Si experimenta una sensación de tener un cuerpo extraño, quemazón, enrojecimiento, picor, visión borrosa o fotofobia (necesidad de tener los ojos cerrados), probablemente padezca el trastorno que se conoce como ojo seco. Y no está solo: nada menos que alrededor de un 30 % de las personas mayores de 50 años (sobre todo mujeres) lo sufre, aunque los jóvenes tampoco se libran.
Además, los síntomas empeoran en ambientes secos y cuando fijamos la vista en las pantallas de dispositivos como la televisión, el ordenador o el teléfono móvil. O sea, durante gran parte de nuestras jornadas.
El tratamiento suele centrarse en el alivio de las molestias mediante el uso de lágrimas artificiales, antibióticos y agentes antiinflamatorios o inmunosupresores. Sin embargo, la recuperación puede llevar años, especialmente si los síntomas son graves. Esto se debe a que los enfoques actuales del tratamiento no se basan en su causa, sino en aliviar esos síntomas. Y es muy importante entender el origen de las enfermedades para poder curarlas.
Nuestro grupo de investigación lleva casi 30 años estudiando las posibles causas de las alteraciones de la superficie ocular.
¿Por qué se produce?
El ojo seco surge por escasez de lágrimas o porque estas son de mala calidad. Cada lágrima tiene un componente acuoso, otro lipídico (grasa) y un tercero de mucinas (sustancias que ayudan a la lágrima a fijarse a la córnea). El parpadeo contribuye a que estos tres componentes se coloquen en la superficie ocular de manera que la parte grasa se mantenga en la superficie, con el fin de evitar la evaporación del ingrediente acuoso.
Varias alteraciones pueden contribuir a que la calidad de la lágrima no sea adecuada:
- Alteración de la secreción de grasas por parte de las glándulas de meibomio, situadas en el interior de los párpados.
- Alteraciones hormonales como la menopausia, la andropausia u otras enfermedades.
- Trastornos neurológicos que, por ausencia o alteración de los nervios que se conectan con la córnea o el lacrimal, pueden producir una disminución del parpadeo o de la secreción acuosa de la lágrima.
- Trastornos inmunológicos, ya que ciertas células de las glándulas lacrimales liberan sustancias inflamatorias que pueden alterar los terminales nerviosos de la córnea. Esto retarda el parpadeo, lo que afecta a la organización de la lágrima en la superficie ocular y su aclaramiento.
Hay lágrimas y lágrimas
También hay que tener en cuenta que no todas las lágrimas son iguales. Las producidas por el frío o las emocionales (las últimas que se pierden) se encuentran mas diluidas y, por lo tanto, están menos tiempo en nuestros ojos. Sin embargo, las que nos protegen el órgano visual y facilitan la visión son complejas y necesitan un equilibrio entre las sustancias antes mencionadas: agua, grasa y mucinas.
Es muy frecuente la obstrucción o la alteración en la función de las glándulas de meibomio. Esto conlleva que la lágrima carezca de ese componente graso localizado en la parte exterior de la superficie del ojo al parpadear. Como consecuencia, el ingrediente acuoso se evapora y nos produce lo que se denomina ojo seco evaporativo.
Por contraposición, una anomalía en la secreción del componente acuoso produciría el ojo seco acuodeficiente. En cualquier caso, la incomodidad estará presente en todos los ojos secos, aunque las causas sean diferentes.
Nuestro grupo de investigación ha sido el primero del mundo en extraer y analizar los lípidos de una cantidad pequeñísima de lágrima, como la que se puede obtener de un ojo seco (entre 3 y 5 microlitros). También hemos sido pioneras en analizar las proteínas presentes en las lágrimas, y hemos identificando en ellas biomarcadores de enfermedades neurodegenerativas. El conocimiento de la composición de las lágrimas nos ayuda a entender lo que sucede en el ojo seco.
Cómo se puede aliviar o curar
El tratamiento dependerá del tipo de alteración que produzca el ojo seco. Por ejemplo, en el caso de que exista un origen inflamatorio pueden prescribirse medicamentos inmunosupresores como la ciclosporina o los corticoides. Los ojos secos moderados se pueden tratar con lágrimas artificiales o insertos oftálmicos que liberan sustancias para humedecer el ojo.
También hay medicamentos que ayudan a aumentar la producción de lágrimas y procedimientos como la oclusión parcial del conducto lacrimal. Incluso existen lentes de contacto especiales, como las esclerales, para proteger la córnea y retener la humedad.
El calentamiento de las glándulas de meibomio con diferentes aparatos estaría indicado en el caso de la obstrucción de dichas glándulas. Y en situaciones de mucha incomodidad ocular, los tratamientos con hemoderivados de suero autólogo no tienen efectos secundarios y ayudan a regenerar la superficie ocular.
Nuestro grupo de investigación ha caracterizado muy recientemente el componente graso del suero autólogo (elaborado con la sangre del paciente), ya que da muy buenos resultados en el tratamiento del ojo seco. Dicho componente era desconocido y puede ayudar en el futuro a diseñar lágrimas artificiales más eficaces y que sean capaces de mantenerse más tiempo en el ojo.
La medicina personalizada es fundamental en el caso del ojo seco: hace falta un análisis detallado de las causas de la enfermedad para proponer un tratamiento adecuado a cada paciente. Y, sin duda, el parpadeo es un aspecto que ayuda a mantener la humedad del ojo y a combatir este molesto trastorno.
Nota extraída de The Conversation y creada por: Elena Vecino Cordero, Catedrática de Biología Celular