicos ocurrió en 2018, cuando en la misa de Pascua en Palma de Mallorca, se registró una tensa y escandalosa escena entre ambas que desencadenó una ola de críticas y teorías sobre conflictos internos en la familia.
El episodio que se hizo viral fue histórico por varias razones. Aún estaban dentro de la catedral cuando Sofía se acercó a sus nietas, las infantas Leonor (la heredera al trono) y Sofía para tomarse una foto con ellas. Enseguida, Letizia interrumpió la escena y se colocó delante de los flashes para que esa imagen no fuera inmortalizada.
Pero eso no fue todo. Al salir de la iglesia, Sofía intentó repetir la secuencia pero su nuera no se lo permitió. La exreina le dio un beso en la frente a Leonor pero, apenas la abuela de la princesa estuvo lo suficientemente lejos, Letizia “limpió” la frente de su hija con la mano.
Como era de esperarse, las críticas escalaron. Hasta Marie-Chantal Miller, esposa del príncipe Pablo de Grecia (primo de Felipe VI) condenó la reacción de Ortiz. La mujer tomó su cuenta de X (ex Twitter) y posteó: “Ninguna abuela merece ese tipo de trato. Wow (Letizia) ha mostrado su verdadera cara”.
Inma Aguilar, una gran amiga de la reina, salió inmediatamente en su defensa. Explicó que había sido “una tontería” para resguardar a sus hijas y recalcó: “Desde el mismo día del compromiso, Letizia suele llevarse la peor parte por no ser de sangre real”.
Más allá de los cuestionamientos sobre los despectivos gestos públicos de la experiodista, María Ángeles Durán, experta en realeza, le baja el tono a lo sucedido y destaca que simplemente “choca con el conservadurismo de la realeza española”. Y sostiene que "su imagen sigue siendo difícil para los sectores más tradicionalistas”.
Los roles de ambas y las causas que eligen respaldar y visibilizar
Máxima y Letizia han adoptado un enfoque social muy activo en sus agendas. La argentina ha sido embajadora especial del Secretario General de la ONU para la Inclusión Financiera y participa en proyectos que promueven el acceso a servicios financieros en los países en desarrollo.
¿Otros temas que le mueven la aguja a Zorreguieta? Apoyó iniciativas para mejorar la salud mental de los jóvenes (impulsada por la situación que vivió su hermana Inés Zorreguieta, quien terminó con su vida el 6 de junio de 2018 tras sufrir depresión) y promovió la integración social de los inmigrantes y los derechos LGBTQI+.
Letizia, por su parte, se ha concentrado en temas de salud y educación, siendo presidenta de honor de diversas organizaciones de investigación y lucha contra enfermedades raras. Además, es pública defensora de los derechos de las mujeres.
Un ejemplo fue cuando en 2007, durante un acto en Sevilla, la española declaró: “El mundo será más pacífico, próspero y sostenible si la igualdad de géneros es un hecho”. Además, defendió una mayor presencia de mujeres en la Zarzuela y exigió que el Estado tenga un papel activo en la erradicación de la violencia.
Estilos y moda: dos íconos con estilo propio
La moda ha jugado un papel estratégico en cómo ambas se presentan ante el mundo. Máxima siempre supo combinar looks audaces y llamativos que la convirtieron en un verdadero ícono de la moda, mientras que Letizia se inclinó por un estilo sobrio y contemporáneo, alineado con su personalidad pragmática y minimalista.
Ambas reinas promueven a los diseñadores emergentes y consagrados de sus países (Máxima ha sido una gran referente a la hora de lucir diseños de Benito Fernández, por ejemplo), se muestran comprometidas al instalar temas como los beneficios de la moda circular (que ayuda al planeta al no generar desperdicios) y no les tiembla el pulso al repetir outfits ni lucir diseños lowcost de locales como Zara, Mango o H&M.
Letizia y Máxima tienen bastante en común en cuanto al estilo: no sólo han compartido un diseñador, Mohamed Benchellal; ambas actualizaron la vestimenta real al lucir pantalones, tendencia de la que la reina Isabel II fue verdadera pionera. ¿Las diferencias más destacadas en sus marcas personales? Los osados contrastes de colores elegidos por Máxima –también adicta a los imponentes sombreros y a los motivos florales–, y la dogmática e inquebrantable neutralidad de Letizia.
“Las diferencias en la aceptación pública están profundamente enraizadas en las culturas de cada país. Máxima tiene el respaldo de una monarquía que celebra su modernización, mientras que Letizia carga con tradiciones mucho más rígidas”, ha explicado la experta en realeza Katie Nicholl.
De cualquier manera, ambas enfrentan el mismo desafío: mantener la relevancia de la monarquía en medio de un profundo cambio de paradigma. No quedan dudas de que ser una reina en el siglo XXI implica una lucha constante por reinventarse, adaptarse a las demandas sociales y ganarse el respeto en un mundo cada vez más escéptico ante las tradiciones.
Fotos: Fotonoticias y archivo Grupo Atlántida