Mika y Katrina parecen una. Mientras maquillan a su mamá adoptiva, la impecable perra gris que parece sacada de un concurso de belleza está sentada inalterable. Saluda a cada una de las personas que entra con una rápida ojeada y sigue firme junto a la rescatista. Es un vínculo no tan largo: hace un año aproximadamente que se conocieron. Suficiente tiempo para que cada una afectara de manera significativa la vida de la otra.
Después del maquillaje y el peinado y de jugar a convertirse en otro tipo de mujer, con vestidos de gala y tacos, llegan las fotos. Como si hubiera nacido para los flashes, Katrina posa junto a su dueña. Incluso se anima a meterse debajo del vestido, a pararse, a darle besos cara con cara, y a seguir las indicaciones obedientemente. Parece una especialista en eso de posar para las cámaras. Al igual que Mika quien, en un principio, sintió que ese estilo no era del todo para ella hasta que se vio y quedó encantada con la propuesta.
Katrina no ladra, ni gruñe, solo mueve la cola y se deja acariciar. Pero esa Katrina no es la que Mika rescató. "Estaba muerta en vida, como si le hubieran robado el alma", recuerda en diálogo con Revista Gente. Y suma: "Me costó muchos meses sacarla. Estuvo internada con parvovirus, tuvo moquillo y también sarna y erliquia".
Mikaela Prada, conocida como Mika Rescatista de Animales, es toda una influencer en redes sociales: tiene 456 mil seguidores en Instagram, un programa en el canal de streaming de Telefe y una serie en National Geographic. Por eso recibe muchos mensajes de gente que le da coordenadas de animales que necesitan ser rescatados. Eso pasó con Katrina, que tenía otro nombre que prefiere no compartir. Una vecina del Riachuelo la llamó para contarle que habían dejado a una perrita en el agua para matarla. En esa oportunidad, la vecina la había rescatado pero le avisaba que podía volver a pasar. La segunda vez que la contactó: no lo dudó, Mika fue directo al Riachuelo a sacar a la perra de ahí. Había tenido cachorros, estaban todos enfermos y no pudo salvarlos. Pero la historia de la perra gris fue diferente.
"Era una mujer que maltrataba animales, drogadicta y con una situación familiar complicada, gente pesada con cuchillo. No cuidaba ni a su hija de 5 años, mirá si iba a cuidar a la perra", relata mientras Katrina elige echarse a su lado. En el momento en que llegó a rescatarla, la perra estaba en un estado deplorable. "Le caían los mocos verdes, tenía un olor a podrido horrible. Estaba tan lastimada que estaba como inconsciente y ya no sentía nada. Estaba ida". Lo que siguió fueron meses de tratamientos, una mujer llamada Carolina y un susto.
Katrina estuvo en un hogar en tránsito porque no podía compartir espacio con otros perros. Mika tenía 7 más en casa. Carolina ("el ángel que la ayudó") y Mika se turnaban para llevar a la perra al veterinario. Le ponían suero, porque estaba deshidratada, le daban vitaminas. "Hubo un momento en que parecía que no salía (cuenta Mika). Ya no comía y los estudios le daban mal. Necesitaba medicamentos. Hubo que dejarla internada y aislada. ´Si se salva, me la llevo a casa´, dije. Siempre pensando en darla en adopción más adelante".
Pero... la vida tenía planeado otro desenlace y, después de que Katrina le demostrara a Mika un amor incondicional cuando eligió meterse con ella adentro de su casa en llamas para rescatar a los gatos, la relación entre ellas se volvió indestructible. "Cuando vi el amor que me tenía y que estaba dispuesta a dar la vida por mí, me di cuenta de que se tenía que quedar conmigo", dice la productora audiovisual que se imagina a los 70 años en una chacra rodeada de animales rescatados.
-¿Cómo fueron esos primeros meses de Katrina en tu casa?
-Pasaron dos o tres meses y se puso mucho mejor. Me costó mucho, no quería que la toquen, veía a un hombre y le tenía terror, se escondía. De a poco la fuimos socializando. No sabía jugar, te pegaba con el hocico, no sabía morder, no sabía nada. Fue empezar de menos de cero porque tenías que sacarle el miedo. Sociabilizarla era difícil pero mis bebés que son mis asistentes de 4 patas, que me ayudan cuando tengo un caso difícil con un animal... me ayudaron. Se empezó a poner bien, la famosa era ella, quién no me la pedía para adoptar.
-¿Por qué la querías dar en adopción?
-Era tan hermosa que iba a tener una familia. Yo prefiero guardar lugar para un perrito que quizá no tenga una oportunidad, un cieguito, uno que no camina. De hecho, dos de mis perras tienen discapacidades. Guardo ese lugar porque sé que es muy raro que quieran adoptar un perro con alguna patología.
-¿Y qué te hizo cambiar de opinión?
-Un día me desperté a las 4 de la mañana. Me sentía rara, como que no podía respirar. Me fui a la cocina a buscar un vaso de agua y escuché que caminaban en el techo. Se despertaron todas las perras. Cuando me pasan cosas muy fuertes no atino al miedo sino a reaccionar, cerré la persiana porque dije: "Acá me van a robar". Agarré el teléfono y vi a los bomberos. Salí a la puerta del pasillo y escuché un golpe fuerte. Me querían tirar la puerta abajo. Mi puerta era blindada, me acerqué y me dijeron: "Hay que evacuarla, se está prendiendo fuego abajo". Se me secó la boca, nunca me pasó. Le dije: "Escuchame, tengo que agarrar a mis hijas". "¿Cuántas son?", me preguntó. "8..", contesté. "¿8?", me gritó el policía, y le expliqué que eran perritas.
-¿Y qué pasó?
-Le dije que no me iba a ir sin ellas. Me iba a quedar. Le pedí que me asegurara que salíamos todas, sino no le abría. En un momento así te das cuenta que es lo que más te importa en la vida. Podría haber agarrado la caja fuerte, plata... me puse las zapatillas, el celular, y lo primero que atiné, porque me estaba por morir, fue pensar en los animales. No tenía pretales, ni correas. Abrí el auto y fui metiendo a todas los perras. La última era ella, pero tenía que entrar de nuevo y agarrar a los gatos y meterlos en los tachos de basura gigantes, no podía ponerlos a todos en el auto.
-¿Y entonces?
-Le puse el pretal a Katrina, se la di a un policía y cerré la puerta. Era consciente de que abajo estaba todo en llamas, se prendieron fuego 6 autos. Katrina mordió al policía, se sacó el pretal, empujó la puerta blindada y entró conmigo. No se podía respirar del humo. Sentí como que me dijo: "Me voy con vos, te pasa algo, me quedo con vos, pero no te voy a dejar". No lo hizo ninguna por mí, creo que nadie lo hace, salvo los padres. Fue tan fuerte ese momento, yo subiendo la escalera y ver cómo ella hizo todo eso. Subió conmigo y dije: "No la puedo dar en adopción". Es mi vida, daba la vida por mí. Es loco, ella sabía lo que estaba pasando, no le importó nada, quería estar conmigo.
-¿Se volvió tu preferida?
-Un poco sí. Pensé: "No voy a tener a alguien que me ame como ella". "La puedo tener súper bien y con todo lo que se merece". Por eso me ama tanto y yo la amo tanto, porque yo la salvé y ella también me salvó a mí.
Mika y sus rescates más emblemáticos: de la señora que comía gatos a la acumuladora
Mika viene de una familia en la que le enseñaron el amor por los animales. Vivió gran parte de su infancia con sus abuelos y su madre y entre: gallinas, pollitos, tortugas, conejos, perros y gatos. Su amor por los animales la llevó a realizar hazañas desde niña y hoy intenta contagiar a los demás, también a tener una alimentación vegana. "Te estás comiendo seres a los que matan de maneras crueles", sostiene.
Según cuenta, cuando llegaba del colegio se trepaba a los árboles con la mochila llena de alimento balanceado para darles de comer a los gatos de los vecinos.
Fue en esos primeros años cuando se dio cuenta de que su camino y el de rescatar animales estarían siempre unidos. Recuerda que tenía unos 8 años cuando su mamá paró el auto en medio de la calle para ayudar a una perrita que estaba rodeada de perros. "Estaba en celo y a veces hay violación porque la perra no quiere y los perros la montan igual. Mi mamá bajó del auto como una leona, agarró un palo y la sacó de ahí. Me dijo que me quedara en el auto, pero fui con ella y la ayudé. Era una perrita negra chiquita que adoptamos, Cindy".
Y asegura que a partir de ahí comenzó una campaña con los vecinos para concientizar. "Había muchos perros en la calle y no había tantas castraciones. Entonces agarré una latita y, con la supervisión de un mayor, les pedía plata a los vecinos. Les decía que estaba juntando dinero para castrar a todos los perros. Nunca llegábamos, lo demás lo ponía mi familia. Pero sentí el propósito y también eso que me enseñaron de tener que ganarme las cosas", cuenta y asegura que lo único que le importaba eran los animales.
-¿Cuál fue el rescate que más te impactó?
-El peor que me acuerdo fue una acumuladora que tenía más de 70 perros en la casa. Todavía me acuerdo del olor y asco, vos ibas entrando y veías a los perros muertos. Cuando son tantos se ponen como violentos porque tienen hambre, están desesperados, están enfermos. Se comían entre ellos. La señora era una jubilada de 75 años que hablabas y no le podías decir nada, porque estaba mal de la cabeza. Te decía que los perros estaban bien, no era consciente de cómo tenía a los animales.
-¿Fuiste sola?
-Cuando es así trabajamos con un montón de organizaciones y cada uno se lleva una cantidad de animales a diferentes refugios y se vacía la casa. El patio era un basural, juntaba basura de lo que te puedas imaginar. Allanamiento, policía, veterinarios, full, camionetas y camionetas sacando perros y gatos. Hubo una peor ahora que me acuerdo.
-¿Cuál fue?
-Fue en Cañitas, hace 7 años. Me llamaron unas proteccionistas diciéndome que había que sacar unos gatos de un departamento, porque a la señora la habían tenido que internar porque tenía esquizofrenia. Pudimos entrar porque el encargado nos dejó, estaba clausurado el departamento. Una puerta rota, una banda que decía "clausurado", entrabas y se te pegaban las zapatillas porque la mujer había prendido fuego el departamento. Tenía una parrilla, de las que tienen rueditas, cocinaba los gatos en la parrilla. Fui con mi mejor amigo y vomitó del olor a descomposición que había. Todo el departamento quemado, olor a podrido. Le encontraron un gato muerto adentro de su cuerpo a la señora, le hicieron una radiografía y tenía todos los huesos del gato en el estómago. Había una mugre... hasta gatos congelados.
-¿Cuántos gatos había?
-14. Eran leones, habían sacado varios. Me llamaron para sacar a los que quedaban. Fui con guantes, dije: "No los voy a dejar". Uno se metió en el aire acondicionado en el balcón. Me trepé y quedé colgada intentando bajar el gato, en el piso 9. Otro se metió en el agujero del ascensor, me metí adentro. Fueron como 7 horas, las rescatistas no se animaban. Me llamaron y cuando llegué me miraban de arriba a abajo porque estaba limpia. Seguro pensaron: "Esta no va a rescatar nada". Si te ven sucio sos un buen rescatista. Hay prejuicios. Yo rescato como estoy. Tengo mi propia marca de ropa, que es cómoda para rescatar.
-¿Sentís que hay algún patrón entre la gente que maltrata animales?
-Creo que no va por el tema económico, esto lo hace gente con temas mentales. La señora vivía con el nieto que también era esquizofrénico. No podían vivir solos, ella terminó internada en el Fernández, no sé qué pasó. Esto fue en las Cañitas. No era consciente seguramente de que se comía los gatos.
-¿Y en lugares marginales?
-Las personas que no tienen educación ven la vida de otra forma, se divierten matando con balines a los animales. La mayoría de las personas que maltrata animales, que viola animales o que les pega... siempre tiene una situación familiar... Un abuso con una mujer... una nena, una sobrina o le pega a la mujer. Si empiezan con animales terminan con personas.
-¿Hay estudios que sostienen esto?
-Esto está científicamente comprobado, te lo dicen abogados, psicólogos. El Estado se tiene que hacer cargo de esto. Tiene que ayudar a la gente. Porque vos rescatás a los animales y esa gente sigue en la calle. El maltratador va a seguir maltratando. Hay gente que sabe lo que hace, está mal, y necesita ayuda. Pero nosotros no nos podemos hacer cargo de todo. Por eso se necesitan leyes, educación en los colegios. Yo voy ad honorem a hablarle a los chicos de los animales y la naturaleza. La idea es que se haga una ley para que en todos los colegios haya una materia de educación ambiental.
"Yo no gano plata rescatando animales, invierto el 70% de mis ingresos en ayudarlos"
Mika aclara en varias oportunidades que su trabajo no es rescatar animales, que eso lo hace porque es su misión. Ella es productora audiovisual, hace contenidos para empresas, tiene un estudio de grabación y trabaja haciendo marketing y estrategia de ventas para marcas. "Rescatando animales no gano un peso", dice. Y cuenta: "Necesito trabajar para poder solventar todos los gastos. Además de mis perros, de todos los animales que rescato... Una cirugía, un cólico de un caballo, te sale 1 millón de pesos. Pago todo. Jamás pedí un peso para ninguna causa mía".
Según sostiene todo lo hace ad honorem y la mayor parte de sus ganancias van a parar a los animales. "Hago hasta donde puedo: gano 100 y puedo poner 50, lo hago. No voy a hacer más si no puedo, soy muy responsable con los gastos", explica y agrega: "Está lleno de proteccionistas y activistas que piden para hacer hospitales veterinarios, castraciones, para trasladar animales y son ladrones. Estoy cansada de esa gente porque se abusa de las personas porque saben que todos tenemos corazón noble y queremos ayudar a los animales y viven de eso. Para mí es lo peor que hay".
-¿Cuántos animales rescatás por mes?
-En una semana capaz rescato 60, y en otra nada. Ahora tengo 69 perros para dar en adopción en lugares de tránsito y guarderías. Me hago cargo de todo: la veterinaria, los estudios, el alimento balanceado... eso me genera un gasto muy grande. Espero que salga alguno para que entre otro.
-¿Los veterinarios no se solidarizan?
-Los veterinarios quizá no te cobran la consulta, pero la internación y todo sí, porque los insumos los tienen que pagar y hoy, como está todo, peor. Por eso te digo: agarro lo que puedo. El humano tiene una capacidad que hay que medir. Hay que centrarse y ver a dónde ponemos. Si rescato a mansalva y los tiro por cualquier lado, tampoco le estoy haciendo bien al animal. Yo estudio mucho, pienso, conozco muchos lugares, me ocupo. Lo hago prolijo, se lo merecen.
-¿Cuántos animales hay en situación de calle?
-En Argentina, hay 22 millones de animales, entre refugios y situación de calle. Entre perros y gatos. Es un estimativo que se saca por la cantidad de toneladas que venden las empresas de alimento balanceado.
-¿Por qué tenés solo perras mujeres?
-Porque el género femenino siempre la pasa peor. Duermo con todas, Katrina se enrosca para donde me mueva. A Lili, que no camina, la llevo a upa. Se llevan súper bien, son tan sabios los animales, ellos te dicen hasta acá, se manifiestan con sus intenciones. Si les prestás atención se hacen entender.
-También rescataste otros animales.
-Rescato de todo, tengo un caballo macho. Es rescatado de las carreras, era un campeón de salto, vivía al lado de la chacra de una amiga mía y estaba encerrado en un cuartito ínfimo, donde hacía todo, nadie lo sacaba. El dueño no estaba nunca y lo había castigado porque decía que no quería saltar. Mi amiga pasó con la hija que cuando vio el estado del caballo se puso a llorar. Andrews la besaba, la buscaba. Me llamaron a mí y fui. Me costó que confíe en mí, yo no monto, estoy en contra de la monta y de que los domen, tienen que estar libres en el campo. Ellos nos acompañaron en todo, nos ayudaron a ganar guerras. Es momento de ver que no son una herramienta de trabajo: el caballo no quiere jugar al polo ni correr una carrera.
-¿Qué es lo que más te gusta de los animales?
-Lo que me gusta de los animales es su honestidad, que son desinteresados e incondicionales. Las personas somos condicionales, los animales, no. Ellos te aman siendo viejo, joven, con plata, sin plata, siendo linda, fea, pobre... no les interesa, no diferencian. Lo que más quieren es tu amor, por eso los elijo toda mi vida a todos.
-¿Cómo te imaginás a los 70 años?
-A los 70 me imagino viviendo en una chacra con diferentes animales rescatados. Tengo mi proyecto de tener mi fundación a futuro para ser soporte y ayudar a otros refugios, no tenerlo propio. Hay que ayudar con lo que está hecho. Me veo potenciando lo que está armado.
-¿Con hijos?
-No quiero hijos porque ya tengo, son ellas y Andrews. Cuando tenés una vida de servicio, más que seguir procreando en este mundo que cada día está más perdido... mejor ayudar a la gente que necesita. Esto va para peor y traer una vida a un mundo tan miserable por nuestra misma especie que lo está arruinando: los incendios, la capa de ozono, a nadie le importa nada del otro. Es un tema que tengo recontra cerrado de toda la vida, no tengo la necesidad, ni ganas, mi objetivo es otro. De, última, si me arrepiento, adopto.
-Pasaste de tener tus redes, a un programa en Telefe, ¿cómo te sentís?
-Estoy recontenta porque a mí me costó mucho, a mí nadie me regaló nada, no me acosté con nadie. Todo lo que hice, lo hice sola, me costó muchísimo llegar a donde estoy. Te dicen: "Estás en la tele". No, lo que yo quiero con esto es conseguir castraciones masivas en todo el país, que se acepte la ley de la reforma de los animales y poder concientizar a todo el mundo. Lo mío no es una tapa de una revista. Me encanta, es un regalo hermoso para el alma. Pero cuando me dicen: "Llegaste". ¿A dónde llegué? Lo veo distinto, quizá por la educación que tuve.
-¿A dónde querés llegar?
-Yo me pongo feliz cuando rescato a un animal y está en esa situación vulnerable como Katrina. Si logro salvarlo siento un agradecimiento y un amor adentro que es incomparable. Quiero contagiar el respeto, no el fanatismo. Cuando rescatás animales conoces muchísima gente que está en situación de calle y que a veces no tienen para comer. Yo he sacado gente de la calle y le he conseguido trabajo y techo y hoy están en su casa con su perro y su trabajo.
-¿Sentís que tu misión es ayudar?
-Soy creyente desde chica, no soy de ninguna religión. Mis padres me enseñaron a tener fe. Lo digo con mucho orgullo: creo que Dios me pone en el lugar, nada en mi vida es casualidad. Todo es por algo. Cuando nos sos del mundo y sos creyente, tu vida pasa por otro lado: pasa por encontrarle a todo un propósito y en ayudar al otro desinteresadamente. No pensás en lo material, pensás en la energía limpia y en dar y llevar la palabra de Dios a todos lados. Todo lo que hago lo veo como la finalidad de llegar a más gente para lograr una acción concreta de ayudar a los animales de todas las especies. Uso las redes sociales y los medios para ayudar a los animales y al mismo tiempo a la gente, para que se despierte. Lo hago desde hace mucho tiempo y tengo muy buenos resultados porque mucha gente ha cambiado.
-¿En qué ves que haya cambiado?
-Hay gente que me cuenta que cada vez que sale lleva bidones de agua para poner en bandejas para los perritos de la calle. Son pequeños detalles que, quizá, como uno tiene todo, no se da cuenta. Pero en verano los perros se mueren de sed. Hacen 45 grados de calor, el asfalto está hirviendo y ponerle agua fresca a un perro o un gato que está en situación de calle les cambia la vida. Hay que concientizar para ayudar a los seres más sanos, sensibles y vulnerables porque recordamos que los humanos nos podemos defender, pero ellos no porque la manera de comunicarse es distinta.
Fotos: Diego García @fotos_diego
Retoque: Gustavo Ramírez
Estilismo: Ale García @alegarcia360
Arte: Darío Alvarellos
Maquillaje y peinado: Gise Demarchi Ludin @giseludin_makeup
Agradecemos a @adot.azevedo @saiachofficial @lachicadelosstiletos @vanetosini