Querer transmitir lo que se vive en el carnaval de Aruba es como pretender que un perfume se sienta a través de la imagen de la pantalla del televisor. Eso, en parte, es el famoso “efecto Aruba” del cual tan orgullosos se sienten los isleños, que deja una huella que trasciende la visita a ese exclusivo destino turístico. Algo tan indescriptible que es necesario vivir desde adentro para evidenciar su magnitud.
Y hay que decir que esto se siente desde el minuto uno cuando uno pone el primer pie en tierra luego de bajarse del avión: las patentes de los autos llevan la leyenda “One happy island (una isla feliz)”, que muestra la antesala de que uno está arribando a un destino mágico.
El carnaval se instaló desde 1954 cuando comenzó como una festividad callejera y al año siguiente se celebró el primer carnaval público con la coronación de la primera reina. Las propuestas fueron perfeccionándose con el paso del tiempo y, en el marco de su setenta aniversario, se puede decir que es una verdadera marca registrada.
Revista GENTE viajó más de cinco mil kilómetros para vivir desde su corazón este fenómeno que paraliza a la isla y conocer las historias de quienes vienen siendo protagonistas en los últimos años por su entrega y compromiso con esta movida que ya es un clásico.
Al ser consultados, los isleños definen a los tiempos de carnaval como un espacio de encuentro que honra a la cultura local. Pertenencia, felicidad, sonrisa, familia y celebración son los conceptos que más predominaron en las charlas con los principales referentes.
Calypso, Tumba, Soca, Steelpan, Brassband y Roadmarch son los principales géneros caribeños que dominan la escena y que muestran, en algunos casos, mensajes de resistencia y lenguas criollas.
Una de las que se dejó cautivar fue la propia Máxima Zorreguieta que, el año pasado, se volvió viral al entregarse a las danzas en el festival Bon Bini que se realizó allí. La sangre latina de la reina quedó de manifiesta en su máximo esplendor cuando se sumó a una comparsa en el marco de una gira por el caribe que realizó junto a Guillermo para presentar oficialmente a Amalia como la heredera del trono de los Países Bajos.
Las familias de Aruba unida por el carnaval
Adentrarse en este mundo es literalmente meterse en el corazón de cada arubiano. Es que este sentimiento indescriptible se pone de manifiesto por las acciones que para ellos son habituales. Gilliany Oduber -es reina, al igual que su hermana y mamá- y es una de las tantas que refleja esta pasión que le quiere comunicar al mundo al recibir a Gente en su hogar.
Trabajar en el armado del carnaval es una tarea que prácticamente se lleva a cabo a lo largo de todo el año, teniendo en cuenta la preparación previa y la participación durante enero y febrero en las comparsas. “Para esto, nosotros trabajamos durante meses. Este año, dos semanas antes de terminar, ya estábamos empezando a evaluar lo que vamos a hacer la temporada que viene”, detalla.
Seguramente si se le pregunta a quienes estén leyendo esta nota si estuvieran dispuestos a sacrificar sus vacaciones por alguna actividad extracurricular, el grueso daría un rotundo no como respuesta. Pero justamente este no es el caso. “Mis únicas dos semanas de vacaciones del año me las pedí para terminar de trabajar en el carro y el vestuario”, agrega orgullosa.
“Todos los años hacemos estos proyectos creativos con la familia”, introduce. El garaje, el living y la cocina se transforma en estas épocas en un taller en el que ponen a punto la carroza y los outfits. “Empezamos a trabajar el 1 de enero. Todos los años buscamos engrandecer la cultura local. Toda mi vida participé de esta fiesta y ahora es el tiempo de mi hijo, para que también pueda vivirlo. Hijos, primos, sobrinos, todos somos parte”, destaca.
El carnaval, un sentimiento nacional
Queeney tiene 36 años y, como el grueso de los carnavalistas, hizo sus primeras participaciones desde muy chica. “Toda mi familia estuvo vinculada en el carnaval. La esencia está marcada porque es el momento del año en el que todo mundo tiene una meta en común. Gente distinta, que muchas veces no está de acuerdo, se une y sale un orgullo nacional indescriptible”, explica.
“Puede haber un director de banco, una maestra o una enfermera. Todos son libres. Uno se puede mostrar sexy y nadie te va a condenar. Saben que sos mamá, pero lo que impera es la libertad. Es un momento en el que soy lo que quiero ser sin que me importe la mirada ajena”, completa.
Ella en sus inicios formó un grupo con 150 carnavalistas y ahora ya son más de 400. “Quiero mantenerlo así, pequeño. Que sea una comunidad en donde todos se conocen y esté bien organizado”, destaca.
Y se detiene sobre un tema que preocupa a la comunidad: “Yo me recuerdo debutando a los tres años con mis primos. Cada vez que bailábamos íbamos en un grupo para la reina. Era algo normal en nuestra infancia y no quiero que se pierda. Cuando una generación tenga más interés por ver el carnaval como espectador que por ser parte de él, entrás en un problema porque a futuro te vas a quedar sin carnavalistas”.
Su equipo está compuesto por voluntarios que van desde costureras hasta profesionales de las redes sociales para poder reflejar en contenido audiovisual todo el trabajo realizado.
“Con los años aprendí a delegar porque una sola persona no puede hacer todo. Hay que confiar en que cada uno puede hacer las cosas. Todos son voluntarios que, al mismo tiempo, tienen otras responsabilidades laborales”, reconoce.
“La preparación para llegar a las presentaciones son todo un estrés, pero uno tiene que hacerlo divertido. Con este fin de semana que fue el último, ya arrancamos el año preparando el que viene. Empezamos a comprar las telas, las plumas porque hace casi dos semanas que tuvimos una reunión con el objetivo de generar las ideas de la temática nueva”, afirma.
“Buscamos transmitir alegría”
Richard Tattoo Quant representa desde hace más de treinta años a Aruba en el exterior, siendo uno de los principales referentes de la música isleña. Alcanzó su popularidad en 1988 cuando se presentó en el concurso de Calypso en Antillas que se realizó en St. Maarten. Y a lo largo de todas estas décadas vio como el género musical carnavalesco cambió y se aggiornó, aceptándolo a pesar de mantener una mirada crítica.
“Con el paso de los años hay muchos cambios en los vestuarios y en las canciones. Ahora se metió mucho el techno, que hizo que el carnaval llegue a un grupo de gente que no le gustaba. Esto terminó involucrando más gente. Yo soy un poco más conservador, pero no puedo negar cómo colabora esta apertura en ampliar la cantidad de personas que se suman”, reconoce.
Para él, el carnaval es toda una ceremonia que si no se vive desde adentro no puede vivirse como espectador: “Si algún año no participo, no puedo acercarme a la parada para verlo como espectador. No me sale. Me cuesta mucho hacer eso. Me quedo en casa y pongo alguna película con tal de no sintonizar la transmisión porque me duele no estar”.
Uno de los puntos principales es poder transmitir alegría a través de la canciones. Y hay que decir que tanto Tattoo como el resto de los artistas que le ponen su voz a las letras logran que el cuerpo adquiera un movimiento especial y empiece a danzar por sí solo.
“Es bonito que, cuando estoy cantando, la gente que está en los costados pide sacarse una foto. Es una motivación. Todos los años digo que es el último en el que voy a participar, pero tengo una hija que es cantante que me dice que soy su ídolo y que cómo voy a dejar de participar. Me rompe el corazón y no le puedo fallar. Así que seguiré siendo parte de esto hasta que me de el alma”, valora.
Fotos: Michael Salazar, Erika Hincapie, Jonathan Petit, Carlos Delgado y gentileza Aruba Tourism Authority.
Video: Cinthya Castaño.
Edición de video: Martina Cretella y Ramiro Palais.
Agradecemos especialmente a Soledad LLadó, Amayra Boekhoudt y María Camila Arévalo de Aruba Tourism Authority por el recibimiento y el acompañamiento a lo largo del viaje.
