"Es súper familiera y amiguera, muy cercana sobre todo a sus hermanos más chicos, pero es de las que promueve la unión entre todos", reconstruye Soledad Ferrari, la autora del libro Una historia real, que cuenta la verdadera historia de Máxima Zorreguieta (52).
"Igualmente siempre hizo una diferencia con sus seis hermanos. Cuando se casó con Guillermo Alejandro, las hermanas mayores se hospedaron fuera del palacio, mientras las menores dentro", puntualiza la escritora y experta en realeza.
Con Martín Zorreguieta Cerruti, por caso, siempre estuvo muy presente: "Tal vez por una cuestión de edad. Hasta lo ayudó a poner uno de sus restaurantes; con las mayores no había esa relación con la plata".
El estilo low cost, su vida en Pergamino y su costado reo y malhablado
"Cuando era chica, Máxima heredaba toda la ropa de las hermanas mayores; eran siete hermanos y se cuidaban con el dinero, no eran millonarios", explica Ferrari. Sin embargo, siempre se movieron en un círculo de elite e "iban a esquiar". Ese estilo low cost, basado en el reciclaje, aún marca a la reina.
Lo cierto es que aunque se codeaban con familias de grandes fortunas, los Zorreguieta era una familia acomodada pero también “un poco venida a menos”. La periodista lo explica así: “Mientras pagaban el Northlands, Máxima llevaba un tupper al colegio".
Otros ejemplos que dan cuenta de su austero estilo de vida, cuenta, tienen que ver con que el padre de Máxima no tenía problemas con tomarse un colectivo, y además “siempre vivieron en el mismo departamento de Recoleta”.
La verdadera personalidad de Máxima
Durante sus escapadas a Pergamino, Provincia de Buenos Aires, donde vivieron los Cerruti, hay una anécdota muy graciosa que surgió en las visitas a la casa de una de sus tías. "A su prima Luciana, le decían Mínima", dispara la biógrafa real.
¿Pero cómo cambió Máxima desde que se convirtiera en reina consorte de los Países Bajos? "Ahora es mucho menos espontánea y habla poco. Está paranoica por todo y siempre es muy mamá, pero antes era una rea, iba al campo y se ensuciaba como todos", recuerda la autora, quien para reconstruir sus historia y secretos entrevistó a allegados y familiares de Máxima.
"La madre puteaba porque Máxima no cuidaba nada, de hecho una vez, el perro le terminó comiendo los aparatos de ortodoncia", señala Ferrari, a quien todas sus fuentes consultadas calificaron a la reina como "mal hablada y con mucho carisma".
Una vez convertida en reina, una de las cosas que más le preocupaban a Máxima eran los operativos de seguridad a la hora de desembarcar en Buenos Aires. "Cada vez que un familiar se acercaba a las hijas, se activaba un alerta roja, incluso estaba estipulado que nadie que no fuera ella o sus niñeras les podía dar de comer", cuenta Ferrari, que aclara: "Eso también valía para la familia de ella".
La fidelidad de Máxima es total cuando se trata de sus viejas amigas del secundario. "Cuando viene a Buenos Aires no se queda en hoteles. De hecho, cuando falleció el papá de una de ellas, de su círculo más íntimo, se internó con ella a acompañarla", detalla la escritora.
La relación de Máxima con sus padres y cómo surgió la relación entre ellos
Mientras se rumorea que María del Carmen Cerruti Carricart podría instalarse en Holanda, Ferrari señala que “es más que probable. Se quedó muy sola en Buenos Aires, porque su familia es de Pergamino, y Martín está viviendo en el sur”.
Por otra parte, no es menor un detalle sobre cómo se conocieron María del Carmen y Jorge Zorreguieta (1928-2017). “Ella era hija de un amigo del padre y terminó trabajando como secretaria de él. Esa relación empezó de forma clandestina, sin contar que él le llevaba 16 años. Como en esa época no existía el divorcio, se casaron en Paraguay”. Él estaba separado de la escritora y filósofa Marta López Gil, con quien había tenido tres hijas, María, Ángeles y Dolores.
El duro golpe del suicidio de Inés Zorreguieta (1984-2018)
“La relación de Máxima con Inés siempre fue de mucha sobreprotección. Aunque vivieron poco tiempo juntas, porque la primera se fue a vivir a New York cuando su hermana era muy chica. Después durante la gestión presidencial de Mauricio Macri, Inés consiguió un trabajo en Panamá, y más tarde sufrió depresión y llegó a estar internada”, rememora Ferrari.
Recordemos que Inés se quitó la vida el 7 de junio de 2018. “Cuando murió la hermana, Máxima visitó un centro de asistencia al suicidio para interiorizarse y ayudar. Además habló de la importancia de la salud mental, revisitando el caso de su protegida. Más allá de esos dichos suyos, la Casa Real no muestra ese tipo de cosas”, puntualiza la periodista.
De su hartazgo por los viajes a su austera vida cuando viene a Buenos Aires
Según fuentes muy cercanas a Ferrari, “Máxima está harta de viajar, sabe que tiene que vivir haciéndolo y que es su trabajo”. Sin embargo, “lo que más disfruta es venir a Buenos Aires en secreto”. En esas escapadas, “se queda a dormir en la casa de las amigas, porque detesta los hoteles”.
La periodista continúa: “Ella es muy feliz durmiendo en un departamento común y corriente, y así como es muy buena amiga, sigue manteniendo su esencia”. Tanto es así que “tuvo una niñera salteña para que sus hijas hablaran castellano en el palacio”.
La argentinidad la lleva a todas partes. De hecho, en Huis Ten Bosch, “hay todo un salón con objetos de nuestro país”. A la par que mantiene el contacto con sus raíces, Máxima “es un ícono holandés por excelencia”.
Y es más que notorio: “Mejoró la imagen de Guillermo Alejandro y parece una holandesa más, porque enseguida aprendió el idioma”. Enseguida Ferrari sentencia: “No hay dudas que Máxima es lo más atractivo que tiene la casa real holandesa”.
Qué es de la vida de los hermanos de Máxima
Algunos dicen que después de Máxima, su hermano Martín Zorreguieta es el "más mediático”. Es dueño de un célebre restaurante en Villa La Angostura que es uno de los destinos favoritos por los turistas holandeses. Además de su pasión por la gastronomía, despunta su gusto por la música: hasta hace un tiempo tocaba la guitarra con su banda, bautizada Papas Bravas.
Su otro hermano varón, Juan, es ingeniero y estudió en la Universidad Católica Argentina, al igual que ella. Estuvo viviendo por algunos años en Viena, y disfruta mucho “el campo y el polo”. Según han contado sus amigos, “cultiva y disfruta del low profile (perfil bajo)”.
Por su parte, María, Ángeles y Dolores, sus tres hermanastras, gozan de su privacidad y le escapan a que las relacionen con Máxima. Mientras que de María se conoce poco y nada sobre su vida, Ángeles se ha destacado como investigadora del CONICET (se formó en bioquímica y biología celular) y Dolores triunfó como artista. Eso sí, esta última ha reconocido que no viene al país “por miedo a la persecución mediática”.
Fotos: archivo Grupo Atlántida
Búsqueda de archivo: Mónica Banyik