La rutina y la cotidianeidad muchas veces nos deja en piloto automático y sucede que sin darnos cuenta, la mitad de año ha transcurrido y con ello, los proyectos y metas propuestos al inicio del 2022 parecen no haber encontrado tiempo para poder ir cumpliéndose y materializarse.
Por eso, GENTE charló con la psicóloga, Melisa Mirabet, para aprender acerca de como conectarse nuevamente con la rutina, luego del desgaste que genera la mitad de este año.
El balance del año, por Melisa Mirabet
Con ese insight de ser consciente de que el tiempo es finito, hacer una pausa a modo de balance de mitad de año, es una buena forma de reconectarnos con nuestros valores y propósitos personales.
Este proceso de reconexión ayuda a evaluar que tantos nuestras acciones nos acercan a los objetivos planteados y cómo esos objetivos construyen y nutren los valores que deseamos cultivar en nuestra vida.
Hacer un stop en julio para ver dónde estamos parados en nuestro hacer y nuestro ser, es centrar la atención en nosotros mismos, ajustar nuestro foco y reorganizarnos, ya que si pensamos que no estamos pudiendo trabajar en lo que deseamos o necesitamos, la buena noticia es que tenemos todo un semestre por delante para darle espacio a aquello que es importante para nosotros.
En el proceso de re enfocarnos, lo primero que tenemos que tener en cuenta es dedicarnos un momento a reflexionar sobre los meses transcurridos, ya que nos ayudará a ver desde dónde partimos, dónde estamos ahora y hacia donde deseamos depositar nuestro tiempo y energía en los próximos meses.
Una buena forma de hacer esta reflexión, es centrarnos en diferentes preguntas, desde qué pude lograr y de qué estoy orgulloso, qué pude aprender en estos meses y qué cosas están en mi zona de gestión para poder volver a hacer acciones comprometidas y posibles que reorientan mi motivación e impulso en los objetivos propuestos.
Si por ejemplo nuestro valor en este 2022 era ser más saludables y con ello nos propusimos realizar actividad física como objetivo que nutra ese propósito, puede ser que de enero hasta aquí hayamos tenido que retomar el trabajo presencial y no nos quede tiempo para asistir al gimnasio tantas veces como nos habíamos propuesto.
Suele suceder que si nos ponemos metas que no vamos reajustando al contexto, a los factores imponderables que escapan a nuestra decisiones, a nuestra vulnerabilidad emocional y física, nos sentiremos frustrados por sentir que no cumplimos lo que nos proponemos y eso se traduce en fastidio, donde el pensamiento de intrusivo de “ya va medio año perdido” nos deja sin motivación para re enfocar acciones.
Por esta razón, hacer una pausa reflexiva desde la compasión como primer paso, orientada al entendimiento, nos conectará con lo que sí pudimos hacer y darnos mérito por los pequeños logros, que lejos de ser conformismo, es bajar nuestra autoexigencia para dar lugar al segundo paso que es migrar tareas o reajustar medios para alcanzar nuestro objetivos.
Por eso, si mi meta era ir al gimnasio tres veces por semana, puede ser ser que en pleno julio ya no pueda mantenerlo como lo hacía en enero, entonces en lugar de castigarme por ello, puedo buscar alternativas como reorganizar agenda, cambiar de horarios, reducir la cantidad de días, o incluso aceptar radicalmente que en este momento no puedo trabajar en esa acción puntual.
Puedo reajustar el medio que en este momento sí es posible que me acerque a mi valor y quizás cambiar hábitos nutricionales en la hora de almuerzo, es una forma muy distinta de lo planeado, pero posible en este momento de trabajar igualmente en mi propósito de tener una vida más sana.
Por eso, el tercer paso del balance de mitad de año, será siempre el volver a conectarnos con el “para qué” del largo plazo, es decir con qué valor está detrás de toda acción. Recordemos que tener una vida orientada a valores, hace que trabajar en nosotros mismos sea continuo y nos ofrece una mirada más contextual y gratificante de nuestra realidad.
No se trata de no dar lo mejor de cada uno, ser conformista, de no tener ambiciones o de no proponernos grandes metas, al contrario, se trata de ser muy conscientes que nuestro hacer está vinculado a nuestro ser y que tenemos muchas más chances de lograr grandes cosas y obtener buenos resultados cuando aprendemos a flexibilizarnos que lugar de mantenernos rígidos, compasivos en lugar de exigentes y alentarnos por el camino transcurrido en lugar del castigo por lo por el momento, aún no hemos logrado.
Acerca de Melisa Mirabet: Psicóloga clínica, trabaja desde la psicoterapia cognitivo conductual, docente de Psicopatología en la Universidad de Belgrano. Realizó la Licenciatura en psicología en la Universidad de Belgrano, cuenta con estudio de postgrado en Psicopatología y Psicoterapia Cognitiva por la Universidad Favaloro y actualmente, se encuentra realizando el Doctorado en la Universidad de Salvador.
Es fundadora y directora de SEPSIAT, institución en salud mental. La misma cuenta con un equipo de grandes profesionales, con amplia formación y experiencia; tanto psicólogos como médicos y psiquiatras. Se brinda actualmente atención clínica, talleres, espacios grupales.
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