“Sólo tenía un defecto: era perfecta”, escribió Truman Capote (1924-1984) acerca de Bárbara Cushing Mortimer Paley (1915-1978). “Babe” (tal como la apodaban) fue una de las mujeres más icónicas de la alta sociedad neoyorkina que en los 40’s se convirtió en un referente de estilo.
Con sofisticación, vistió etiquetas como Valentino o Givenchy, y como editora de Vogue se catapultó como pionera a la hora de influir a otras mujeres. Es por eso que muchos la consideran como la primera influencer de Estados Unidos.
Con su selecto grupo de amigas, Babe conformó un clan inaccesible al que el autor de Sangre Fría traicionó luego de ganarse su amistad. Es que, rápidamente, después de convertirse en fiel oído de sus miserias, pasó de confidente a enemigo.
Aunque no utilizó sus verdaderos nombres, Capote no dudó en ventilar todos sus secretos en un anticipo de Plegarias atendidas, publicado en Esquire. Allí hasta osó revelar la infidelidad de William S. Paley, fundador de la cadena televisiva CBS y esposo de Babe, su “cisne” predilecto.
La historia de esa traición, que eyectó al escritor del jetset y lo sumió en un espiral autodestructivo, quedó retratada en la segunda entrega de la serie de Ryan Murphy, FEUD: Capote vs. The Swans (Star+), donde Naomi Watts encarna a la célebre editora de Vogue.
La ficción, basada en el libro Capote’s Women: A True Story of Love, Betrayal, and a Swan Song for an Era (de Laurence Leamer), retoma el intrigante vínculo del amigo de Marilyn Monroe con aquel grupo de mujeres “con talento para enamorar millonarios”.
A continuación, todos los detalles de la asombrosa vida de Babe Paley, la “primera influencer”.
De sus orígenes a su presentación en sociedad
A la vieja usanza y como toda socialité, Babe (nacida el 5 de julio de 1915 en Boston, Massachusetts) fue presentada en sociedad durante un baile. Fue en 1934. Tenía 18 años, y a partir de ese evento, la elite neoyorkina no paró de hablar de ella.
Enceguecidos por el porte y elegancia de la hija de un importante neurocirujano, hubo admiradores que llegaron a hacer pública la devoción sobre su belleza: “Es tan grande que no importa cuántas veces la vea, cada vez es la primera vez”.
Los matrimonios de Babe Paley: de un publicitario a un ejecutivo televisivo con quien fue “la esposa trofeo”
El 21 de septiembre de 1940, cuando ya llevaba dos años como editora en Vogue, se casó con Stanley Grafton Mortimer Jr, un ejecutivo publicitario. Fruto de esa relación, se convirtió en madre de Tony y Amanda. El matrimonio duró seis años.
Se divorció del padre de sus hijos el 29 de mayo de 1946. Como parte del acuerdo, cobró 40 mil dólares como concepto del cuidado de los pequeños. Babe alimentó a buena parte de la alta sociedad con sus chismes. Pero ella fue responsable.
Mientras avanzaban los trámites de divorcio, Babe comenzó a salir con William S. Paley, fundador de Columbia Broadcasting System (CBS). El magnate de medios venía de separarse de su esposa, Dorothy Hart Hearst, ya que la encontraba “demasiado problemática”.
La fastuosa boda de Babe y Bill se celebró en julio de 1947. Por ese entonces nadie logró pasar por alto la diferencia de edad de los protagonistas. Bárbara tenía 32 años, mientras “Bill” tenía 45. Juntos se convirtieron en padres de Kate y Billie.
Cómo vestirse a lo Babe Paley, según sus propias palabras
Como verdadera IT girl de la época, durante su paso por Vogue (desde 1938 a 1947) se convirtió en ícono de estilo. En tiempos de guerra, la moda estadounidense tenía sus limitaciones (determinadas por la Ley L-85) destinadas a preservar materiales para el ejército.
Por eso, los dobladillos y los cinturones no podían tener más de cinco centímetros de ancho, estaban prohibidas las capuchas ornamentales, las bufandas y elementos decorativos. No se podía usar más que un bolsillo.
A la hora de dar rastros sobre su estilo, la trendsetter que se hizo famosa por atar pañuelos de Hermès a sus carteras se definió así: “La tradición es mi gusto”. De todos modos, comulgaba con un estilo negligé: “El aspecto de estar vestida de forma demasiado deliberada, con todo cuidadosamente combinado, siempre me aburre”.
¿Qué era lo que más amaba de la Alta Costura? En sus propias palabras: “Me gusta la artesanía tradicional de la Alta Costura, la artesanía que equivale a arte. Me gusta ver telas hermosas (satén de seda, linos transparentes, shantungs de papel) cuidadosamente diseñadas, trabajadas y proporcionadas. En la ropa, no busco sólo la línea y el movimiento, sino también las costuras delicadas, los forros bonitos y la integridad de los detalles. Me gusta la delgadez arbitraria de las modas L-85: su simplicidad básica y estrecha admite una infinita riqueza de mano de obra”.
Según explicó, el color era su debilidad. “Me gusta el rojo vivo de la rosa de la Exposición de Flores que florece en mi boina de algodón a cuadros blancos y negros. Me gusta el sombrero de noche vertiginoso, con su brillante extensión de rosas de color rosa y hojas de terciopelo verde”, contaba la referente de estilo, que además amaba el “blanco diáfano para cenar con amigos en casa”.
Las claves del código de vestimenta de Babe
¿Los detalles favoritos para construir a la chica más mirada de New York? Lo explicaba así: “Me gustan los zapatos sencillos, cerrados y de líneas rectas. Me gustan los bolsos enormes, hechos con la hermosa precisión de la talabartería inglesa. Me gustan los guantes conservadores, aunque a veces los hago confeccionar con materiales especiales. Me gustan las blusas hechas con todo el cuidado de un ajuar Worth de 1890. Me gustan los trajes no demasiado austeros, pero, en la gran tradición francesa, femeninos y salpicados de detalles sutiles”.
Además, nada de joyas importantes (aunque tenía su súper colección): “Prefiero las piezas pequeñas e ingeniosas. Me atraen mucho más que cualquier cosa grande y moderna”. De sus pulseras (su favorita era una cuerda de oro), amaba llevar colgados un corazón con diamantes, una turquesa y un reloj en forma de escarabajo.
El accidente fatal en el que se quedó sin dientes, pero no le impidió convertirse en ícono
Ya era parte del staff de Vogue cuando Babe sufrió un grave accidente automovilístico. Corría 1934. Volvía de una fiesta en Long Island junto a su novio cuando el impacto le produjo que perdiera los dientes delanteros. El “cisne” debió someterse a una larguísima cirugía dental que también incluyó la reconstrucción de la mandíbula.
Cuentan que las secuelas habían sido tan terribles que, siempre coqueta, cada vez que recibía visitas en su casa, prefería cubrir los moretones de su rostro con un pañuelo de gasa. Tras tantas habladurías de cómo quedaría, su sonrisa postiza, aseguran sus colegas de la publicación, “hacía que su sonrisa fuera aún más hermosa”.
De la traición de Capote a su duro final
La gran traición por la que Babe jamás le volvió a hablar a Capote quedó consumada en un artículo de Esquire de 1965, titulado La Côte Basque. Allí el escritor relató, con otros nombres, cómo entre cócteles, su marido (el magnate de los medios) le había sido infiel con la esposa de un gobernador.
Lo reveló a partir de íntimas conversaciones con una mujer de alta sociedad que le contaba su miserable vida. Enseguida todos relacionaron las anécdotas con Babe. En el adelanto de Plegarias atendidas, ella no tardó en reconocerse en el personaje de Cleo Dillon, a quien Capote describió como “la criatura más hermosa del mundo”.
Los problemas entre Babe y Bill no fueron pocos: además de las múltiples infidelidades, estuvieron más de una década sin intimar. Tanto es así, que las amigas de ellas decían que era “asexual”.
En 1974, antes de que cumpliera 60 años, a la mimada del jetset neoyorkino que fumaba dos paquetes de cigarrillos diarios le diagnosticaron cáncer de pulmón. Falleció el 6 de julio de 1978.
Pero cómo debía ser su funeral ya lo tenía todo digitado. Dejó por escrito qué comida y qué vino se serviría en el almuerzo y además especificó cómo se tenían que repartir sus pertenencias entre sus familiares y amigos. En la vida del “cisne” nada que tuviera que ver con el estilo podía quedar bajo el influjo del azar.