Esta nota es parte de la edición de febrero 2023 de Revista GENTE.
El nombre “Laura” viene del latín ‘lauros’ y significa “mujer victoriosa o que triunfa”, porque en la Antigua Grecia a las personas honorables se las coronaba con laureles. A su vez, “Fernández” es el cuarto apellido más reincidente entre los 46 millones de habitantes de la República Argentina. “¡Es porque estoy llena de primos!”, lanza con una sonrisa contagiosa y disruptiva Laurita Fernández (32), la perspicaz artista que supo forjarse una identidad inequívoca incluso valiéndose de esos dos elementos que parecen tan comunes.
Dándole rienda suelta a un íntimo reportaje, la sagitariana comenta: “Creo que lo que pasó en el Bailando tuvo mucho que ver con mi apodo, porque yo tenía 19 años cuando fui a acompañar a mis amigas a un casting multitudinario y terminé quedando. Y claro, como era la más chica de todo el elenco, Marcelo (Tinelli) empezó a decirme ‘Laurita’ y así me empezaron a conocer. De hecho, con el correr del tiempo pasó que no me identificaban por ‘Laura’, pero sí por ‘Laurita’. Y bueno, lejos de ser un alias relacionado a mi edad de aquel momento, se convirtió en algo cariñoso que me identificó dentro del medio”.
–Abrazaste el apodo que te dio Marcelo, y en Instagram, frente a tus cinco millones de seguidores, te presentás como @holasoylaurita.
–Es verdad. Aunque ésa es una historia distinta, porque cuando abrí mi cuenta yo no sabía bien de qué se trataba. Pensaba que era como un mail en el que no se veía el usuario. IG estaba lleno de Lau, Lauri, Laurita, Laura01, Laura02 y así hasta el millón, explotado de mi nombre, ¡y de mi apellido ni te cuento!... Después me encontré con que todo el mundo veía el nombre del usuario, y así quedó.
–Tu historia no sólo está entreverada con un número uno como Tinelli, sino que alguna vez comentaste que Susana Giménez era tu modelo a seguir. ¿Sigue siéndolo?
–Lo habré dicho cuando estaba en Sugar (N. de la R: en 2018, en el Lola Membrives, se lució en el papel protagónico de la obra que la diva protagonizó en 1986). De Susana admiro que es una mujer que nunca se quedó en una sola cosa: condujo, hizo televisión, películas, musicales… Y yo siempre destaqué eso de ella porque a mí, cuando empecé a trabajar y a querer abrir el abanico de posibilidades, me pasó que muchos me decían “si bailás, bailás”, “si conducís, conducís”.
–Te querían encasillar.
–En el afán de aconsejarme me recomendaban que no hiciera otras cosas, cuando en realidad yo no lo sentía así. Por eso Susana siempre fue mi referente en ese sentido, demostrando que arriesgarte no te saca mérito ni le quita fuerza a otras cosas. Nada le quita fuerza a otra cosa. Al contrario, todo suma.
–Tomo tu afirmación y te pregunto: habiéndote lucido en varios musicales, y teniendo la audacia de atreverte a incursionar en otras artes, ¿en algún momento se vendrá la Laurita cantante?
–(Niega raudamente con la cabeza) No, no, no. ¡Eso sí que no! Estudio canto hace muchos años y me preparo para los musicales, pero no me pondría a sacar temas en videoclips. No lo siento así. No. Siempre lo vi como un complemento de la actuación y el baile, con el detrás de un personaje.
“La pasaba re mal cada vez que me tocaba aparecer en la tele”
“Tengo clarísimo que nadie puede gustarle a todo el mundo porque..., bueno, a mí no me gustan todos. Pero cuando empecé en la tele a veces pensaba ‘¿gustará lo que hago o cómo soy?’. Claro, en el Bailando no sólo exponías tu capacidad artística, sino también tu personalidad”, confía Laurita cuando le preguntamos si alguna vez se preocupó por la aceptación del público. Luego, apuntando con sus ojos miel, agrega: “Creo que nadie puede sostener un personaje mucho tiempo mostrando algo que no es”.
–¿Siempre te mostraste al natural?
–Siempre. Incluso al principio, cuando tenía unos nervios en la panza terribles. La verdad, la pasaba re mal cada vez que me tocaba aparecer en tele. Si Marcelo me acercaba el micrófono y me tocaba hablar, sufría y transpiraba. ¡Era horrible! Pero con el correr del tiempo me fui acostumbrando un poco más a todo eso y empecé a disfrutarlo. Es que cuando hay tanto nervio, hay menos disfrute.
–Recorriste distintas plataformas: televisión, radio, cine, teatro… ¿Cuál es la que más te apasiona?
–Todas me gustan porque de todas aprendo algo diferente y cada una de ellas me dio la posibilidad de trabajar con compañeros de mucha experiencia. Si tuviese que elegir una, sin dudas sería el teatro, porque el musical fue el motor que me impulsó a estudiar, a prepararme para trabajar de esto toda mi vida y a desafiarme: “Che, yo quiero que mi camino vaya por acá y lo voy a intentar”. Después si salía o no... qué sé yo.
–Pero salió nomás. Y en cuestión de meses vas a estar sobre el escenario del teatro Gran Rex interpretando a la Señorita Miel en Matilda, el musical, frente a miles de personas.
–¡Ay, me lo nombras y me agarra una ansiedad tremenda!, porque es una producción que, por su magnitud, no esperaba que pueda realizarse en la Argentina. O sea, cuando yo era chica y la realidad del país era otra, había más musicales, unos tres o cuatro, pero hoy son contados porque producirlos implica una apuesta muy grande. Para que te des una idea, vamos a tener una escenografía increíble, mucha gente trabajando detrás de escena y una cantidad impresionante de artistas y niños en acción. Y tener la suerte de integrar este elenco… (alza los hombros tomando aire) simplemente me conmueve.
–Quienes vimos la película de los 90’, sabemos que la clave de tu personaje reside en su cálida relación con los niños.
–Re. Es por eso por lo que quiero empezar a conectar con ellos. En el programa, en Bienvenidos a bordo (eltrece), también tuve la suerte de hacer juegos con chicos, y me di cuenta de que es algo que me encanta. Y por cosas del destino, apareció Matilda con tres elencos de nenes... Me fascina la idea de ensayar con ellos y conocerlos en profundidad. Presencié varios de sus castings y los vi con ganas, con anhelo, porque para muchos va a ser su primera vez sobre un escenario.
“Sentía que no iba a ser una madre súper joven”
–Hablás de los niños y de las expresiones que les recordás, y un poco te brillan los ojos. ¿Estás teniendo algún nuevo pensamiento relacionado a ellos?
–No, no, no. No linkeo con el tema de la maternidad, sino con algo que yo sentía cuando era chica.
–¿Con tu niña interior? ¿Con la que quería estar ahí?
–Claro. Con la que bailaba, miraba Chiquititas y soñaba con encabezar un musical. Lo otro va por otro lado, y sí, algún día me gustaría, obvio.
–En distintas ocasiones declaraste que “primero querías sentirte realizada profesionalmente”...
–Probablemente era muy joven cuando lo dije. Hoy siento que no sé cuándo te sentís realizado. Siempre hay nuevos horizontes por explorar. Uno siempre se va poniendo nuevas metas. No es que llegás a un punto en el que decís “bueno, listo”. No sé, quizás me pase o quizás no, pero sí es verdad que nunca me imaginé siendo madre súper joven, tipo a los veinti… Era algo que sentía que no me iba a pasar.
–Pasaban parejas, pasaban relaciones, y tu punto seguía firme.
–Bueno, bueno (se tienta). Igual ahora que entré en los treinta digo que sí, que en algún momento me gustaría. Pero ya llegará, no es algo que venga buscando o que tenga como preocupación en mi cabeza. ¡Cero! Llegará el momento y ojalá sea con felicidad y se pueda.
–¿Tenés nombres rondando en la mente, para cuando suceda?
–(Lanza una carcajada) No, no.
–Salgamos de las dudas y volvamos a las certezas: ¿Qué metas tenés ahora?
–Me encantaría seguir trabajando en mi país y conocer otros laburando. Yo no tuve la posibilidad de viajar mucho cuando era chica. No contábamos con las posibilidades económicas; y cuando fui más grande y me empecé a costear mis propias cosas, no me di el tiempo para poder hacerlo. Es que siempre aparecían oportunidades y yo pensaba “mejor no dejarla pasar”: me quedaba y lo hacía. Así que viajar trabajando sería algo que adoraría, así como continuar haciendo musicales.
–¿Considerás que es una apuesta quedarse en la Argentina cuando tantos emigran?
–Tengo muchas amigas del secundario que se fueron y ya llevan bastante tiempo afuera. Son elecciones y no las critico. Yo amo a la Argentina, pero así como hay cosas que amo, sin dudas también hay un montón de cosas que, como todo el mundo, critico.
–¿Podrías verte viviendo en otro lado?
–Hoy no. Hoy. No soy de planificar tanto. Como no tengo hijos, tampoco tendría toda una movida. Igual, sé que hoy tengo la posibilidad de hacer lo que me gusta, bancarme con mi propio trabajo y vivir tranquila. Lo digo en el sentido de que cuento con algo que debería ser común y corriente, como tener tu trabajo, tus ingresos, poder pagar las cuentas y además vivir. Pero sé que no es común en este país. Yo hoy puedo sustentarme, cuando hace años no podía. El día en que no suceda, lo veré, lo pensaré. Pero si me preguntás hoy, no está en mis planes.
“A mí la soltería nunca me costó”
–Profundicemos en esos años que quedaron atrás: ¿Tuviste que atravesar momentos económicos muy difíciles?
–Obvio. Ni hablar. Me acuerdo que cuando el dólar saltó del 2 a 9, y era un montón para nosotros, se me hizo difícil. En ese momento mi viejo también estaba sin trabajo, pero siempre nos las rebuscamos: si uno no ayudaba, el otro ayudaba, y así nos fuimos apoyando. Pero sí, hubo momentos en que no tenía chance de decirle que no a ningún proyecto, ¡necesitaba trabajar! Así que empecé a animar fiestas los fines de semana. Eso me llevó a pensar que me gustaba el entretenimiento, la animación y por qué no conducir. Una cosa fue llevando a la otra y hoy puedo tomar las decisiones con otra conciencia.
–¿Sentís que quedó muy atrás tu época de utilera de Pepito Cibrián?
–(Una fugaz sonrisa ilumina su rostro) Sí en el tiempo, pero no en el corazón. De hecho, los maestros que me están ayudando a prepararme para Matilda son los que conocí en esa época, una época que recuerdo con muchísimo amor. ¡Y de todo aprendí! Hay un montón de cosas del detrás de escena que las aprendí ahí. Y también tenía la edad. Me decían “hacé eso” y no me importaba con tal de estar cerca del escenario. Era “dale, ¿y qué otro trasto muevo?”. Lo viví con muchísima alegría. Lo que tiene el teatro, que es lindísimo, es que vos estás todo el tiempo con todos: con el sonidista, con el iluminador, con el técnico, con el utilero y con el resto del elenco. Por lo general se arma una linda comunidad.
–Este año, además de en teatro, ¿dónde te vamos a ver?
–Por lo pronto seguiré yendo en vivo con Bienvenidos..., que es una enorme sorpresa porque el año pasado me llamaron por dos semanas y terminé quedándome todo el año.
–Es un ciclo de entretenimientos en el que tu carisma está a flor de piel.
–Sí. Tiene mucho de improvisar y de conectar con gente real, lo que está bueno. Además, el espíritu del programa es de buena onda y disfrute. Y no sólo en lo artístico y la producción: los técnicos y los cámaras también se matan de risa.
–La gente que te ve en pantalla ya se acostumbró a tu sonrisa y a tu espíritu alegre. Fuera de ella, en tu vida diaria, ¿sos siempre así?
–Soy positiva, bastante hiperactiva y por lo general estoy siempre de buen humor. Muy rara vez puedo andar de mal humor o enojarme. Pero también me gustan mis momentos de paz y tranquilidad y de estar a solas. Por ahí termina el programa y me quedo unos quince, veinte minutos en silencio en el camarín hasta que se me bajan las revoluciones. O finalizo una función de teatro y me vuelvo a casa sin prender la radio. Esos momentos me gustan.
–Suena que estás lejos de sufrir “el salto al vacío”, lo que varios famosos sienten cuando se apagan los reflectores, no se escuchan más aplausos y quedan a solas...
–¡Cero! Pero porque siempre me gustó mucho estar sola. De hecho, a mí la soltería nunca me costó. O sea, disfruté un montón mis etapas sola y viví mucho tiempo así. No es que siempre necesitaba estar acompañada para algo.
“Un día nos miramos y empezó a pasar algo”
“En cuanto a mis relaciones previas, fueron distintas etapas de mi vida y no reniego de nada. Sí aprendí un montón de cosas, pero uno nunca se mete en este mundo sabiéndolo todo. Obvio que hay cosas que digo ‘por ahí acá pifié’, ‘acá no’, pero todo me lleva al presente”, asegura la apasionada artista, actualmente en pareja con el productor Claudio Brusca (39).
–¿Este amor te agarró de improviso?
–¡Sí, sí! Creo que eso tienen de lindo los vínculos y el amor. No lo esperaba y sucedió, y con alguien con quien venía laburando codo a codo todo el año. Un día nos miramos y empezó a pasar algo.
–¿Qué te da él?
–(Se sonroja) Me cuesta hablarlo porque lo vivo como algo súper personal, pero sin dudas encontré a alguien que tiene muy buen humor, muy buena onda todo el tiempo. A alguien que entiende lo que hago, que me acompaña y me gusta acompañar. Trabajamos en el mismo ámbito, pero no hacemos lo mismo. Entonces hay algo de ir compartiendo experiencias que está bueno porque no se vuelve todo lo mismo… Nada, él es un amor, ¡un amor!
–Parece que todavía transitás una plena etapa de enamoramiento...
–(Extiende las comisuras de su boca) Creo que ahora vivo el amor, las relaciones y los vínculos de una manera más adulta. Quizás en otra época una se obnubilaba y estaba unos meses creyendo que todo era perfecto, ¡y después, la vida!: empezás a ver que no todo es perfecto porque ni vos sos perfecta ni el otro es perfecto. Un vínculo se construye y hay cosas que van y cosas que no van. Pero con Claudio lo viví así desde el momento cero. Además, ya nos conocíamos trabajando, conocíamos como era cada uno en el día a día. Y a la vez descubrí a alguien que me fascinaba fuera del ámbito laboral, y me enamoró. Y desde ese lugar súper consciente de reflexionar: “Che, si estás en mi vida es para aportar, y si yo estoy en la tuya es porque también quiero sumarte cosas lindas”.
–¿Cuánto tiempo llevan?
–Bueno… salió un video en el que nos estábamos dando un beso (N. de la R.: el 3 de octubre de 2022) y justo ese día fue la primera vez. Quedamos re adolescentes chapando en el boliche (se tienta).
–Un día de quiebre.
–Público y privado. Porque al día siguiente ni él sabía qué iba a querer yo, ni yo lo que iba a querer él porque, ¿quién no ha chapado en un boliche? Te das un beso con alguien y después no sabés si la otra persona te corta el rostro (ríe). O no querés saber más nada, o sí, y se dio que nos re copó seguir viéndonos, estar juntos y empezar a construir algo. ¡Podría no haber pasado!
–¿Lo mediático que se tornó su vínculo los llevó a tomar una decisión?
–No. No nos dejamos presionar. Sí, en ese momento yo le dije: “Sabé que ahora nos van a tratar de novios, cuando no lo somos”, y él entendió perfectamente. Después se dio que terminamos de conocernos, nos pusimos en verdad de novios y no nos separamos más.
–¿Están conviviendo?
–Todavía no. Pero ya se dará. Creo que es algo que se va dando de a poco. Y como por nuestros trabajos tenemos muchos cambios de horarios, a veces nos conviene estar acá o allá. Lo que sí tratamos es de disfrutar de estar juntos cuando termina el día. ¿Qué cosas hacemos? Vemos películas, lo que hace cualquiera, no sé, nada extraordinario. Sólo se me ocurre decir que como a los dos nos gusta caminar y el deporte, en las vacaciones caminamos un montón.
–Hablás de los días que compartieron en enero en Punta Cana, donde él también “aprendió” a sacarte fotos.
–Ay, sí, ¡pobre! Le decía “más de abajo así me haces más alta”, y me iba dando una mano.
“Mi vida no gira alrededor de las redes”
“¿Qué los seguidores de Claudio aumentaron en cantidad desde que está conmigo? No tenía idea la verdad. Él tampoco anda mirando eso. Jamás lo mencionamos. No… A mí hay gente que me llama ‘influencer’, pero yo hace años tengo redes sociales y trabajo para marcas, y sé que las redes que antes eran un complemento hoy son lo principal. Ojo, también me gusta compartir lo que voy haciendo, pero mi vida no gira alrededor de las redes”, decreta sin dudarlo la misma artista que durante el verano 2018 subió un video bailando de un modo tan increíble, que el autor de la canción que acompañaba sus movimientos, el mismísimo Daddy Yankee, decidió repostearlo en su feed.
–¿No te considerás una influencer, entonces?
–No sé si no me considero: no lo considero mi trabajo principal, sino un complemento a otros trabajos, y también una herramienta desde la que comparto lo que hago. O sea, no podría dejar todo y dedicarme sólo a trabajar en redes, porque sentiría que me faltarían el teatro, la tele, el vivo… ¡Me faltaría!
–En los medios, quienes te dicen influencer, de alguna manera te ponen una especie de etiqueta. Como también está la de actriz, conductora, bailarina, etc. ¿Hay alguna que no te guste?
–No. Bah. ¿Viste que algunas veces en las notas o portales, para no volver a decir tu nombre ponen ‘la ex’ de no sé quién? Bueno, eso no me gusta… Lo entiendo. Pero no me gusta.
–¿También tiene que ver con que asocien tu nombre a otro? ¿Con pensar “soy más que la ex de”?
–No particularmente, porque se lo hacen a todos. Comprendo que lo ven como un sinónimo de tu nombre. Ponéle. No siento que esté bueno, y no me gusta cuando me lo ponen a mí o lo leo en otros. No lo veo muy necesario.
–¿Podrían decirte “la ganadora del Bailando”?
–Sí, pero bueh. Tampoco voy a levantar bandera en contra de eso. Es algo que pasa seguido: si tuviese que criticar algún rótulo, sería ese.
–Haciendo revisionismo, ¿tuviste trabajos que hayas sufrido más que otros?
–No. Si miro para atrás veo que siempre estuve en lugares que me hacían sentir bien o que yo creía que me iban a sumar en este camino que intentaba transitar.
–¿Por qué “que intentaba”?
–Porque cuando uno empieza no sabe en qué va a derivar. Elegí una profesión fluctuante e intermitente. No es como trabajar en un estudio contable en el que si te toman fijo vos sabés que año a año vas a estar en el mismo lugar. ¡Acá no! Yo terminaba un trabajo y ya estaba pensando en qué vendría después. Es una búsqueda constante que años atrás me daba mucha ansiedad. Llegaba una época del año en la que me ponía ansiosa y nerviosa. Con el correr del tiempo fui trabajando eso y gané en tranquilidad.
–Es que no es lo mismo una carrera efímera que llevar años y años en pantalla.
–(Ladea la cabeza) Mmm… Eso siempre está. Pero hoy lo vivo y lo transito de otra manera. Disfrutándolo.
“Una parte mía que no maduró...”
–¿Qué disfrutás cuando no hay flashes alrededor?
–Aprender cosas nuevas. Me gusta ser alumna. Ahora, por ejemplo, estoy aprendiendo piano y a leer música, que es algo que por mi laburo a veces hice pero no tan profesionalmente. También dibujo y juego al tenis. Pero eso me lo tomo con relax y sin la exigencia con la que por ahí vivo el día a día en el laburo. Si le pego bien o le pego mal, está todo bien. Es para distenderme.
–¿…y hay algo más?
–(Ríe antes de hablar) Me encanta dormir. De hecho, ésta nota, que es a la mañana, me costó. Por eso siempre elegí hacer teatro, que es a la noche, y forma parte de una vida que corre en otros horarios. Ya me tocará despertarme temprano. Lo he hecho trabajando en radio. Pero sí, disfruto muchísimo dormir. A mí me decían “cuando crezcas, vas a ver que vas a dormir menos”, pero todavía no me pasó. Hay una parte mía que no maduró y a la que le encanta seguir durmiendo cual adolescente.
–Los pequeños placeres de la vida.
–Tal cual. Si me dejan, yo podría dormir hasta las doce del mediodía, ja já. Capaz que me levanto un poco más temprano para sentir que aprovecho un poco más el día, pero sí, es algo de adolescente que conservo.
–¿Hay alguna otra cuestión de la madurez que no quisieras que llegara?
–Eh… Ya me ha pasado de cruzarme con doctores que me dijeran “tendrías que empezar con el botox, eh, porque ya te veo unas pequeñas líneas”.
–Más allá de lo poco atinado del comentario, ¿cuál es tu postura frente a las cirugías estéticas?
–No es algo por lo que vaya corriendo detrás. No critico a quienes deciden hacérselas, porque tengo millones de amigas que desde muy jóvenes están a full con el tema. Pero a mí esos comentarios me dan risa, porque hoy el paso del tiempo en la cara o en el cuerpo no es algo que me afecte. Si me afectaran o hubiese algo en mí que me hiciera ruido, hubiese averiguado o estaría haciendo algo. Ojo, repito, no crítico a quienes lo hacen porque los hace sentirse mejor. Si en algún momento de mi vida a mí me hiciera sentir mejor, quizás lo haría. Hoy no.
–Para ir redondeando esta nota –que te sacó de la cama–, ¿tenés algún sueño profesional?
–Un montón. Todos parten de la idea de seguir haciendo lo que hago, que es lo que amo hacer, lo que me gusta y para lo que tanto me he preparado y preparo. Así que quisiera seguir con el teatro y la tele, afrontando nuevos desafíos. Me declaro una ferviente defensora de los desafíos.
–Y, como cierre, ¿tres sueños personales?
–Viajar con mi familia. Es algo que tengo pendiente con mi mamá y mi hermana, y quisiera que nos demos el gusto de compartir esa experiencia. Tener una mascota: ahora estoy poco en casa y no quisiera ser tan egoísta de traer una y dejarla sola. Pero en algún momento me encantaría. Y, el día de mañana, formar mi propia familia.
–¿Quisieras que para tus cuarenta sea una realidad?
–Nunca fui de planificar lo personal de esa manera, no pongo anhelos en fechas, números o edades. Pero sí, me gustaría, ¡ni hablar!
Por Kari Araujo
Fotos: Christian Beliera
Producción: Roxana Harris (@roxharris)
Asistente de producción: @gimmebright
Make up: @carolhmakeup, para Estudio Frumboli
Pelo: @cristinacagnina, para Cerini
Retoque digital: Julieta Scavino
Filmación y edición de videos: Martina Cretella
Grabación y edición: Miranda Lucena
Producción y seguimiento en las distintas plataformas: Elizabet Correa
Looks: @marceladaff, @fabianzitta, @laurencioadot, @joti.harriague, @mono.fuck, @lachicadelosstilettos y @mymtorres
Colaboración: @siriomonica
Agradecemos a Shirly Potaz (Soy Prensa)