"Usar a la mente como herramienta pero que no nos use a nosotros". Ese es tan sólo uno de los descubrimientos más valiosos a los que Malena Narvay (26) llegó en el último tiempo. También conocida como Lena, la actriz que se decidió por hacer un camino en la música viene de abrir tres shows para Luis Miguel en el Movistar Arena, estrenó su single Ansiedad –donde exorciza sus altibajos en cuestiones de salud mental– e hizo una colaboración con el reconocido DJ alemán Boris Bresjcha.
"Basta de esperar", le había dicho su psicóloga, con quien trabajó el impedimento que la hacía "aguardar la oportunidad" antes que generarla. Así que “lejos de los tiempos de las discográficas”, la chica que a los 14 escribía poemas y compuso su primer blues se abrió camino y la hizo a la suya. A su favor siempre tuvo el arte, que directamente considera su "hogar". Su padre, que es actor y hasta improvisado director de sus clips (como el de su canción titulada Alerta) la dejó marcada con una frase que la guió siempre: "La oruga no sabe que se está convirtiendo en mariposa".
Sobre sus transformaciones, sus aprendizajes, el amor que la une al DJ Leo Cepeha, el vértigo de estar en el lugar que siempre deseó, el amor propio y salir de la crisálida a su tiempo (como las mariposas que ella ve nacer en cada ciclo en las asclepias de su mamá), se explaya la protagonista de la tapa digital de GENTE.
–¿Cómo definirías el proceso personal que te llevó a que tus canciones sean tu verdadero “diario íntimo”?
–Mi primera canción la escribí a los 14 años. Era un blues. Y la verdad que a partir de ahí, a mí siempre me gustó escribir. Escribía cuentos de ficción, poemas y siempre tuve diarios íntimos con típicos dramas de chicas. Hace tiempo que empecé a plasmar en las canciones todas las cosas que me pasan y lo que voy sintiendo a lo largo de mi vida. De hecho, en mi primer álbum (Lena), que salió en 2019, hay muchos temas que escribí desde mucho más chica. La música es mi canal de expresión más personal, digamos. Es donde realmente soy yo y donde puedo expresar mi verdadera historia. Y es muy lindo cuando lanzo una canción como Ansiedad, que es tan personal, y a la vez genera que la gente se identifique con su vida y con algo que yo escribí.
–¿Sentís que las canciones son la mejor manera de exorcizar esos sentimientos con los que es difícil lidiar?
–En realidad, Ansiedad es una canción que escribí para quedármela. No la iba a lanzar porque me parecía muy personal, pero es mi manera de canalizar lo que me pasa. Esta canción era un ejercicio en el que vengo trabajando en mi vida personal hace tiempo. Últimamente empecé a ver que mucha gente de mi círculo, amigos y seguidores de todas las edades están pasando por situaciones de ansiedad, así que dije: ‘Si puedo aportar un granito de arena y contar desde mi experiencia cómo vivo y trabajo la ansiedad, quizás pueda ayudar a alguien a no sentirse tan solo y a empezar a hablar de lo que le pasa’.
–Y ese es el primer paso…
–Sí, el primer paso para mejorar es poder hablar de lo que nos pasa y me parece buenísimo que hoy se esté hablando más de salud mental. De hecho, cuando lancé la canción fue muy hermoso todo lo que pasó, porque recibí muchísimos mensajes de gente diciéndome que necesitaba expresar lo que le pasaba y que esta canción tenía las palabras justas para empezar a hacerlo y pedir ayuda. Así que para mí fue súper lindo lo que pasó porque es una canción que me regalé a mí misma. Me hace sentir contenta haber podido transformar todo esto en arte y que a tanta gente le haya hecho bien.
–Si pudieras volver al pasado, ¿hay alguna advertencia que te gustaría hacerte a vos misma en tus comienzos?
–Yo al medio entré a los 19 años, cuando quedé en un casting para una novela en el prime time y con un personaje protagónico (Quiero vivir a tu lado; eltrece). Antes tomé clases de teatro y mi primer trabajo fue a los 15 en una obra de teatro que dirigía Ricky Pashkus. Más que una advertencia, me recordaría siempre el por qué estoy haciendo esto, que es por amor al arte. Porque a veces, entre lo mediático, las ganas de que te vaya bien, la frustración y la ansiedad que genera es una montaña rusa. Esto tiene altibajos todo el tiempo, así que hasta el día de hoy me recuerdo a los 7, 8 años, cuando me paraba enfrente del espejo a hacer escenas actuadas y a cantar. Siempre me acuerdo de esa nena y de la que soy hoy, que tal vez tengo un día más o menos y me alegro sólo con tocar el piano. Es muy importante recordar que uno hace esto no por la búsqueda del éxito –que también se festeja, si viene– sino por el amor por esto.
Autoestima, mandatos, presión estética, el peso de la fama y el caso Silvina Luna
No es la primera vez que Malena habla de bullying, algo que está muy entretejido con la hegemonía, el amor propio, cómo nos ven y cómo puede afectarnos la mirada ajena. “Me pasa que sé que hoy, con más herramientas, reaccionaría distinto a un montón de situaciones. Yo aprendí a defenderme siempre desde el respeto o a ignorar ciertas cosas porque tomo en cuenta de quién vienen, pero cuando uno es un niño o un adolescente se siente más indefenso y mucho más inseguro frente lo que te dicen los otros”, analiza. Y enseguida subraya acerca de las lecciones que aprendió: “Lo importante es tomar cosas para el día de mañana. Cuando tenga hijas o hijos voy a enseñarles que somos todos diferentes y que las diferencias nos sirven para complementarnos, para aprender, para generar amistades y para tratarse bien”.
–¿Cómo se gestiona la autoestima creciendo bajo el ojo público y en una época en la que se pondera tanto el éxito?
–Actualmente podría decirte que mi forma de lidiar con eso y manejarlo es no compararme con otros artistas, porque creo que cada uno tiene su ritmo, sus virtudes y sus tiempos para lograr cosas y para aprender, no sólo en el trabajo sino en la vida. A mí me gusta poder reconocer todas las cosas que voy aprendiendo en todas las etapas de mi vida: en las que hay más trabajo y en las que hay menos trabajo. Porque en todas crezco y en todas aprendo. Y yo siento que cada año soy una versión mía que me gusta más, entonces creo que esa es la clave. Primero quererse mucho a uno mismo y ser amigo de uno mismo, porque lo peor que podemos hacer es ponernos a nosotros mismos en contra. Y después no compararse con nadie más y festejarse a sí mismo cada logro, cada pasito que demos. Obviamente existe mucha presión social pero hay que intentar no darle mucha atención. Claro que se siente, pero lo más sano es poder hacer cada uno su propio camino en el arte y en la vida.
–Hoy que la aceptación propia está más en la conversación, resuenan con más peso la presión estética y los mandatos que la propia Silvina Luna cuestionó de modo público para concientizar, exponiendo también los riesgos.
–Siento que por suerte se está empezando a romper con todo eso, ¿no? Hay infinitas maneras de lo que es la belleza, entonces me parece bueno que estemos rompiendo con eso y nos podamos aceptar a nosotros mismos y al otro. Obviamente que falta mucho, pero de a poquito como sociedad siento que empezamos a avanzar y a reconocer todas estas cosas. Y bueno, si alguien quisiera hacerse algún tipo de cambio físico, que haga lo que lo haga sentir mejor por una cuestión personal y, elemental, en manos de alguien que no ponga en riesgo su salud.
–Todas luchamos con la idea de amigarnos más con lo que nos devuelve el espejo. La batalla es gustarse más a una misma antes que al resto, ¿verdad?
–Siento que hoy en día todavía es bastante difícil no pensar en cómo te ven los demás, pero la verdad que siento que hice una gran evolución con respecto a eso. Yo antes me fijaba mucho en cómo me veían los demás, tanto en mi físico como en un montón de cosas. Trabajé bastante eso y ahora logré ver más cómo evoluciono como persona y en lo profesional. Trabajé para tener una aceptación muy linda, una amistad conmigo misma, como te decía antes. Eso hace que me quiera, pero me costó mucho llegar a este lugar. Fueron años de trabajar para esto: hoy priorizo gustarme más a mí misma que a los demás. Además, cuando los demás te quieren por cómo vos te querés y por cómo sos, el cariño del otro es genuino. Siento que la clave es trabajar para poder gustarse a sí misma y después ver qué pasa con los demás.
–¿Cuál dirías que es el peso de la fama que te sale “caro” en el presente?
–Yo creo que la presión que tiene esta carrera. Específicamente sentir la presión de que se te pase la hora, ¿viste? A veces se siente realmente como una “carrera”: que hay que vivir corriendo y que las cosas tienen que pasar lo antes posible por miedo de que después no pasen. Siento un poco eso, la verdad.
–¿Y cómo hacés para lidiar con eso y frenar?
–Yo más que nada intento tomarlo con calma y dar pasos firmes, pasito a pasito, para sentir que estoy avanzando y que sea a mi tiempo y a mi forma, sin tener que ponerme un cronómetro. Yo soy una persona que todo el tiempo está en acción. Entonces estar sintiendo que encima, además de eso, se pone presión es algo que me genera mucha ansiedad. Ya sé que siempre estoy trabajando por lo que quiero, así que me digo: “Bueno, estoy yendo adonde quiero ir, eso es lo importante”. Después cómo se llega y lo que pasa, incluso a veces son cosas de suerte. Saber dónde quiero llegar es lo único que me da seguridad, al igual que saber qué exponer y qué no de mi vida personal.
Las influencias, su ambición todo terreno y su track global
–Cómo decidiste empezar un camino en la canción y quiénes fueron tus influencias más directas?
–Tenía seis años y escuchaba Pink Floyd. En casa siempre había una guitarra a mano y estaba esto de cantar y hacer música. Mis viejos (Eduardo y Valeria) son actores, entonces siempre hubo arte y mucho juego en mi casa, tanto para mi hermana (Violeta), como para mí. De muy chiquita me gustaba escribir así que, cuando arranqué comedia musical, descubrí mi voz, empecé a cantar y a componer mis canciones. Me acuerdo que en ese momento estaba muy de moda Hannah Montana, donde Miley Cyrus era actriz y cantante. Entonces yo flasheé con eso y dije: “Yo también quiero actuar y cantar, y hacer conciertos”. Y tengo muchas influencias. Escuchaba la letras de Charly García, que me encantaban. Él me inspiró mucho, y Gustavo Cerati, también. Arranqué a escribir música pensando en ellos. De hecho, mi primer disco tiene muchas influencias del rock nacional. Y bueno, también era fanática absoluta de Los Beatles.
–Hace poco dijiste que eras muy ambiciosa. ¿Cuál sentís que es tu ambición más grande a la que te referís como algo del orden de lo posible?
–Yo sería muy feliz si pudiera expandir mi música por todo el país y llegar a más público. Hacer giras por el interior y por otros países; eso sería muy hermoso porque a mí me encanta viajar. A la vez no hay nada más lindo que viajar y trabajar al mismo tiempo, algo que ya pude concretar con la actuación cuando hice dos películas en España. Mi colaboración musical con (el DJ alemán) Boris Bresjcha también tuvo mucho de eso, porque filmamos en Austria. Y fue precioso.
–Vos ya eras admiradora de Boris Brejcha y lo consumías mucho en cuarentena. ¿Qué creés que te llevó a ser elegida por él? ¿Un mix de mérito y manifestación?
–En el caso de lo de Boris fue como un poco de todo. Es decir, mérito supongo que sí porque me escuchó cantando en redes y tocando el piano, y soy una persona que se formó mucho, pero a la vez siento que fue algo del universo, porque la verdad que es un artista que vive muy lejos de acá y hay muchas cantantes. De alguna manera llegó a mí y por alguna razón le llamó la atención el color de mi voz y se imaginó un track conmigo. Ahí creo que hay algo de manifestación, o como uno lo quiera llamar. Algo energético que hizo que nos encontráramos en el camino para hacer arte juntos. La verdad era muy seguidora de él, así que fue muy loco que él me escriba. Todo lo que pasó con Boris lo sentí bastante mágico.
La herencia familiar de vivir del arte
–Siempre se te ve muy perfeccionista y de muy chica estudiabas a la par teatro, conservatorio musical y comedia musical. ¿Esa exigencia en qué medida es algo que heredaste de tu familia?
–Mi familia nunca me exigió, de hecho siempre me decían que me tranquilizara. Me acuerdo que en el colegio yo necesitaba aprobar todas las materias y me había puesto en la cabeza que no podía llevarme ninguna. Pero fue una exigencia propia. Capaz estudiaba para una prueba y me quedaba todo el fin de semana estudiando sin siquiera ir a merendar con una amiga. Entonces mi mamá me insistía para que lo hiciera, pero yo sólo pensaba en el 9 o en el 10. Si un día me sacaba un 6, mientras en mi casa me decían que no pasaba nada, yo me re angustiaba. Tengo una exigencia desde muy chiquita que no sé bien de dónde la saqué.
–¿Y de dónde puede provenir?
–Pienso que de mi abuela. Ella siempre fue muy exigente con ella misma, y tuvo que luchar con muchas cosas en su vida para cumplir sus sueños. Yo tengo una admiración enorme por ella; hoy ya no está más acá. Creo que lo traeré en la sangre. Pero así como puede ser algo bueno ser exigente, por otro lado te hace sentir una presión desmedida. Todavía tengo que aprender a controlar día a día mi exigencia, porque entiendo que, si bien logré mucho de lo que vivo gracias a eso, mucha exigencia ya se empieza a padecer. El equilibrio perfecto sería tener más disciplina que exigencia… Admito que veces la exigencia zarpada que tengo no me deja disfrutar.
–¿Qué incidencia en cuanto a la inspiración tuvieron tus padres (ambos actores) a la hora de convocar ese deseo que concretaste?
–Yo ya de chiquita iba a ver a mis padres al teatro. Entonces a los cinco años yo ya corría entre las butacas y me recuerdo muy en paz mientras observaba una prueba de luces en un teatro vacío. Yo a los tres años ya me sabía líneas de Shakespeare: literalmente tengo videos míos recitando Hamlet. Y es algo a lo que nunca me forzaron, ni me exigieron; tampoco me incitaron a ser artista. Mis padres siempre fueron muy libres y siempre nos invitaron a mí y a mi hermana a hacer lo que nos gusta. Pero siento que cuando uno desde chiquito se enamora del arte es para toda la vida. Es decir, el amor de mi vida es el arte. Siempre fue refugio y hogar.
–¿En qué otro trabajo no artístico creés que serías buena?
–En caso de que no fuera actriz, cantante o compositora pienso que sería directora de cine o guionista… Pero si tuviera que pensar en algo no artístico, te diría que viajar mucho, porque me gusta conocer culturas y otros ecosistemas. Quizás viajaría haciendo documentales alrededor del mundo, pero bueno, eso también tiene algo de artístico. De chiquita siempre me gustaron mucho los animales, así que tal vez agarraría una cámara e iría abajo del océano a filmar delfines.
–¿En qué medida es sacrificial intentar pedirle al arte que nos de todo lo que queremos, inclusive sustento?
–Pueda o no pueda vivir de esto, mi trabajo es quien soy. Y a veces pasa que me aferro demasiado a eso y quizás me olvido de algunas otras cosas de la vida que también son disfrutables. Como salir a divertirse con amigos, irse de vacaciones o la familia… De hecho, el día de mañana capaz tener un hijo. A veces tengo la cabeza el 99 por ciento en el trabajo y el arte. Trato de ponerle una pausa a eso y disfrutar de un montón de otras cosas que tiene la vida, como enamorarse de otra persona. Hay un montón de cosas hermosas que no son el trabajo, pero yo soy muy apegada a lo que hago. Muchas veces, mi humor y mi estado de ánimo dependen de cómo me siento en el trabajo, entonces trato de controlar eso y recordarme que la carrera no es lo único que me puede dar felicidad.
Los proyectos y el amor, la suma de la felicidad
–Hablemos de la felicidad que te genera el trabajo y después de la que te da el amor. En el último tiempo te llegaron varios proyectos y filmaste bastante en España…
–Siempre estoy abierta a los proyectos que lleguen y siempre me estoy formando. Me encanta entrenarme hasta que aparezca algo nuevo que hace que me ponga en acción con un personaje nuevo; eso es lo más hermoso que hay. En cuanto a cine, hice dos pelis españolas. La que filmé el año pasado es con Blanca Suárez y Nico Furtado, se llama Me he hecho viral y se estrena el mes que viene. Y también hice otra que se llama Historias, donde compartí elenco con Albert Baró, Maggie Civantos (Vis a Vis), Diego Domínguez (ATAV) y Juan Diego, un actor español muy prestigioso que falleció el año pasado.
–¿Cuál es la parte más difícil de decirle que "no" a un proyecto?
–La parte más difícil de decirle “no” a un proyecto hoy en día es que no hay muchos proyectos, lamentablemente, por cómo está todo en general. Pero más allá de eso, a veces genera miedo de que no te vuelvan a llamar. Cuando tuve que rechazar alguna propuesta siempre he sido muy sincera, expliqué por qué con mucho respeto y deseándole lo mejor al proyecto. Siempre estoy muy agradecida de que me tengan en cuenta.
–Seguís en pareja con Leo Cepeha (DJ), ¿qué es lo que más disfrutan juntos de la vida?
–Lo que más disfrutamos con Leo es el compañerismo que tenemos. Además de ser pareja, siento que él es como un mejor amigo. Somos muy de estar para el otro. Cuando le pasa algo lindo al otro es como que nos pasa algo lindo a los dos, es una fiesta. Y en los momentos que no son tan buenos siempre es una contención enorme tenernos, un gran apoyo. Cuando me pasa algo, es de las primeras personas con las que necesito hablar; es donde busco refugio. Nuestra relación es como un cable a tierra.
–¿Y también funciona que ambos se puedan dedicar a sus cosas?
–Es muy lindo porque podemos hablar de todo; es una relación con mucha libertad y con mucha amistad. Y en relación a nuestros trabajos también, porque ambos exigen mucho y llevan mucho tiempo. Entonces está bueno cuando nos juntamos a desconectar un poco y nos vamos de viaje, hacemos una escapada o nos tomamos un día para irnos de fiesta o probar cosas nuevas. También charlamos mucho sobre nuestros trabajos, pasiones, miedos… Tenemos de esas relaciones de pareja que están muy basadas en lo que son los mejores amigos.
–¿Y cómo se da la dinámica, cada uno en su espacio?
–Hasta ahora no hemos convivido en la misma casa, porque cada uno tiene su departamento, aunque casi siempre dormimos en un lado o en el otro. La verdad que somos bastante pegotes y nos gusta mucho hacer cosas juntos. A mí me gusta invitarlo con mis amigos y a él le gusta invitarme con los suyos. Nos hicimos muy unidos con el grupo del otro y somos de compartir mucho. Pero bueno, también está bueno que cada uno tenga su espacio.
–¿Y hay planes de convivencia?
–Sí, estamos viendo ese tema. Porque él desde hace unos meses está en Italia haciendo un trámite con su familia y ahora cuando vuelva, como nos extrañamos tanto, hay planes de convivir. Pero veremos cómo nos va con eso. Igualmente nos llevamos bastante bien, así que para mí que va a ser lindo. Además tenemos cosas en común, ambos nos dedicamos a la música y además él, además de DJ y productor es ingeniero industrial. Tenemos diferencias pero ninguna es insalvable. Sí quizás que yo soy muy de la mañana y él tal vez es una persona más nocturna, pero bueno, me levantaré más temprano y él dormirá hasta tarde.
De las redes, los libros y el sueño de abrirle a Luis Miguel a la Argentina que se viene
–¿Cuál es la red social que menos te bancás y por qué?
–No sé si hay una que me banco menos, porque terminan siendo todas un poco lo mismo. Con las redes me pasa lo mismo que te decía con la mente: es una herramienta que tenemos que usar nosotros y no al revés. Las redes son bastante tóxicas en muchos sentidos y yo la verdad que a veces me saturo y hasta me dan ganas de tirar el celular por un precipicio. Pero por otro lado sé que hay que tener el equilibrio justo y usar las redes con estrategia y con cuidado, y como lo que son: no son la vida.
–Contame cuál fue el último libro que leíste completo y qué es lo que más recordás.
–Me quedó algo muy lindo al volver a leer El Principito, que recurrí a él porque me dijeron que de más grande lo entendías diferente. Lo leí hace poco y hay una frase que me re quedó: “Es una locura odiar a todas las rosas sólo porque una te pinchó”. Y me parece una re linda metáfora: no porque una cosa haya fallado hay que tenerle miedo a eso, ¿no? Por eso no hay que dejar de animarse.
–Hablando de desafíos, ¿cómo fue la experiencia de abrirle a Luis Miguel?
–Fue increíble cantar en sus últimos tres shows en Argentina. A él no lo conocí en persona pero sí lo ví cantar bien de cerca y es un gran profesional. Es increíble la voz que tiene y ver cómo, a pesar de estar disfónico, se defendió perfectamente y la rompió toda igual. Fue impresionante notar cómo sabía exactamente en qué momentos cuidarse la garganta. Es un artista tremendo y verlo en vivo me generó mucha admiración. Para mí este año está siendo hermoso a nivel musical y de mucho progreso. Haberme presentado en el Movistar Arena me motivó diez veces más de lo que ya estaba motivada. Me dieron muchas ganas de seguir fusionando en mi vida la música y la actuación. Poder hacer esto que amo es algo que no paro de agradecer a la vida todos los días.
–¿Cómo ves el mapa de la Argentina que se viene, con el escenario actual que vivimos más el que se puede avizorar post elecciones? ¿Cuáles son las cosas que te tienen alerta?
–Con respecto al país, obviamente estamos en una situación súper difícil y me entristece mucho porque es nuestro hogar. Es muy duro ver que hay una preocupación y una tristeza general en la mayoría. Se siente esa energía de que ningún argentino está tranquilo y hay demasiada incertidumbre. Más allá de la situación que viva cada uno, estamos en un país en el que hay mucha gente sufriendo y haciendo demasiado esfuerzo. Te pone triste que pase eso siendo un país tan hermoso, con tanto para dar. Sea quien sea que gane las elecciones, espero que escuche a la gente de verdad y que dé esperanza de un futuro de progreso y de trabajo, pero con hechos reales que lo demuestren. Y ni hablar que respetando los derechos de cada persona, porque encima algunos fueron muy difíciles de conseguir. Así que eso es fundamental.
Fotos: Fabián Uset.
Retoque digital: Julieta Scavino
Coordinación en las redes sociales: Elisabet Correa
Video y edición de video: Candela Petech
Estilismo: Roxana Harris.
Asistente: Gime Bright
Pelo y make up: Belén di Natale
Agradecemos a Anna Rossatti, Rosh, PuliD.Shoes, Luna Garzón y MyM Torres.