¿Por qué las fiestas nos movilizan? – GENTE Online
 

¿Por qué las Fiestas nos movilizan?

Un especialista explica por qué estamos tan sensibles en esta época del año y proclives a iniciar peleas y discusiones familiares.
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La proximidad de fin de año provoca muchas reacciones, menos indiferencia. Hasta el más escéptico o el incrédulo  está demostrando que algo, en más o en menos, lo perturba. Naturalmente, entre estas reacciones, existe la espera ansiosa y disfrutable, sobre todo en aquellas familias que tienen en claro cómo es el modo de interacción entre las partes y no existen sorpresas dignas de ser tenidas en cuenta para los siguientes encuentros. Sin embargo, la conciencia de situación y la tolerancia a toda prueba penden de un hilo muy débil. La tradición familiar pesa por sobre todas las cosas e influye en los ánimos de las parejas que tienen que decidir (léase negociar) la asistencia perfecta para no dar lugar a reclamos o quejas de parte de las familias de origen. Muchas veces, la obligación de asistir a estos eventos es más importante que el deseo de participar.

Los hijos tienen voz y voto

Para las parejas que no tienen hijos la decisión de cómo celebrar las fiestas suele ser más sencilla: “Para Navidad, vos andá con tu familia, yo con la mía, después nos encontramos”. "Cuando existen hijos se ponen en juego otras cuestiones que dejan al vínculo de pareja de lado para decidir según parámetros familiares", explica el Doctor Ghedín, psiquiatra y psicoanalista.

"En este caso la opción suele ser “una fiesta con tu familia y la otra con la mía”. Sin embargo, la participación más activa de los pequeños en vida la vida familiar conlleva a tomar decisiones según sus afinidades con los parientes cercanos (abuelos, primos, tíos, etc.) Los hijos, a medida que van creciendo quieren tener “voz y voto” en la decisión de familiar. Y quieren ser escuchados. Muchas veces la buena predisposición para asistir a la reunión de Año Nuevo depende del acuerdo con los hijos. La discusión previa, la cara de malestar de los infantes altera de antemano lo que va venir", asegura el especialista.

"Otro tema son los divorcios y las familias ensambladas tironeadas de un lado y del otro tratando de lograr un grado de equidad para dejar conformes a ambas partes. Frente a este panorama de situación pareciera que la obligación de cumplir, aun con mala cara, esperando que den las doce y huir raudamente, sigue ganando. Cuán difícil se hace decidir pasarla con quien se desea y se quiere", agrega.

Peleas en la mesa de Año Nuevo

"Ya reunidos sobrevienen casi en forma inevitable los temas clásicos de toda mesa de Año Nuevo. Por supuesto que cada temática será juzgada previamente por los demás según quien la desarrolle. No es el tema en cuestión, es la persona que habla. En cada familia se establecen roles que están signados por la participación de cada miembro en el contexto global de la familia. Esos roles son fluctuantes y dependen de cómo ha sido su intervención en el grupo a lo largo del tiempo, más allá de ese momento puntual", asegura Ghedín.

"Están los que quieren ser el centro de atención, los jodones (algunos medidos y otros más osados), los intelectuales, los que se “mandan la parte”, los solitarios, los indiferentes, los hipocondríacos, los amables, los avaros, los fanáticos, los simpáticos, etc. Las contiendas políticas y futbolísticas entrecruzan desde miradas de acuerdo y desacuerdo hasta violencia de palabra hasta de hecho".

"Algunos se preparan antes de asistir repitiendo mentalmente consignas para no confrontar: “si fulano habla de política me callo”; “no le voy a preguntar por el auto nuevo porque se va a mandar la parte”; “si se hace el olvidadizo y no pone la plata del regalo, yo se lo recuerdo”; “tengo que hacer como que el futbol no me interesa”, “si fulano se pone pesado nos vamos” Es habitual que en estas reuniones los hombres y las mujeres formen grupos separados, cada uno con sus temáticas, como si la equidad de género no hubiera llegado a esos espacios", continúa.

"En estas fiestas seguramente surgirán temas asociados al feminismo y a los movimientos de mujeres que denuncia abusos y otras formas de violencia machista, por lo tanto es posible que existan voces a favor y en contra. En estas reuniones de Navidad es muy frecuente que se recreen las estructuras típicas del patriarcado: la mujer que prepara la mesa, lava los platos, cuida de los hijos, mientras los hombres descansan cómodamente o discuten dando por naturalizada esa división de actividades. Tantas cosas suceden en ese corto espacio de tiempo donde pareciera que el tiempo se detiene para mostrar la escena de una película conocida que se repite en miles de hogares", concluye el especialista.

Asesoró: Doctor Walter Ghedín, psiquiatra y psicoanalista

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