“Si quería ser el jugador que quería ser hoy en día, había un momento en el que tenía que pensar si me ponía en serio con el deporte o iba a una universidad. Pero se me vinieron otras preguntas a la mente: ¿Hay un lugar para mí en este deporte? ¿Voy a encajar? Yo la empecé a pasar mal. Vivía en una ciudad cercana a Barcelona en donde tenía una presión social muy grande y a eso sumale que todavía no tenía clara mi sexualidad. El hockey me ayudó en eso. En el colegio y en casa no me sentía seguro. No conseguía poner los pies en la tierra. El deporte me dio confianza. Cuando estaba adentro de la cancha esos problemas no existían”.
El que habla es Nicolás Keenan, el delantero de Los Leones que el año pasado fue noticia tras conocerse su relación amorosa con Rob Jetten, ex viceprimer ministro de Países Bajos. La información estalló en las redes en plena batalla deportiva, cuando el jugador del Seleccionado argentino de hockey sobre césped estaba representando al equipo en los Juegos Olímpicos de París 2024. Un año después, en una extensa charla con Revista GENTE en el marco de su viaje a nuestro país para volver a representarla, habla a corazón abierto de su historia y lo que significa para él haberse transformado en un referente LGBTQ+ en pleno Mes del Orgullo.

“Cuando empezamos a salir muchos periodistas holandeses nos pedían notas, pero en un momento empezó la campaña electoral y tenía miedo de decir algo mal y arruinarle la carrera a él. Nunca fui de dar entrevistas, hasta que salió que yo era el ejemplo por decir lo que sentía. Ahí me vi reflejado. Como yo no había tenido ningún ejemplo para el deporte, sentí que podía acercar mi historia a los más jóvenes. Fue ese el momento en el que empecé a hablar de mi historia, normalizando lo que pasaba en mi vida”, confiesa.
Y agrega rápidamente: “Yo era el primer jugador de la liga de Países Bajos (actualmente juega en HC Klein Zwitserland Heren) en estar con un chico. Eso explotó. Fue ahí cuando a mucho les cayó la ficha. Me escribieron ex jugadores y atletas de todo el mundo. Me puso triste. Yo había dado el paso, estaba en un momento de felicidad y tenía mucha gente que me hablaba diciendo que no podía decir quién era. Por eso quise mostrarme más: para esos nenes, para esos padres o compañeros de equipo”.

-Me quedé con una frase que me dijiste hace un rato, ¿por qué no te sentías seguro en casa?
-Cuando era más chico a mi mamá le descubrieron una fibromialgia, por lo que pasaba mucho tiempo en cama. Ella daba el cien por ciento, pero a veces nos preparaba la cena a las cuatro de la tarde y se iba a dormir hasta el otro día. Con mis hermanos estábamos mucho tiempo solos, ya que mi papá llegaba tarde de trabajar. Por eso el club fue mi segundo hogar: estaban mis hermanos y mis amigos. Como era bueno en lo que hacía me daba la confianza que no tenía en la escuela.
-Más allá de que sos joven, tu adolescencia la pasaste en otro mundo...
-Obviamente. Especialmente cuando empecé a descubrir mi sexualidad y soñaba con estar en la Selección de hockey. Pensé que nunca iba a poder expresar mi sexualidad como quería. Hasta que cuando tenía 17 años me llamaron de Argentina para integrar la Sub 21. Ahí me mudé de ese pueblito chiquito de España al Gran Buenos Aires. Fue una liberación. Me encontré en una ciudad en donde nadie me conocía y realmente podría ser quien quisiera ser. Aunque debo decir que fue un arma de doble filo. De golpe estaba encerrado de lunes a viernes entrenando con la Selección, en un ambiente competitivo peleando por un lugar.
-¿Y cómo lo vivías en el día a día?
-En el alto rendimiento nos tienen como que siempre debemos demostrar, ser resilientes, mostrar que nunca nos pasa nada. Vos como deportista no podés expresar tus sentimientos, decir que estás triste o que te pasó algo. Todo es signo de debilidad que te perjudica en la cancha y afecta a la performance. Yo pensaba en ese momento que mi sexualidad me iba a jugar en contra porque hay mucha presión de grupo, que no me iban a aceptar y que no iba a poder cumplir mi sueño de participar en los Juegos Olímpicos.

-Me imagino que, mientras no hablabas de tu sexualidad, eras testigo de los famosos comentarios de vestuario.
-Sí, tal cual. Es algo cultura de la sociedad el tema de los chistes, y el vestuario no está ajeno. Son comentarios chiquitos que no se hacen con maldad pero se van sumando y provocan que te escondas. Que ese impulso sexual que tenés se vaya para atrás y se profundicen las inseguridades. Lo que me pasó a mí, especialmente al principio, fue que me fui escondiendo cada vez más. Era el chico callado del grupo. Al final te terminas creando una personalidad que no es la tuya. Mis compañeros vieron el cambio en mí.
-¿Y que cambio viste vos en tus compañeros?
-Es muy gracioso. No hubo mucho cambio. Si vos le preguntás a cada uno si les molesta que yo tenga novio, obviamente te van a decir que no. Uno que me causó mucha gracia es que, al mostrarme más vulnerable en un ambiente tan exigente, la gente empezó a ser más vulnerable conmigo. Te pongo de ejemplo: antes llegaba al entrenamiento y me hablaban de la mina con la que habían estado la noche anterior y hoy en día me dicen “me enamoré de una mina” o me cuentan problemas con sus hijos o una pareja. Van más a la profundidad.
-¿Y cómo fue hablar de tu sexualidad en el ámbito del hogar?
-Un día mi hermana invitó a comer a mi papá. Le dijo: “Vamos a almorzar con Nico y el novio”. Eso. Se presentó ahí, estaba serio y no dijo nada. Con mi mamá fue distinto: fuimos a comer, tenía decidido contarle que estaba en pareja con Rob, pero de repente me interrumpió para decirme que tenía una sorpresa en casa. Era nuestra vecina de Italia que venía a comer. Esta señora me vio, me dijo que me veía grande y me preguntó: “¿Sos gay?”. Yo le contesté que era bisexual. Mi mamá me miró y dijo, “¿si?”. Yo le contesto que sí. Entonces miró a la vecina y remató: “¿Viste que te dije que le pasaba algo?”. Ahí me consultaron si anadaba de novio, les conté sobre Rob y mi vieja terminó siendo de las típicas que ahora tiene la bandera LGBTQ+ por todos lados.

-Si bien en tu caso no recurriste a la instancia de “salir del clóset”, ¿qué crees que significa eso para muchos otros jóvenes?
-El otro día tuve una charla con gente de la comunidad y todos hablaban de su salida del armario. Ahí me di cuenta de que en realidad el hecho no era salir del armario, sino de tener un espacio lo suficientemente seguro para ser realmente quiénes son. Porque algunos se iban del país, otros dejaban la casa o no tenían más contacto con determinadas personas.
La historia de amor de película entre Nicolás Keenan y Rob Jetten
En medio de los Juegos Olímpicos de París 2024, Revista GENTE se hizo eco de la historia de amor del jugador con el político de Países Bajos, siendo el primer medio local que contó el romance que ya tenía un correlato en redes sociales. Fue un boom. Aumentaron sus seguidores en redes sociales, dio diversas entrevistas y se convirtió en un faro para muchos que vieron en él una imagen de que todo es posible.

Pero, ¿cómo comenzó el vínculo con el entonces ministro de Energía? El mismo lo responde: “Los dos vivíamos en barrios distintos de La Haya. Era un momento en el que Países Bajos estaba en una crisis política profunda, él recibía hate y amenazas, por lo que lo tuvieron que mudar a un lugar más seguro. Ese lugar era muy cerca de casa y nos empezamos a cruzar en la vía pública”.
“Nos vimos dos veces en el supermercado. Cruzamos miradas. Él, no sé cómo, encontró mi cuenta de Instagram y se dio la típica del amor moderno. Me dio un like, se lo respondí y ahí empezamos a hablar. Me encontró porque yo iba estaba con la camiseta del club. Así que buscó por ese lado. En mi caso, no sabía quién era”, detalla.

-¿Cómo fue la primera cita?
-Como es una persona pública y no podíamos salir a ningún lado, me invitó a tomar algo en su casa. Por un lado estaba esa situación, y por otro que yo no le había dicho a mucha gente sobre mi sexualidad. Después de unas semanas acepté la invitación. Estuvimos toda la noche juntos y no paramos de hablar.
-¿Qué te atrajo de él?
-Aunque seamos de dos mundos diferentes, me encontré con alguien que hace lo que le apasiona, algo que además exige un alto rendimiento. Tiene un calendario complicado, y demás. Me vi reflejado en eso. Tuve una novia durante cuatro años y lo más complicado que me pasaba era irme a un torneo y desaparecer semanas o meses porque tenía que viajar. Siempre era yo el que no podía. En cambio él es alguien compatible con el que manejo un mismo código: respetamos nuestros tiempos que están basados en nuestras pasiones.
-Dos profesiones con mucho estrés. ¿De qué forma se contienen o acompañan mutuamente?
-Tenemos una carga enorme y los dos la manejamos de forma diferente. Él llega a casa y quiere algo que lo desconecte del trabajo, en cambio yo soy de los que no quieren ni que le hablen. Con el tiempo me fue entendiendo. Me alcanza que esté al lado mío acompañándome, simplemente en silencio. Y después algo clave es que él siempre que puede viene a mis partidos y yo, siempre que puedo, lo acompaño en un compromiso como una entrevista televisiva, o lo miro desde casa para darle una devolución. También lo he acompañado en las aperturas de sesiones en el Parlamento o en encuentros en la Casa Real, a pesar de que no es un ambiente en donde me sienta cómodo. Sé que para él es importante, y no me cuesta nada.

-Ahora se viene el casamiento.
-Eso fue una sorpresa grande.
-Contanos los entretelones de la propuesta.
-Todo se dio en el marco de la previa de un viaje que iba a hacer a Buenos Aires por tres meses en el que no nos íbamos a ver. Estábamos por tener la última cena romántica, empezó a llover mucho y le propuse quedarnos en casa. Pedimos comida, me fui a bañar, me puse el pijama y él empezó con una charleta rara. Estaba muy serio. En un momento me dice: “Te quiero dar algo antes de que te vuelvas a Argentina”. Sacó el anillo y me propone casamiento. Lo primero que hice fue bajarme un vaso de vino, y después contesté que sí. ¡Fue una locura, me puse a llorar! Y lo más tremendo es que tuvo los anillos guardados durante cuatro meses.
-¿Por qué?
-Antes de los Juegos Olímpicos me lesioné al nivel de que casi quedo afuera. Estuve muy triste porque mi sueño olímpico se me estaba yendo de las manos. A raíz de lo que me estaba abordando, él me dijo que era la primera vez que sentía el dolor del otro. Al otro día de que me lesionara él fue a comprar el anillo sin saber ni cuándo ni cómo me lo iba a dar. Lo tuvo escondido, nos fuimos de vacaciones y lo llevaba en el bolsillo. Nunca me lo dio hasta ese momento.

-Llegó en un momento especial.
-Fue un acto impulsivo. Al otro día me estaba tomando un avión para venir a Argentina. La gente me pregunta si no fue precipitado, y no: si te hace bien, hay que darle para adelante.
-¿Cómo se planea una boda con agendas tan complicadas?
-Nos vamos a casar en España, en una macía (estilo de construcción rural típica del este de ese país), cerca de Barcelona. Eso es lo único que sabemos. Estamos complicados con las fechas porque yo quiero hacerlo en el verano europeo y es el momento en el que estoy más complicado con torneos. Y en septiembre, cuando me libero, es la época más difícil de Rob porque empieza todo el circo político. Así que venimos buscando fecha a largo plazo para juntar amigos de todo el mundo. Es imposible que hagamos algo chico. La fiesta debe ser grande porque será el único momento en el que todos los que queremos va a estar en el mismo lugar.
-Por lo pronto, avanzaron en el proyecto de una casa juntos.
-Estamos muy felices por eso. Hay algo muy lindo que extraño de él ahora que estoy en Buenos Aires y es que, como se levanta temprano, me despierta cada día con un café en la cama. Ahora son tres meses sin eso.

-¿Qué cosas le gustan a Rob de Argentina?
-Lo llevé a recorrer todo el país, y lo que más le gustó es la gente y su calidez. Allá son mucho más estructurados. Eso le movió la cabeza. Lo vio en los Juegos Olímpicos, cuando se supo de nuestra relación y lo trataban como si lo conocieran de toda la vida. Además, le llamó la atención la cantidad de carne que comemos. Y ni hablar de esa ceremonia del encuentro social que se produce acá y es tan normal.
-¿Se mudarían a Argentina?
-Nunca digas nunca. Buenos Aires es una ciudad única en el mundo en la que la pasaríamos muy bien. Pero de momento no hay planes.
Nicolás Keenan habla de la posibilidad de formar una familia con su futuro esposo
“De mi parte está la idea de formar una familia. Sin embargo, aún no fue un tema muy hablado en la pareja”, contesta rápidamente ante la pregunta de la chance de tener un hijo en un futuro.

“Soy una persona muy familiera. Estamos los dos en una edad en la que los amigos empiezan a formar una familia. Como tuve padres jóvenes y los disfruté mucho, me gustaría que pase lo mismo. Pero es algo complicado, no como en una pareja heterosexual”, dice.
-¿Te pesa el hecho de no poder concretarlo de forma más fácil?
-Sí. Aunque en un momento sientas que estás preparado para tener un hijo, quizá pueden pasar cinco años hasta poder concretarlo. Papeles, papeles y más papeles. La adopción también es complicada. Es raro pero real pensar que, por más de que tengas muchas ganas, puede pasar que por diferentes razones nunca lo puedas concretar .
Máxima Zorreguieta, la otra argentina que se llevó la atención de los neerlandeses
“Tuve la chance de estar con Máxima Zorreguieta en dos oportunidades, y la verdad es que es una persona muy amable”, es lo primero que cuenta sobre la reina de Países Bajos.

-¿Cómo fue ese encuentro?
-Fue en el banquete real, cuando mi relación con Rob ya era pública. “Al fin conozco al famoso jugador de hockey”, fue lo que me dijo cuando me acerqué. Estuvimos charlando un rato. Me preguntó por mi trabajo, por la preparación y bromeamos con una final entre Países Bajos y Argentina. “Yo tengo mi corazón con Argentina, pero obviamente voy a estar con la remera naranja”, me comentó. También bromeaban con Rob sobre para quién hinchaban en los partidos.

-Y, de argentina a argentino, ¿qué te recomendó?
-Que debía hablar bien el holandés. Hasta me tiraba palabras para que las aprenda. Ellos cuando ven que sos extranjero, enseguida se comunican en inglés. Y puso especial foco en que siempre me comunique en el idioma local para poder tenerlo más fluido. Ahí ella cambió y empezó a hablarme en neerlandés.
- ¿Cómo la ven allá?
-La quieren mucho. Le brindó mucha cercanía a la Casa Real a partir de esa forma de ser que nos caracteriza a los argentinos y a los latinos. Aunque hoy en día es muy holandesa, y representa muy bien a ese país, tiene una forma de ser que la acerca al pueblo. La gente realmente la aprecia.
El rol de Nicolás Keenan en la Selección Argentina

En varios momentos de la charla usó la palabra “sueño” a la hora de definir lo que significa ser parte del selecto conjunto. “Verlos a ellos de chiquito me hacía feliz. Quería eso. La primera vez que pisé una cancha con la selección mayor fe en Córdoba y lloré de la emoción. Tenía una pelota en el estómago. Obviamente que con el tiempo te das cuenta de que no sólo es llegar sino mantenerse, que es lo más duro”, reconoce.
-¿Hubo algún punto máximo en esta trayectoria?
-Siempre fui un trabajador. Tuve varios momentos quiebre. Jugué un Juego Olímpico (Tokio 2020) cuando no era abiertamente homosexual y otro (París 2024) en donde sí. Te puedo decir que el segundo lo disfruté mucho más. Estaba sufriendo a la Selección y pasé a disfrutarlo.
-¿Emocionalmente?
-Por todo. Si ya no sos feliz, te cagan a palos entrenando y no podés mosrtrar quién sos en verdad, bueno, ¿qué me queda de mí? No estaba disfrutando. Era como un oficinista. Después de Tokio me di cuenta de que tenía que cambiar algo. Ahí empecé a reconectar con ese nene que sólo quería jugar hockey, con todo lo que eso incluye: desde las cagadas a pedos a los golpes.

-¿Cómo son las rutinas de entrenamiento?
-En el club de Países Bajos nos exigen más performance y en la Selección algo más físico. Aquí entrenamos de lunes a viernes de 8 a 13 y a veces un doble turno. Gimnasio, correr y hockey. Al área deportiva se sumó también un psicólogo que nos acompaña.

-El sueño de la Selección lo cumpliste, ¿y ahora?
-Mi próximo objetivo es en julio: la Copa América que nos daría una plaza para el Mundial 2026 de Países Bajos. Me encantaría jugar uno en mi segunda casa y tener la posibilidad de ganarlo. Los objetivos, ya por mi edad, son a más corto plazo.

-¿Cuáles son tus ídolos deportivos?
-Todos los de mi familia. Mi madrina fue un gran ejemplo que jugó cuatro Juegos Olímpicos. Siempre que tengo un problema o un mal momento en la Selección, le escribo porque necesito los consejos de alguien que lo haya vivido.
-¿Hoy qué querés transmitirle a los más jóvenes?
-Que sigan sus sueños y nunca piensen que la sexualidad les va a impedir llegar. Sáquense eso de la cabeza. A mí me han llegado a decir, y he demostrado lo contrario. Seré uno de los primeros al que le sucede, pero no el último. He recibido comentarios negativos de gente cercana a la que le comentaba que tenía novio y me decía que no iba a llegar o me preguntaba preocupada "¿y entonces qué te va a pasar ahora con la Selección?". No lo hacen de mala fe, es un pensamiento enquistado. Yo tengo en claro que llegué para quedarme.

Fotos: Rocío Bustos
Estilismo: Ale García (@alegarcia360
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