Quienes lo conocen lo definen como el mejor de los anfitriones. Y se pudo comprobar. Son las dos de la tarde de un agitado día de semana. En unas horas Mario Massaccesi (57) tiene que salir rumbo a TN para conducir, como todos los días, el noticiero de la tarde. Pero se toma un rato para recibir a Revista GENTE en el corazón de su hogar, ubicado en el barrio porteño de Palermo.
“Pasen, los estaba esperando”, dice entusiasmado. La mesa de la cocina estaba lista. Unas gaseosas, y una mini picada hecha especialmente para la ocasión: huevos rellenos, tostaditas, una manteca saborizada, fiambres, y algunos appetizers más. “Coman chicos, preparamos esto especialmente para ustedes”, agrega.
“A mi me encanta ser anfitrión. En esta casa viví y vivo muchos grandes momentos con amigos. Me encanta ponerla a disposición para encontrarnos, o hasta para que alguno festeje su cumpleaños acá. Disfruto que en cada espacio se genere un punto de encuentro, que la recorran y se vayan sorprendiendo con estos pequeños tesoros que hay acá adentro. Me gusta cocinar, así que siempre hay un buen espacio para compartir maravillosos momentos”, dice mientras que camina por el living y va adentrándose en este, su lugar en el mundo.
El conductor da unos primeros pasos y se dirige de inmediato a lo que puede ser el recuerdo familiar más importante. “Es el escritorio que mi padre tenía en el taller mecánico en donde yo veía algunas de las pocas revistas que podía llegar a tener… ¡ya estaban todas desarmadas! Y arriba puse un imprentero con miniaturas de distintas partes del mundo, con lo cual me convierto en un insoportable porque no paro de buscar un recuerdo en cada destino del Planeta que visito”, detalla.
Estilo memory chic
Mario mira con amor cada uno de los detalles que hay. El que entra por primera vez tiene en verdad la oportunidad de asombrarse metro a metro. Se trata de un verdadero juego visual en el que la apariencia moderna del departamento refaccionado puja -y convive muy bien- con objetos del pasado. Son esos artículos que tuvieron gloria, pasaron al ocaso y alguien les volvió a dar vida.
“A mi casa la armo con muchas cosas recuperadas en el Mercado de Pulgas o en ferias como la de Chacarita. Soy un fanático de los pulgueros, esos que tienen lo bueno, bonito y barato. Con todo eso hay que ser muy creativo. Hay que encontrarle y darle un valor a aquello que se convirtió en una baratija”, cuenta.
“Una de las cosas más locas que compré es este perro. Lo vi en un bar de la avenida Callao y Lavalle… dije: ‘Quiero un galgo’. Estaba tirado, todo de azul. Así que busque ponerle mi estilo para que se adapte a este espacio. Fueron varios días de ponerlo en la bañera para cepillarlo y sacarle la pintura para que vuelva a tener su blanco original. Le quedaron algunas pintitas y eso le da el toque”, recuerda mientras abraza a la estatua de yeso.
Entre risas, cuando se le pregunta cómo define la impronta de la decoración de su casa, dice: “Para mi es el túnel del tiempo”. Con un estilo chic, tonos claros y mucha luz, uno de los grandes trabajos arquitectónicos fue buscar un concepto semi abierto en el que el living es el espacio central que se conecta con el comedor y la habitación que está acompañado por detalles que evocan a la memoria.
El departamento de Mario Massaccesi, un archivo viviente de Revista GENTE
“Me gusta mucho ver como mis amigos, cuando hacemos alguna juntada, se vienen a esta habitación y bucean en alguna revista”, confiesa. En uno de los cuartos sin uso, el archivo aparece como una ola de mar. Allí tiene las ediciones completas de GENTE de los setenta, casi todas las de los ochenta y ya empezó a coleccionar las de los noventa.
“Me convertí en un coleccionista porque desde chiquito veía las revistas en los kioscos y nunca me las pude comprar. Cerca de mi casa, en Río Cuarto, había un kiosco que tenía una vidriera muy grande en donde el diariero colocaba las revistas una al lado de la otra y se podía observar la tapa completa de cada una. La verdad es que no las podíamos comprar, las leía así por encima”, narra mientas se tira en el piso y saca algunos números emblemáticos que encuentra sabiendo de memoria en donde están guardados.
Y sigue: “En el año 2009 padecí una hepatitis que me dejó varios meses en cama. En medio del tiempo libre, me metí en una aplicación y busqué un ejemplar en especial que quería tener. Me di cuenta de que había un mundo en donde la gente las vende, y ahí empecé a comprar. La primera que adquirí fue la que tiene a Úrsula Andress y Graciela Borges con la cobertura titulada ‘la noche del año. Amaba eso aspiracional de la noche, el glamour y las figuras de la farándula. Eso fue como volver a la infancia desde el lugar de la posibilidad. Siempre estamos a tiempo de una infancia feliz, convirtiéndonos en niños con esas cosas que nunca pudimos hacer. Es como un juego para mí”.
-¿Es un gusto caro?
-Antes de contestarte la pregunta te digo que este mundo es una aventura. ¿Por qué? Porque hay revistas que están 50 mil pesos y después te encontras con la misma a mil que capaz está en mejores condiciones. Para mí es una inversión económica, pero pasa por la mente y el corazón. Es completar una historia que desde niño estaba incompleta. Yo quería tener todo esto. Y no es un tener por tener. Yo, entre comillas, gasto estas revistas. Las leo, busco y encuentro tesoros. Las comparto en mis redes, y revivimos el pasado con la gente.
-¿Esta curiosidad que tenías por las revistas desde chico es la que te llevó a elegir al periodismo como profesión?
-La tapa de Mónica Cahen D'Anvers quizás fue el comienzo de mi vida en el periodismo. Yo a ella la seguía y recuerdo esos informes en Uganda, y ella estaba ahí haciendo un relato que me atrapaba en Mónica presenta. Siempre recuerdo esta tapa de la odisea que pasó ella en esa cobertura. Me dije a mi mismo: “Algún día quiero hacer eso. Viajar a la incertidumbre que tiene cada nota y ser parte del periodismo argentino”. Un cachito de todo lo que soñé se está cumpliendo.
-¿Cuál fue la tapa que siempre quisiste tener y te costó conseguir?
-La tapa con la muerte del actor Claudio Levrino. En ese momento se agotó al instante porque generó un gran impacto.
-¿Te pasó algo raro al publicarlas en tus redes?
-Si, muchos familiares de famosos me escriben pidiéndome si tengo alguna foto de su ser querido que ya no está con vida. O hay personas que se reconocen en las fotos y me escriben. Por ejemplo, hay una tapa en donde estaba Raffaella Carrá en la puerta del hotel, es una foto que sacaron en segundos, sin poder correr a las personas que estaban caminando. Justo ahí aparece María Eva Tonini que se presentó para decirme que ella también conservaba la revista. Así que publiqué la tapa de archivo y la señora con su fisonomía actual posando con dicho ejemplar. También una que me guardo es la tapa de la investigación de por qué no llegaron los chocolates a los soldados de Malvinas.
Fotos: Alejandro Carra.
Video: Mailén Ascui.
Retoque digital: Gustavo Ramírez.
Producción: Elizabeth Correa.