Ser parte de un reality como Corte y confección (eltrece) cuando asume que la moda no es lo suyo (“siempre ando en patas y me visto como el culo”), le genera esa adrenalina extra que dice necesitar siempre. Es que afrontar un desafío que le disputa simbólica y concretamente sus límites en algo que no domina, a Tucu López (39) lo termina seduciendo.
“Soy muy básico, voy al chino o lo paseo a Elvis –su perro– en patas, no le doy bola a lo que me pongo, mirá si voy a coser algo”, dice el locutor. Afirma ser fóbico a los botones, pero “aunque no me esté yendo bien en los desafíos” –del certamen fashion– se esfuerza denodadamente por lucirse sin dejar de ser él mismo.
Sin casettes y sin vueltas, el actor de Sex y conductor de la Metro que logró trascender su rol de locutor despliega su humor y su simpleza para hablar de todo en el Íntimo de la Semana de GENTE: amor, obsesiones, fobias y su verdadera esencia por detrás de un personaje público que es tendencia en los titulares más diversos.
Su impensada perfo en 'Corte y confección': fobias y autoexigencia
–¿Cómo te parás en un reality de una temática en la que no te considerás ducho? ¿Cuál es tu estrategia para sobrevivir y ser autosuficiente para lo que te proponés?
–Pienso un poquito y algo se me ocurre. Sé que es parte del juego, que me toca competir con gente grosa como Aníbal Pachano, que hace años labura con eso en el escenario. Pero le pongo mucho a los desafíos de eliminación de Corte y confección.
–¿En general sos mejor improvisando que digitando?
–Soy de improvisar mucho en líneas generales, y también en mi laburo como conductor. Es algo que me encanta y con lo que me siento cómodo. Pero tengo la dualidad de que a la vez soy metódico.
–¿Qué cosas querés tener bajo control?
–Soy obsesivo en mil cosas. Por ejemplo en la radio: si algo no suena bien, vamos a la tanda y después remarco todo. Estoy muy arriba de todo, todo el tiempo. No soy de esas personas que dejan que fluya y todo se acomode solo. Si pasa es porque estoy encima. Y la verdad es que estoy todo el tiempo pensando en mis laburos y qué le doy a cada uno.
–¿Cómo es la dinámica con tus compañeros de 'Corte y confección'? ¿Cuáles son tus aliados?
–Nos divertimos muchísimo y nos vamos conociendo. Con Anita (Martínez), por ejemplo, que es mascotera como yo, compartimos un grupo de WhatsApp en el que rescatamos perros. Otro con el que me llevo bien es Pachu Peña... Con él nos pegamos tentadas y nos preguntamos: “¿Qué hacemos acá?”. Compartimos muchas caras y chistes internos.
–¿Cuál fue el peor desafío que te tocó diseñando?
–Una vez pensé que estaba haciendo una genialidad y era espantoso. Es más, yo pensaba que iba a tener mi primer "10". Me tocó el desafío de los 80’ y estaba fascinado con mi pollera plateada con stencils en violeta y hebilla casette. Sonaba bien... ¡pero me mataron! Llego y me dicen: “Esto es muy vulgar”. Yo soy un tucumano, no conozco Europa... Un cabeza de termo. Si esperan que sea Versace, está difícil.
Su pasión por la inventiva y el trabajo manual
Desde chico inventa cosas, como su padre. “En Tucumán, mi viejo se mete en un cuartucho y fabrica un mini-ventilador con mini-aspas hechas con sorbetes. Toda su vida fue así. Me acuerdo que una vez, como vivíamos en una casa de dos pisos y estaba en la habitación de arriba, se hizo un sistema de poleas para no tener que subir la comida”, rememora Luis López (ése es su verdadero nombre).
–¿Y vos?
–Yo tengo mucho de eso y también en la vida intento aprender un poco de todo. De hecho, aprendí carpintería viendo videos de YouTube y fui hablando con arquitectos, preguntándoles qué libros usaban en la facultad, y me los compraba. Así es que en la cuarentena, cuando no se podía salir, empecé a hacer muebles .
–¿Qué cosas fabricaste?
–Yo vivo en un dos ambientes en Villa Urquiza y me hice ahí un chifonier, que es como una cajonera copada. Ahí empecé a darle bola a la construcción y, como me gustan las zapatillas, tengo muchas y no tenía dónde guardarlas, me hice una cama cajonera. Como lo disfrutaba tanto me animé a invertir y alquilé un local, donde puse un taller. Ahí uso mucho pinturas y empecé a hacer stencil, que probé en Corte y confección.
–¿Y a tu pareja le diseñaste algo?
–Resolví de todo. Me doy mucha maña con cosas de la casa. A Jime le hice una mesita de apoyo para el sillón...
“Ah, esperá que acá estoy con Momo (Morrison Osvaldo, 6, fruto de la relación de Jimena con Daniel Osvaldo) y quiere que te cuente que le hice dos bolsos a él”, se autointerrumpe el Tucu. Con el manos libres y mientras el actor termina de comer una hamburguesa que pidió hace un rato en un auto Mac, amplía: “En medio de un desafío de Corte... me sobraba una tela con trama Versace y cuando me quedó un ratito le cosí dos bolsos con la overlock, algo muy simple”.
–¿Momo, te gustó? –le preguntamos al pequeño, que disfruta de la charla escuchando y sumando datos para que agregue el novio de su madre.
–¡Sí! Me encantó.
–¿En qué otras cosas te luciste, Tucu?
–Ahora estoy diseñando todo lo que construyo. Primero lo diseño en un programa tipo AutoCad y después lo hago. Se me dio por muebles estéticos y funcionales. Uno es un recibidor en el que ponés el celular y no se cae, en otro lado ponés las boletas o lo que sea y donde pegás las llaves magnéticamente. Otra cosa en la que estoy es con unas lámparas de led de madera e investigando con la cera de abejas para lustrar.
–¿Cómo te hacés tiempo para todo eso?
–Bueno, ahora que estoy a mil tuve que parar un poco. Pero encontré en lo manual algo completamente terapéutico, te juro. Sé que suena muy Bucay, pero entro en una, me pongo protección auditiva y me lo paso lijando madera, por ejemplo.
–¿Y qué música escuchás en ese cuelgue?
–Me enganché muchísimo con el tango, escucho la FM 2x4, y si quiero cambiar el mood, pongo rock nacional, cosas como Cerati, Divididos o Fito.
–Sos muy productivo. Debés dormir poco...
–Nunca duermo más de cinco horas y soy muy noctámbulo, que es una mala combineta. Lamentablemente no puedo dormir más, pero es fundamental. Como mis días son muy largos, intento que sean lo más productivos posible.
Su intensidad
“Hago radio, vuelvo a las chapas a casa, literal... Le doy una vuelta a Elvis para que haga pis, salgo directo para La Flia y estoy hasta las 7 ahí, llegando ‘mortadela’ a las ocho. Sumale que los fines de semana tenemos dos funciones de 'Sex' los viernes y otras dos los sábados”, enumera la rutina sin respiro. Además, como si fuera poco, está por empezar acrobacia de piso y trapecio. “Me embolo si ya conozco lo que venía haciendo. Me gusta aprender cosas nuevas todo el tiempo”, sentencia.
–Una vida muy intensa... ¿Jimena te sigue el ritmo?
–Los dos somos muy activos. Nos complementamos muy bien y entendemos el laburo y la cabeza del otro. Por eso todo fluye. Yo soy un culo inquieto que no puede estar sentado un segundo, pero Jime es divina y me aguanta.
–¡Hay que estar a la altura de tu productividad...!
–Cada pareja es un mundo, ¿viste? Y a mí me atrae eso de alguien: que sea una persona activa y con ambición. La chatura no me gusta.
Las presiones del medio
–¿Cómo te afecta la exposición y estar en el ojo público?
–Yo entiendo el laburo de todo el mundo, porque además fui camarógrafo de video durante 6 años. Sé lo que es parar la olla y tener que darle de comer a tu familia, pero también me parece que hay un límite que no está copado. Lo que más me jode es que, si paseamos con el enano, no lo blureen. Porque tiene seis años, va a cumplir siete, y hay gente que no está bien. Puede llegar a ser peligroso. No quiero dramatizar, pero es muy invasivo.
–¿Qué sentís en ese momento? ¿Impotencia, enojo?
–Entiendo que si tenés una vida pública o con exposición son las reglas del juego... Intento tomármelo con armonía, porque no quiero que afecte mi humor y la cotidianeidad. Quiero preservar la vida del disfrute. Y si voy a la plaza con Jime, con Elvis y con el enano, siempre tengo que estar mirando para todos lados. No me gustaría entrar en el garrón de pensar primero en la posibilidad de una guardia que en salir a pasarlo bien.
–Y no podés cambiarlo...
–No podés hacer nada. Entiendo que es un laburo y el fotógrafo tiene que llevar guita a su hogar, pero son nuestras vidas también. No sé si tengo ganas de que me saquen una foto... Además, después está la gente que en Twitter o Instagram empieza a comentar qué tenés puesto, si nos miramos con amor o no, si me desacomodé el barbijo... Es un montón de info. Ojo que también recibo mensajes espectaculares.
–Te sentís en medio del escrutinio... Además, hay mucho hating.
–Es algo incomprensible el hateo. Imaginate que para sentarte e invertir tiempo en escribir un comentario y dejar veneno ahí, claramente la vida de esa persona no debe estar nada buena. Se meten a comentar una foto, si está embarazada o si usó una remera grande. ¿No tienen una serie para ver, o hijos o pareja?
–¿Evitás leer o te llega igual?
–Todo termina llegando. Y lo que falta es empatía. Porque imaginate lo que me genera leer un comentario mala leche y bardero para mi pareja. A nadie le gusta que le tiren mierda a la persona con la que estás, aun haciendo el ejercicio de decir: “Pobre chabón... ¡qué vida de mierda!”. No me parece justo y me da bronca. Pero prefiero no leer, porque no me quiero fumar lo que opinan.
–¿En el manejo de las redes sentís que también negociás algo de tu intimidad?
–A veces uno entra en el juego de mostrar la vida en Instagram y es alto pifie. Me pasa que me gusta compartir momentos o fotos con Elvis, pero me pregunto hasta dónde meto en mi casa a gente que no conozco.
–Pero elegís no mostrar nada de tu relación.
–Con mi relación soy súper cuidadoso. No subo nada, no los expongo, no muestro y vivimos todo súper íntimo. A veces, cuando subo fotos de mi familia, también me pregunto por qué lo hago, porque entrás en el juego de que si no pasa en Instagram, entonces no pasó. Por todo lo demás soy muy colgado en Instagram. No lo tengo monetizado, así que subo cuando me pinta e intento que sea contenido propio.
Su relación con Momo y su futuro en familia
Acerca de su relación especial con Momo y las cosas que disfruta con el pequeño, dice: “Hacemos de todo, nos divertimos mucho y nos llevamos muy bien”.
Momo: ¡Y vamos al shopping! Fuimos a Neverland.
–¿Y ganaron muchos premios en los jueguitos?
Tucu: Sí, cambió los tickets por una lapicera de unicornio. Volviendo a lo otro, es una criatura amorosa y muy divina.
–¿Te gustaría probar la convivencia con Jime?
–La verdad es que soy muy desordenado y Jime, muy ordenada. Acá el enano aprueba lo que te digo. Me encantaría y no es algo a lo que le tenga terror. Si es un paso que se da con naturalidad, bienvenido cuando suceda, pero debería tener un cuarto sólo para mí, para que nadie lo pase mal. Soy completamente desordenado.
–Pero es algo que puede ser negociable.
–Todo es negociable cuando estás en pareja, hay visión a futuro, hay amor y lo pasás bien. ¿Sabés lo único que tengo ordenado? El cajón de boxers, porque el primer día de cuarentena me vi un video de Marie Kondo y no me fue mal. Pero los boxers son lo único que está en su lugar.
El éxito de 'Sex'
“Al aceptar el desafío de entrar a 'Sex' me fui de mi zona de confort”, asegura el Tucu, quien dice haber entrado “con la idea de aprender algo y sabiendo que me iba a divertir (...) Empecé confiando en Muscari (José María) y las atravesamos todas. Pasamos de la obra presencial, con mucho contacto, a la versión virtual y el autosex, para volver a las tablas pero con distanciamiento y mesitas”, cuenta, gratificado por el desafío que supuso haber dicho que sí.
–En la obra también estás expuesto. Yo vi la versión virtual y hay mucho juego entre la realidad y la ficción.
–Tal cual: estás expuesto. Ahí hicimos una obra que se llama Sex y por Internet: claramente, era un combo explosivo. Estaba prohibido sacar screenshots, pero eso es inmanejable. No había mucho límite. Estábamos actuando, pero era yo el que interpretaba cosas reales.
–Bueno, también protagonizaste un momento íntimo cuando se alcanzó a ver algo de tu sexo, incluso...
–Podemos decir entonces que ya me conocés muy íntimamente (risas). Digamos que acá ya no hay nada librado a la imaginación. La verdad, me divierte mucho ser parte de algo tan rupturista y vanguardista. La gente está muy necesitada de entretenimiento y quiere que le hagan pensar en otra cosa que no sea si su abuela de 89 aún no tiene la vacuna.
Fotos: Christian Beliera.
Producción general: Mariano Caprarola.
Asistente: Sofia Esther Ortiz.
St: Luciana Del Zotto @lulu.styling.
Make up: Barby Mencia para Vero Luna.
Agradecemos muy especialmente al Hotel Grand Brizo Buenos Aires y a Morena López Blanco y We Prensa.