Hablar de Laurita Fernández (33) es hablar de talento y suceso. Transitó todos los formatos (televisión, teatro, radio) dejando una estela de éxito. Y hoy su sana costumbre no sabe de excepciones: cada noche encabeza una icónica obra de Broadway en el Teatro Liceo, donde hipnotiza al público desde el minuto uno, para terminarla con una ovación de pie de todos los espectadores.
Lo cierto es que con esa misma energía con la que aparece en escena de miércoles a domingo, llega a nuestra producción de fotos en el estudio Sanders. A su paso, maravilladas con su presencia, las clientas le sacan fotos y le recuerdan lo mucho que la han acompañado del otro lado de la pantalla. Ella lo agradece todo, con una sonrisa tímida, como si no llegara a dimensionar lo que ha logrado desde que arrancó como utilera en el teatro a sus 16 años hasta hoy, que protagoniza Legalmente rubia y conduce Bienvenidos a ganar (Canal 9).
No siempre le gustó el color rosa, pero en la tapa de Revista GENTE de esta semana sabe que lucirá el mejor estilo Barbiecore, muy a tono a su personalidad camaleónica y su rol en escena. "Eso no quiere decir que mi mundo sea siempre 'color rosa'", juega con las palabras en lo que será un largo reportaje café en mano y sin guardarse nada: desde los recuerdos de sus inicios a las veces en las que se sintió encasillada y tuvo que demostrar cuánto podía lograr, hasta su presente amoroso, sin ganas de casarse pero viviendo a pleno su relación que arrancó en el 2022.
Detrás de esa coquetería que está a la vista, su estilo fashionista y de feminidad a pleno, hay una artista que se preparó durante años para dedicarse a su gran pasión y que sabe muy bien lo que quiere. También una mujer todoterreno. Según cuenta, tiene mucho de las mujeres de su familia: aprendió labores del hogar que antes eran consideradas "para hombres", como hacer arreglos de carpintería, electricidad hasta plomería. Su abuela era carnicera y se encargaba no sólo de atender su local: además lo mantenía impecable, recuerda. Y su mamá también fue una de las mujeres que le inspiró ese espíritu independiente de ir al frente en la vida.
-¿En qué sentís que te parecés a ellas y de qué forma marcaron tu vida?
-Sin dudas aprendí de ellas a ponerle fuerza, a buscar la manera de resolver las cosas y no esperar que alguien venga a hacerlo por mí. Ellas influyeron acompañándome en cada muestra, ensayo, presentación o momento importante... Desde coser lentejuelas para los trajes o esperarme con la vianda para llegar a las clases, a sentarse en la platea en cada estreno. Siempre estuvieron para mí.
¿Qué lecciones te dieron que te sirvieron también para tu carrera?
-Por ejemplo de adolescente. Yo tomaba clases de canto, danza y teatro todos los días después del secundario y a veces que tenía ganas de irme a casa de una amiga y relajar un poco. Y en esas oportunidades mi mamá me repetía: "Si vos realmente querés ser profesional y dedicarte a esto, asumí el compromiso de formarte. Porque el día que te llegue esa oportunidad, tenés que estar preparada y contar con las herramientas'". Y tuvo mucha razón.
Atenta a cada detalle, ella admite que aprendió a disfrutar del proceso. Se encienden los reflectores, suenan los flashes del fotógrafo y pareciera que estuviera en una más de sus funciones. Su pelo rubio brilla. Sus movimientos se ven delicados frente a la cámara. Se permite jugar con sus expresiones. También aporta su acentuada cuota de humor. Al punto que quienes la rodean no paran de reír con sus ocurrencias.
Aunque sus jornadas son arduas, disimula muy bien el cansancio. Es imposible no preguntarle cómo hace para mantener el ánimo tan arriba. "La verdad es que hay algo en la rutina de este año que me permite dormir -responde-. No tengo que levantarme temprano, y eso para mí es clave, porque me cambia al cien por ciento la energía, el humor y las ganas".
De sus intensas rutinas a priorizar la voz
-¿Todavía te cuestan las mañanas?
-La verdad es que soy bastante nocturna, y más haciendo teatro. Por ahí son las dos de la mañana y todavía no me dormí. Por más que intente y haga todo el ritual para hacerlo, me cuesta. Termino súper cansada, me baño, ceno, todo, pero quedo con la adrenalina arriba. Entonces, no tener que despertarme temprano es algo que me ayuda muchísimo... Todas mis actividades son del mediodía en adelante.
-¿Cómo es un día con Laurita?
-A las diez me levanto y por lo general salgo de casa después del mediodía. A menos que tenga una producción o alguna campaña. Pero grabar el programa y hacer la teatro es a la tarde y a la noche.
-¿Cuánto dormís para recargar energías?
-Trato de dormir ocho horas. Ahora también estoy muy consciente del reposo vocal... Termino la función y me quedo en silencio. En ese sentido, Pelu (su pareja) me re contra banca. Llego y sabe que no me puede hablar por un rato, porque tengo que cuidar la voz después de tantas horas usándola.
-¿Cómo hacen para comunicarse en ese rato? Porque es el momento en que se reencuentran al final de sus jornadas...
-Ya es parte de nuestra rutina, o me habla y simplemente lo escucho. Tengo que ser muy consciente de cuidar mi voz. Sino, no podría estar haciendo esta obra de miércoles a domingo, ni el programa de Canal 9.
-¿Tenés tiempos libres desconectada de tus compromisos?
-Los lunes es mi día de descanso, los tomo como una religión. A menos que deba hacer algo impostergable, trato de dedicarme ese día. También intento encontrar algunos momentos en medio de la rutina de por ahí relajar un poco antes de irme a las funciones de los fines de semana.
-¿Qué hacés en esos momentos?
-Todo lo que tenía que ver con lo deportivo quedó en pausa: jugar al tenis (por más que no lo hago bien), o salir a caminar. En mis ratos libres ahora hago cosas que tengan que ver con relajarme, salir a comer algo, planes tranqui que me permitan también descansar.
¿La nueva Susana Giménez?: Un talento innato que fue perfeccionando con los años
-Uno te ve actuar, conducir, bailar, cantar y podría creer que hacés todo bien...
-¡Gracias! La realidad es que me preparé y estudié mucho para poder desarrollar las distintas disciplinas. Unas se me hacían más fáciles y otras me tomaron más años: necesitaba sacarme los miedos y animarme. Hay mucho trabajo y muchos maestros detrás. Pero ojo que hay muchísima gente que canta, baila y actúa de manera impresionante, y capaz no lo sabemos porque no son tan populares. Talento en nuestro país, existe muchísimo.
-¿Hay algo que sentís que no se te da tan fácil o para lo que no sos tan buena?
-Soy mala para cocinar, un desastre, desastre. No me gusta y no me sale bien. Le puse onda en la pandemia, lo intenté, pero no... Si lo tengo que hacer lo hago, pero no es algo que elijo. La primera vez que me fui a vivir sola me emocionaba hacerme tartas y freezarlas, pero dejé de hacerlas porque Peluca cocina muy bien (risas). Pero la realidad es que yo no me doy maña cocinando, no la paso bien.
-Siempre mencionás que, por animarse a hacer de todo en los medios, Susana Giménez fue tu gran referente: ¿Cómo vivís hoy ser vos la referente para nuevos talentos?
-Si es así, ojalá les inspire cosas buenas. Yo creo que tiene que ver con que hice todo el camino y toda la escalerita desde cero. No hubo atajos. Ojalá se sientan reflejados en que si yo puedo estar disfrutando este presente, trabajando en lo que me gusta, cumpliendo sueños, cualquiera con mucho esfuerzo, perseverancia y esa cuota de suerte necesaria también lo pueda hacer.
-¿Cómo fue esa escalerita de la que hablás te tocó subir?
-Yo no tenía contactos ni padres famosos. Tampoco conocía a nadie que trabaje en el medio y me diga cómo se hace ni qué pasos debía tomar. En el teatro arranqué siendo utilera y técnica. Para mí haber pasado por cada lugar me lleva a amar la profesión, reconocer el trabajo del otro y no sólo colgarme en lo que me toca hacer a mí.
-Involucrarte en todo el laburo que hay detrás...
-Sí, hay todo un mundo detrás de cada proyecto que me encanta conocer. Me pasó en su momento, cuando me decían que si iba a ser bailarina no podía conducir, o viceversa... Y yo pensaba: "Susana ha hecho de todo, ¿por qué yo me tengo que encasillar?" Para mí siempre estuvo re bueno no cerrarse a una sola posibilidad.
-Además la situación del país también lo amerita, ¿no?
-Ni hablar. Hoy todos hacen un poco de todo, y está bien.
-¿Qué le decís a esa Laurita que comenzó a los 16 años de utilera?
-Es re cursi lo que te voy a decir, pero lo siento así: Que no sea ansiosa, que siga trabajando, que sea buena compañera y buena persona, porque todo llega en el momento que tiene que llegar. No te voy a negar que a los 16 yo ya quería estar en el escenario desarrollando el rol más importante, pero ahora sé que si me hubiesen dado la oportunidad en ese momento no hubiese contado con las herramientas para hacerlo.
-¿Te sentiste frustrada en algún momento?
-Obvio, no faltaron esa angustia en el pecho ni esa ansiedad de que se dé todo ya. Tenía mucho que ver con no saber disfrutar el camino, y nada tiene sentido si no disfrutás lo que estás haciendo. Fue algo que fui laburando, todo un trabajo personal importante para poder transitar más ligera ese camino.
-Has hecho teatro, televisión, radio... ¿Te animarías al streaming?
-Me animaría, me coparía. No en este momento. Me han hablado para ser parte de uno, pero ahora es inviable para mí, porque no puedo asumir otro proyecto que requiera usar mi voz. Pero sí, me encanta. Me parece re bueno que no solamente sea para el público de -30 ó -20, sino para todos. Es como una reversión de la radio, un nuevo canal de comunicación.
-¿De qué sería tu programa de streaming, imaginás?
-No lo he pensado. Lo que sí sé es que no podría hacer un streaming maquillada y peinada como muchas (risas). La verdad, las admiro! Siento que iría muy despeinada, con ojeras y cero producida. Sería más un pijama streaming.
El desafío más grande de su carrera
-¿Dirías entonces que Legalmente rubia es uno de los desafíos más grandes que has asumido en tu carrera?
-Sin duda. Es el más exigente que hice en mi vida. Te lo digo con los ojos cerrados. Yo tuve la oportunidad de conocer a la protagonista de la obra en Broadway... que se llama Laura también y cuando le pedí un consejo, me dijo: 'Fue lo más difícil que hice en mi vida'. En ese momento me pareció hasta desalentador. Pensé ¿en qué me metí?, y hoy confirmo sus palabras. Es exigente desde el primer momento. Tengo que ser muy disciplinada en todo. Entrené muchos meses para poder estar una hora y cuarenta y cinco minutos en escena, corriendo, cantando y bailando sin parar.
- Y lo lograste...
-Sí, hoy me siento feliz de estar haciendo un personaje que tiene todas esas cosas que estudié durante toda mi vida y que además es raro encontrar en un personaje femenino. ¡Es un bomboncito este personaje!
-¿Cómo fueron esos exigentes entrenamientos de los que hablaste?
-Desde que supe que iba a hacer esta obra me empecé a preparar intensamente. Salía a correr con los auriculares por el barrio cantando los temas en inglés, porque todavía no estaba la adaptación al español. Mi idea era controlar el aire. ¡Pobre los vecinos me escuchaban siempre! Y en las clases de canto también hacíamos 50 burpees, me paraba y cantaba una canción, y así iba... para lograr el aguante. Al principio nos reíamos, pero valió la pena.
-¿Todavía te dan esos nervios antes de salir a escena?
-En realidad ya son unos nervios de adrenalina copados, no nervios de esos que te hacen doler la panza y la pasás mal... es una cosquillita que está buena.
-Cuando recibís la ovación del público y todos se ponen de pie al final de la obra, ¿qué pasa por tu cabeza en esos segundos?
-Es impresionante cómo se va la gente de feliz... Hay un momento de la obra en donde me rebolean por el aire. Para mí, el momento de máximo vértigo. Cuando caigo y los chicos me atajan, la gente por lo general aplaude y es un momento de satisfacción muy grande. En ese instante en el que estoy sola en el aire y puedo ver todo el teatro Liceo desde repleto, es un flash total.
-¿Qué sentís al ver la sala llena todos los días?
-Me siento honrada y agradecida... Entendemos la situación del país, entendemos que hoy ir al teatro es un esfuerzo. Es una decisión. Quizás uno lo piensa dos veces antes de sacar una entrada. Querés que ese dinero que invertiste valga la pena. Así que nada mejor para nosotros que ver cómo la gente disfruta y la pasa bien. Dejamos todo en cada función y tratamos de recompensarlos por elegir ir a vernos. No hay manera de hacer esta obra a medias: es con la energía al cien por ciento.
Laurita en Legalmente rubia y Laurita en la vida real: prejuicios y presión social
-¿Tiene algo en común tu personaje a la Laurita de la vida real?
-Cuando comencé a trabajar en este personaje, lo que siempre destacaba es que vos lo ves de afuera y pensás que es una rubia a la que le gusta la moda, una mujer superficial, podría parecer. Y si te describo a una mujer así, no creo que genere empatía. Sin embargo, este personaje genera esa empatía y empezás a querer que las cosas le salgan bien... Así que, como yo me llevo muy bien con las mujeres en general y me siento muy cercana al público femenino, es re lindo para mí sentir esa empatía, esa aceptación de entrada sobre el escenario. Y por otro lado creo que también tengo esa manera positiva de ver la vida, de buscarle la vuelta a todo: en eso podemos asemejarnos. ¡Aunque ella está peinada todo el tiempo, y claramente yo no! (risas).
-Y en tu vida, fuera del personaje, ¿también te sentiste prejuzgada por ser rubia?
-Cuando comencé mi carrera si había mucho de esto: cómo si es mujer, si estaba en ShowMatch, si era bailarina... ese encasillamiento. También me pasó que cuando se conocían mis proyectos, siempre se asociaba a que seguro tenía un romance con alguien o que había algún vínculo con alguien. Trataban de sacarle mérito a algo que me gané con mi trabajo, con mi esfuerzo... No critico ni juzgo a la gente que logró un lugar en los medios así, pero no es mi caso. Nunca lo fue. He tenido relaciones con personajes conocidos con las que estuve muchos años y me súper enamoré. Después, lo otro, no tiene nada que ver.
-¿Y de qué forma te afectaba aquello?
-Sentía esa presión, que mi camino empezaba en -10, porque tenía todo el tiempo que callar bocas o demostrar que merecía lo que me estaba pasando. En mi caso, quizás por mi personalidad, eso me empujaba a esforzarme el doble, pero a otra persona esos comentarios la pueden tirar muy abajo. Es feo. Había colegas míos, compañeros, hombres por lo general, que tenían las mismas oportunidades que yo y nadie los señalaba, ni los juzgaba con la misma vara.
-¿Creés que eso cambió?
-Por suerte eso después empezó a revertirse. Hoy de pronto me encuentro ocupando un lugar de capitana de equipos en la tele, en el teatro y todo es con muchísimo amor. Siendo súper respetada y respaldada por gente que confía en mí. Además, me fascina compartir el éxito a la par de mis compañeros.
Mantener la cuota de privacidad en medio de la fama
-Si bien sos muy activa en redes sociales, no publicás todo lo que hacés. ¿Cómo lograste ese balance?
-Fue algo que con el tiempo fui mejorando y aprendiendo... He tenido parejas muy expuestas y no me sentía cómoda, y he tenido parejas muy cerradas, donde yo también me sentía rara, porque de pronto si me esperaba una cámara en la calle yo no podía salir corriendo, debía actuar con normalidad. Viví los dos extremos, y entendí que a mí lo que me hace mejor es saber que soy parte de un medio pero que al mismo tiempo debo cuidar ese costado privado.
-Me llama la atención que recibís poco hate en redes sociales, en tiempos donde la gente suele ser muy cruel con sus opiniones...
-Ha sido por etapas. Seguramente me llegaron a criticar mucho en algún momento, pero tiene que ver con los proyectos que encaro. Hoy no estoy en realities o con una exposición mediática tan fuerte como antes. Y a la vez opto por tratar de evitar lugares en los que tenga que opinar sobre lo que hace otra persona. No me gusta, no la paso bien y no me siento cómoda.
-Pero, ¿en algún momento si sufriste la exposición?
-Hubo momentos en los que me sentí envuelta en escándalos en los que no la pasé bien. Por suerte mi familia, como siempre, estuvo ahí. Recurrí a ellos para tratar de salir lo más ilesa posible. He sabido perdonar si se portaron mal conmigo y he pedido perdón cuando sentí que lastimé a alguien. Es difícil hacer siempre las cosas bien, ¡somos humanos!
-¿Le dedicás tiempo a saber qué te pone la gente en redes o qué habla de vos?
-Cuando recién explotaba Twitter y todo eso, o estaba en ShowMatch, me metía a ver por qué era tendencia... A veces por algo bueno, a veces no, pero fue parte de mi camino. Hoy leo los comentarios y siento que la mayoría son buena onda. La verdad es que las cosas no me han sido fáciles. Laburé y me esforcé mucho. Quizás hay días en que algunos se puede sentir identificado en ello, independientemente de la profesión que tengan. No todo siempre es color rosa.
-¿Respondés a las críticas?
-Las críticas constructivas las acepto y son muy buenas, las cosas lindas que me dicen también son copadas, pero hay un punto en el que decido no creer lo muy bueno ni tampoco lo malo que digan. Eso me permite seguir estando mentalmente en el mismo lugar de siempre. Es como un cable a tierra. Vivo mi carrera como una pasión, pero más como una responsabilidad. Por eso no me creo todo eso, porque también entiendo que, si bien me gustaría que esto sea para siempre, también puede ser una circunstancia. No me la creo, no me gusta, porque lo he vivido del otro lado. Trato de estar siempre rodeada de Pelu, mi familia, mis amigos y mantenerme centrada.
Saber parar cuando el cuerpo lo pide: "Creí que nunca iba a necesitar frenar"
-Hace días publicaste imágenes llorando, donde, enferma, se te veía muy afectada por cancelar una función...
-Fijate... ese día sí me puse a leer todos los comentarios que me llegaban, y te juro que sentí una presión que nunca antes había sentido. No me había pasado esto de pensar: "No puede ser, les voy a fallar". Además, sé que si no puedo ir a una función, mis compañeros no pueden salir a escena, los técnicos y todo el equipo que labura detrás de la obra, tampoco podían avanzar... Hay mucha gente que vive de lo que estamos haciendo, y yo sentía que la máquina no podía parar.
-Era la primera vez que cancelabas una función.
-Te juro que el primer día me sentía con mucha impotencia. Después entendí que es la vida... En mi caso creía que nunca iba a necesitar frenar y esta vez lo necesité. Hice dos funciones con fiebre y después ya no pude más. Frené porque también estaba esto de que yo quería que todo el público viviera la obra con la máxima energía y no a medias, como me sentía yo... Ahí fue cuando tomamos la decisión. El médico me dijo que no me podía dejar salir así porque iba a ser peor.
-¿En qué otros momentos de tu carrera te sentiste colapsada?
-Cuando pensaba en todo lo que tenía que hacer, o lo que me faltaba por hacer, y me daba ansiedad. Sentía esa sensación de ahogo por creer que no iba a poder. Fue algo que laburé mucho también. Hoy trato de ir día a día en cuanto a todos mis compromisos profesionales.
-¿Sos de desahogarte con amigos o de hacer terapia?
-Hago terapia, pero no de la tradicional... Hago biodecodificación. Es la terapia que más me gusta. Siento que desde ahí puedo entender las cosas que me van pasando. De las que he vivido y no quiero repetir, saber qué quiero de un vínculos y qué no, cuándo doy mi mejor versión y cuándo no. Me sirve en ese sentido.
-En algún momento contaste que sufriste ataques de pánicos, ¿lo volviste a experimentar?
-La verdad es que no. En ese momento estaba sobrecargada de actividades y sentía que no iba a llegar... Venía muy shippeada con esa idea que nos meten en la cabeza de "aprovechá el momento, es ahora. Dale, porque sino, no sabés si el tren va a volver a pasar". Cuando me comenzaron a llegar un montón de oportunidades, sentí que no me podía negar a ninguna, quería acaparar todo. Y me di cuenta de que no era la solución. Ahora estoy haciendo estos dos proyectos. El resto del tiempo podría estar haciendo otras cosas, pero no las hago porque elijo descansar. Hoy priorizo mis momentos de ocio, que son muy importantes para poder vivir mejor. Me hacen bien al espíritu, a los vínculos... y también le hacen bien a mi carrera.
Laura y Claudio: de trabajar juntos a convivir enamorados y sumar a Miel a la familia
-Ahora que diste el paso de la convivencia con Claudio, ¿les costó adaptarse, cómo ha fluido todo?
-Voy a confesar que mi miedo era, no sé, a pensar que si nos peleábamos igual tendríamos que dormir juntos (risas). Entonces dije, "bueno ¡ya fue! probemos". Y la verdad es que ha sido muy fácil convivir con él. Nos llevamos muy bien.
- ¿Se dividen las tareas de la casa?
-Lo que te decía, nos complementamos. A él le encanta cocinar y a mí se me dan bien las tareas del hogar tipo electricidad, plomería, carpintería, arreglos... Capaz que hay cosas que no sé hacer, pero me doy maña para resolverlas. Me gusta ocuparme de eso.
-¿Dónde aprendiste todas esas cosas?
-De mi vieja y de mi abuela, que era carnicera y hacía de todo. Así que tengo eso de las mujeres de mi familia. Con Pelu encontramos un muy buen equilibrio en ese sentido.
-¿Y cómo les resulta trabajar juntos y ahora convivir?
-También ese era nuestro miedo, y por suerte nos llevamos bárbaro. Para mí es muy importante que él pueda entender mis horarios, mis mañas y cuando estoy con la cabeza metida en mis proyectos. Porque no es fácil acompañar a alguien con este ritmo de vida y esta profesión. Pelu me recontra entiende y yo lo entiendo a él, porque su laburo de productor también es bastante demandante.
-Siempre contás que él es muy detallista y que vos por ahí no tanto, pero, ¿cuál sentís que es tu lenguaje del amor o cómo buscás sorprender a tu pareja?
-En realidad él es tan romántico que siempre lo que yo haga va a estar por debajo de su nivel demostrativo. Me gana con sus detalles y sus ideas. Pero ahora que lo pienso, me decía que, por ser productor, la gente que lo rodeaba siempre daba por sentado que él organizaba todo. Entonces ahora el rol de productora en la relación lo asumí un poco yo y trato de resolverle la vida en ese aspecto: organizo viajes, escapadas... Me gusta proponerle planes y ya tenerlos resueltos. Ésa es mi manera de demostrarle mi amor.
-¿Es verdad que ya te pidió casamiento?
-Siempre me lo dice en chiste, pero yo ya le digo que no me lo proponga porque le voy a contestar, al menos ahora, que no. Si vos sabés que el otro no tiene ese deseo, para mí lo más práctico es blanquear que yo no quiero, pero no porque no lo amo. Yo lo amo, pero no es mi deseo casarme. Hoy no tengo el deseo de casarme.
-¿Es un no rotundo, o de esos que pueden revertirse?
-Hoy no me quiero casar, tal vez más adelante qué sé yo, sucede... Así como cuando le dije que quería traer una perrita a casa, no estaba muy convencido, y ahora que llegó Miel quiere tenerla siempre con él. Le he dicho: no me hagas la sorpresa. Nos matamos de risa y él ahora ya me lo dice en chiste.
-Aunque obviamente son cosas muy diferentes, ¿de alguna manera sentís que la llegada de Miel los está preparando para ser padres?
-(Risas) Podría decirse que es un paso previo o se acerca a esa responsabilidad. Entiendo que ser mamá deber ser ¡¡ufff!!, otra cosa, pero yo era de las que no entendía por qué la gente dormía con los perros o los llamaban "hijos", ¡y ahora que tenemos a Miel entiendo todo eso! ¿Miel? Con sus ocho meses ya es un terremoto. Es bastante hiperactiva, parecida a la madre.
-¿Ya llevás al canal y al teatro?
-Ya no la puedo llevar. Si la dejo en el camarín me come todo, me muerde los zapatos... sería terrible. La dejo sola en casa y tengo una camarita para estar pendiente. Hace días, cuando la prendí, veía cómo iba sacando cosas de mi vestidor, las llevaba a su camita y rompía todo... La reto, pero después la abrazo porque me da culpa (risas). Por eso ya no me animo: está más traviesa.
-Hace un año en GENTE te preguntamos cuáles eran tus sueños y respondiste: "Viajar, tener una mascota y formar mi propia familia'.. .Ahora, en este encuentro podemos confirmar quelos tres deseos se cumplieron. ¿Creés en el poder de la manifestación?
-¡Woow! ¡Chicos, qué miedo! Creo mucho en la manifestación. De hecho, lo de Legalmente rubia lo manifesté desde 2018, cuando me contaron que existía la obra. Formar parte de una comedia musical... Conducir también, por el lado del entretenimiento. Recuerdo haberlo manifestado y se dio... No sé si es con todo, pero siento que no es algo a forzar, sino algo que tiene que nacer. No lo sé explicar, pero me ha pasado, sí, lo reconozco.
Fotos: Chris Beliera
Video y edición de videos: Ramiro Palais y Martina Cretella
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