“Pensé que este año iba a ser muy cuesta arriba pero la vida hoy me encuentra en un estado de felicidad absoluta”. Sorprenden las primeras palabras de Marina Calabró (47), la protagonista del Íntimo de la Semana de GENTE. La periodista, de ADN muy exigente y sensibilidad interior, decide hacer una suma y resta del 2021 y no duda en pararse del lado positivo de la vida: las seis temporadas que lleva en Lanata Sin Filtro, y de la química que logró con Jorge Lanata al aire de Radio Mitre, y el aprendizaje que le dejó el levantamiento abrupto de “TV Nostra”, el ciclo que conducía Jorge Rial en América, por bajo rendimiento de audiencia tras 40 emisiones, y los cruces posteriores con el ex Intrusos.
Y es que Marina no tiene zonas grises. Es blanco o negro. Y lo manifiesta, lo siente. A lo largo de una hora de charla, Calabró disminuye su velocidad de palabras al hablar de Mía, su hija de 12 años, y luego los ojos se le iluminan al momento de referirse a Martin Albrecht (53), su pareja desde hace ocho años. “No descartamos casarnos. Es algo que hablamos”, revela la hija menor de Juan Carlos Calabró y Aída Elena Picardi, más conocida como “Coca” Calabró. Hace autocrítica de la tensa situación que vivió con su hermana Iliana Calabró (55) cuando Fabián Rossi estuvo involucrado en “La ruta del dinero K”, y no esconde ninguno de sus defectos. Una Marina Calabró a la italiana. Auténtica.
-¿Pensabas un año difícil por un ego lastimado al quedarte sin pantalla?
-Me considero una laburante que se arremanga, entonces no me pega por el lado del narcicismo, no tengo el ego herido por el fracaso de TV Nostra. Son las reglas del juego. Tuve ofertas (LAM, Nosotros a la mañana), voy de jurado invitada a Los 8 Escalones del millón. Pero encontré más tiempo para mí, para preparar mi columna en la radio. Estoy contenta, me sorprendió gratamente como lo llevo.
-Sos muy obsesiva con el trabajo…
-Sí, soy muy obsesiva por ejemplo de la columna con Lanata, soy obsesiva de que sea precisa la información, nadie está exento de pifiarla en algo y la verdad que me clavo puñales las muy poquitas veces que aparece una desmentida. Odio que me desmientan. Pero no me pasa porque laburo para eso. Laburo como si hubiera arrancado ayer.
-¿A eso lo heredaste de tu papá?
-Es Cala puro, y mi hermana Iliana es igual y es una figura consagrada.
-No podés relajarte…
-No, no puedo, no me sale, siento que estoy estafando, primero al público, segundo al medio que me contrata, tercero al conductor para el que trabajo, cuarto al equipo y quinto a mí.
-¿Padeces tu auto exigencia?
-Si, a veces la padezco. Aunque no creo que sea un defecto. Mi peor defecto es la inseguridad. Si yo creyera en mí, la mitad de lo que otros han creído, mi padre, mi marido, Lanata, la verdad que la pasaría mejor, me cuesta un montón creérmela. Es una cuestión de que me falta auto confianza que conlleva a tomar riesgos.
-Saltar al vacío…
-Claro. Saltar al vacío. La verdad que he saltado poco al vacío en mi vida profesional. Yo soy muy conservadora en ese sentido.
-¿Lo trabajas mucho en terapia?
-Sí, lo trabajo con mi psicóloga Claudia Garro hace muchos años pero mi gen ya está decodificado así. Y trabajo la fragilidad. Me tumbas muy fácil. Soy frágil y soy culposa. Critiqué a Radagast y después me arrepentí. Me digo: “¿Quién sos Marina Calabró?”. Entonces, y me clavo puñales. Me cuesta ser políticamente correcta. Y por supuesto, que todo lo que digo y critico, está fundamentado.
-¿La credibilidad es tu mayor virtud profesional?
- Sí, que lo que digo, para bien, para mal, errada o acertada, siempre está hecho desde la más ínfima convicción, no tengo ningún interés creado, nunca jamás especulo. No lo hago ni para que uno me contrate ni para que el otro me quiera. Me he deshecho en elogios para Mirtha Legrand y me sigue odiando. He castigado a Marcelo y me cae bien.
-¿Qué es lo que más te gusta de vos?
-Que soy una laburante. Te puede gustar o no lo que hago, ahora no me podes decir que no laburo. No soy una panelista calienta silla o columnista de radio calienta silla ni una conductora calienta espacio. Me involucro.
-¿Y cuál es tu virtud más humana?
-Es la lealtad por eso me dolió que Rial dijera que yo era traicionera. Diego Ramos contó también que fuimos los últimos en enterarnos. No mentí. Y él no se portó bien. Creo que fue artero lo que hizo porque él sabe que ahí me iba a doler. Y acá termina lo que voy a decir de Rial: ya lo exorcicé al final de TV Nostra. Entonces, me quedo con lo bueno, con la oportunidad laboral.
-¿Qué similitudes y diferencias encontras entre Lanata y Rial?
-Son dos animales del periodismo, para mí ahí empiezan y ahí terminan las similitudes. Después no tienen nada que ver. Con Lanata tenemos una afinidad ideológica, conceptual, y es una experiencia que no se parece a nada, primero por la generosidad y la libertad de acción que te da. Un día me llamó y me dijo: “Marina sos politóloga, necesito que te involucre mas en todos los temas del programa”. Pocos hacen eso. A Rial creo que le costó un poco en TV Nostra, no en Intrusos, soltar un poco el juego o correrse un poco de él, no es que no nos dejara hablar ni mucho menos, pero era un programa hecho a imagen y semejanza. Y cuando no rinde es lógico que el conductor tome más la posta.
-O puede ceder lugar al resto.
-También. Pero no ocurrió.
La historia de amor con Martin Albrecht
Marina Calabró conoció a su pareja Martín Albrecht, Director Comercial de América, de pura casualidad en la puerta del canal. “Año 2013. 5 de junio. Eran las 7 de la tarde. Había terminado de hacer Infama y estaba saliendo de América por el molinete de Fitz Roy. Yo estaba muy fastidiosa y muy contrariada porque mi hermana festejaba su cumpleaños en un restaurante y era pleno quilombo de “La ruta del dinero K”, que había estallado en abril pero seguía con los coletazos”, recuerda Marina aquel difícil contexto que se encontraba la familia Calabró.
-Y en ese contexto complicado aparece Martín…
-Llego al molinete y veo un tipo que estaba hablando por teléfono. Saluda a los señores de seguridad, muy sonriente, y le digo, sin conocerlo, al verlo tan feliz: “¡pero que sonriente estás!”. Y él me respondió: “es que hoy es mi cumpleaños”. Lo felicité, ni sabía cómo se llamaba ni nada. Me voy para el estacionamiento, me lo vuelvo a encontrar ahí, y me saluda. Quedó ahí. A los dos días, me escribe un productor, y me dice “me están preguntando si le puedo pasar tu número a una persona de comercial que se llama Martin Albrecht. Le digo: “¿quién es Martín Albrecht? No lo conozco, no me rompas”. Yo, además del quilombo de Rossi, hacía ocho meses que me había separado del papá de mi hija (Martin Virasoro). Era un desastre, un paño de lágrimas. “Si lo conoces, se cruzaron en el molinete”, me dijo. Y ahí dije: “Ah, el del molinete. Entonces sí, pasale mi teléfono porque es muy guapo”.
-¿Y cómo fue la primera cita?
-La primera salida, por todo esto de La ruta del dinero K, fue una cena en su casa.
-¿Te cocinó?
-Sí. Unos sorrentinos de calabaza que estaban buenísimos. Martín cocina espectacular y con los años cocina mucho mejor.
-¿Cómo fue la presentación con tu hija Mía, tu papá y tu mamá?
- Mi viejo, lamentablemente, lo conoció en el sanatorio, vino un par de veces conmigo a visitarlo, y después se vieron en el homenaje que le hizo APTRA en los Martín Fierro del Teatro Colón que ya estábamos de novio. Me hubiera gustado que mi viejo lo conociera más. Con Mía y Coca, se llevan bárbaro.
-Con Martín nunca convivieron en ocho años de relación, ¿hablan de la posibilidad o fórmula que funciona no se toca?
-Sinceramente, hoy, no lo sé. Lo pensamos, pero implicaría una movida: en su departamento y en el mío no entramos, requeriría ventas, mudanzas, una estructura económica-financiera común que no tenemos. Por otro lado, hace un tiempito la idea del casamiento me ilusionaba por esto de que para mí casarse es poner la firma por un amor. Me parece que hay amores que merecen que uno ponga la firma.
-Se pueden casar y no convivir…
-Para mí el casamiento no implica necesariamente convivencia pero para Martín sí. Te dice “te casás y sino es para convivir, ¿para qué te casás?”
-¿Él está casado por iglesia?
-Sí. Se casó por iglesia con la mamá de sus chicos mayores, Alan (27) y Frank (23), y yo me casé con Maxi Ambrosio. Siento que es un amor maduro, sobre que los dos tenemos una convicción absoluta, y que es lo mejor que a los dos nos pasó en la vida. Ahí es donde se me arma un quilombo en el casamiento y los dos sentimos que tenemos que poner la firma por este gran amor que sentimos.
-Se nota que Martín es más relajado que vos…
-Re. Tiene muy laburadas las cuestiones espirituales. El medita, respira, hace animal movement, yoga ashtanga, corre, y entonces él se toma la vida con otra filosofía, es mucho más sabio que yo. Entonces, me ayuda, es un cable a tierra.
Marina mamá: la intimidad del vínculo con Mía Virasoro, su hija de 12 años
El momento donde aminora la velocidad de sus palabras es cuando el foco es Mía, su hija de doce años, fruto de su relación con Martín Virasoro. “Me siento una bendecida con la hija que tengo”, dice Marina. Y agrega: “Cumplió 12 en mayo. Es hermosa persona, sensible, compañera, a veces me impresiona porque es demasiado madura para la edad que tiene. Es inquieta, está siempre buceando las redes, le gusta saber de las noticias, es un bicho raro para su edad. Y ahí digo: “algo debo haber hecho bien en la vida”, primero para que Dios me haya premiado con Mía, y segundo para que haya puesto a Martín en mi camino”.
Marina confiesa que a Mía le va muy bien en el colegio, tiene incorporado el sentido de la responsabilidad y de la meritocracia. “Moritán dijo en una nota en GENTE que sus hijos le daban consejos a él y ahí me sentí identificada con lo que dijo. Mi hija me desata la malasangre en un abrir y cerrar los ojos”.
-¿Y cómo te autopercibís como mamá?
-Me cuesta mucho imponer autoridad, poner límites, pero creamos una relación de libertad, creo en las individualidades, y ella sabe que tanto su papá como yo estaremos siempre para ella.
-¿Revisas tareas?
-No. Tengo la bendición que no tengo la necesidad. Si ella viniera con un boletín en rojo, por supuesto que lo haría.
-¿Y con las redes sociales cómo hacés?
-Tiene redes cerradas. En eso sí el padre y yo somos muy rigurosos, y se le explicó, y lo entendió. Ella no está ajena a los problemas de grooming, de acoso, de los pedófilos.
-¿Y las drogas?
-Ella sola me preguntó cuando pasó la muerte de los chicos en la Time Warp. Le expliqué y no terminaba de entender por qué uno elegiría consumir algo que te destruye. Ella es muy legalista, en eso salió a mí, pero a la enésima potencia de lo que es legal y lo que es ilegal. En plena pandemia te decía: “eso no está permitido por el decreto” ¡11 años tenía!
-¿Del padre que sacó Mía?
-La genética física: es una Virasoro. Un día Santiago del Moro me decía “mirá, yo no sé si es hija tuya pero hija del padre seguro” (risas). También que es más aventurera. Ella sueña con irse a estudiar afuera, con hacer experiencias de intercambio
-¿Te gustaría eso a vos?
-A estudiar, sí, a vivir, no. Igual, no le cortaría las alas tampoco.
-¿Te llevas bien con la familia ensamblada?
-Sí, y de hecho nos vamos de vacaciones con Mía y con el más chiquito de Martín, Kai que tiene 13, porque el más grande vive en Barcelona y el del medio estuvo estudiando música en Berkeley y ahora volvió.
La presencia de Juan Carlos Calabró y su relación con Iliana
Sus ojos se ponen brillantes al hablar de su papá, el legendario actor y humorista Juan Carlos Calabró, quien falleció el 5 de noviembre de 2013 después de varios meses de internación en el sanatorio Británico. “Mi viejo fue un hombre de su época, conservador, apegado a sus costumbres, le costó adaptarse a algunas cosas, por ejemplo que me divorcie. Y por algo Ileana no se pudo divorciar de Rossi, hasta que mi viejo partió”, reflexiona la periodista y politóloga.
-Lo conoció poco a Martín, ¿no?
-Sí. Mi viejo tenía un lema en la vida que era “si mis hijas son felices, yo lo soy”. Se hubieran llevado bien, se hubieran querido, porque Martín es encantador, siento que hubieran congeniado bien porque él no es invasivo, mi viejo tampoco lo era. Me quedó esa espina. Yo soy una convencida de que mi viejo me lo dejó a Martín en esta tierra para que me cuide en su nombre. Y con la Coca (82) se lleva bárbaro también.
-Y la Coca suegra, ¿cómo es?
-Se llevan divino. Todo el mundo se lleva bien con la Coca. Es un personaje delicioso, es una mujer positiva, alegre, informada, canchera, mi vieja es como muy fuera de su tiempo, es una mujer cero prejuicios, incapaz de un comentario malicioso o de descalificación al otro.
“Con Iliana no peleamos nunca, la única vez fue en el caso de La ruta del dinero K”, confiesa la menor de las Calabró. “Todo lo que se vio en los medios pasó pero hubo una charla-discusión privada y estuvimos tres meses sin hablarnos”, revela.
-¿Te arrepentís de algo?
-Sí. Yo hice una autocrítica, hubo cosas que hice mal, debí guardarme más y cuidarla a ella. Creo que al hablar tanto impedí que el foco se corriera de ella, no le hice un favor. En ese momento estaba trabajando y el tema de apertura y cierre era ese. Era más chica, estaba aturdida, mi viejo se estaba muriendo. Le pedí disculpas a Iliana pero no cambiaría ni una coma de lo que dije en 2013.
-¿En qué cosas encontrás la presencia de tu papá?
-Tengo siempre la sensación de que lo llevo puesto. No tengo que buscarlo. Cuando a alguien querido se le muere alguien siempre mando parafraseado el mismo mensaje: desearle a esa persona que ojalá esa persona que se fue se convierta en su vida en pura presencia, incluso más que cuando estaba viva, como se convirtió mi viejo en la mía, y mirá que mi viejo, era un viejo presente. En ese sentido no somos parecidos, no hablo de ausencia pero yo soy una madre de soga más larga, mi viejo padre de soga corta.
-Más tradicional…
-Sí, más tradicional, conservador, y así y todo yo siento que él está más presente que nunca en mí. Yo sé lo que me diría en casi cualquier circunstancia, viste cuando decís “y hago esto o lo otro”, yo sé lo que él me diría.
-¿Le haces caso?
-Y a veces le hago caso y a veces no. Con TV Nostra no lo escuché. Él me hubiera dicho que no lo haga.
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