Pide ayuda y mate. Mate amargo para tomar mientras la maquillan y ayuda para la sesión de fotos. “Es que no sé bien qué cara poner”, explica, súper sincera y con una voz suave muy distinta a la que se le escuchó durante casi siete meses en la casa de Gran Hermano.
Furia acaba de llegar al estudio de GENTE una semana después de su eliminación del reality, pero el personaje deberá partir. “Acá queremos hablar con Juliana”, se le avisa y se sorprende. “Uhhh… ¿Esto comenzó así, cariño?”, responde algo nerviosa y con su clásico latiguillo. Más tarde, blanqueará que para ella hoy Furia y Juliana son dos personas distintas. Como si su cabeza lograra disociar al personaje de la persona.
-¿Cuándo nació Furia?
-Furia daba clases en grandes cadenas. Comencé a estudiar algo así como el tae bo, la marca es body combat, de ahí nace. Yo empecé a llenar los gimnasios comandada por un microfonito, música electrónica y coreografía. La gente me venía a ver, a tomar su clase. Y esto se empezó a agrandar.
-¿A qué te referís?
-Se empezó a expandir mi energía y empezó a atraer público. Creo que esto otra vez se está replanteando, está pasando ahora (por esa situación de atracción). Y de ahí sale Furia. Me dan un apodo: me dicen “sos Furia”. Yo era como una combatiente (pone sus brazos en posición de combate), como una luchadora, porque las coreografías eran muy de MMA (artes marciales mixtas). Representaba como un personaje de lucha. También había gritos.
-¿Quién te puso el apodo?
-No puedo decirte el nombre en realidad, porque fueron los alumnos.
-¿Te sentiste identificada con eso?
-Me pareció gracioso, que estaba bueno porque capaz que yo gritaba en alguna clase (hace como un sonido de karate). Era vender un show también. Ese show atrajo a ese público porque no sólo era que venían a una clase sino también a divertirse. Estaba muy bueno.
-Bueno, ahí nació Furia. Ahora vamos al origen de Juliana.
-Ok…
La infancia de Juliana Scaglione y por qué quiere dejar ese nombre atrás
Juliana Scaglione nació hace 33 años y vivió desde el inicio de su vida en San Fernando. Hija de Antonio, un padre que trabajaba en una automotriz, y Lucía, ama de casa, se crió junto a sus cuatro hermanos (Andrea, Ezequiel, Chanel y Georgina -Coy-) en una vivienda a la que recuerda "con olor a Navidad".
“Siempre digo que hay un olor que se llama olor a Navidad. Es un olor a pasto también… Son sensaciones mías que me generan alegría… ¿Cómo es? Se viene diciembre, los regalos, se juntan las familias… Eso, ese aroma”, sostiene mientras sus ojos parecen viajar treinta años atrás, cuando su tía, sus primos y toda su familia se sentaban frente a una mesa para disfrutar de una de esas noches de fin de año inolvidables.
Ahora, Juliana -no Furia- acaba de regresar a su departamento porteño y el olor es totalmente otro. Es invierno y no tiene ni una pava para calentarse el mate.
“Tras salir de GH, llegué a mi departamento..., porque no tengo tres casas, como se dijo. Que quede claro: alquilo y pronto se me termina el contrato. Pero bueno, vuelvo a mi casa, dije ‘me quiero hacer un mate’ y me di cuenta de que no tenía pava”, explica.
-¿Y con qué lo hiciste?
-Con una olla.
-¿Te chocó la situación?
-Yo subí una historia y la gente la empezó a ver. La magnitud de que están mirándome, pendientes de lo que hago, me asustó. Y dije: “Pará, están mirando que tengo la hornalla chota”. Yo viví en una mansión (por la casa de Gran Hermano). Siempre les agradecí. No podía creer dónde estaba. Tenía amenities. Pileta, gimnasio… Pero que me falte una pava no me hace ni más ni menos persona. Y nada… ya me la voy a comprar. Listo.
Juliana habla con seguridad y no tiene miedo en ocultar que no puede creer lo que le está pasando. Adentro del reality, Furia parecía saber todo lo que estaba generando afuera. Sin embargo, ahora se la nota impactada. Y aunque se le pide no hablar por un ratito del ciclo, ella lo vuelve a traer a la entrevista.
-Olvidate de Gran Hermano: ¿Cuál es el primer recuerdo de tu vida?
-Es que acabo de ver una foto de bebé, así que viene por ahí.
-¿Qué es?
-No, no sé. Estar en el jardín de mi casa, con mi mamá, mi familia… Pastito verde, muchas flores, plantas, arbolitos. El jardín era lo más que se cuidaba en casa.
-¿Eso se te viene de chiquita?
-Siempre íbamos de una casa a otra. O íbamos de mis tías, comíamos todos juntos. Una familia grande. Éramos siete, nosotros, los Scaglione, y después estaba la familia de mi tía, la hermana de mi mamá. Siempre era de acá para allá.
-¿Qué recordás de tu casa?
-Que era bastante hermosa. La hizo mi abuelo para mi mamá cuando se casaron mis papás. Mis viejos la cuidaron mucho, la adoraban. O sea, la honraban. Y creo que también es muy particular, que hay como un espejo que me viene a la vida que yo hice con la casa de Gran Hermano.
-¿A qué te referís?
-O sea, yo empecé a cuidar muchísimo la casa de Gran Hermano. Sentí que la última parte era muy territorial. Si bien, nosotros somos invitados de Gran Hermano y no es nuestra casa, la empecé a cuidar como tal. Cada detalle, iba y venía… Me sentía como un encargado de bar, una cosa así.
Juliana, otra vez, no puede evitar hablar de GH. Hay que insistirle para que deje de hacerlo. Todo en su vida hoy gira en torno a eso. Ante la insistencia, sin embargo, accede a describir su hogar de la infancia. “Tenía dos cuartos: el cuarto de nosotras, las mujeres, y el cuarto de Queque. Eso en el piso de arriba. Y abajo estaba el jardín, el garage, el cuarto de mis papás, la cocina y el comedor”, recuerda.
-¿Cuál era tu lugar favorito?
-Eran el cuarto, el patio y el garage. Toda esa parte donde se podía correr. Yo corría mucho, andaba en bicicleta…
-¿Siempre muy hiperactiva?
-Sí.
–De tu infancia, ¿qué se te viene a la mente?
-Familiares. Abuela, abuelos. Comer. Mucha familia de tanos. Es eso. La comida, divertirse y reírse.
-¿Tuviste una infancia feliz?
-Sí, me dieron todo. Me dieron hasta lo que no tuvieron, pobres.
-¿Por qué?
-En la etapa de 2001 mi papá queda mal, lo echan de su empresa. Mi mamá empieza a trabajar de lo que puede. Y bueno, yo llegué a tocar esa etapa de mi viejo… Venía muy bien, pero cuando llegué yo, que soy la más chica, fue la etapa más dura económicamente.
-¿Para vos qué es 2001?
-Tenía diez años y es cuando todo se empieza a desbarrancar en el país. Mi papá pierde su trabajo. Trabajaba en una empresa. Para llevarle la comida a sus hijos a su casa empieza a laburar de cosas que tal vez no había hecho nunca.
-¿Como cuáles?
-Trabajó en seguridad, por ejemplo. Por eso yo respeto mucho a la gente que trabaja de seguridad. Se la pasan parados 12 horas, literal.
-¿Y tu mamá qué hacía?
-Vendía sánguches de milanesa. Entre los dos trataban de levantar las cosas. Pero fue fuerte para todos 2001. No sólo para mi familia.
-¿Qué más te viene a la mente de esa etapa?
-Hay cosas de la casa (de Gran Hermano) que me hicieron entender… Cuando nos quedamos sin comida, por ejemplo. No sé si es un tema que se tocó, pero me hizo recordar a cuando nosotros, aunque vivíamos en un lugar hermoso, no teníamos para comer. No podíamos comprar la comida. Mi viejo, un día a las 9 de la noche… (se frena).
-¿Qué?
-Era sentarte en tu casa y no había para comer. Teníamos un mate cocido con pan y estábamos todos comiendo lo mismo. ¿Se entiende? Eso pasa en un montón de casas y la realidad es que yo no quería volver a vivir eso. Fue un espejismo lo que viví adentro de la casa de Gran Hermano. Yo decía que por favor no caigamos en la pensión, en dividir. Es todo para todos, por lo menos lo que nos daba Gran Hermano.
-¿Y ahora?
-Afuera es diferente. Si trabajás, te comprás lo tuyo. Podés regalar y ser bondadoso, pero primero siempre estás vos. El tema de la división y el egoísmo es lo que yo no voy a compartir.
Juliana vuelve a hablar de Gran Hermano. Le es imposible no referirse a la casa en una charla. Acaba de salir tras haber permanecido encerrada más de medio año, y se nota. El reality se convirtió en su vida. Ella misma se da cuenta y, en la charla con GENTE, reconoce que desea hacer algo al respecto.
“Por el impacto que tuvo Furia, me quiero cambiar el nombre. Creo que Juliana ya merece ponerse Furia. Pero puede quedar como un nombre artístico y listo”, analiza.
-¿No sos la misma persona?
-Creo que la casa sacó otra Juliana. Siempre me lo dijo mi cuñado: “Vos vas a entrar ahí y cuando salgas vas a ser otra, Juli”. Pero no me lo dijo por el impacto que tiene, sino porque la casa me enseñó muchas cosas.
-¿Como cuáles?
-Yo conecto con la persona mucho más fácil que antes. Pasé una etapa de un duelo: la muerte de mi viejo. Ante eso me volví súper fría y calculadora. Y yo ahora soy una persona que transmite, que es humorística, que hace reír al resto. Eso es lo que llevaba adentro y estaba guardado. Hay cosas que son duras en la vida. Entonces, para no lastimarme o que no me lastimen, yo me había puesto en una posición muy dura, muy estructurada. Ésa era Juliana.
-¿Hace cuánto fue eso?
-Ayer se cumplieron dos años desde que mi papá falleció.
-¿Y qué te pasó ayer?
-Trabajé. Me junté con mis compañeros, me divertí. Obviamente siempre miro al cielo y le digo cosas; ésa es la conexión que tengo.
-¿Qué le decís?
-Gracias. Gracias papá y mamá.
-¿Ayer te acordaste o te acordaste ahora?
-Soy muy calculadora en ese sentido. Siempre me acuerdo: 19 de julio, mi vieja; 26 de junio, mi papá.
Juliana, la adolescente rebelde que fue el germen de Furia
-¿En el colegio cómo te iba?
-Fui abanderada, como la traga del colegio. Hasta los 12, 14, 15 y 16… A los 18 me agarró una etapa medio rebelde. Me enamoré, terminé la secundaria, me anoté en el profesorado de Educación física y me fui a vivir con el gordo.
-¿Te enamoraste?
-Sí, pero también se terminó. Estuve siete años en pareja.
-¿Después qué pasó?
-Ahí arrancó mi etapa más lésbica. Conocí a una pareja mujer, estuve un par de meses, pero después volví a estar con un hombre… Y después con otra mujer. O sea, no me quiero poner un cartel pero soy bisexual. Soy open mind, no me enamoro del género sino de la persona. Eso es algo que tienen los centennial ahora. No sé si lo saben expresar, pero lo entienden. Siento que las nuevas generaciones entienden mucho más que el pasado. Fue mucho más duro para mí.
-¿Qué te enamora?
-El amor de la gente que me quiere. Si hablamos de amor, como persona o pareja, que esa persona me quiera, que sepa que estoy para dar y lo acepte. Creo que lo que siempre hay que buscar en una pareja es que te admire, no que te envidie. Porque me ha pasado, no varias veces pero en ocasiones, que la envidia también hace que se rompa todo... O la convivencia. Tenés que saber muy bien con quién te vas a encontrar o con quién querés estar realmente. Tiene que tener tus valores o algunos de ellos.
-¿Quién te transmitió los valores?
-Mi mamá y mi papá. Mi papá me transmitió mucho lo del trabajo, honrar la plata. Y mi mamá más lo de la diplomacia, el querer, el amor. Mi papá era mucho más frío y mi mamá no, era contenedora.
Por qué Juliana Scaglione quería convertirse en una estrella de TV
“Siempre golpeé puertas”, reconoce Juliana, con sinceridad. No tiene problemas en asumir todo lo que hizo para estar en la tele, aunque deja en claro que no era el único norte en su vida. “Me decían ‘¿por qué no vas a hacer castings para una publicidad?’”, recuerda. Y se sincera: “La verdad es que no la pegaba”.
-¿Por qué, Juli?
-Hice un montón de castings y sólo en uno la pegué. Quedé para una propaganda para afuera en 2017, la de una cervecita.
-Ésa en la que estabas vestida de novia, ¿no?
-Sí. Bueno, tuve la posibilidad y tuve mucha suerte. Yo siento que me la mandó mi mamá porque yo en ese momento seguía trabajando de profe y mi sueldo era muy poco. Ahí me pagan por primera vez mis primeros dólares. Y nada, en 2017 voy ahí, voy a Uruguay, y para mí era toda una locura. Yo me sentía una estrella de Hollywood. Me pagaban mi hotel, para comer, todo. Filmábamos, ìbamos a la locación y chau… Después de ahí nunca más la pegué.
-¿Cuántos castings hiciste?
-Bueno, no vivo del casting. Siempre seguí trabajando en varias marcas deportivas, para dar clases, y antes de Gran Hermano se me dio la posibilidad de entrar a Díaz Group como visual merchandising. Tres semanas trabajé nada más. Era el trabajo de mis sueños. Me gusta mucho también la moda. Pero me llamaron de GH, donde me había anotado.
-¿Qué le dijiste a la gente de la empresa?
-Tenemos un tema con la confidencialidad y no podía decirle. Así que comenté que renunciaba y que lo hacía por algo mejor. Ella (por su jefa) me preguntó: “¿Algo mejor que esto? ¿Te vas a Europa?”. Le dije que no y tiró: “Ya sé dónde te vas”. Y yo le dije: “¿A dónde me voy?”. Y ahí quedó la charla. Pero la verdad que fue duro para mí decirle que no a esa marca porque la pasaba muy bien trabajando ahí. Pasa que esto es un sueño.
-¿Volviste a hablar con esa gente?
-No, recién tengo el celular y todo. Pero me despedí agradeciéndoles. Era mucho para mí poder trabajar con las bajadas de líneas de ellos, sus manuales, su historia. Son marcas deportivas muy importantes.
-No terminaste de decir de dónde nacen tus ganas de estar en la tele…
-Te voy a decir algo que noté mucho cuando salí: se matan por dos minutos de cámara y yo no. A mí me gusta conectar, hablar, y creo que es lo que hice siempre desde el celular, por más que no tenía seguidores o muy poquitos. “Yo siempre ‘hola, buen día’”. O sea, me nace. Siempre bailé en un espejo y mi época era la de Bandana. Ponía la canción, el CD, me la pasaba bailando y cantando y eso me hacía feliz. Hoy me hace feliz expresarme, creo que es eso.
-¿Y qué querés expresar?
-Es como un sentimiento de lucha. Hacerse escuchar, no callarse. No hay que faltarle el respeto a tu jefe, pero si algo te molesta hay que expresarlo. Basta de callarse la boca. Creo que es por ahí.
El recuerdo de sus padres, un llanto contenido y la última vez que se sintió rota
Juliana se muestra segura, muy firme al hablar. Sin embargo, algo la quiebra: su familia. Puntualmente, el momento en el que menciona a sus padres, ya fallecidos, la desmorona.
Antonio, el que pasó la crisis de 2001 y le mostró que se podía salir adelante con garra y coraje, era “una persona muy graciosa”. Así lo define ella. Lo que más recuerda es su alegría al tocar el acordeón, aunque reconoce que su condición de ser un hombre “muy duro en algunos aspectos”.
“Era cabrón… Y si tenía algo plata, decía: ‘No se gasta, no se gasta’. El tano es muy codito y trabaja mucho. También suele tener una familia muy grande. Así que nada, yo de mi viejo siempre vi que se levantaba a trabajar todos los días. Y nunca lo vi cansado”, sostiene.
-¿Nunca?
-No. Él se levantaba a laburar, llegaba, estaba con mi vieja, comía, estaba con nosotros, a dormir y otra vez arrancaba. Así giraba.
-¿Vos sentís que él no estaba cansado o que no te mostraba el cansancio?
-Capaz que lo ocultaba. Nosotras tenemos una capacidad muy importante, tanto Coy (su hermana) como yo, que tal vez estamos rotas por dentro pero mostramos lo contrario por afuera.
-¿Ahora cómo estás?
-Re feliz.
-¿Estuviste muy rota por dentro?
-Sí, obvio. Me pasó con (la muerte de) mi papá y con la de mi mamá. Obviamente que no lo demostré. Yo siempre tenía que dar clases y pararme en un escenario. Y eso hace que vos… Tu show es tu show y el afuera es el afuera. Siempre lo tuve bien claro. Ahí es que empecé a dividir.
-Si te pido que grafiques un momento en el que estabas rota, ¿cuándo y dónde es?
-Cuando mi viejo fallece y necesitaba que mis hermanas levanten los teléfonos y se empezaran ocupar de algo porque yo no me iba a poder ocupar de todo y tenía que ocuparme de mi vida.
-¿A qué te referís?
-Creo que el estrés que yo transité y traté de curar o amenizar con entrenamiento hizo también que yo tuviera hoy en día una leucemia. ¡Ese estrés! La médica me lo dijo: “Juli, por más que entrenes y un montón de cosas, el cuerpo repercute”. O sea, por más que vos quieras ocultar, hoy tenés esto. Igual por suerte es un diagnóstico re bajo. Algo re chiquito con lo que se puede convivir de por vida. Sólo hay que cuidarse y quererse. Ocuparse.
-¿Sentís que cuando te pasó lo del diagnóstico te lo tomaste como se lo tomaría Furia, no Juliana?
-Ahora tomo más conciencia porque estoy afuera y no estoy ocupada en el juego. Hoy Juliana se está ocupando de Juliana. Pero en el juego no. Era mejor que tuviera esa distracción para no pensar. Pero sí, tengo que cuidarme todo el tiempo con las comidas.
-¿Qué podés decir de tu mamá?
-Era cantante soprano. Una amable mamá, siempre atrás de nosotros. Muy contenedora. Tal vez no nos dejaba tener muchos amigos porque nos cuidaba mucho, pero también hay que aprender y aceptar que los hijos nacen y tienen que empezar a volar. Ella era una mamá muy contenedora, de no dejarnos ir. Yo soy la más chica, así que entiendo que sus hijos iban creciendo y volando y que a mí me cuidara como oro. El tema es que sufrió esto de que le agarró cáncer de mama a los 64 años. Y bueno, se nos fue.
-¿Cómo fue el momento?
-Tuvo metástasis. La verdad, no nos dijo su primer diagnóstico. Pasaron dos años, ahí le agarra metástasis y no pudimos curarla rápidamente. Porque el cáncer de mama tiene cura. Por eso hay que ocuparse, ir al médico y no dejarse estar.
-¿Qué pensás que te diría tu vieja si te viera hoy?
-Bueno, me pasó el otro día en la casa. Me estaban pasando cosas lindas y dije “me gustaría que mi mamá y mi papá estuvieran vivos”. La verdad es que necesito que lo estén viendo porque yo no lo puedo creer. Creo que están muy orgullosos de su hija.
-¿Creés que lo están viendo?
-Lo están viendo y me están cuidando, sino no estaría sentada acá con vos… (se quiebra).
-¿Qué te emociona?
-Me emociona todo. Salir y ver todo, la magnitud, que les interese saber quién soy. Siento que en la casa eso no fue así, eso me acongoja un montón… (comienza a llorar).
-¿Por qué?
-Perdón, me pongo a llorar… Es que yo siento que la pasé como el orto muchas veces y ustedes estaban mirando todo y me estaban ayudando. O sea, posta. Si bien se reían de mi personaje, en realidad había mucho esto de que dicen que yo los maltrataba. No, no se acercaban a mí, me dejaban a un lado. Todo el tiempo mis compañeros estaban siendo espectadores y no querían compartir nada conmigo.
-En el afuera te das cuenta de que la gente te ama, ¿no?
-El público que miraba el programa, sí.
-Salgamos de ahí… ¿Qué imaginás del futuro?
-Cosas hermosas. Lo voy a decir con la boca: cosas hermosas, momentos lindos, éxito y abundancia, no sólo para mí sino para todos.
-Lo último... Volvés al pasado, ¿qué le decís a la Juli que estaba por ingresar a Gran Hermano aquel 11 de diciembre de 2023?
-No le podría decir nada. No me arrepiento de nada de lo que pasó ahí adentro. Es un dejavú. Que haga lo mismo que cuando entró. Así, tipo sintiendo la energía y la vibra…
-¿Y a la de ahora que le dirías?
-Y no sé si le diría que ahora me meto a otro reality show... Me gustó.
Fotos: Cande Petech.
Videos: Martina Cretella.
Retoque: Gustavo Ramírez
Edición fotográfica: Darío Alvarellos.
Maquillaje: Daniel Brizzi