“El sur de la Argentina es mi lugar en el mundo”. Juliana Awada (50) se refiere a su refugio en Villa La Angostura donde, asegura, “todo es mágico”. El encanto de compartir en familia se funde en sobremesas eternas, ahí donde se detiene el tiempo y prueba en primera persona los beneficios de ponerle un freno a la vorágine.
Pero, ¿qué es la famosa “vida lenta”, o slow life? Se refiere a una filosofía o estilo de vida que contempla aquellas prácticas que ayudan a combatir el estrés y la ansiedad y vivir de manera más consciente y disfrutar más de la vida. Tendencia a la que la esposa de Mauricio Macri y madre de Antonia y Valentina se plegó hace rato.
Algunas de las claves de la “vida lenta” que la exprimera dama de la Nación pone en práctica son disfrutar de las pequeñas cosas, practicar la autorreflexión, valorar el bienestar emocional por sobre la productividad y el consumo desmedido. Pero, además, llevar una vida sostenible, cultivar su huerta y no generar desperdicios.
El bienestar de lo simple
"A medida que vamos creciendo, nos alejamos cada vez más del suelo guiados por la fortaleza de estas raíces que nos constituyen. Atravesamos distintas experiencias, heredamos valores que, a través de nuestras palabras y acciones, es probable que luego veamos reflejado en nuestros hijos, sobrinos o nietos”, reflexiona Awada en su libro Raíces, el camino a una vida simple auténtica y natural.
Ese espíritu, asegura, se lo debe a su mamá, Pomi: “Siempre fue curiosa y nunca pierde las ganas de superarse. Hoy, con más de 80 años sigue trabajando todos los días. Crió con entrega y dulzura a sus cinco hijos, se ocupó de la empresa familiar y pasó por momentos complicados de salud cuando tuvo cáncer de mama pero, incluso frente a la adversidad, nos enseñó a honrar la vida. Crecí con el ejemplo de una madre luchadora, que va para adelante, y espero poder brindarles esa misma energía a mis hijas".
En su búsqueda personal, Juliana se convenció de que el primer paso para acercarse al bienestar era "frenar un poco y escucharnos. Detenernos en los detalles que tantas veces quedan como telón de fondo en ese ida y vuelta". Por eso, comparte desde su experiencia cómo es posible alcanzar un bienestar sostenible.
“Alcanzar un bienestar sostenible implica modificar algunos hábitos, pero también estar muy atentos para escuchar las señales de nuestro cuerpo sin subestimarlas", comparte en su primer libro, que revisitamos en busca de su camino de aprendizaje.
"Cuando dejé de dar por sentados algunos malestares crónicos, como distensión abdominal, dolor de cabeza, anemia, menstruaciones abundantes, y decidí prestar atención a lo que sucedía al consumir cierto tipo de alimentos para entender qué efecto tenían en mi organismo”, explica Juliana.
A partir de descubrir su intolerancia al gluten, sin llegar a la celiaquía, “e intestino permeable”, Awada hizo un profundo cambio de hábitos que la ayudaron a sentirse mejor.
Los hábitos saludables de Juliana Awada
1. Ayuno nocturno
“Una de las sugerencias que me dio mi nutricionista fue mantener las horas necesarias de ayuno nocturno para darle al cuerpo tiempo de reposo digestivo. El ayuno nocturno ideal es al menos de doce o trece horas", asegura.
Y sugiere: "La mejor manera de hacerlo es tratar de cenar temprano (no picar una vez terminado el momento de la cena) y desayunar más tarde. Durante esas horas podamos podemos tomar café, té de hierbas y mate pero sin leches ni endulzantes”.
2. Un tip que no falla al levantarse
“Lo primero que suelo hacer cuando me levanto es preparar el agua con limón. Abro la ventana para renovar el aire, a veces pongo música tranquila y me quedo cinco o diez minutos contemplando, respirando en silencio”, revela.
Continúa: “Incorporar agua tibia con limón a la mañana ayuda a preparar el cuerpo para todo el día. Por la mañana, medio vaso de esta infusión sola o con jengibre es una buena manera de aumentar las defensas y eliminar las toxinas”
Por último, detalla, trata de esperar media hora entre el agua con limón y cualquier otra infusión, incluso con el jugo de apio en ayunas “para darle tiempo al cuerpo”.
3. Las bondades de los jugos verdes
“El jugo verde es uno de mis favoritos. Está lleno de vitaminas y minerales, es antioxidante, perfecto para sumar energía a la mañana. Preparo todos los jugos en una juguera de prensado en frío que transforma la fruta en líquido y aprovecha sus nutrientes”, señala.
“Lo ideal no es tomar siempre el mismo porque cada verdura o fruta tiene sus propiedades. Se trata de encontrar el equilibrio: no es que todos los días tengamos que tomar jugo de apio o agua con limón. No se trata de extremos, sino de una visión equilibrada y sostenible de la alimentación”, agrega.
Uno de sus favoritos es el jugo de apio: "Una infusión con muchas propiedades curativas que preparo sin ningún agregado. Consumirlo en ayunas tiene efectos beneficiosos sobre la salud de la piel, ayuda a tener una mejor digestión y es antiinflamatorio”
Además, explica, "desintoxica el cuerpo, fortalece el sistema inmune y estimula la circulación, entre otras virtudes".
4. Un buen mate
Dentro de las rutinas de Juliana Awada, como la de la mayoría de los argentinos, “el momento del mate es único”. En su caso, es una costumbre que le transmitió su papá (Abraham Awada, fallecido en 2012): “Hoy para mí tiene un valor sentimental porque me recuerda a él”.
Además de los beneficios digestivos de la infusión, que cuenta toma hace años, destaca su versión preferida: “Un mix especial al que le agrego manzanilla –calmante y digestiva–, coco rallado, polen para sumar un toque dulzón, y menta, que aporta frescura”.
5. Consumir leches vegetales
Como descubrió a partir de algunos estudios que tiene intolerancia a la lactosa, Awada comenzó a consumir leches vegetales: “En casa me gusta hacer leche de almendras para el café o cualquier otra infusión, pero hoy se comercializan distintas variedades”.
A continuación, la fórmula que usa para preparar la leche de almendras. “Remojar entre seis y ocho horas una taza de almendras: las colamos en un bowl con cuatro tazas de agua filtrada o mineral. Luego de colarlas, las llevamos a la licuadroa y agregamos un poco de agua mineral o de filtro”, comienza.
E indica: “Si queremos endulzar, podemos agregar un dátil. Licuamos bien, y al finalizar llevamos todo el líquido a un lienzo o una bolsa de tela. La guardamos en un frasco en la heladera”.
6.Matcha latte, una infusión antioxidante
Tal como recupera Awada en su libro, “el matcha es un poderoso antioxidante que fortalece el sistema inmunológico y que se volvió popular en Japón cuando un monje budista zen viajó a China y descubrió que ayudaba a mejorar la meditación porque mantenía la mente concentrada. Luego comenzaron a consumirlo los samuráis y en el sigo XV surgió el ritual japonés de la ceremonia del té”.
“A diferencia de los tés en hebras, el matcha tiene sus hojas molidas en forma de un polvo muy fino. Antes de consumirlo hay que batirlo con agua para activar sus beneficios, ya que sus compuestos están mucho más concentrados”, amplía la también diseñadora.
Para prepararlo de la manera tradicional, sugiere, “colocamos el polvo en un bowl grande y le agregamos agua caliente. Emulsionamos con un chasen (batidor de bambú) hasta que logremos una consistencia uniforme y veamos espuma en la superficie”. Y concluye: “Para hacer el latte, agregamos leche”.
7. El cuerpo en movimiento
“Llevar una vida activa de acuerdo a la rutina de cada uno es positivo para nuestro cuerpo y para nuestra mente. Nos ayuda a generar una sensación de bienestar general, liberamos endorfinas”, dice Awada, a quien siempre le gustaron los deportes. Una pasión que le transmitió su padre, aficionado al golf.
¿Qué actividades practica? Tenis con amigas, natación (“Son cuarenta minutos en silencio con uno mismo”), gimnasia y yoga, que lo practica una vez por semana. Según asegura es una disciplina que la invita a “conectarme con mi interior”.
8. Skincare y rutina de autocuidado
Awada precisa que hay cuidados básicos que todos conocemos, como el descanso, consumir mucha agua, y la alimentación, “aunque todo comienza por dentro”. Según cuenta, empezó a cuidarse la piel con más conciencia, pero “cuanto más joven uno comienza a prestarle atención y dedicarle un poco de tiempo, mas beneficios trae”.
Su rutina se compone de los siguientes pasos: se lava la cara con algún gel o jabón de limpieza, después aplica crema hidratante y protector solar (“sí o sí; lo llevo siempre en la cartera para retocarlo de manera regular”), y un bálsamo labial.
Al acostarse, se retira el maquillaje. Aunque no se haya puesto ningún producto, insiste, “limpio la piel”. Además, dos veces por semana se hace una exfoliación y utiliza “alguna máscara hidratante o nutritiva”.
Parte de su estilo queda a la vista: “Casi no me maquillo, no uso anillos, cadenas ni aros”. Asegura que la clave es priorizar la comodidad, y que “como mucho, suelo usar corrector, crema con color y rímel. Pero cuanto más natural estoy, mejor me siento”.
Otras de sus rutinas favoritas son los baños de inmersión: “Elijo música tranquila, lleno la bañera, sumo alguna esencia y me quedo unos minutos en silencio, respirando”.
Además, subraya, ama jugar con los aromas y las esencias. Sándalo y melisa son de sus preferidas. Otro tanto le pasa con la lavanda, fragancia con la que rocía la almohada antes de acostarse “para ayudar a la relajación y la conciliación del sueño”.
La huerta en la que cultiva Juliana Awada: “Amor a la tierra”
“Es sumamente gratificante cosechar lo que uno siembra, y consumirlo es una alegría enorme. La huerta es pura energía, nos renueva y nos invita a conectarnos con nuestra vida interior”, explica. Como sabemos, su huerta es uno de sus lugares en el mundo. Y producir los alimentos le abre la posibilidad de ir un paso más allá en la búsqueda del bienestar.
Cuando era chica, su hermana más grande vivía en una quinta en Ingeniero Maschwitz: esa fue la primera vez que tuvo contacto con una huerta. “También había gallinas que daban huevos frescos y cocinábamos en el horno de barro”, rememora.
Esos recuerdos, que sigue teniéndolos muy presentes, hace que quiera pasarles esa experiencia a sus hijas Antonia y Valentina. ¿Cómo comenzó con su huerta? “Primero empecé con dos cajones que armé en el jardín de la quinta de Los Abrojos: ahora tengo muchos más”.
En un comienzo, lo hizo con algunas aromáticas, para luego sumar lechuga, rúcula, acelga y espinaca. “Hoy también cultivo rabanitos, zanahorias, tomate cuando es la época y algunas otras verduras de estación”.
Una cosa que adora es tener cerca macetas con hierbas para usarlas frescas en sus preparados. A su cosecha, en el último tiempo también sumó distintos frutales: limoneros, naranjo, higuera y ciruelo. Además armó su propio gallinero y hasta un invernadero, uno de sus verdaderos refugios.
Allí prepara plantines, guarda todas las herramientas del jardín y le gusta armar arreglos florales. Y es una disciplina que también le hereda a sus hijas. “La huerta es una actividad familiar que permite inculcarles a los más chicos el valor de la tierra y todo lo que proviene de ella”, sostiene.
Al hecho de llevar una vida saludable, asegura, es importante sumarle coherencia: “Estar en consonancia con la naturaleza”. Por eso, en su casa siguen “la regla de las tres R (reducir, reciclar, reutilizar) y tratamos de incorporar mejores hábitos: no usamos bolsas de plástico, sumamos una compostera para generar abono y reducir los residuos orgánicos, devolviéndolos al suelo”. Por último, enumera: “También reutilizamos envases”.
Pasos para “hacer tu huerta desde cero”, según Juliana Awada
¿Qué hay que tener en cuenta para hacer nuestra propia huerta?
- Definir el espacio
“La llegada de la luz es muy importante al momento de elegir dónde vamos a ubicar la huerta, fundamentalmente porque es un factor que no podemos alterar. Por eso, conocer cómo y cuándo llega el sol a los distintos rincones nos ayudará a determinar el lugar más conveniente. También la incidencia del viento, temperaturas y humedad”.
- Preparar el suelo
“Antes de sembrar, necesitamos aflojar la tierra para evitar que se compacte y contar con un suelo bien nutrido: incorporar abonos y mantener su materia orgánica para ayudar a aumentar la retención de agua. En esta instancia, y durante el mantenimiento de nuestra huerta, compostar es una muy buena opción para generar abono natural”.
- Elegir los cultivos
“Será una decisión en función del espacio disponible, las condiciones y, fundamentalmente, lo que nos gusta en base a nuestra alimentación. Al momento de plantar las semillas es importante tener en cuenta qué especies se puede asociar para contribuir a su mejor desarrollo y optimizar el espacio”.
- El riego adecuado
“No todas las especies precisan la misma cantidad de humedad de forma constante. Existen múltiples sistemas de riego que se adaptan a cada necesidad. Si el espacio lo permite, el riego por goteo es una opción que ayuda a una distribución lenta y uniforme del agua. En mi caso tengo este sistema, y además uso la regadera de mano o la manguera, especialmente en verano”.
Una receta con vegetales salidos de su huerta: alcauciles, grillados o en ensaladas
“Hacia el final del invierno y el inicio de la primavera es la época de esta flor de la cocina mediterránea que llegó a nuestro país gracias a la influencia italiana. Crecen sobre un tallo grueso, y la sustancia que les otorga ese sabor amargo tan particular es la cynarina. Elegirlos y limpiarlos son dos tareas que requieren precisión: es preferible seleccionar los ejemplares medianos o chicos, con hojas cerradas y firmes. Si el alcaucil está blando, está pasado”, explica.
Ingredientes:
Alcauciles (cantidad a gusto según los comensales)
Sal y pimienta
Romero
Aceite de coco
A continuación, y en sus palabras, la preparación:
Lo primero que tenemos que hacer para limpiarlo es retirar las hojas externas hasta que veamos aparecer su interior más amarillento: la base del corazón. Luego, sobre una tabla, hacemos un corte desde la línea amarilla hacia arriba, para retirar todas las hojas duras que resten. De esa forma quedará expuesta una zona más blanca, cuyo centro presenta pequeños “pelitos” que se esconden debajo de unos pétalos color violáceo. Hay que retirarlos ahuecando con una cuchara para que el centro quede vacío.
Del tallo solo vamos a dejar la extensión de un puño aproximadamente, y a continuación con un cuchillo iremos pelando en forma vertical su parte externa y la base del corazón que aún puede tener restos de hojas. Así nos queda listo para cocinar.
Hervimos los alcauciles enteros hasta que estén apenas blandos. Dejamos enfriar y los cortamos al medio. Calentamos una sartén con aceite a fuego medio y cocinamos los alcauciles de ambos lados hasta que estén dorados, con unas ramitas de romero. Condimentamos con sal marina y pimienta negra recién molida.
Una vez grillados, se pueden incorporar a una ensalada. Necesitamos que estén a temperatura ambiente, los cortamos a la mitad y les agregamos un poquito de rúcula y queso parmesano. Condimentamos con sal, oliva y pimienta a gusto. Y voilá.
Fotos: gentileza Penguin Random House