“Me encanta ser anfitriona”, dice Silvina Escudero (40). Es una de esas apacibles tardes de marzo y la bailarina recibe al equipo de Revista Gente en la comodidad de su hogar. Este mini refugio que tiene en el mundo describe su personalidad, en donde el orden y sus animales son dos puntos fundamentales.
Emplazada en uno de los tantos barrios de Nordelta, la propiedad esta prácticamente cero kilómetro. “Nos mudamos hace un año”, cuenta mientras sigue atentamente el cuidado de África, su gata, que tiene una enfermedad neurológica y necesita medicación y cuidados full time.
“Yo me ocupé de decorar, todo. Esta es una casa pet friendly y hay más cuchas que ambientes. Tenemos cinco cuchas desparramadas por la casa, pero son cuatro los animales”, cuenta entre risas.
La planta baja está compuesta por el living comedor, en donde el blanco reluciente llama la atención. ¿Quién pudiera tener sillones blancos con tres perritos que se suben y duermen en él? Silvina Escudero, claro. “Acá me siento con Titán, Mulata y Branca. Muchos me preguntan cómo puede ser que tenga la casa tan limpia y ordenada con los animales: así de obsesiva soy”, reconoce.
“Todas las reuniones son en este hogar. El viernes pasado hicimos un asado con amigos. Es un centro de encuentro para nuestro grupo. Me gusta mucho atender y con Fede somos un gran equipo porque él cocina y yo pongo en condiciones la casa, soy la que los recibe y está en cada detalle”, destaca.
Pero, lo mejor, sin dudas, está en la primera planta: la amplia habitación está rodeada de ventanales, con uno de ellos conectando con una ambia terraza. “No la uso mucho. Desde que nos mudamos los animales están grandes y no suben. A mi me gusta donde están ellos, y como no andan por acá… yo tampoco”, cuenta.
“Toda las cosas que tengo en mi habitación las comparto con una persona”, confiesa sobre un osito de peluche que también tienen sus sobrinos.
Del otro lado, el espacio Escudero se hace presente de la mano de un inmenso vestidor en donde están todas sus prendas. Los colores de blazers, camisas, y blusas llaman la atención entre cajones, percheros y estantes. El ojo no alcanza a contar toda la cantidad que es incalculable al lado del mínimo espacio que tiene Federico. "Todos se preguntan lo mismo, pero lo de él es poco y con esto le alcanza", dice mientras señala un pequeño sector en donde está la indumentaria de su marido.
Al este ambiente se entra a través de un pasillo en donde la pared está recubierta de estantes con zapatos, sandalias y zapatillas de todo tipo.
“Mi zapatero, camarín y vestidor es mi espacio favorito. Es donde me preparo para ir a trabajar, para una producción o para ir a un programa de tevé. No tengo idea cuántos zapatos tengo, cuando viajo traigo un par de afuera”, añade mientras recorre.
Silvina Escudero habla de su historia de amor con Federico, su misterioso marido
“Con Fede estamos hace siete años juntos. Parece menos. Te diría que estoy hace dos años, no puedo creer como pasaron siete. Estuvimos mucho tiempo de novios, nos fuimos a vivir juntos y pandemia hicimos una pausa muy grande”, recuerda.
-Más allá de ese break, ¿hubo comezón de los siete años?
-No, nosotros tenemos comezones todo el tiempo. No nos aburrimos.
-¿Quién pone más condimento para disolver ese conflicto?
-Yo. Soy de solucionar todo el tiempo. No soporto quedarme enojada, triste o con cara de culo. Siento que se me pasa la vida. Así que finjo demencia a los 15 minutos y está todo bien. No lo sostengo en el tiempo.
-A diferencia de otras parejas que tuviste, Fede mantiene un absoluto perfil bajo.
-El día que salga en un medio a hablar me voy a preocupar porque no es de ese perfil. Obviamente que subimos fotos juntos o videos en mi Instagram, pero protagonizar o hacer una nota juntos para un medio… el día que pase va a ser porque le hicieron una lobotomía.
-¿Es el que te baja un poco a tierra?
-Si. Mil cambios menos. A veces estoy contando algo toda acelerada y me dice que baje un poco. ¡Me da un odio! Pero nada, nos acompañamos. Él me dice que podemos estar mejor o peor, pero somos compañeros y eso no va a cambiar. Cada tanto me repite esa frase.
-¿Eso a vos te hace sentir más cómoda después de las experiencias que tuviste?
-Él trabaja como comerciante. La figura pública soy yo, es una realidad. Nos ofrecen tapas de revistas, ir a programas de televisión. Su respuesta siempre es “no”. Yo eso lo celebro porque no voy a su empresa a dar órdenes. No me meto en sus negocios o con sus empleados. Cada uno tiene su laburo. Obvio que a la gente le interesa su vida a través mía, pero él entiende que ese cholulaje no tiene ningún sentido.
-En épocas donde las relaciones son más efímeras, ¿cómo llevan el paso del tiempo y o que puede ser un desgaste? ¿Hay alguna clave?
-Siete años es un montón de tiempo. En nuestro caso me parece que tiene que ver con la libertad. Hay parejas que son celosas o posesivas, pero a nosotros no nos pasa de ningún lado. Cada uno tiene un grupo de amigos, yo tengo libertad para trabajar. Hace poco hice cosas hot en SEX. Decido cada una de las cosas de mi trabajo en su totalidad. Eso hace que sea más cómodo vivir así. Imaginate lo que sería vivir con alguien que te diga qué foto podés subir a las redes, a dónde podés salir y qué laburo podés aceptar. ¡Qué difícil!
-¿Tenes tocs en la convivencia?
-Soy muy ordenada. Fede es el que más se ocupa de la comida. Yo vivo detrás del orden. Al principio le decía que levante el toallón del sillón o no deje las medias y zapatillas tiradas en cualquier lado. Pero llegó un punto en el que me di cuenta de que no tenía ningún sentido hacerlo. Era desperdiciar palabras. Así que lo tomo de manera natural: soy la que ordena la casa y está detrás. Tengo un toc en donde no soporto que una remera esté tirada por ahí. Cuando él vivía solo en su departamento era ordenado porque no tenía nadie al lado que lo haga, pero cuando se mudó conmigo dijo “chau”.
-¿Abrirían la pareja?
-Federico nunca lo aceptaría. Ni cerca. Te dice ‘todo bien, pero abriría vos sola’. Yo tampoco sé si aceptaría. Hoy por lo menos yo no lo pienso, no lo sé luego.
El dolor de Silvina Escudero por la pérdida de su embarazo
“Yo todavía no quiero hablar de mi bebé y de lo que sufrimos porque aún es algo que no está superado”, arranca diciendo sobre el hecho dramático que la paralizó durante un tiempo y la mantuvo alejada del medio.
“No sé si alguna vez voy a superar esto. Voy al supermercado, a pagar las expensas, o simplemente estoy en un lugar público en donde se me acerca alguien a darme una palabra de cariño y yo automáticamente me pongo a llorar”, añade.
“Entiendo que lo que me pasó requiere el interés de la prensa. En estas décadas de trabajo nunca prohibí que me pregunten nada. Yo creo que va a pasar un tiempo hasta que pueda sentarme tranquila y tenga la capacidad para contestar, hoy no me siento apta para hablar”, comenta.
“En este momento no hay nada que sea más importante que eso. Quiero priorizar mi salud y bienestar, haciendo lo mejor con eso. Me sentí muy contenida por mi familia, amigos y mi público. Pero eso no cesa el dolor. Sigue, y va a seguir siempre", dice y agradece.
“No nos fuimos de luna de miel por esto. Hoy se sabe, pero cuando antes me preguntaban yo decía que no tenía tiempo por el laburo. Esa era la situación. Nos hicimos alguna escapada a Punta del Este, pero en el último tiempo estuvimos atados a otra realidad. Hasta el día de hoy no podemos proyectar unas vacaciones largas. Porque a esto se le suma el estado de salud de África, mi gata, a la que tengo que atender. Hay que estarle encima”, comparte.
Y cierra sobre su estado de salud: “Hace un mes y medio me dieron el alta y empecé a entrenar. Estoy mucho mejor, más activa. Eso me ayuda mucho a la mente. En enero y febrero me terminé de hacer chequeos y estudios que salieron bien. Tener la cabeza ocupada con actividades es un gran paliativo, pero nada tapa o saca el dolor. Estar activo te ayuda más que nada a la distracción, y yo en eso soy una máquina”.
La vuelta de Vanina Escudero al país, el regreso de una sociedad
“Por favor, no sabes lo que extrañaba los domingos en familia. Estos tres años para mi fueron un vacío. Con mamá y papá no hacíamos este ritual de las reuniones. Lo peor de todo fue perder eso de la cosa cotidiana. Yo ahora en un rato me voy a buscar a mis sobrinos al colegio y después llevo a una de las nenas a baile. Un plan que surge de forma inesperada”, adelanta mientras se le ilumina una sonrisa.
-¿Cómo fue el día en el que les comunicaron la noticia del regreso a Argentina?
-Hicimos una videollamada en el chat familiar pedida por ellos, y cuando nos empiezan a contar todos derramamos lágrimas. No lo podíamos creer.
-Si bien uno siempre busca la felicidad del otro, ¿pero en algún momento le reprochaste algo?
-Sería injusto de mi parte. Pero la verdad es que pasé por todos los estadíos de un duelo. A negación, el no poder creerlo y el enojo. Yo estuve enojada… no con ella, pero con la situación. No podía entender cómo mi hermana se iba a vivir a otro país. Esa persona con la que tenía diez llamadas diarias, trabajábamos y salíamos juntos. Yo lo llevé a un costado egoísta. Me pegó muy feo, te soy sincera.
-Es que, en un punto, las compramos en un combo.
-A mi me frenaba la gente en la calle y me deseaba fuerza. Era como todo tremendo. Ella allá estaba bárbara, y todos teníamos salud en un momento difícil (el de la pandemia).
-¿Y ahora que se viene?
-Que haya cerrado Danzas Escudero en la pandemia hizo que le de un puntapié a Vanina para irse del país. Pero ahora que volvió ya estamos con cuatro proyectos juntas. La semana pasada tuvimos una primera reunión para uno de ellos. Son todos proyectos a largo plazo, pero aún no puedo dar muchos detalles. Son cosas diferentes en las que estamos apostando juntas.
-¿Algún detalle más?
-Tiene que ver con el baile, con redes sociales, con programa y una marca. Muchas cosas diversas, pero siempre juntas.
-Juntas y separadas las pasaron todas ustedes.
-Hemos invertido un montón en el país. Nuestra escuela la hicimos con esfuerzo y ahorro. Nosotras somos muy perseverantes, de ir para adelante armando cosas nuevas de forma constante. Hace cinco años creamos un pet shop, pero el país no ayudó. Fue cuando se disparó todo de un momento a otro y a los seis meses lo tuvimos que cerrar. Toda la inversión tirada a la basura. En este país no te queda otra que seguir adelante.
-Y con todos estos hechos desafortunados, ¿alguna vez pensaste en irte del país?
- Es muy difícil que te vaya bien porque no tenes estabilidad, pero apuesto siempre a Argentina. Amo a mi país. No me iría, para nada. Eso no significa que no me cueste invertir. Pero no me queda otra que tener esperanza de que este país va a salir adelante y que va a funcionar. Ojalá que los que nos rompemos el lomo buscando alternativas veamos la luz en algún momento.
Los momentos virales de Silvina Escudero
“Quizás todos se quedan con eso como algo divertido. Antes en la televisión pasaba esto de que se permitían cosas re crueles. En ese momento no la estaba pasando bien porque tenía mucha exposición, era inexperta y me dolían las cosas”, es lo primero que dice al recordar su cruce viral con Moría Casan en donde La One la llama “Silvina Escupidero”.
Y destaca: “Esa era otra tele. Si hoy me dijeran todas las cosas que me decían en ese momento, hay juicio tras juicio. Era mucha la agresión que había. Yo en ese entonces quería salir con la bandera de la verdad porque en el medio estaba mi vida”.
“Hoy digo que era al pedo ese rol tan de contestataria que tenía. Con qué necesidad. Hoy ni en pedo me prendo a eso. Pero es algo que aprendes de grande. A los veinte años es otra la vida y es otra la postura”, valora.
“Yo estuvo en el programa hace poco, en 2019 y no me enganché nada en lo que me dijeron. Tampoco estaba esa agresión de antes. Se fue aggiornando y celebro el cambio demuestra tele que mejora en base a la realidad que vivimos”, cierra.
Fotos: Diego García.
Retoque digital: Darío Alvarellos.
Video: Cande Petech.
Producción y estilismo: Carolina Gagliardini.
Vistió: Amie Bs.As @amie.bsas y Faustina Lora @faustinalora.