Hace 10 años, un 13 agosto, Máxima Zorreguieta tuvo su primera y más grande prueba como esposa, compañera de vida y nueva reina de los Países Bajos.
Tras la asunción al trono de su esposo Guillermo el 30 de abril de 2013, la trágica muerte de su cuñado, el príncipe Johan Friso, golpeó inesperadamente a la familia real holandesa.
Es que la repentina muerte del hijo del medio de la reina Beatriz de Orange tomó por sorpresa al país. Además de dejar desamparadas a las tres mujeres de su vida, su esposa, Mabel Wisse Smit, y sus hijas, Luana y Zaria.
Países Bajos, de duelo: la muerte del príncipe que dejó todo por amor
El cuñado de Máxima Zorreguieta murió tras permanecer 18 meses en coma luego de quedar sepultado en una avalancha de nieve mientras esquiaba en Austria.
La muerte de un royal que renunció a ser aspirante al trono holandés para casarse con Mabel, una plebeya a la que el Parlamento no aprobaba, conmovió a toda Holanda.
Luego de cuatro días de la desgarradora e inexplicable muerte del príncipe holandés, su madre, Beatriz, presidió la despedida junto a Mabel, sus herederas -quienes tenían 8 y 7 años-, sus hermanos, el rey Guillermo Alejandro y el príncipe Constantino, y sus cuñadas, Máxima y Laurentine.
Las ceremonias de despedida se llevaron a cabo en la Iglesia de Stulp, contigua al cementerio de Lage Vuursche, en un pueblito cercano al castillo de Drakensteyn, en la localidad de Baarn, provincia de Utrecht.
La elección del lugar tuvo un especial motivo: fue allí donde Friso y sus hermanos crecieron y a donde la princesa Beatriz planeó mudarse para descansar tras su abdicación y sentirse, tal vez, más cerca de su hijo.
El funeral de Friso fue una despedida que ocurrió en la más absoluta privacidad. Entre los recuerdos más conmovedores, se destacan las palabras del sacerdote Carel ter Linden para Luana y Zaira: “Recuerden los buenos momentos, los juegos y las búsquedas del tesoro vividas con su padre”.
El rey Guillermo, el príncipe Constantino y algunos amigos de la infancia cargaron el cuerpo de Friso hasta la capilla construida en 1659. La misa fue oficiada por Carel ter Linden, el mismo sacerdote que había casado a Mabel y Friso en 2004.
Los últimos días de Friso antes de su fatídica muerte
Friso murió el lunes 12 de agosto de 2013 por la mañana, en el Palacio de Huis ten Bosch de La Haya. La mayor desgracia de los Orange Nassau había empezado el 17 de febrero de 2012 cuando, como todos los años, esquiaban en Lech, Austria. Friso iba por un sector fuera de pista, cuando se desató una avalancha que lo dejó atrapado durante veinte minutos.
Si bien sobrevivió, quedó inconsciente y en estado de coma. Tras sufrir un daño cerebral muy severo debido a la falta de oxígeno, permaneció un mes internado en Austria. Más tarde lo trasladaron a Londres –pensando en una rehabilitación– y unas semanas después, en marzo y ya sin esperanzas, lo llevaron a La Haya, donde finalmente murió.
Su deceso tomó por sorpresa a la familia real. De hecho, el día anterior Mabel había agradecido normalmente las felicitaciones por su cumpleaños 45. En tanto, Máxima y Guillermo estaban de vacaciones en Grecia –estrenaban una casa en Porto Jeli– y tuvieron que volar de inmediato con sus hijas tras la desgarradora noticia.
El momento del accidente
Aquel viernes 17 de febrero, apenas había pasado el mediodía en los Alpes austríacos. En Litzen-Zugertobel, cerca de la ciudad de Lech, Friso esquiaba fuera de pista con su amigo Florian Moosbrugger, dueño del hotel Gasthaus Post, donde se aloja la familia real cuando visita la ciudad. Según detallaron, las autoridades del centro de esquí emitieron un alerta por avalancha de Nivel 4, en una escala de cinco.
Por la tarde, el comunicado oficial de las autoridades encargadas del caso fue el siguiente: “Su Alteza Real, el príncipe Friso, fue víctima de un alud en la estación de esquí de Lech. Se encuentra en la Unidad de Cuidados Intensivos de un hospital de Innsbruck, en Austria. Según el último parte médico, está estable pero no fuera de peligro”.
Tras la avalancha –de 30 metros de ancho por 40 de largo–, Friso fue encontrado gracias a que llevaba consigo un GPS. Su amigo, en cambio, tenía un airbag antiavalanchas que le salvó la vida y le permitió llamar a los equipos de rescate. No obstante, luego de 20 minutos bajo la nieve sin oxígeno, y un paro cardíaco de 50 minutos, el príncipe fue reanimado y llevado en helicóptero al hospital, a 90 kilómetros de distancia.
A la mañana siguiente, la reina Beatriz, los príncipes Guillermo y Máxima –con sus hijas Amalia, Alexia y Ariane–, el príncipe Constantino y su mujer Laurentien –con su hija Eloísa- y Mabel viajaron a Austria para seguir los estudios de Friso.
Luego de una semana de internación, Wolfgang Koller, jefe de la unidad de cuidados intensivos del hospital, explicó el parte médico: “La resonancia magnética arrojó resultados desalentadores. Teníamos la esperanza de que el frío hubiese protegido el cerebro de Friso, pero desafortunadamente eso no sucedió y el príncipe aún se encuentra en estado de coma y con serio daño cerebral”.
El adiós al príncipe Friso
Máxima, Guillermo y la princesa Beatriz, junto a Mabel y sus dos hijas -Luana y Zaria-, presidieron una ceremonia en su honor. A casi tres meses de su muerte y entierro privado, invitaron a 900 personas para homenajearlo en la iglesia más antigua de Delft. Asistieron desde Kofi Annan hasta Bono. El detalle más resonante de la ceremonia: el vestido de la viuda estaba confeccionado con una manga blanca de su vestido de novia. Una prueba del amor absoluto que se tenían el royal que enfrentó al parlamento holandés, y la plebeya.
"Cuando estés triste, mirá de nuevo en tu corazón y verás que, en verdad, estás llorando por aquello que te ha hecho feliz", Khalil Gibran (1883-1921). La frase del poeta libanés todavía resuena en los corazones de los Orange. Así abría la guía litúrgica de la ceremonia para recordar al príncipe Friso de Orange aquel sábado 2 de noviembre, sólo unos días antes de que se cumplan tres meses de su partida.
Una oportunidad que le debían a muchos que no pudieron participar del entierro íntimo aquel 16 de agosto, del que sólo participaron 80 personas.
La ceremonia para recordarlo fue en la Oude Kerk, la iglesia más antigua de la ciudad de Delft. La elección no resultó azarosa. Fue ahí donde Friso se casó, en 2004, con Mabel, la madre de sus dos hijas –Luana y Zaria–.
El arzobispo anglicano Desmond Tutu, símbolo de la lucha contra el apartheid y Premio Nobel a la Paz, presidió una breve celebración cargada de emotividad.
La historia de amor de Friso y Mabel: todo o nada
Ocurre que Friso acaparó la atención mediática cuando menos quiso. En 2003, su compromiso con la holandesa Mabel Wisse Smit generó controversias. Su novia era cuestionada por un supuesto vínculo de joven con Klaas Bruinsma, un capo de la mafia holandesa que había sido asesinado en 1991.
El Parlamento holandés, el mismo que había objetado al padre de Máxima Zorreguieta, no aprobó el enlace. Mabel siempre alegó que había sido “una relación sin importancia” y Friso, seguro de sí mismo y enamorado, no dudó.
Fiel a sus convicciones, decidió que si el Parlamento no aprobaba una boda real, se casaría de todos modos, renunciando a su derecho de sucesión al trono. Así fue como, en abril de 2004, se juraron amor eterno en la Vieja Iglesia de Delf.
Entonces, Friso pudo seguir llevando el título de príncipe, pero decidió continuar viviendo en Kew, al oeste de Londres, donde podría, además de trabajar -era licenciado en Ingeniería Mecánica, recibido en la Universidad de California-, conservar un perfil bajo. Allí nacieron y crecieron sus dos hijas, las condesas Luana, en 2005, y Zaria, en 2006.
Por otro lado, los años demostraron quién era Mabel realmente. Licenciada en Ciencias Políticas, se fue ganando el cariño de los holandeses por sus tareas filantrópicas en la Fundación de George Soros y después como CEO de la Nelson Mandela’s Global Elders.
Además, Mabel mantiene una excelente relación con sus cuñadas –particularmente con Laurentine, que fue quien la presentó al príncipe– y quiere mucho a su suegra. Los Orange Nassau la adoptaron como a una hija y jamás se hicieron eco de los cuestionamientos del Parlamento.
Una tragedia que se suma a una lista de muertes repentinas de la Corona holandesa
La muerte de Friso suma un nuevo capítulo a la larga foja de tragedias reales en la historia reciente de Países Bajos. Entre los hijos del rey Guillermo III (1817-1890), Guillermo falleció a los 38 años por una enfermedad hepática consecuencia de sus excesos con el alcohol; su hermano Mauricio murió de meningitis a los siete; y otro hermano, Alejandro, quedó paralítico, ya de adulto.
Más cerca en el tiempo, el padre de Friso, Claus, sufrió el mal de Parkinson hasta su muerte, en 2002. Incluso el propio Guillermo Alejandro, el marido de Máxima Zorreguieta, padece el mal de Besnier-Boec, una complicada y rara enfermedad del sistema inmunológico.
Por su parte, como paradoja del destino, la mujer de Friso, Mabel –una Orange por adopción– perdió a su padre a los siete años cuando esquiaba sobre hielo en un lago congelado de Loos-drechtse Plassen, en Países Bajos.
Fotos: archivo Atlántida
Búsqueda de archivo: Mónica Banyik