Los objetos que usó en toda su vida, vinilos históricos, enanos de jardín: cómo es por dentro la excéntrica vivienda de Alberto Cormillot que podría ser confundida con un museo – GENTE Online
 

Los objetos que usó en toda su vida, vinilos históricos, enanos de jardín: cómo es por dentro la excéntrica vivienda de Alberto Cormillot que podría ser confundida con un museo

"Mi casa son 4 casas", resume el famoso doctor mientras oficia de guía por cada uno de los rincones de su fuerte de Florida, donde entre otras curiosidades puede verse un maniquí sentado en un sillón e interminables fotos con primeros mandatarios.
Arquitectura
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Alberto Cormillot es todo un coleccionista, le gusta atesorar recuerdos y exhibirlos. Su casa parece más un museo que un lugar para habitar. De los muchos ambientes que tiene, la gran mayoría están inundados de portarretratos y objetos que pertenecieron a algún Cormillot. "Mi casa son 4 casas: la de mi exmujer, la de Estefi, la de mis padres y la mía", dice el famoso doctor mientras oficia de guía por cada uno de los rincones de su fuerte en Florida.

Al abrir la puerta, lo primero que se impone son los portarretratos: hay una pared llena de fotos, deben haber más de 500. Así puede vérselo con personalidades del arte, de la política, del deporte. Alberto con Isabel Perón, con Javier Milei, en la playa con Carlos Menem, dándole la mano a Alberto Fernández (foto que tiene pensado sacar). También con Mitha Legrand, con Adrián Suar y con cada una de las estrellas argentinas, incluso tiene algunas fotos con eminencias internacionales como Michael Moore.

Una de las tantas paredes que Cormillot adornó con sus recuerdos.

En un rincón apartado se lo puede ver parado junto a unos escombros. "Eso es Bagdad", cuenta orgulloso de cuando consiguió una credencial y viajó de voluntario a Irak. "Me colé y participé de la mesa de reconstrucción. En un momento me miran y me preguntan: `¿Cómo lograste entrar acá?´", relata con una sonrisa.

El souvenir que se trajo el médico de uno de los palacios de Hussein.

Esa es una de las tantas anécdotas que surgen en el city tour... Es que cada recoveco tiene un por qué. Hay un sector con recuerdos de Egipto, otro dedicado a las religiones. "Ese Cristo me lo regaló Monika (su exmujer) cuando estaba escribiendo el libro de Jesús. Y ahí Alberto recuerda cómo una frase desafortunada al aire de Dalmiro Sáenz, el coautor del libro, hizo que pidieran su cabeza cuando él ocupaba un cargo político. Y hasta dictaron una orden de arresto para él.

El altar politeísta es otra de las curiosidades de la casa de Cormillot.

"Es de todas las religiones", dice y pasa a mostrar otra de las herencias que le dejó la mamá de sus hijos mayores: el maniquí. En uno de los sillones hay una mujer cómodamente sentada junto a un bolso Louis Viutton con dos perros de porcelana adentro.

La historia, según reproduce Cormillot, es así: Monika Arborgast, la madre de Renée y Adrián, quería un maniquí y él, después de lograr reconstruir el vínculo tras la separación, se lo regaló.

El maniquí era de su exmujer y lo heredó, solía estar en la mesa principal de la casa de Monika y era como una invitada más a comer, según relata Alberto Cormillot.

Entonces ella decidió sentar el maniquí a la mesa y durante años los Cormillot, que se juntaban cuatro veces por semana a comer, cenaban o almorzaban con una invitada especial. Entre los comensales estaba Alberto, quien hasta 7 años atrás cuando murió su ex, quien también trabajaba en su clínica de nutrición, participaba de esos encuentros.

El bolso y los perros fueron un regalo de Monika a Alberto. "No sé ni cuánto saldrán esos bolsos, son originales", dice y cuenta que los perros son réplicas de dos mascotas que ya no están.

Los perros que le regaló la exmujer a Cormillot.

También hay una colección de ceniceros que fueron tomados prestado de diferentes bares del mundo y, en el medio, algunos juguetes de Emilio.

Los vinilos originales de Alberto.

Al costado hay un habitación donde Alberto almacena diferentes soportes musicales. Están los discos de vinilo de los 70, los casettes de los 80, los cds de los 90 y hasta una ipod. Todo exhibido prolijamente en una habitación donde también hay varios folletos de los diferentes espectáculos de tap que ha hecho en esta última década.

Capuchino mediante y alguna historia sobre Saddam Hussein y un palacio en Bagdag, el tour sigue por un cuarto muy especial: el de sus papás.

Alberto reprodujo los escritorios de su papá y de su mamá tal cual estaban en una de las habitaciones de su casa.

"Mi papá en un momento se puso a hacer guitarras", cuenta orgulloso después de prender el fonógrafo que aún funciona y lo tiene exhibido como un gran trofeo.

Los instrumentos son parte de esta sala, también la historia de cada uno de los reproductores de música y su año de invención están explicados en unas imágenes pegadas sobre la pared.

Uno de los primeros reproductores que hubo en su casa familiar.

En el medio del la sala un BMW tamaño niño se impone. Es de Emilio, el hijo de 3 años de Alberto y Estafanía Pasquini, su mujer de 37 años. También pueden verse cuadros de Evita. "Mi mamá era peronista y mi papá no", dice.

La guitarra es una de las tantas creaciones del padre de Alberto.

En el pasillo puede verse una foto de un pequeño Alberto vestido con un saco militar. Tiene una pared con imágenes de su paso por la Escuela Naval. Le quedan varios amigos de esa época, bastantes recuerdos y alguna que otra secuela, como los zumbidos que le quedaron por disparar ametralladoras sin protección.

Alberto por decisión de su mamá terminó estudiando en la Escuela Naval.

Su vestidor y su baño son un capítulo aparte. Nuevamente aparece el recurso de inundar paredes con fotos, pero esta vez personales. Desde su nacimiento pasando por su primer casamiento, el nacimiento de sus hijos, los casamientos de sus hijos, los nacimientos de sus nietas y su nuevo casamiento hasta la llegada de Emilio. Todo está perfectamente documentado y catalogado.

El vestidor de Alberto, entre la bitácora de vida y una forma particular de doblar la ropa.

En los placares la ropa está doblada con el método de Marie Kondo y en el baño tiene su propio set de belleza. También unos postit de notas amarillas pegados en el espejo con mensajes de amor. "Me los deja Estefi, el otro día saqué la mitad porque me tapaban todo el espejo".

"Te amo, mi amor, que tengas un buen día", se lee en uno de los tantos papelitos.

Cormillot decidió trasladar su escritorio al centro de la casa para estar cerca de Emilio.

El pasillo lleva al lugar donde todo sucede. Todo el resto de las habitaciones no se usan, parecen salas de una casa museo.

Alberto le donó su escritorio a Estefi y se hizo uno al lado. Los papeles llenan las dos mesas y los estantes parecen de un viaje a mil mundos concentrado. Hay mamushkas, gatos, una máscara que le hicieron para hacerlo parecer gordo, libros, budas, enanos, una pecera, la lista podría seguir al infinito. Tiene hasta un reloj Cucú y el espejo de mano que le regalaron a la madre para el casamiento.

En frente, un sillón y la mesa principal donde comen. Como toda casa con niños, en todos los escenarios aparece un juguete o un pañal terminando de decorar la escena.

El jardín de la casa tiene habitantes especiales: 32 enanos.

Uno de los lugares más lindos de la casa es el colorido jardín. Además de los juguetes de Emilio y una pileta cuenta con unos enanos que tienen un significado muy especial para Alberto. "Se los fui regalando a mi mamá", cuenta. Cada tanto suma otro a la colección que le regalan sus hijos.

Aún quedan algunos ambientes más: un quincho. Además de ser escenario de asados, Cormillot encontró un espacio para exhibir las herramientas y máscaras que hacía su papá y también el primer espiral giratorio para hipnosis que le hizo especialmente para él cuando estaba incursionando en esa práctica.

"Mi papá trabajó hasta el último día, vivió 95 años y siempre cambiaba de novia", cuenta orgulloso.

El garaje convertido en una pista de tap.

En el garaje, además de un auto, Cormillot encontró otro escenario para darle utilidad a cosas viejas. En varios estantes organizó todos los teléfonos celulares, computadoras, cámaras de foto y de video que tuvo a lo largo de sus 86 años y las expuso, todo tiene un cartelito abajo. "Soy muy metódico", reconoce.

Cormillot no tira nada: colecciona todos los objetos que algún vez ha usado.

Además puso un piso especial para practicar tap, otra de sus grandes pasiones. Señala una pared y ahí está su colección de zapatos de tap. "Son pesadísimos", dice. También hay un sector con huesos de cuando estudiaba en la facultad y un cráneo.

Más de la tecnología que resguarda en su casa museo.

Si uno pensaba que el tour había terminado aún había más: una escalera pequeña hacia otro de los espacios más preciados del doctor, su biblioteca.

"Tengo una señora que me los organiza", dice sobre los libros que están separados por sección: literatura, medicina, nutrición, política, viajes.

Hay una carpeta muy especial: la de los cumpleaños. Tiene rotulados la mayor parte de los cumpleaños de su vida.

Entre los libros que tiene en la clínica más lo que guarda en su casa, tiene 10 mil.

"Decir que Estefi no es celosa de revisar mis cosas. Además es la primera vez en mi vida que me porto como un santo", lanza Cormillot mientras paseamos entre hojas y muestra algunos de sus videos colgado en un arnés bailando tango.

"A dónde irá a parar todo esto", se pregunta y señala la cantidad de objetos que acumula.

El único sector que faltó visitar, además de la cocina, es el cuarto de ellos. "Arriba solo queda un cuarto enorme dividido en dos y el vestidor de Estefi", explica Alberto aunque dice que aún Emilio duerme con ellos.

Estefi, según relata, vivía en una casa más minimalista y cuando llegó a lo de Alberto le pareció que había demasiado. "Era como mucho", dice. Aunque admite que, con el tiempo, se terminó acostumbrando.

Alberto Cormillot y su colección de enanos de jardín

Como en Amelie, los enanos de jardín vuelven a tomar protagonismo. Según cuenta Alberto, la tradición de tener enanos la empezó su madre y él le regalaba cuando podía uno "de esos que eran buenos".

Cuando quiso ver ya tenía una colección y cuando su mamá murió él heredó los enanos y siguió sumando algunos más a la familia. Hoy habitan el jardín y muchos se esconden entre los árboles.

"Mis hijos me siguen regalando enanos", cuenta Alberto sobre la tradición heredada.

Uno de los enanos más simpáticos de la colección.
Además de los enanos, Cormillot tiene a Blancanieves.
Con un gorro característico este enano da la bienvenida a la pileta.
Otro clásico de Disney en versión enano de jardín.
Además de los enanos, Cormillot tiene dos gatos y tres perros.
Pinocho se esconde entre los yuyos de la casa de Florida.
Un enano traído de la tierra de Papa Noel.

Fotos: Chris Beliera
Arte y retoque: Darío Alvarellos y Gustavo Ramírez

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