Fresca. Cálida. Libre. Paula Chaves (38) camina por una soleada estancia de Malagueño –a 25 minutos del centro de Villa Carlos Paz– con una seguridad arrolladora y no tiene drama en trepar cercos de madera, en sentarse en el pasto ni en retocarse ella misma el maquillaje cuando hace falta. Con la seguridad de quien lleva años en este ambiente, la mujer que cada noche es aplaudida por cientos de espectadores en el Teatro del Lago como protagonista de Un plan perfecto, se muestra en absoluta armonía con la tierra que tantos placeres le ha dado.
“Este lugar es parte de nuestras vidas porque todos los años, durante casi cuatro meses, vivimos acá compartiendo navidades, años nuevos y reyes con el elenco que nos toque. Y a los chicos (Olivia, 9, Baltazar, 6, y Filipa, 2), si vos les ofrecés ir a cualquier lado del mundo, ellos no dudan, eligen Carlos Paz”, confía la nominada a Mejor Actriz en los Premios Carlos 2023.
–¿Tenés un hogar fijo en las sierras?
–No. Cada año vamos alquilando distintas casas. Lo que sí tengo es una casa duplicada acá, en el sentido de que tengo un container colmado de cosas: ollas, coladores, cubiertos, vasos, juguetes de los chicos, una cuna, un colchón, toallas, sábanas, ¡de todo!, y cada año voy sumando más. Lo único que extraño de casa es mi edredón de plumas que todavía no lo traje porque hace calor (resalta elevando su mirada al cielo).
EL RECUERDO DE LA PROPUESTA DE MATRIMONIO: “Yo sólo pensaba ‘¿Qué le pasa a este pibe?’”
“Con Pedro (Alfonso, 43) somos cero cursis y no nos acordamos ni de la fecha en que nos pusimos de novios ni de nuestro aniversario de casamiento, pero hay un día que no me voy a olvidar jamás y es el 17 de enero de 2013, cuando Pedro me hizo una propuesta de casamiento que fue casi siniestra…”, comienza a relatar la figura de Multitalent Agency introduciéndonos en un recuerdo que en este 2023 cumplirá diez años.
“Pasó que él me iba a hacer la pedida antes de arrancar la temporada y yo, el 28 de diciembre, me enteré de que estaba embarazada. Se lo dije y él tiró todo para atrás. Cuestión que yo estaba re mal porque me habían pegado todos los síntomas del embarazo: sueño, malestar, llanto, vómitos y él me destrató y no conectaba con nada. Me acuerdo estar llorando en posición fetal en la cama mientras él jugaba al Candy Crush, y yo sólo pensaba ‘¿Qué le pasa a este pibe? Le pegó para la mierda el embarazo, se arrepintió…’. Y al tercer día de destrato absoluto, cuando yo les estaba contando a mis amigas que me quería separar porque no sabía qué le pasaba. O sea, Pedro es un ser extraño al que a veces le pinta no hablar y no habla por tres días, pero ahora que voy doce años con él, sé que tiene sus días como yo tengo los míos. Digo ser extraño porque él es bastante callado y retraído en eso. Pero en ese momento lo conocía hace dos años y no sabía qué onda. Bueno, estaba en eso cuando apareció en la galería vestido de traje con el anillo. Pasó de no darme bola por tres días a pedirme casamiento”, remata la historia Paula antes de agregar: “Igual fue lindo”.
–¿Hoy en día sigue haciendo eso de no hablarte por tres días?
–No, no. Ya está. Ya nos conocemos mucho. Y yo hay días en que me levanto cruzada y no quiero que me hable nadie. O sea, ya me levanto y tengo tres criaturas que me dicen “mamá, mamá, mamá”, que me preguntan, que me piden, que todo, y él sabe que en ese momento no tiene que emitir sonido porque mi cabeza ya tiene el nivel de energía ocupado por los chicos y el perro que es como un niño más. Ya conocemos nuestros humores que no son nuestros malos humores, simplemente hay días en que querés estar callado o callada.
MATERNAR EN EL 2023: “Olivia viene todos los días de su vida a preguntarme por qué ella no tiene Tik Tok y sus amigas sí”
Del otro lado de esas mañanas, están las actividades que los unen a los cinco y que resultan en espectáculos dignos de disfrutarse. Tal es así, que durante la cuarentena, hacían transmisiones por Zoom para la familia. “Es que en casa la veta actoral y artística está muy presente y los shows van como piña. ¡Shows de todo hacemos! Si vamos al circo, volvemos a casa y hay circo. Si vemos Kinky Boots, volvemos y hay show de Kinky. Las temáticas se van manteniendo durante mucho tiempo y siempre hay mucho baile con los chicos”, revela.
–Ahora que los dos mayores están más grandes, ¿de quiénes sentís que tomaron sus temperamentos?
–Voy encontrando diferentes cosas mías y de Pedro en ellos, pero cada uno es un ser único que viene con algo especial y yo disfruto mucho de cuidar su niñez.
–¿Cómo lo hacés?
–Por empezar, mis hijos no usan redes sociales, no tienen teléfono ni WhatsApp, y no miran Tik Tok ni ninguna de esas cosas que a veces siento que matan la niñez. Ellos siguen jugando al restaurante y a los bebés, son niños. Es un doble trabajo el que tenemos que hacer las mamás y los papás que estamos maternando y paternando porque todo está al alcance de la mano. O sea, Olivia viene todos los días de su vida a preguntarme por qué ella no tiene Tik Tok y sus amigas sí.
–¿Y cuál es la respuesta?
–Que es decisión de mamá y papá, y que todavía no. Que a los doce o trece va a poder, pero vamos a ir viéndolo, porque cuando querés armar una cuenta te dice que no es para menores. Honestamente es re difícil porque la comunidad en la que estamos no colabora, y yo no quiero que vea Tik Tok. Lo que no significa que ella tal vez me oculte que ve Tik Tok cuando va a la casa de una amiga. Es muy difícil criar en estos tiempos.
–Te debe asustar leer que son más de ochenta chicos los que murieron imitando un desafío de esa plataforma.
–Todo. Siento que dejarlos que miren porque “bueno, nada, todos miran”, es no tener un límite de lo que está pasando. Y mi decisión es que no miren porque los estoy preservando y los estoy cuidando, y voy a estirarlo lo más que pueda. Lo mismo me pasa con la alimentación. Yo voy a cuidar su salud porque son las personas que más amo en este mundo y me voy a asegurar de que estén bien y sanos. Eso no quita que en los fines de semana hayan permitidos como helado, papas fritas y caramelos. Pero siempre con límites positivos y con el 80/20. El 80% es comida real en casa.
–¿A qué le llamas comida real?
A la comida, comida. Ellos no saben lo que es un pancho o una patita de pollo, no comieron nunca hamburguesas, y en casa no hay gaseosas, chocolatadas ni galletitas dulces. Comen lo que comemos nosotros: ensaladas, tartas de verduras…
–¿Cómo fue tu alimentación durante tu infancia?
–Fue igual. Mamá fue re consciente de la comida que me daba y yo conocí el McDonalds recién a los 17 años. ¡No sabía lo que era! De hecho, me acuerdo el día en que entré en el patio de comidas del Unicenter y lo vi. Ella y papá siempre evitaron los procesados, el sodio, los azúcares, las grasas saturadas. De hecho, cuando iba al colegio, mis amigas llevaban salchichas envueltas en tapas de empanadas y yo tartas de verduras. En aquel momento, la detestaba a mamá, pero hoy me doy cuenta de que fue una adelantada. En cuanto a mis hijos, después ellos decidirán: a ellos en algún momento les van a ofrecer cosas malas y va a estar en ellos decidir si quieren o no cuidar sus cuerpos. ¿Me puedo equivocar? Sí, me puedo equivocar. ¿Con tanta restricción me puede salir el tiro por la culata? Y bueno, sí, tal vez sí.
DE IDEAS Y ACCIONES: “Logré cambiar la alimentación de todo el colegio”
“Cuando Filipa tuvo alergia a la proteína de la leche de vaca, yo tuve que hacer una dieta recontra estricta y me di cuenta de que hay mil cosas que consumimos que no sabemos qué son. Desde entonces empecé a comer alimentos procesados que tengan como máximo tres ingredientes. Y es competir todos los días contra el kiosco del colegio y contra el snack que les quieren dar en el jardín, que son unos cerealitos de colores que se ven como si fuesen caramelos. Por cierto, yo tuve reuniones con las directoras en las que les dije: ‘¿Ustedes saben lo que es ese cerealito de color que le están dando en un bolsón de 20 kilos a mis hijos? ¡Prefiero que no les den nada!’”, comparte con una seguridad inequívoca.
–¿Lograste cambiar algo?
–Sí. Todo el colegio. Ahora cada uno lleva su snack con las cosas que comen en sus casas. ¡Y no les ofrecen más eso!, porque cualquier niño va a elegir un cerealito de color por sobre una banana. Lo mismo con el jugo, ¡agua les tienen que dar!
–¿Cómo es tu relación con el resto de las madres del cole?
–Ahí transo. Cuando Oli va a un cumpleaños, sabe que está liberada y que puede comer lo que quiera, siempre tratando de cuidar su cuerpo y de entender que si le dan un pancho con una coca cola después no se va a sentir muy bien. Pero bueno, es día a día. A veces me pasa que cuando va a casas de amiguitas, sus padres me llaman para decirme: “Ay, me está pidiendo tostadas con palta y no tengo”. Es ahí cuando pienso: “Algo bueno hice”.
CONFIANZA, INSTINTO Y UN MISTERIOSO PROYECTO 2023
“En cuanto a mi carrera, nunca fui de pensar mucho nada. Como que me voy sorprendiendo con cosas que me van surgiendo y voy diciendo ‘bueno, dale’. Me preguntan: ‘¿Querés conducir un programa de pastelería? Se llama Bake Off y es éxito en todo el mundo’, y yo respondo: ‘Ah, para que lo googleo’, y después me sumo con un ‘Bueno, dale, lo re hago’. Como que no pienso mucho nada, yo me tiro. También confió mucho también en el criterio de mis managers, de Paul y Willy de Multitalent”, resume repasando sus recientes elecciones laborales antes de hablar de cómo ellas afectan la dinámica familiar: “Cada vez que me sale algo laboral que está bueno, con Pedro nos vamos complementando para que alguno siempre esté en casa. Eso es clave para nosotros: no salir los dos al mismo tiempo. Ahora se da la situación porque es temporada y es un lapso breve de tiempo, pero contamos con Yiyu que ya es parte de la familia y nos permite que hagamos teatro juntos”.
–¿Qué planes tienen para este 2023?
–Estamos organizando una gira con Un plan perfecto por lugares específicos del país y de Uruguay. No va a ser una gira muy completa porque a los chicos los llevamos con nosotros y con el colegio se hace difícil.
–¿Hay proyectos en solitario?
–Siempre. Pero como todavía no tengo nada confirmado, no puedo decir nada. Pero sí, hay un proyecto dando vueltas para el segundo semestre del año en Telefe. Y cuando termine esta obra, Pedro va a empezar a pensar y a escribir la del año que viene. Es un loop. ¡No corta nunca!
–¿Te comparte su proceso de creación?
–No, nada. Este año no me quería decir ni cómo se iba a llamar mi personaje ni qué iba a hacer. Encima me acostaba a la noche y lo veía tipeando en la computadora, y él me la tapaba cuando me acercaba.
INTIMIDADES DE LA VIDA EN PAREJA: “Tenemos un grupo de WhatsApp que se llama ‘quehaceres’”
–¿Con qué otras cosas guarda misterio?
–No es un ser muy abierto. Su forma de ser es medio introvertida y medio que tenés que indagarlo para sacarle cosas. Es que él vive su vida muy tranqui. No tiene grandes problemas porque tampoco tiene grandes ambiciones. Y yo, que soy más ansiosa y voy pensando en qué se puede invertir y qué podemos hacer, aprendí mucho de él y de su modo relax. También de una frase que siempre le dice a los chicos que es “todo tiene solución”. Él la aplica a todo.
–Brinda tranquilidad.
–Re.
–¿Y vos qué crees que le aportaste a él?
–Creo que le di organización, porque él muchas veces me dice: “Si no te tuviera a vos, no sé qué haría”. Pasa que soy muy resolutiva y en dos minutos soluciono lo que necesités. En cuanto a las cosas de la casa, los dos nos ocupamos a la par de pagar las cuentas y del supermercado. Tal vez yo llevo el control de lo que hay que comprar, pero tenemos un grupo de WhatsApp que se llama “quehaceres”, y ahí vamos poniendo todo lo que hay que hacer. Por ejemplo, yo ahí tiro una boleta y él la paga y me manda el comprobante de pago. También nos vamos avisando si pagamos el colegio, las expensas, etc. Y cuando hay reunión de padres, es él el que se conecta al zoom si yo estoy ocupada. Así que sí, digamos que le aporté el lado organizativo que no es un detalle menor.
–¿Es totalmente distinto al Pedro que conociste al arranque?
– ¡Síííí!. Totalmente. En todos estos años también aprendió a hablar de las cosas que le hacen mal. Y ambos aprendimos a pelear, porque antes las peleas terminaban en cualquier cosa: llantos, gritos míos de “me quiero separar” y portazos, y él me decía: “Si cada pelea va a ser para destruir, estamos al horno“. Él me enseñó que las peleas tienen que ser para construir y no para destruir. Aparte después con chicos no podés estar peleándote así... O sea, yo antes era capaz de encerrarme una hora en el baño en posición fetal y eso ya no da. Ahora maduramos en todo sentido. Podemos pelearnos, pero al toque nos amigamos. Sabemos pelear.
LA EXPOSICIÓN: “Este año Oli empezó a tener conciencia de la fama y empezó a decir: ‘¿Sabés quiénes son mis papás? Paula Chaves y Pedro Alfonso’”
–Hubo un momento en el que su pareja estuvo expuesta a diario en la televisión y en los medios de comunicación, y hoy en día lograron que su relación transite hacia una calma mediática.
–Creo que eso lo logramos nosotros. Somos bastante cuidadosos de nuestra intimidad y compartimos lo que queremos compartir. Siempre fue así. Nunca nos obnubilamos por los flashes ni nos creímos ser “la pareja del año” o “la pareja del momento”. Y nos pasa que la gente sigue enamorándose de nuestra historia. Es más, nos damos un beso en el teatro y todos se alborotan, ¡y vamos doce años de casados y tenemos tres hijos! Es una locura. Pero nuestra parte mediática y de famosos nosotros la vivimos de una forma, y nuestra vida de otra: de una muy tranqui. Nunca se nos subieron los humos a la cabeza, ni nos mareamos o confundimos. Siempre supimos que esto era nuestro trabajo y que después nosotros estábamos construyendo una familia, una vida. Sí te puedo contar que éste año Oli empezó a tener conciencia de la fama.
–¿Cómo lo notaron?
–En el colegio empezó a decir: “¿Sabés quiénes son mis papás? Paula Chaves y Pedro Alfonso”. Empezó a chapear con eso, y eso antes no pasaba. Y el otro día, en los premios Carlos, me preguntó: “Mamá, si me llegan a pedir una foto, ¿me puedo sacar?”. Tiene más consciencia de lo que es la fama.
UN ATISBO DE SU ESPIRITUALIDAD: “Abrí los registros akáshicos y descubrí que en otra vida fui una mujer partera y sabia”
–¿Seguís haciendo terapia?
–Voy cambiándolas. Estuve haciendo biodecodificación, que me hizo muy bien, y tengo mucho laburo espiritual e interno gracias a la formación que hice de doula. Soy curiosa y voy anotándome en diferentes talleres y cosas que me van surgiendo y que me van haciendo año tras año. Y también voy sanando mi propia historia. Te diría que ya aprendí a autoanalizarme con las herramientas que la vida me fue dando. Obviamente que tengo mis angustias y mis cosas, como todos, pero por suerte tengo muchas amigas que me hacen de sostén emocional. Está mi psicóloga, que ahora hace bastante que no voy, mi biodecodificadora, mi doula, mis acompañantes de lactancia que me ayudan con temas referidos a la crianza, mis puericultoras del amor que me acompañan. O sea, tengo un círculo de mujeres muy lindo que me sostiene.
–¿Por qué elegís rodearte de mujeres?
–¡Porque es la clave! Para mí las mujeres tenemos que estar con mujeres cuando maternamos. Siento que el círculo protector de la mujer entre mujeres conscientes con el despertar de consciencia que se necesita para abordar diferentes temas es la que va. Como aquellas épocas en las que se vivía y se criaba en tribu.
–¿Cuál fue el último curso que hiciste?
–Después de terminar mi formación de doula, hice un trimestre específico de nurturing enfocado en la fisiología del parto y la lactancia.
–¿Esos cursos los hiciste para vos, para ayudar a tus amigas o pensando en algo a futuro?
–A mí me encanta acompañar a personas gestantes. Es algo que tengo en la sangre desde los diecisiete años. Me acuerdo que en el aula de al lado del Colegio Nacional de Lobos al que iba, habían chicas que estaban embarazadas y yo las veía pasar y me iba corriendo al baño para preguntarles, para acompañarlas. Como que tengo algo ahí que me fanatiza con el tema de las embarazadas, las puérperas, los nacimientos y los bebés.
–En otra vida podrías haber sido obstetra.
–¡Lo fui! Me abrí una vez los registros akáshicos, que son de tus vidas pasadas, y tengo ahí a una mujer partera, sabia, que sostuvo y contuvo una tribu de mujeres. Esto de dar servicio y poder acompañar. Tengo ahí algo, sí.
–¿Descubriste alguna otra identidad cuando abriste tus registros?
–No, no. Esa. Es creer o reventar igual, pero está bueno.
–Y vos elegiste creer.
–Sí. Yo re creo en esas cosas y las siento.
PASADO, PRESENTE Y FUTURO: “Me agarraban ataques de ansiedad o pánico por inseguridades propias de estar en tal lugar, de ser aceptada, de ser reconocida, de ser querida”
–Antes de comenzar con la nota le comentaste al equipo de GENTE que Pedro “cada día está mejor”. ¿Es algo que podemos decir públicamente?
–¡Re! Físicamente, yo siento que Pedro se va poniendo cada vez más bueno. Como que la cara va con onda. ¡O yo todavía seguiré muy enamorada! Pero estoy convencida de que, como el vino, se va poniendo más bueno con los años.
–Ese es él. El correr del tiempo en vos, ¿cómo lo ves?
–Muy bien por suerte. Obviamente una va envejeciendo y el cuerpo va cambiando, pero me siento muy bien de cabeza a nivel seguridad. Considero que las cosas que me pasaron me hicieron de una determinada forma. Esto que dicen todos, que cuando vas creciendo, vas entendiendo y vas madurando. Y yo hoy me siento madura a nivel físico y emocional, y eso me encanta.
–¿Esta seguridad se extiende a todos los aspectos de tu vida?
–Sí. Re. Ya nada me da temor.
–Destacable seguridad.
–(lanza una carcajada) Puedo tener temor a la muerte, a lo desconocido y a las enfermedades porque me pasaron muy de cerca. Pero así como en su momento me agarraban ataques de ansiedad o pánico por inseguridades propias de estar en tal lugar, de ser aceptada, de ser reconocida, de ser querida, ahora es como que voy por la vida con la gente que quiero y que elijo. Eso me lo dieron los años y la experiencia. El decir: “me quedo en los lugares en los que me siento cómoda y estoy bien, y los otros…”. Y ya nada me da nervios, eh. Ni a nivel laboral ni personal. Creo que estoy plantada desde otro lado y disfruto todo mucho más. También empecé a ver con otra consciencia esto de tener 1300 personas en el teatro todos los días. Antes, con 28 o 29 años, venía del ShowMatch y la popularidad, pero hoy soy consciente de que la gente nos sigue eligiendo y que sigue pagando su entrada… porque en la tele te ven gratis, pero ir al teatro y pagar la butaca es otra cosa. Es una bendición. Y uno tiene que estar con la cabeza adulta para poder apreciarlo y darse cuenta de que es muy difícil mantenerlo durante tantos años.
–Los años siguen pasando y acá están verano a verano, en Carlos Paz. Ustedes, ¿tienen charlas en las que se imaginan de grandes?
–Tratamos de no pensar más allá. Hoy estoy en el aquí y el ahora. Eso me enseñó Pedro, a no proyectar. O sea, sí pensamos en las vacaciones de marzo, pero en el resto, día a día, la vida es hoy. Lo único que tenemos es acá, esto. Después proyectar y flashear solo colabora a la ansiedad y a tener miedos… así que lo dejamos pasar.
Por Kari Araujo
Fotos: Christian Beliera
Producción: Roxana Harris
Filmación de video: Martina Cretella
Edición de video: Manuel Adaro
Peinó: Joaquín Torres para @jtorrespeluqueria
Retoque digital: Julieta Scavino
Seguimiento en las redes sociales: Elisabet Correa
Locación: Casas Viejas–Campo de Eventos (@casasviejaseventos). Colectora de Autopista Córdoba Carlos Paz Km 17, Malagueño, Córdoba. www.casasviejaseventos.com
Looks: Velasco, Cosecha vintage, Claudia González (@tejoloquequieras), Vesna, Luna garzón y Vesna
Agradecemos a Emilia Rodríguez y Alejandra Benevento de Agencia AB
