La primera vez que Eli escuchó hablar de ovodonación acababa de recibir una noticia perturbadora. No solo no habían podido formar ni un solo embrión con los pocos óvulos que habían podido extraerle sino que todo parecía indicar que eran de mala calidad. No tenía ni 35 años y, según había escuchado, antes de esa edad la fertilidad solía ser medianamente alta. Mientras sonaban como ecos las palabras que decía la especialista ella veía cómo su deseo de ser mamá se volvía brumoso.
"Me sentía que no servía, que estaba fallada. Habíamos intentando de forma natural durante años y nos encontramos con esa respuesta. Encima en plena pandemia. Primero me enojé con la médica, me pareció una exagerada, que no hacía falta ir por ese camino tan rápido, que quería volver a intentar. Lo descartamos pero hubo una mínima presentación del tema", cuenta Eli a Revista GENTE.
La ovodonación, explica la Dra Aldana Torno (MN 125.312), ginecóloga especialista en fertilidad (Samer) y médica de staff de Procrearte, es un tratamiento de fertilización in vitro en el que la mujer que desea un embarazo y, por diferentes causas, no puede lograrlo con sus propios óvulos recibe un embrión formado con óvulos donados de otra mujer.
Habían pasado 5 años desde que Eli y Tincho habían empezado a buscar y era el primer intento de tratamiento de fertilización in vitro que hacían. Cambiaron de centro y equipo médico y otra vez: estimulación hormonal con inyecciones, ecografías para ver cómo evolucionaban los óvulos y extracción... El resultado fue casi el mismo: no lograron formar ni un solo embrión que llegara al día 5 (tiempo que necesita para estar maduro para la transferencia al útero). "Fue como un duelo", dice. Y la palabra ovodonación volvió a sonar pero esta vez con más fuerza.
"Segunda vez, segundo centro, segundo equipo médico que te dice que, por la edad, la baja reserva ovárica y la calidad de los óvulos, teníamos más chances si íbamos por la ovodonación. Lo pensamos un poquito más y le dimos un poco más de entidad. Y ahí lo que estuvo bueno es que ellos tienen un equipo con psicólogos, nos hicieron una entrevista, nos presentaron el tema y nos hablaron de la epigenética. Para mí el tema era como un doble duelo: no estoy pudiendo quedar embarazada de forma natural y ni siquiera sirven los óvulos que tengo. Es como sí estuviera totalmente fallada, porque lo poco que tengo no funciona", recuerda Eli.
"Si bien la ovodonación es mas frecuente en mayores de 42-44 años (aclara Torno), también se recomienda en mujeres mas jóvenes que han entrado en menopausia precozmente, en mujeres con baja reserva ovárica, o que han hecho varios tratamientos con óvulos propios sin éxito, así como también en mujeres con alguna enfermedad genética para evitar la transmisión a la descendencia".
Qué es el duelo genético y la epigenética
La reacción al escuchar la palabra no es fácil. De alguna manera la mujer tiene que asumir que ese hijo que tanto desea no va a compartir con ella su ADN, aunque sí va a estar a su lado desde casi el minuto cero. "Lo que me pasaba al principio era pensar que no iba a tener nada mío, ni un gen... Pero está bueno que tenga de tu pareja", dice Eli, quien se sumergió en una búsqueda interna que incluyó terapia, constelaciones familiares, biodecodifación y muchas charlas que antes solían ser tabú con su pareja.
La médica especialista asegura que mientras que algunos aceptan rápido la posibilidad para mejorar las chances, hay otros que valoran mucho la carga genética. Ahí surge el duelo genético. "Es el miedo, la tristeza, la ansiedad, las reacciones emocionales que le surgen a la mayoría de las mujeres/parejas que deben renunciar a transmitir a sus hijos/as su propia carga genética", cuenta. Y suma: "En algún momento del proceso se logra elaborar que el vínculo madre/padre-hijo se construye más allá de los lazos genéticos".
La palabra epigenética llegó a los oídos de Eli y fue algo que la ayudó a decidirse. "Más allá de los genes y del óvulo que tienen al momento de formarse los embriones hay todo un proceso durante el embarazo que los bebés van tomando cosas de la mamá. No es que no tiene nada tuyo. Se sigue aportando información al bebé durante el embarazo. No va a salir con rasgos tuyos, pero sí gestos: la forma de reírse, de mirar. Eso me levantó un poco el ánimo, me hizo investigar un poco el tema", cuenta.
La Dra. Torno da más detalles sobre la epigenética: "Son mecanismos químicos que cambian la forma en que se expresan los genes de un individuo. Del ADN que traerá del óvulo donado y del espermatozoide se verá afectado por factores maternos que harán que algunos genes se activen y se expresen (se manifiesten) y otros se inactiven y no sean expresados".
Y agrega: "En la mujer embarazada, el útero es el primer entorno para el bebé, y su estilo de vida antes y durante el embarazo, como la alimentación, el alcohol, el tabaco, el ejercicio físico, ciertos contaminantes y fármacos, el estrés, tendrá impacto. Por eso, las mujeres embarazadas mediante ovodonación tienen un papel clave en el desarrollo genético de su futuro hijo, ya que, si se hubiera desarrollado en otro útero, sería completamente diferente".
El 50% de las mujeres logra quedar embarazada por ovodonación
Según el Registro Argentino de Fertilización Asistida (RAFA) se realizan cerca de 4.000 casos anuales de ovodonación en la Argentina, casi un cuarto de los procedimientos totales realizados. Es el tratamiento con mayor éxito, llega a tasas de éxito del 50%. Torno detalla: "Con óvulos propios varía de acuerdo a la edad de la mujer, entre 35% a los 30 años, al 5% o menos en mujeres de 43 años en adelante".
La edad de la mujer gestante no es una limitante: hasta los 50 años se puede realizar, inclusive puede llevarse a cabo en mujeres con menopausia. Aunque, claro, a mayor edad aumenta el riesgo obstétrico y pueden surgir complicaciones como la preeclampsia, la diabetes gestacional y la prematurez.
Al escuchar las estadísticas y hablar con otras mujeres que realizaron el procedimiento, la mente de las parejas se expande e incorpora esta opción como una alternativa real.
Eli hizo un proceso interno, junto a su psicóloga, y asumió que más allá de que iba a ser un óvulo de afuera, un embrión que no se había iniciado por ella, ni iba a tener su ADN, sí iba a vivir a través de ella. "Crece en mi panza, con mi sangre, con mi placenta. Mi miedo era decir: `Mirá si después no lo siento como propio´. No sabía si me iba a afectar la relación que iba a tener con ella, pero la verdad es que nada que ver. Lo sentís re propio desde el momento cero", dice hoy con Valen en brazos.
A la decisión le sigue la acción: papeles, formularios donde se da información de las características físicas de los futuros padres, encontrar el centro que cubra la prepaga (se trata de un tratamiento gratuito en Argentina, por la ley de Reproducción Asistida 26.862), y dar con la donante, o que haya óvulos en el banco de reserva de óvulos.
"Lo que hacen (relata Eli) es matchear tus características con la de los óvulos que tienen y esos son los que eligen para darte a vos. Pero en el proceso no sabés de quién son".
Las donantes anónimas y la solidaridad
En los inicios de la fertilización in vitro, explica Torno, la ovodonacion consistía en utilizar óvulos sobrantes de pacientes que se sometían a su propio tratamiento y decidían donarlos. De a poco, hace unos 20 años, se fue instalando el concepto de donante de óvulos como lo entendemos hoy, y definiendo los criterios de selección y los estudios de las candidatas a donar sus óvulos.
Era un concepto solidario: en lugar de descartarlos se donaban. Hoy se abrió un universo, y existen bancos con donantes anónimas que a cambio de una remuneración donan sus óvulos. "Las donantes son mujeres de menos de 32 años, sanas, evaluadas mediante múltiples estudios para maximizar el éxito y reducir riesgos", detalla Torno. A veces el problema son los tiempos de espera: encontrar una donante compatible puede costar algunos meses. También, cuenta Eli, que se puede abonar un plus y se autorizan más óvulos (por obra social son 5 los óvulos disponibles, pero pagando una diferencia podés tener hasta 10).
Eli y Tincho decidieron avanzar y luego de unos meses apareció la donante. "Nunca supe quién era, sé que les pagan y que era un rango de edad hasta 25. Emparejaron los ciclos con pastillas y el día que le sacaron los óvulos a ella fuimos a la clínica con la muestra de Tincho para que hicieran la fertilización, ahí los congelaron. Esperamos 2 o 3 días y nos dijeron que habían salido 3, y programamos la transferencia para mí", relata Eli quien reconoce que la parte invasiva se la llevó la donante. "Lo único que tuve que hacer fue tomar pastillas y después nada más. Fui el día de la transferencia del embrión que estaba formado", agrega.
El proceso es cómo una fertilización in vitro: se transfiere en el útero con una sondita el embrión. "Es como una revisación con especulo y una sondita por la que hacen un disparo y ubican al embrión justo en el útero. No tenés ni sedación ni nada. Te hacen ecografías para ver cómo está el útero, la pared del útero tiene que tener cierto grosor para aceptar el embrión, eso sí", cuenta Eli.
Con lo que coincide Torno: "La ovodonacion es el tratamiento menos invasivo, más seguro y efectivo". También dice que es legal la donación no anónima de alguna hermana, prima o amiga.
En cambio la extracción de óvulos se hace con una agujita que va chupando cada folículo. Hay sedación y una camarita. Dicen que es dolorosa por las inyecciones y que las hormonas generan síntomas: desde hinchazón a un síndrome premenstrual.
Para Eli el parecido físico no era un tema. Lo que sí le generaba cierto resquemor es lo que traía consigo ese óvulo. "Me pegó por el lado de qué bagaje familiar trae esa persona porque yo también estaba en paralelo haciendo constelaciones familiares y biodecodificación. Pensé: ´Este óvulo viene de algún lado que tiene todo un quilombo familiar que no conozco y ella va a nacer con algo que no sé qué trae´. Me pegó por ese lado más místico", confiesa.
"Se siente propio desde el minuto cero"
Eli y Tincho estuvieron dentro del rango de parejas en que la cosa funcionó: el embrión prendió en el primer intento y hace cuatro meses son padres de Valen. A los pocos días se hicieron el examen de la hormona beta y les dio positivo. Miraron los resultados juntos y a la distancia, en una videollamada. Ya no parecía brumoso el camino de la maternidad.
"En el primer control nos hicieron escuchar el corazón y fue refuerte, ahí ya lo sentís propio, te olvidás de dónde viene el óvulo, está en tu panza, la semillita no importa de dónde salió, desde el minuto cero de vida está con vos, entonces pierde importancia el resto", recuerda Eli.
Y suma: "Es un camino re viable, todo el embarazo está con vos, la lactancia. Desde el minuto cero ese embrión que te transfirieron, más allá de que no fue a partir de un óvulo tuyo, si vos no estuvieras cuidándolo no tendría vida, porque estaría congelado. Vive gracias a vos, inició gracias a un óvulo que no es tuyo pero vive y está creciendo gracias a vos porque está en tu panza y sos vos la que le está dando de comer, está con tu cordón, evoluciona porque lo estás alimentando".
Más allá de haber pensando en la adopción, lo que la motivó a ir por este camino fue atravesar el embarazo. "Tenía esa fantasía, esa ilusión de estar embarazada. Fue hermoso, re lindo, extraño la panza. Tenía miedo de cómo iba a ser la lactancia, tenía dudas, de que no fluyera, pero re bien. Nació por cesárea pero viví el trabajo de parto".
Una de las dudas que surge en esta cuestión es qué pasa con la mirada del otro. Mientras que algunas parejas eligen mantener la información puertas adentro, otras no tienen problema en contarlo. Algo que sí le generó dudas a Eli fue cuando tuvo que informarlo en el registro civil. No sabía la razón y averigüó que cualquier nacimiento por tratamiento de fertilización tiene que ser informado. Aunque no es algo que después se lea en el documento ni en la partida de nacimiento.
"No es un tema que saco a la luz pero no es algo tabú. Obviamente se lo voy a contar a ella cuando sea más grande porque me parece que está bueno que lo sepa", dice Eli quien piensa a futuro en esos dos embriones congelados que quedaron y en un posible hermanito.
Con los ojos chinitos y con Valen en sus brazos, Eli se emociona: "Costó llegar pero llegamos. Estoy cansada pero contenta. Toda la maternidad está buena, es mucho más cansadora de lo que había pensado, pero estoy feliz. Me pasa que a veces me río cuando me dicen que es igual a mí, yo por adentro digo: ´¿Qué va a ser igual a mí?´."