Antes de la boda tan sólo se habían visto trece veces. El miércoles 29 de julio de 1981 Lady Di y el príncipe Carlos se sacrificaron en más de un sentido. Ella sintió que caminar hacia el altar era como conducirse al matadero. Él lloró desconsoladamente la noche anterior. Según la carta que le envió a un amigo, Carlos quería hacer “lo mejor para el país y para mi familia”. Pero en el fondo sabía “que estaba cometiendo un grave error”.
Más allá de las dudas que sintieron sus protagonistas, su boda fue un hecho histórico. Fue la unión más vista de todos los tiempos: en la Catedral de San Pablo hubo 3500 invitados, en las calles de Londres se reunieron más de 2 millones de personas, y más de 700 millones de personas siguieron la transmisión en vivo.
A casi 43 años de “la boda del siglo” revisitamos las 11 mejores anécdotas de la ceremonia que costó 238 millones de euros.
Un vestido (icónico y lleno de récords) y un amor (que duró 10 años)
La pieza nupcial que lució Diana de Gales, en la que se destacaron paneles de encaje que pertenecieron a la bisabuela de Carlos, batió varios récords. Entre ellos, el de tener la cola más larga entre los vestidos de la familia real inglesa. Sus diseñadores, David y Elizabeth Emanuel (su primera clienta había sido Bianca Jagger), contaron que la extensión de ocho metros fue intencional.
Pero no fue nada fácil para los creadores emergentes. Ya que debieron ajustar varias veces las medidas ya que la princesa estaba tan nerviosa que bajó cinco kilos y perdió seis centímetros de cintura. Hubo otro inconveniente: el mismo día de la boda Lady Di manchó el vestido con perfume y debió usar el ramo de flores a modo de escudo para disimular el accidente.
La “princesa del pueblo” llegó a la boda con un segundo vestido de back up
Como había mucho interés en conseguir una imagen del diseño que usaría Diana (las guardias fotográficas apostaban a un descuido a través de las ventanas) se hizo un segundo vestido.
Además, se realizó una réplica exacta de la falda del vestido que finalmente lució la royal “por si acaso de lo manchaba tomando una taza de té”.
El amuleto que llevó Lady Di
Una herradura fue el elemento supersticioso que la novia llevó consigo. Se trataba de una pieza de oro de 18 kilates con pequeños diamantes que funcionó como talismán para la buena suerte.
Los diseñadores cosieron la herradura en la etiqueta del vestido. Otro tanto hicieron con un lazo azul, como indica el tradicional precepto en el que también, además de algo nuevo y algo viejo, hay que lucir algo prestado (en ese caso fue la tiara).
Carlos, el príncipe inconsolable
Los expertos en realeza contaron que el príncipe lloró sin parar la noche anterior a la boda. Así lo indica Penny Junor en el libro titulado The Duchess: The untold story (La duquesa: la historia no contada).
Los amigos de Carlos revelaron tiempo después que se encontraba confundido y “muy preocupado”. De hecho, en una carta que le envió a uno de sus íntimos, le hizo saber que su intención era “hacer lo mejor para el país y para mi familia”. Aunque también aclaró que sabía en el fondo “que estaba cometiendo un gran error”.
El motivo de la terrible cefalea que sufrió Lady Di
Aunque la familia real británica posee una impresionante colección de joyas y la reina Isabel II quería que Diana luciera la tiara Cambridge Lover’s Knot (que le regaló ese mismo día), Diana Spencer no cedió.
La importante tiara con brillantes que la princesa llevó delante de su velo era una reliquia que le obsequiara su abuela, Lady Cynthia Hamilton. Según explicó su hermano, Charles Spencer, la cefalea que Lady Di sufrió el día de la boda se debe al peso de la joya.
“Hable ahora o calle para siempre”
Hubo un hecho que hizo que Diana quisiera echar la boda por la borda. Cuando se enteró que Carlos le había regalado un brazalete a Camila Parker Bowles, le llegó a reconocer a sus hermanas que tal vez lo mejor sería frenar el plan.
Según cuentan, éstas le respondieron: “Mala suerte, tu cara ya está en todos los souvenirs”. Se referían al prolífico merchandising (desde tazas y platos a binoculares, relojes y pines) que se podía conseguir en cualquier esquina por entre una y diez libras.
Sobre gustos… ¡hubo 27 tortas diferentes!
Si bien la invitación al almuerzo en el Palacio de Buckingham fue sólo para 120 personas y el menú incluyó típicos platos como pechuga de pollo rellena (la favorita de Lady Di), hubo un gran despliegue en la mesa dulce.
Tanto es así que los invitados tuvieron la chance de optar entre 27 tortas diferentes. ¿La oficial? Un pastel de frutas de un metro y medio de alto y 90 kilos diseñado por David Avery, panadero jefe de la Royal Naval Cookery School.
La presencia incómoda que Diana no pudo evitar
Camilla Parker Bowles asistió a la ceremonia religiosa por invitación de Carlos. Pero no pudo acceder al almuerzo posterior por decisión de Diana. Años más tarde la princesa explicaría que mientras avanzaba hacia al altar fue imposible no prestarle atención. “Iba vestida de gris, con un sombrero”, diría.
Los indicios previos: si algo podía salir mal, sería peor
En día en que Carlos y Diana anunciaron su compromiso aparecieron híper sonrientes frente a las cámaras en los jardines de Buckingham. Más tarde concedieron una entrevista para la televisión, pero Carlos metió la pata.
Cuando el entrevistador les preguntó si estaban enamorados, mientras ella respondió “por supuesto”, él agregó: “signifique lo que signifique la palabra amor”.
Los furcios de Diana y Carlos durante los votos matrimoniales
Es imposible que Diana no estuviera nerviosa, pero pasó algunos momentos cumbre. Al recitar sus votos matrimoniales se equivocó y pronunció al revés el nombre del heredero al trono. A quien llamó “Felipe Carlos” en lugar de “Carlos Felipe”.
Por su parte, en lugar de decirle “te ofrezco mis bienes materiales”, Carlos le dijo a Diana: “Te ofrezco tus bienes materiales”.
Durante los votos matrimoniales, también es importante destacar Diana fue la primera novia real que no dijo la palabra “obedecer”. Un gesto lleno de significado que también adoptaron sus nueras Kate Middleton y Meghan Markle.
El descuido de Carlos
Uno de los descuidos más importantes durante la boda lo protagonizó Carlos cuando olvidó besar a la princesa luego de pronunciar sus votos en la Iglesia. Así que su primer beso se dio horas más tarde en el balcón del Palacio de Buckingham.
Un beso con el que iniciaron una nueva tradición royal. Sarah Ferguson y el príncipe Andrés también se besaron en el balcón cinco años después, un gesto que también repitieron Kate Middleton y el príncipe William.
Antes de besar a la novia, muy respetuoso del protocolo, Carlos le pidió permiso a su madre: “May I? ¿Puedo?”. Ante la respuesta afirmativa a la monarca, Carlos y Diana finalmente unieron sus labios ante la atenta mirada de miles de devotos.
Fotos: archivo Grupo Atlántida