¿Quién no escuchó hablar de Las Violetas? La confitería que, estoica, permanece desde 1884 conquistando a sus comensales y visitantes con sus delicias, sus artísticos vitrales, sus arañas de bronce, su inconfundible aroma a café y su cálido ambiente que transporta a una época colmada de elegancia y camaradería.
Este 21 de septiembre de 2023, entre los muebles traídos de París y los mármoles italianos, también se siente un aire de conquista, es que esta primavera, y una vez más, Las Violetas cumple años.
En ciento treinta y nueve años, dentro de sus muros –y también fuera– pasó de todo. Pero hoy nos vamos a concentrar en una serie de hechos que ocurrieron dentro del edificio de estilo art-nouveau que, curiosamente, le debe su nombre a unos canteros con flores violetas que solían decorar su entrada.
Un siglo de orgullosas alegrías
Isidro Montes, un asturiano que trabajó en Las Violetas, contó que en el barrio de Almagro, más específicamente en la esquina de Avenida Belgrano y Medrano, "hubo muchos cumpleaños de 100". "Me acuerdo de uno en especial, con toda gente mayor, en el que se acercó una señora con bastón hasta la caja y nos dijo: 'Yo vine acá porque pasé toda mi infancia y mi juventud en Almagro y hoy cumplo cien años. Quiero que me cobren a mí... que no le cobren a nadie más", recordó aún conmovido por el gesto.
Su descripción recorrió el mundo
Roberto Arlt, el novelista, cuentista, dramaturgo, periodista e inventor argentino, era habitué de Las Violetas, y en uno de sus cuentos incluyó la descripción del local.
“Abona el viaje. Entra al café. Se sienta a una mesa. Mira en redor. Está bajo un plafón de yeso con filetes dorados, que soportan frías columnas jónicas, de mármol jaspeado con motas de oro y ceniza y mostaza. Un friso de espejos ciñe la pared artesonada de cuadros de cedro. Cada espejo es un embudo rectangular de encendidos cristales escalonados”, compartió en Noche terrible.
Hace solo trece meses...
Matt Damon cruzó el umbral de la confitería acompañado por su esposa, la salteña Luciana Barroso, y sus hijas, Isabella, Gia y Stella. El famoso actor de Hollywood no se encontraba trabajando, sino que estaba disfrutando, y uno de sus objetivos en Buenos Aires fue tomar un té tan sabroso como inolvidable.
Según reveló Fernando Arredondo, encargado del local, luego de degustar un suntuoso té, el actor no tuvo problemas en posar sonriente junto a otros clientes que lo reconocieron. Además, saludó a los miembros del personal y recibió un inesperado regalo: un vino Las Violetas Malbec, hecho especialmente para la confitería por Bodega Arístides, que el actor agradeció exclamando un “Muchas gracias” en perfecto español.
El origen de una dulzura
El uruguayo Irineo Leguisamo fue uno de los mejores jockey de todos los tiempos. Corrió desde los 13 hasta los 70 años, y fue muy amigo de Carlos Gardel y Palito Ortega.
Justamente, era con ellos que visitaba el espacio gastronómico que hoy cumple años. Fue en una de sus visitas que originó el "postre Leguizamo".
La historia la cuenta Pablo Alvez, el maestro pastelero de la casa: "En una de sus visitas a Las Violetas, Irineo le pidió al pastelero de ese entonces un postre especial que tuviera en su preparación hojaldre, dulce de leche, castañas y almendras. Atendiendo el pedido de 'El Pulpo' –así lo llamaban– creó el postre".
Si bien el jockey falleció en 1985, su postre –creado en 1931– aún hoy sigue siendo de los más vendidos. Pero ya no es 100% igual: antes las almendras se ponían crudas y ahora se tuestan. Eso sí, la presentación es casi la misma, porque es un producto clásico de la casa.
¿Más imaginación para saborerar? "El postre Leguizamo lleva en su preparación hojaldres, merengue francés –que es un merengue seco–, almendras tostadas, un sambayón a base de crema inglesa. La unión de todos estos ingredientes hacen de Leguizamo un postre exquisito y delicado", confiesa el maestro pastelero.
De película
Las Violetas tiene una conexión especial con el mundo del cine, ya que fue escenario de cuatro piezas fundamentales del cine argentino: La Maffia (1972), con Alfredo Alcón y José Slavin, Qué es el otoño (1977), con Alfredo Alcón y Dora Baret, Los amores de Laurita (1986), con Victor Laplace y Alicia Zanca y Sol de otoño (1996), con Norma Aleandro y Federico Luppi.
Historias, como terrones de azúcar
- Luciano Correa, uno de los mozos que trabajó durante veinte años en la confitería, recordó que Jorge Guinzburg era uno de los mejores clientes: "Él venía y se sentaba en su mesa a escribir los libros de lo que hacía en el diario. Era una persona buenísima".
- El juez Norberto Mario Oyarbide también era cliente. "A él no le gustaba el ruido cuando se destapaba la botella de champagne, pero se sentaba y pedía champagne con canapés. Los mozos ya sabíamos que no teníamos que hacer 'sonar' el corcho cerca porque se enojaba".
- En sus últimos años y cuando todavía disfrutaba de tomarse un trago solo, el bandoneonista, compositor y director de orquesta Aníbal Troilo se sentaba en una mesa pegada a la ventana y se tomaba entre dos y tres vasos de whisky. En el invierno, llevaba siempre un tapado de paño largo, que dejaba en la silla de al lado. Una tarde, vio una persona pidiendo dinero afuera; se levantó, agarró el tapado y se lo regaló, sin palabra de por medio.
- Desde diciembre de 2022, en el cartel nomenclador de la esquina de Rivadavia y Medrano dice "Esquina Las Violetas".
Fotos: Gentileza Las Violetas
Agradecemos a Diego Zuccari y Caro Montes