Pasó un año desde que Amalia de Orange realizó su primer viaje oficial como heredera del trono de los Países Bajos. A lo largo de todo este tiempo, tras adquirir la mayoría de edad, comenzó a empaparse de todo lo que va a tener que asumir desde el momento en el que tome el trono que hoy tiene Guillermo. En los medios la llaman “la princesa que está rompiendo las tradiciones de la monarquía”, y eso tiene que ver en gran parte con el acompañamiento que desde el hogar le han brindado.
Crecer con el peso de saber de que en algún momento va a llegar la oportunidad de sostener la corona no es fácil. Los hijos herederos sienten como se moldea sus vidas desde el minuto cero, algo que no pasa con sus hermanos. Una gran atención se pone sobre ellos, y el caso de la hija de la reina de nacionalidad argentina Máxima Zorreguieta no es la excepción.
Uno de los fragmentos más crudos de la biografía que escribió la comediante Claudia de Breij dice: “Fue como un golpe en la cara, pero a la vez un empujón. Quería ayudar a mis padres, y en lugar de un peso empecé a verlo como un honor”.
Pero sus padres la terminaron ayudando a ella, por lo que el acompañamiento de la familia se volvió fundamental para entender cuál era el proceso por el que iba a tener que pasar a lo largo de su vida para hacerse cargo del palacio algún día.
En diálogo con Revista Gente, el experto en realeza y Ceremonial y Protocolo Rubén de Gavaldá y Castro, “el aporte de la sangre latina marcó en las herederas de la Casa Orange Nassau una característica de unidad familiar y cálido compañerismo entre las hermanas, Catalina Amalia, Alexia y Ariane, algo que otrora en las Casas Reales europeas se daba muy extraordinariamente por cuestiones de recelos, envidias y otras rivalidades”.
“La reina ha demostrado ser la principal instructora de etiqueta y ceremonial para con sus hijas que, sumado a su carisma y espontaneidad, le han brindado una obsequiosidad que le distingue entre otros herederos”, prosigue.
Y, en la misma línea, Soledad Ferrari, una de las autoras de la biografía no autorizada Máxima, una historia real, manifiesta: “Máxima le puede dar un baño de humanidad a una chica que vive en una burbuja desde que nació y que seguirá así hasta el día de su muerte”.
El presente de Amalia y lo que se le viene
Actualmente se encuentra inscripta en la Facultad de Política, Psicología, Derecho y Economía (PPLE) y previamente había asistido a Christelijk Gymnasium Sorghvliet, una escuela en La Haya y se había tomado un año sabático.
“Amalia va a tener que terminar su carrera. En algún punto, es la que tiene la tarea más dura porque creció sabiendo que iba a tener que ser reina. Su presente y futuro estará marcado por los mandatos reales. El entrenamiento que va a tener que hacer va a ser mucho menos duro que el de su mamá que era una plebeya latina que no hablaba el idioma local”, explica Ferrari.
Y suma:“A ella todo el tiempo la están adoctrinando y está empezando a participar activamente de los actos oficiales junto a su papá. Para una adolescente, ser futura reina, es el peor plan del mundo porque se tiene que cuidar de absolutamente todo”.
Mientras tanto, Gavaldá y Castro hace referencia a Alexia, la hermana rebelde de la futura reina y opina que “se llevan entre sí dos años, por lo que una cuota de adolescencia de la segundogénita puede ser detectada y corregida por quien ya pasara tal situación y a la luz de los ejemplos la amenaza sufrida por Amalia es suficiente alarma para que su hermana entienda el peligro de las redes sociales”.