En 2021, Natalie Pérez (36) emprendió lo que llamó una suerte de detox cuando, después de 25 años de trabajo ininterrumpido en sets de televisión (pasó por Consentidos, Graduados, Guapas, Esperanza Mía, Las Estrellas y Pequeña Victoria, entre otras exitosas ficciones) sintió que se había olvidado de vivir. La vida rutinaria haciendo ficción desde sus 10 años, con nulos momentos de ocio, la llevó a sentir que "tenía un poco apagada a mi artista”. Ahí fue cuando se reencontró con sí misma y decidió dedicarse cien por ciento a la canción.
Una vez superado el salto al vacío que significó convertirse en su propia empresa –no sin dificultades, dudas e incertidumbre–, la actriz y cantante que está de regreso a las tablas como protagonista de El Divorcio (Teatro Mar del Plata) tiene toda su energía puesta en su tercer álbum, que anticipó con singles como Consuelo y De Fiesta y que presentará este año “con un gran show en un lugar emblemático de Capital Federal”.
En una charla distendida y sin poses, la protagonista de la tapa semanal de GENTE se anima a hablar de todo: desde el miedo a sufrir en el amor y las canciones que la hacen llorar, a las tendencias hegemónicas que nos adoctrinan y las dudas que le genera la "dictadura” de las views.
El feedback con el público y las canciones que la hacen llorar: desde Ricky Martin a Sin Bandera
– Hacer temporada te da una exposición más grande todavía. ¿Cómo es el vínculo con la gente? ¿Te paran mucho en la calle?
–Sí, me paran bastante. Igualmente yo soy bastante casera, estoy bastante guardada. Si salgo, lo hago poco. Pero en el teatro se nos junta mucha gente de todo el país que vino a Mar del Plata. Y se sorprenden cuando te ven. Te dicen: “no esperaba verte”. Entonces es una alegría todo, porque recibo mucho amor y es una bendición. Ir por la calle y que la gente te sonría o te diga “te quiero”. Recibo amor de todos lados.
–Imagino que es una inyección en días que tal vez estés un poco mal…
–A veces te la levanta, puede pasar eso también. Obvio. A veces estás en esos días para el olvido y viene alguien y me dice: “Tu música me ayudó”. Es algo que escucho mucho y, de verdad, para mí es una sorpresa. Te juro que si no me sucediera, no lo diría. Mucha gente se me acerca y me dice eso. Y claro, la música siempre ayuda. La mía y la de un montón de artistas, y es algo hermoso. Quizás, sin saberlo, estuve ayudando a alguien con mis canciones y es lindo enterarse.
–¿Y a vos qué canciones te acompañaron en momentos difíciles?
–Bueno, Mon Laferte tiene muchas canciones que a mí me encantan y que hablan de amor, así, dramáticamente. La amo; es muy emocional. Ella me ha ayudado. Natalia Lafourcade, también. Y Shakira, bueno, ni hablar. Me acompañó con sus letras toda mi adolescencia. Estaba eso de “Uy, esta canción la escribieron para mí”, “Esa es mi historia de amor”. Todos tenemos los mismos problemas y las mismas alegrías. Eso es lo que hace que el amor sea algo universal. Por eso las canciones de amor atraviesan tantas personas y tantos lugares.
–¿Qué otras canciones te hicieron llorar? Esas que te ayudaron a desahogarte.
–Me he llorado todo con Ricky Martin… ¿por qué no? Con Sin Bandera. Uno tiene de esos temas que van acompañando las distintas épocas.
–Las modas también pasan con los llantos, claro.
–Claro que sí. Totalmente.
Las canciones como catarsis, Shakira y el escepticismo ante las views
–Y a propósito de la sesión de Bizarrap con Shakira, vos también usás tu música como catarsis…
–Sí, cien por ciento. Y es algo que creo que la mayoría de los artistas hacemos. En el fondo todos escribimos sobre nuestras realidades y experiencias. Eso es lo que atraviesa al corazón y a las personas. Y Shakira nos viene mostrando su vida desde siempre. La música sana, al igual que terapia: decimos cosas para curarnos. Lo que no se dice, lo que se reprime, se transforma en enfermedad. Siento que hay que decirlo todo… después hay que ver cuánto te la jugás.
–¿Pero harías una canción como la de ella, casi con nombre y apellido?
–No sé si apuntaría a poner el nombre de una pareja mía, pero por supuesto es válida la catarsis. Pero bueno, yo tampoco tengo un gran nombre conocido a nivel mundial.
–Ella ahí lo utiliza como algo muy propio y como una respuesta directa.
–Sí, y en un punto ese tipo de cosas siempre me van a parecer raras, porque hay una familia ahí en el medio. Entonces digo: “¿Estará todo arreglado entre ellos?”. Solo ellos lo sabrán… si es un juego, un negocio o qué. A veces uno descree de todo. Pero bueno, viste que ella nos tiene acostumbrados hace un montón a estas canciones dedicadas. Me acuerdo cuando le hizo una canción a Antonito de la Rúa.
–Sí, es histórico esto de que haga catarsis.
–Re. Ella le entrega al mundo lo que ella es y las cosas que le pasan. Así que bueno, ella es una genia. La admiro y la respeto. Ojalá algún día me toque cantar con ella.
–¿Te permitís desear en grande?
–Siempre tengo un poco de miedo del poder que puede llegar a tener la mente. Pero sí, me lo permito. Después, por alguna razón, me tiro para atrás. A veces me pregunto cómo es que lo que pienso sucede tan rápido. Y digo: “Ah, ok, tené cuidado con lo que pensás”.
–Claro, te agarra desprevenida.
–Tal cual. Me repito: “Uy… ¿tan rápido? ¿Y ahora qué hago?". Así que no te extrañe que en dos meses estemos haciendo una nota porque grabé con Shakira.
–¿Te imaginás si hacemos una predicción energética? Manifestemos… (Risas)
–Bueno, dale. Hagamos fuerza. Manifestemos cosas.
–Con De Fiesta, tuviste tu “hit del verano”, filmado allí en la Feliz. Es decir que de temporada, además de estar al frente de El divorcio, no dejaste de lado a la cantante.
–Lo estoy disfrutando mucho. Y estoy con ganas de tocarlo en vivo y hacer algún show para ver la reacción de la gente en el momento. Porque si no uno solo tiene el feedback a través de internet, por los números y las reproducciones. Yo tampoco creo mucho en la cantidad de views… ¿qué querés que te diga?
–¿No creés y no les prestás atención a esos indicadores?
–Obviamente es importante pero ya no sé cuánto hay de verdad y cuánto hay de mentira atrás de los números. Entonces le doy bola a que se venga el show. Ahora que estoy tanto en contacto con la gente a la salida del teatro, donde nos esperan para saludarnos, me comentan la canción o escucho que la tienen puesta en un auto o la hacen sonar en un bar. Que se yo, así lo voy midiendo.
–Claro, con el propio sentimiento que te expresan, que te comparten.
–Y es hermoso como barómetro. Después de estar encerrada todo el día en casa, cuando salgo amo cruzarme con personas que me lo expresan. Eso a mí ya me pone contenta.
La soledad, su interés por meterse en un reality como experimento y su espíritu “salvaje”
–¿Qué tanto disfrutás de tu soledad?
–A mí me encanta pasar tiempo en silencio y en soledad. Me divierto mucho, siempre tengo cosas para hacer. Disfruto de escuchar el sonido del silencio… que nunca es un silencio total, ¿no? Porque siempre hay un árbol o un pajarito o un pensamiento que se cruza. Desde que llegué a Mar del Plata, dije que ésta iba a ser la casa de Gran Hermana (Risas). Y vengo ganando porque se fueron todos (sus amigos y familia) y yo debo seguir trabajando. Gano porque no me queda otra opción.
–Contame, ¿y te enganchaste igual con Gran Hermano? ¿Lo ves?
–No, solo vi el primer Gran Hermano, en el que ganó Marcelo Corazza (N.d.R: el profesor de educación física y entrenador de rugby que resultó finalista de la edición del 2001). Miré ese y después no lo vi nunca más. Igual, si yo no fuera famosa, lo re haría. Me re metería en un experimento así. Yo siento que sería muy buena.
–¿Qué harías? ¿Harías estrategia?
–No pensaría en estrategias. Me copa más eso del laboratorio de vivir con otros. No es que me interese ser vista ni nada por el estilo: yo ahí iría a convivir con 10 o 12 personas que no conozco, sin saber lo que pasa afuera, qué día es y estar sin celular. Hay un montón de cosas interesantes que pueden pasar.
–Aparte también se puede fingir demencia y olvidarse de los problemas entre otras cosas, ¿no?
–¡Claro! Imaginate... no tenés que trabajar, no tenés que hacer nada. Te digo que quizás me gustaría entrar a un reality, pero no de famosos, de gente normal.
–¿Te seduce la idea de tener un descanso de popularidad? ¿Algo así?
–No, no, porque yo tengo ya una vida muy normal. Más normal que lo normal.
–¿Pero se puede proteger siempre eso laburando con la exposición? ¿Cómo se defiende un poco cierta normalidad?
–Diciendo que no, un montón de cosas, tal vez no ir yendo a eventos, ¿no? No sabría muy bien cómo explicarlo pero siempre hago lo que tengo ganas y voy adonde me siento cómoda. A veces, nuestro trabajo tiene mucha exigencia con esto de estar siempre impecable, tener bien las uñas, tener la última ropa… Y yo hace tres meses que no me hago las uñas. Tampoco me pongo base, gracias a Dios.
–Claro, resistís todo lo que podés. ¿Es intentar no alienarte del todo?
–Como que yo soy más salvaje. A mí me gusta disfrutar de otro estilo de vida, que a veces se contradice con lo que elegí. Pero creo que lo voy haciendo bastante bien. No me gusta hacer lo mismo que todo el mundo.
–¿Ya de chica eras así? ¿Ya estabas forjando ahí esa singularidad de quien sos hoy?
–Sí. Digamos que nunca fui una chica rebelde, pero siempre fui de personalidad. Eso de “ok, ¿ahora se usa el tiro alto? Bueno, yo voy a usar el tiro bajo”. Viste que de repente se pone algo de moda y salís a bailar y están todas están iguales. Logré separarme un poco de todo eso.
–Lejos de las tendencias, decís.
–Claro. Cosa que a veces me habrá jugado en contra y otras a favor, qué se yo. Nunca me importó lo que me dijeran. De hecho, soy de usar mucha ropa usada, que ahora la llaman “moda circular”. Hoy es lo más cool del planeta, pero cuando me empecé a vestir así, nada que ver. De hecho, usé riñonera toda mi vida, porque siempre me pareció de las cosas más cómodas del mundo. Pero en una época eras un nabo si usabas una. Tampoco uso base, creo que desde hace tres años ya.
–Esta cosa despojada que también llevás a las redes de un modo muy natural. Está bueno que ahora que todas lucen iguales, vos muestres algo distinto.
–Y de hecho, me sorprende la respuesta. Me mandan muchos mensajes en los que me piden que suba videos mostrando mi rutina de skincare o cómo me hago un maquillaje. Y yo digo: “si vieran mis maquillajes y cómo me lavo la cara, se mueren directamente”. Solo uso un gel limpiador. También, por suerte, tengo una genética que me acompaña y es fruto de la alimentación y la vida que uno lleva. No tomo alcohol, duermo bien, como sano. Creo que me define que no soy una persona consumista. Tengo un corrector de ojeras desde hace cuatro años que, cuando se me acabe o lo pierda, volveré a comprar.
–¿No hay nada, hablando de objetos, que te genere perdición? Imagino que invertís dinero en instrumentos… ¿algo más?
–Sí, obviamente. Yo tengo una linda guitarra, mi home studio, mis monitores, mi micrófono… Invierto en eso y en cositas para mi casa.
–¿Te gusta decorar?
–Me encanta. Y me gusta mucho cocinar también. Me parece algo hermoso. Mi lado artístico lo pongo en todos los lugares en los que estoy. Si estoy cocinando, me digo: “Bueno, voy a hacer una obra de arte”. Si estoy decorando, me propongo tratar de hacer algo que sea distinto a todo lo que vi en Instagram. Si voy a la playa, probablemente, en lugar de estar tirada tomando sol, esté haciendo un castillito de arena. Siempre estoy medio en esta.
Su próximo gran show y sus dudas sobre las colaboraciones
–Me acuerdo que cuando empezaste tu camino en la música me comentabas sobre la emoción y el miedo que te generaba pasar de empleada a empleadora... Esto de generar trabajo y depender un poco de eso. ¿Cómo fue ese proceso, esa evolución?
–Y… vivimos en un país donde a veces es complicado realmente tener una empresa… Así que ahora soy empleada y jefa, porque trabajo en teatro como empleada y a la vez tengo mi empresa que armé con la música. Realmente, estar al frente no es fácil y da vértigo. De repente, no hay para pagar los sueldos y bueno… hay que estar del otro lado, también.
–¿Qué es lo que te resulta más complicado de llevar?
–El tema de la contaduría, que de repente me pasa por encima. A veces no sé si le pagué al contador, que me manda mensajes y de repente me encuentro en una en la que digo “no sé si estoy para eso”. Después salgo del vaso en el que me ahogué y digo, “bueno, sí, sí lo puedo hacer”. Generar cosas todo el tiempo está bueno y a veces puede ser frustrante, pero es divertido y voy aprendiendo.
–Uno se va haciendo las herramientas…
–Claro, eso sí. Te vas armando de herramientas. Por momentos me encuentro con que estoy algo estancada y me digo: “¿qué hacemos?”. Por ejemplo, este verano no pude salir a tocar porque estuve con la obra. Pero fue una decisión que yo tomé… No sé si fue la mejor o la peor, pero bueno, me tuve que hacer cargo.
–¿Vas a retomar el vivo cuando vuelvas a Buenos Aires? (El 22/3 será reemplazada por Flor Vigna en la temporada porteña de Un divorcio).
–Tuve que pensar otra estrategia, así que en lugar de salir a hacer muchos shows quiero hacer uno grande. Ahora me voy a enfocar en eso. Tengo que presentar mi tercer disco y para mí es muy importante a nivel personal. Y para la empresa también lo es a nivel crecimiento, porque vamos a cosechar lo que hicimos todos estos años. Así que en esa estamos. Ya sé dónde y todo, pero aún no lo puedo decir. Es un lugar muy emblemático de Capital Federal, así que seguramente ya sepas cuál es.
–¿Cómo te imaginás ese gran show? ¿Qué te gustaría?
–Mirá, justo ayer estaba pensando un poco en eso, y no me acordaba de quién había visto un show en el que se duplicaba su imagen en una pantalla, como si fueran sombras. Era como si hubiera diez bailarinas en escena, pero era un efecto. Me traté de imaginar cómo sería… Me gustaría meter cosas autóctonas… siempre me gusta buscar eso bien argentino, lo que soy y lo que mamé. En este show me encantaría fusionar nuestro folklore y nuestro tango… Algo que vengo buscando hace tiempo en canciones variadas. Algo que me representa: hacer distintos tipos de canciones. Me acuerdo que cuando iba a las notas por el primer disco me preguntaban: “¿Y qué música hacés?”. Y yo decía esto: hago la música que me gusta, no tengo que darle explicaciones a nadie; me salió una cumbia, después una balada y un rock and roll. No le hago mal a nadie y lo voy a seguir haciendo. En la búsqueda del tercer disco hay mucho de eso: canciones que salieron en la cuarentena y que fusionan el pop con todo eso. A veces plasmarlo me resulta difícil pero bueno, creo que estoy llegando a buen puerto con mis locas ideas.
–Siempre es mejor seguir escuchando tus locas ideas.
–Mis canciones son eso, hay una cumbia reggaeton que la podés escuchar con toda la familia. Y no vas a encontrar nada raro ni hablo de drogas. Me parece piola que la música tenga un mensaje sano para todo público. Porque a veces escuchás a niños cantando cosas que decís “qué horror”. Letras que no son muy recomendables. Después las mamás cuidan su alimentación y los hacen comer vegano pero no cuidan qué escuchan.
–Ahora que están más en auge que nunca las colaboraciones, ¿te gustaría hacer alguna?
–Obviamente que colaborar siempre está buenísimo, porque interactuar y conocer el arte de la otra persona siempre va a sumar. Para mí la idea del featuring es lo que te pueda sumar en la vida y en tu disco o canción. Pero en su momento me parecía algo raro.
–¿Y ahí interfiere un poco tu concepto de “no ir con la manada”?
–De hecho la intención de este disco es hacerlo sola y no colaborar con nadie. Tal vez sí hacer un remix que refresque el tema o alguna reversión. Pero no lo sé. La verdad hay muchos artistas con los que me gustaría colaborar, pero bueno, a veces o no se puede: no hay química o tienen agendas complicadas. De mi parte siempre está. De hecho, las colaboraciones que hice con Chano (Charpentier) y con la Sole (Pastorutti) fueron súper orgánicas. Esa es la realidad. Porque ya pensarlo como algo comercial…
–Eso de que tenga equis cantidad de seguidores y que amplifique tu público…
–Siempre está bien pero pensarlo así se pone un poco frío. Entiendo que es lo que funciona y lo que sucede hoy en día. Pero bueno, de momento todavía no me surgió ninguna buena oportunidad para compartir música en lo que va de este año. Pero recién empieza. Ahora cuando termine con la obra y me ponga a terminar el disco, veré. Quizás salga alguna charla con algún artista que conozco. No lo descarto. Si es algo que fluye, será muy bienvenido.
Entre el debut de sus nuevas canciones y la adrenalina del teatro: la vez que se lastimó en escena
–Volviendo a los shows, sí pudiste hacer uno en la playa en Mar del Plata. ¿Cómo lo viviste?
–Sí, hice uno espectacular. Fue un show que surgió un martes para tocar un domingo. Tengo unos amigos acá en un parador que se llama La Lejana, que es bellísimo y queda en el sur de Mar del Plata. Es un lugar realmente alucinante, lleno de acantilados. Toqué en una fiesta que se llama Full Moon, que coincidía con la salida de la luna llena. Para mí sorpresa, fue bárbaro porque había mucha gente esperando; no es que era un lugar en el que vendía entradas. La gente se sabía todas las canciones y fue hermoso. Acá (en Mardel) se escucha mucho mi música. Con semejante vista, porque tenía el horizonte atrás, fue algo energético, también. Fue un momento que me voy a guardar para siempre. Después me fue a buscar mi hermano en moto y me llevó rapidísimo al teatro para hacer dos funciones.
–¿Y cómo se baja la adrenalina después de dos funciones diarias? Esa vez después de un show, imagino que quedaste de cama…
–La verdad que sí. Mirá, ayer me acosté a las 4 de la mañana. Quedás full arriba, con mucha energía. Además hacer teatro es muy loco… A veces, cuando abren el telón, digo “uy, ok, le dieron play a la pelicula y ya no se le puede poner pausa hasta que termine”. Es esa la sensación. Y me había olvidado de que pasaba eso. Porque en la música puedo decir: “che, pará, me equivoqué”, o hablo con la gente de un modo interactivo. En el teatro pusiste play y no hay forma de volver atrás. Es algo hermoso y también vertiginoso.
–¿Te pasó algo imperioso de atender durante una función?
–Puede pasar que tengas ganas de ir al baño y no puedas, o incluso que te duela algo. El otro día me dí un golpe en la mano en plena escena y se me rompió una venita. En un momento dije, “bueno, chau, me desmayo”. Todo eso mientras decía el texto.
–¿Y qué hiciste cuando te fuiste a ver detrás de escena?
–Encima no salgo casi del escenario. Entonces le mostré a mi compañera Carla Conte y me trajo hielo. Me lo puse en medio de la escena como si nada pasara. Pareciera que el teatro es todos los días lo mismo, pero cada función la ves distinta, básicamente porque estamos distintos todos los días. Energética y mentalmente, digo. Uno en el cuerpo tiene otras cosas, otra carga del día. Pero bueno, uno lo da todo. Y cada función es como la última.
Los romances inventados: "Me pusieron de novia tres veces el año pasado"
–¿Te molesta cuando estás en boca de los medios? No han parado de inventarte romances. (N.d.R: La vincularon con Nico Occhiato, Chano Charpentier y Luciano Castro).
–En este momento no, pero el año pasado tuve como tres novios. Y es una pena, porque no fui a tomar helado con ninguno.
–¿Alguno te parecía buen candidato, entonces? ¿Cuál?
–Y… escuchame, son todos galanes. Una cosa espectacular. Como estaba sola en ese momento, me reí mucho. Pero si estaba con alguien quizás no era tan divertido.
–Te lo tomaste tranquila.
–Entiendo que es el trabajo pero es un garrón laburar con personas y que esas cosas incomoden tu privacidad. Pero bueno, son gajes del oficio… ¡qué vamos a hacer!
–Claro, gajes con los que lidiás desde muy chica en ese punto, ¿no? No te toman por sorpresa.
–Claro. Cuando ya salió la nota, ya está ahí. No podés hacer nada. Ni siquiera hacerte mala sangre… solo queda reírte. Digo… a mí me tocaron cosas suaves que me dan risa. El día en el que algo no me divierta tanto… no sé cómo pueda reaccionar. Pero tampoco es que llamás y decís: “Che, esto no es verdad, bájenlo”. Al contrario, lo van a seguir poniendo hasta que el mundo crea que es verdad.
–Y en relación a tus vínculos, ¿eso hace que prefieras estar con personas que estén por fuera del medio?
–No, es que en realidad eso es nunca se dio. No es que diga que “no, ni en pedo”. Me gustan las personas de donde sean, no me importa. Viste que uno no elige mucho de quién se enamora.
–Claro. No sé, pero tal vez está la fantasía de decir que te vendría bien un contador.
–(Risas) Un contador me vendría bien, la verdad.
Los cierres sanos y el miedo al amor
–A pesar de estar tan ocupada, ¿hay espacio para algún vínculo, al menos virtual?
–Que deprimente tener algo virtual con alguien.
–Y bueno, después de lo que aprendimos en cuarentena ya se le da valor a otras cosas…
–Bueno, yo ya tuve una relación de muchos años a distancia y no funciona para mí. Pero sí, hay algunos muchachos que me gustan.
–¡¿Son varios?!
–Hay uno que me gusta, pero bueno, ahí estamos viendo qué pasa. Es difícil a veces coincidir en momento y espacio con las personas.
–Sí, es una cuestión de coincidencia.
–Total. Justo estamos complicados porque vivimos en lugares muy lejanos, así que coincidimos en sentimientos, pero no en espacio.
–Es decir que tenés algo ahí que te engancha pero no sabés cómo va a seguir…
–Sí, no sé. Habría que viajar muchos kilómetros. Imaginate que lee la nota, se ilusiona y viene a buscarme. Y yo le digo que no. Le digo: “Esto es viejo, lo dije en febrero. Olvidate”. O peor: “Era para otro” (Risas).
–¿Te cuesta abrirte al amor?
–No sé… a mí me encanta compartir y tengo lindos recuerdos de mis relaciones. Estuve seis años de novia y ahora hace cuatro que no estoy en pareja. Estos años de soledad fueron para reencontrarme y reconocerme. Igual, a veces siento que todavía no estoy preparada para tener un vínculo emocional así tan fuerte. Y por momentos digo: “Che, se me va a pasar la vida si sigo así”. Creo que de alguna forma me cerré al amor y al compartir. Me dio miedo no saber cómo hacer para tener un vínculo sano, lindo y duradero en el que pueda exponer lo que quiera y la otra persona también. Esos amores que vos ves y decís: “Ay, qué lindo, se puede”.
–Claro, todo es construcción…
–Obviamente, la perfección no existe y se trata de construir en el amor. En definitiva construir es poner bastante de uno y genera temor. Y yo a veces, en esta soledad de la que hablo, conozco a un chico y digo: “Me gusta”. Y de repente me aparece algún fantasma de mis otras relaciones. Ahí es cuando creo que no estoy preparada para tener un vínculo.
–Y en ese sentido, ¿sos de dar marcha atrás y ghostear?
–He tratado. Quizás alguna vez me pasa de no saber qué decir y tener que desaparecer, pero son las menos. Generalmente, trato de ser sincera con el otro porque me lo han hecho y no me gusta y me parece poco adulto y poco respetuoso. Entonces prefiero decir: “Siento que no va por acá, fue todo muy bonito, lo pasé bárbaro y gracias”. Esto de darle un cierre a las cosas; ser consciente de que el otro también puede estar esperando.
–Todas las relaciones son incertidumbre siempre hasta que queda claro en algún momento qué se siente. ¿Sos de las que quiere clarificar las cosas?
–Obviamente a veces está bueno solo conocer a alguien y divertirse, pasarlo bien. El tema es cuando la empezás a pasar bien y una de las dos partes no se engancha al mismo tiempo o no se engancha. Estoy cansada de escuchar a mis amigas contarme situaciones con hombres con los que está todo bien y de repente desaparecen y no lo superan más. Las ves sufrir y les decís: “No te merece”.
–El famoso “no te merece” que nos decimos tanto de todas, ¿no?
–Sí. Yo te juro que igual no llego a ese punto. Yo ya la veo venir, entonces antes de que eso pase prefiero poner las cosas en claro. Así es más lindo y más sano. No te cuesta nada. Es decir, la mayor herramienta como humanos es poder hablar y expresarnos. Y a veces nos da miedo abrir el corazón cuando estamos con alguien, tanto para decirle “me gustás, quiero tener algo con vos”, como para decir “esto no va más”. Parece simple decirlo pero para algunas personas es imposible.
Por Karina Noriega
Fotos: Chris Heit
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